miércoles, 23 de septiembre de 2009

La misión de Jesús

Si con una sola frase quisiéramos resumir la misión de Cristo Jesús, sería: "ser Jesús". El nombre, para los orientales, no es sólo la forma de llamar a la persona, sino que descubre lo más profundo de su ser, su misión y su vocación. Jesús significa: "Yahveh salva". Jesús es Jesús porque en él y al través suyo se posibilita la salvación de todo el hombre y todos los hombres.
El ha venido a salvar al hombre completo. No sólo el alma, sino también el cuerpo y el espíritu, así como las estructuras sociales, políticas y económicas. Le interesa el hombre completo. Ni sólo el cuerpo y la comida, ni sólo el alma y la gracia, sino la persona íntegra y todas sus relaciones.
Su misión es salvar a los hombres de cualquier tiempo o latitud. El mismo sintetizó su misión en cinco puntos cuando, desde la tribuna de la sinagoga de Nazaret, exclamó delante de todos los que creían conocerlo: El Espíritu de Dios está sobre mí, porque me ha ungido y me ha enviado: - a anunciar la buena nueva a los pobres, - a proclamar la liberación a los cautivos, - a dar vista a los ciegos, - a dar libertad a los oprimidos - y proclamar el año de gracia del Señor: Lc 4,18-19.
Jesús tenía un objetivo bien concreto y definido: instaurar el Reino de Dios en este mundo. Por eso, el tema central de su predicación, era revelar el misterio del Reino: qué es, condiciones para entrar en él, y sobre todo, el estilo de vida de quienes le pertenecen. Mateo delinea dos veces los diferentes elementos de cómo Jesús inauguró el Reino: Recorría Galilea, proclamando la Buena Nueva de Dios, enseñando en las sinagogas el misterio del Reino y curando a los enfermos: Mt 4,23 y 9 Cuatro facetas comprendía su ministerio: recorrer, proclamar, enseñar y curar:
Recorrer: Jesús era un predicador itinerante que no tenía una academia o un templo como lugar exclusivo de predicación. El, como buen pastor, era quien tomaba la iniciativa para buscar las ovejas perdidas. No esperaba que la gente lo encontrará, sino que se invitaba a la casa de Zaqueo, recorría la ribera del Mar de Tiberíades y entraba en todo pueblo y aldea de Galilea, y hasta subía periódicamente a Jerusalén. El mismo definió su ministerio diciendo: He venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido: Lc 19,10.
Proclamar: La primera fase de la predicación de Jesús era el anuncio de una Buena noticia: La llegada del Reino de Dios. San Marcos resume el contenido de este kerygma: en cuatro puntos. Arrepiéntanse y crean en el Evangelio, porque el tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca: Mc 1,15.
Enseñar: No se trababa tanto de un cúmulo de virtudes o tesis teórica, sino de una forma de vivir y de relacionarse los unos con los otros
Curar: Otro elemento del ministerio de Jesús, era la curación de enfermos como signo de la llegada del Reino. Por eso, Pedro resume el ministerio de Jesús diciendo que pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. Hech 10,38.
Todo esto en vistas a instaurar la soberanía total de Dios sobre su pueblo, excluyendo todo sustituto que compitiera con el Señor de Yahveh delante de su pueblo.
Su método fue formar discípulos-maestros. Si Jesús tenía una misión universal, pero él estaba limitado por el tiempo y el espacio, ¿cómo podría entonces abarcar a toda la humanidad y romper las fronteras geográficas? Lo primero que hizo fue rodearse de discípulos, para de esa manera multiplicarse y prolongarse.
La tarea primordial de Jesús durante sus tres años de ministerio, no fue atender a las multitudes que lo seguían. Su preocupación principal se centró en sus discípulos, hasta que doce de ellos llegaron a ser maestros. La opción preferencial de Jesús fue formar discípulos capaces de generar nuevos discípulos.
El que en verdad aprende, no esconde su riqueza, sino que a su vez enseña a otros. El verbo aprender en modo causativo se traduce como enseñar.
Un verdadero discípulo, es un convertido es trasmisor del mensaje. En otras palabras, Jesús enseño de tal forma a los suyos que estos a su vez llegaran a ser maestros.
Generalmente nos engañamos pensando que Jesús andaba siempre rodeado de multitudes que lo arrastraban. No. Aunque a Jesús le interesaba todo el pueblo, su visión pastoral no se limitaba a repartir enseñanza a los cuatro vientos, sino a formar a los pastores que atendieran, cuidaran y sirvieran a las ovejas. La prioridad de Jesús fue terminar el proceso pedagógico en doce de sus discípulos. El quería dejar acabado el modelo, para que después todos nosotros tuviéramos un marco de referencia que nos guiara en nuestro trabajo pastoral.
"Yo por ellos me consagro", confesó en la última cena. (Jn 17,19) Jesús se consagró en cuerpo y alma a troquelar a doce que, siendo como él, pudieran continuar en el tiempo y propagar en el espacio su obra salvífica. Porque la tarea de cosechar la mies ya madura en los campos, era apremiante, supo invertir y capitalizar el poco tiempo que tenia. No le interesaba la producción en serie ni la gran cantidad de seguidores, sino la calidad. Proporcionalmente, formó sólo a cuatro en un año. ¡Un discípulo cada tres meses!
Jesús no sólo formó discípulos, sino que a éstos los capacitó para llegar a ser maestros, formadores de otros discípulos, los cuales llegaron a su vez a ser maestros también. Por eso, la comunidad primitiva se congregaba en torno a la enseñanza de los apóstoles. (Hech 2,42) Jesús, a diferencia de Juan Bautista que sólo formó discípulos, transformó a esos discípulos en maestros capaces de formar discípulos a su vez. Así pues la opción preferencial de la labor pastoral de Jesús fue la formación de discípulos. Por tanto, cualquier colaboración en instaurar y extender el Reino debe ser a base de la formación de auténticos discípulos de Jesús.
La gran comisión confiada por Jesús a los suyos fue: "Vayan y hagan discípulos a toda la gente" (Mt 28,19) Este es el testamento pastoral de Jesús: que cada uno que escucha la Buena Nueva se transforme en un verdadero discípulo del Maestro de Nazareth. Así podríamos afirmar que la gran comisión no se reduce a la comunicación de un mensaje, sino que es una tarea de escultar: formar auténticos discípulos de Jesús.
El próximo sábado 3 de octubre en el templo de Fátima de llevará a cabo una conferencia sobre la relación providencial de las apariciones de la Virgen de Guadalupe y Fátima. La cita es a las 18:00 horas y el día siguiente, domingo, será la consagración de los niños a la Virgen de Fátima a las 10:00 de la mañana. Lleva a tus niños y niñas a que reciban lo que hay para ellos desde toda la eternidad. Te invitamos a ver en nuestra página web, www.jesusestavivo.org.mx la Misa del domingo de las 9 de la mañana en Catedral; en la Parroquia de San Pedro, la Misa del domingo de las 9 de la mañana y en Las Rosas la Misa de Sanación del lunes primero de mes. En Blooger tenemos nuestras seis columnas diferentes publicadas en los tres principales diarios de Morelia. La dirección para encontrarlas es: jesusestavivoenmorelia.blogspot.com También nos puedes localizar en Twitter donde están nuestras columnas, pero ahí puedes hacer comentarios, críticas, sugerencias y todo lo que se le parezca. Su dirección es: twitter.com/jesusestavivo
¡Alabado sea Jesucristo!
BUENAS NOTICIAS PARA EL HOMBRE DE HOY
Grupo Apostólico Nueva Evangelización

Enfermos de esclavitud

Una enfermedad muy difundida en el mundo de hoy es la esclavitud... tan extendida y generalizada que ya hasta se acepta como la forma normal y ordinaria de vivir. Nos pasa como a los israelitas cuando salieron de la opresión egipcia. Les pareció tan alto el precio que estaban pagando por la libertad, que comenzaron a añorar las cebollas y los ajos del país de los Faraones. Se habían acostumbrado tanto a la esclavitud que no sabían ser libres.
Nuestra sociedad vive bajo la esclavitud de la mentira, encarcelada en los engaños del mundo, encadenada por los apetitos desmedidos y aprisionada en los falsos valores de poder, gloria y materialismo.
La hermosa película "Nací Libre" trata de una leona nacida en cautiverio. Sus dueños, conscientes de que esa prisión es anormal puesto que ella ha nacido para ser libre, están dispuestos a otorgarle la libertad. Sin embargo, no la sueltan de un día para otro, sino que tienen que enseñarle a bregar con los peligros de la libertad. Por fin, mientras la música toca la canción "Nací Libre” la leona se interna en la selva, mientras todos los espectadores lloran de emoción.
Nosotros, aunque hemos sido llamados a la libertad, nacimos en la esclavitud del pecado. El camino único para apropiárnosla es viviendo la verdad. El problema de nuestro mundo es que yace bajo el dominio del padre de la mentira que lo seduce de mil formas y de esa manera lo somete a sistemas de pecado y a situaciones pecaminosas. No se puede ser sano si no se es completamente libre. La sanación integral podríamos resumirla en una palabra: ser libres de toda mentira y falsedad, siendo el pecado el peor engaño de todos.
La vocación cristiana es un llamado a la libertad. Cristo Jesús nos participa de su Espíritu y donde está el Espíritu del Señor allí está la libertad: 2 Cor 3,1 7. Hemos recibido un espíritu de adopción para vivir como hijos libres de toda esclavitud; y si hijos, coherederos de todos los bienes de nuestro Padre Dios.
Jesús nos ha indicado claramente el camino que nos lleva al país de la completa y permanente libertad: Si se mantienen fieles a mi Palabra, serán verdaderamente mis discípulos; y conocerán la verdad y la verdad los hará libres: Jn 8,34. La libertad no se logra en un instante. Al pueblo de Israel le costó cuarenta años llegar a la tierra prometida. Toda una generación tuvo que peregrinar por un árido desierto, lleno de pruebas y peligros. No hay otra vía para conseguir la libertad. No hay caminos cortos ni recetas mágicas.
La liberación es un camino y una conquista. No es fácil. Se tiene que cruzar por la soledad del conocerse a sí mismo y encontrarse cara a cara con Dios. Jesús nos dice que para conseguir la libertad hemos de escuchar la Palabra de Dios, la cual nos hace discípulos suyos. El único camino para llegar a la libertad es mantenernos fieles a su Palabra, es decir, que sus criterios y valores rijan nuestra vida.
Jesús ha venido a liberarnos de nuestras esclavitudes y a romper todas las ataduras que nos aprisionan, tanto de las estructuras injustas, como de nuestros miedos y complejos. Su obra abarca tanto el aspecto interior como el exterior, las situaciones de pecado como todo pecado en singular. El Espíritu Santo está sobre él y lo ha ungido para proclamar la libertad a los cautivos y dar la libertad a los oprimidos (Lc 4,18-19).
La Iglesia, sacramento de liberación. La Iglesia, nosotros, somos sacramento de liberación, partícipes de la misma misión de nuestro Fundador, contamos con el mismo poder que Cristo tenía: poseemos el Espíritu de Cristo resucitado que es un Espíritu que nos lleva a vivir la gloriosa libertad de los hijos de Dios.
Por tanto, todos nosotros, Iglesia, somos ministros de liberación el uno para el otro; pero esta misión la realizaremos eficazmente en la medida que hayamos sido nosotros liberados de las diferentes esclavitudes que nos privan de la libertad.
Así como Moisés, antes de liberar al oprimido pueblo hebreo que yacía bajo la esclavitud de los egipcios fue él mismo liberado por Dios, así también nosotros tenemos que experimentar antes la liberación de nuestras ataduras para después ser agentes de liberación.
La Renovación Carismática ha puesto énfasis en esta oración que estaba un poco olvidada, pero me temo que no se ha llegado al equilibrio en ello. En general somos muy simplistas y superficiales en este ministerio.
Existen dos extremos en la oración de liberación: algunos que no aceptan su eficacia porque no creen en el Demonio que nos engaña y nos somete bajo sus tenores de vida. Niegan su existencia y por tanto su acción en nuestras vidas. No se dan cuenta que al no creer en el Padre de la mentira ya han caído bajo uno de sus engaños. El otro extremo es cuando se cree que la total liberación se obtendrá por una simple oración que expulse el mal que está dentro de nosotros con una imposición de manos.
Yo creo que no basta sacar demonios, sino que es necesario deshacerse de todos sus engaños que motivan nuestra conducta y rigen nuestro estilo de vida ¿De qué serviría sacar un demonio si se queda una legión de engaños en nuestra mente y en nuestro corazón? La manera eficaz de sacar diablos es liberarnos de todas sus ataduras de materialismo, sensualismo, egoísmo, orgullo, vanidad y mentira.
Existe el peligro de reducir la oración de liberación para casos de personas metidas en espiritismo, ocultismo y cosas semejantes. Sin embargo, igualmente está en las garras de Satanás el orgulloso que se hace dios a sí mismo, el codicioso que idolatra el dinero y los bienes materiales, el adúltero que no puede dejar de pecar, el deprimido que se hunde en su desesperación, el mentiroso que vive engañado y engañando; en fin todo el que permanece en una situación de pecado. La perfecta libertad implica la renuncia a Satanás y a todas sus obras y engaños con que seduce al mundo.
Pablo nos ofrece un amplio catálogo de los lazos con que el Tentador trata de mantenernos sujetos a su voluntad y de los cuales debemos ser liberados. He aquí esta lista: idolatría, hechicería, impiedad, prevaricación, perjurio, sacrilegio, egoísmo. traición, ingratitud, injusticia, avaricia, codicia, latrocinio, soberbia, orgullo, vanagloria, adulterio, fornicación, perversión sexual, lujuria, impureza, desenfreno, libertinaje, embriaguez, gula, orgía, homicidio, rivalidad, envidia, odio, discordia, celos, rencillas, cólera, ira, insolencia, detracción, engaño, mentira maledicencia, chisme, ultraje, altanería, contienda, malignidad. deslealtad, desamor, malicia, rebeldía, insensatez, perversidad, maldad, murmuración, división, disensión, desorden, acritud, temeridad, fanfarronería, enemistad, difamación y calumnia: 1Cor 5,9-10; 6,9-10; 2Cor 12,20; Gal 5,19-20; Rm 1,29-31; 13,13; Col 3,8; Ef 4,31; 1Tim 1,9-10; 2Tim 3,2-5. Todos estos eslabones forman la cadena de la esclavitud que se llama pecado.
En películas como "El exorcista" no se hablará nunca de estos dominios de Satanás, y de esa manera también logra engañarnos haciéndonos pensar que sólo actúa de la forma como se muestra allí. Sin embargo todas estas cosas enumeradas por Pablo destruyen hogares, hunden sociedades y acaban con las personas.
La forma más ordinaria como el Demonio nos esclaviza no es por medio de la posesión física, la cual es muy rara, sino a través de la mentira. (Cf. Jn 8,44)
Algunos piensan muy superficialmente cuando creen que la liberación completa se va a lograr con una simple "oración de liberación". Hay casos en que somos liberados de alguna atadura mediante una oración así, pero esto es sólo un signo del poder de Cristo para que confiemos en que él nos puede liberar de toda esclavitud.
El próximo sábado 3 de octubre en el templo de Fátima de llevará a cabo una conferencia sobre la relación providencial de las apariciones de la Virgen de Guadalupe y Fátima. La cita es a las 18:00 horas y el día siguiente, domingo, será la consagración de los niños a la Virgen de Fátima a las 10:00 de la mañana. Lleva a tus niños y niñas a que reciban lo que hay para ellos desde toda la eternidad.
¡Alabado sea Jesucristo!
BUENAS NOTICIAS PARA EL HOMBRE DE HOY
Grupo Apostólico Nueva Evangelización

Jesús: amigo de mujeres de la calle!

Causa cierta extrañeza encontrar a Jesús sentado a la mesa de los fariseos, sabiendo que ellos eran sus peores enemigos, que continuamente buscaban ocasión para desprestigiarle, oportunidad para atacarle o motivo para condenarle.
Lucas, evangelista que de una manera especial subraya el amor misericordioso y universal de Dios, narra tres comidas de Jesús con ellos: 7,36; 11,37; 14,1. En todos los casos se perdieron la cordura y las normas más elementales de educación, terminando siempre con un desenlace tenso y a veces violento, pues nunca faltó una palabra inoportuna o una pregunta capciosa que acabara con el cordial ambiente de la mesa. Curiosamente, no eran siempre los fariseos quienes estropeaban la reunión. En algunas ocasiones fue el mismo Jesús quien se comportó totalmente en contra del sentir de sus anfitriones, al no consentir sus hipocresías y legalismos.
El primer encuentro de Jesús con los fariseos fue muy singular. Nos consta que la invitación que se le hizo no fue un simple y vago "a ver cuándo nos vemos", sino que se le pidió y hasta se le rogó expresamente sentarse a la mesa, para compartir los alimentos y la conversación. Fue tan excepcional el origen de la invitación, que el Evangelio ha conservado el nombre del valiente fariseo que, a pesar de las críticas de sus colegas, se atrevió a invitarlo. Se llamaba Simón.
Estudiar a fondo este pasaje es internarse en un bosque de opiniones, con el riesgo de confundirse y perderse. Este es uno de los relatos que más dificultades ofrecen a la crítica textual e histórica. Los estudiosos discuten y se devanan los sesos por esclarecer dudas y defender teorías.
Los escrituristas de nuestro tiempo se preguntan, sin encontrar unánime respuesta, si la célebre pecadora que aparece aquí es la misma que ungió los pies de Jesús en vísperas de su muerte. Incluso hay quienes afirman, frente a los que lo niegan rotundamente, que se trata de María Magdalena. Algunos identifican en una sola persona a las tres. La mayor parte las distingue. También discuten si el hecho acaeció en Galilea o en Jerusalén. Unos dicen que el tal Simón fue antes curado de lepra. Otros piensan que no es el mismo. Hay quienes aseguran que estamos delante de dos relatos diferentes, que con el correr del tiempo fueron yuxtapuestos artificialmente. En fin, existe tal número de dificultades, que lo único que ciertamente podemos concluir con todas ellas es que, siempre que aparecen pecadores junto a Jesús, los problemas se multiplican no sólo para sus enemigos, sino también para sus críticos o los especialistas de la fe. Los pecadores siempre causan problemas.
Al llegar Jesús a la casa del fariseo, la puerta estaba semiabierta. La recepción fue cortés, pero fría y diplomática. Aunque todo estaba perfectamente en su lugar y resplandeciente, no hubo la menor muestra de afecto o de alegría por recibir al famoso predicador con sus discípulos.
Las cosas no comenzaban de la mejor manera. El ambiente estaba tenso y se respiraba el nerviosismo de todos los invitados. No hubo el tradicional beso de bienvenida, ni una gota de agua para lavarse las sudorosas manos y refrescar los empolvados pies de los peregrinos. Mucho menos apareció el típico aceite, tan característico de la legendaria hospitalidad oriental. En otras palabras, el tradicionalista Simón se olvidó de los ritos y costumbres ancestrales de los que era tan celoso como exigente. Se rompió la tradición de hospitalidad
El ambiente estaba tenso y el silencio había invadido como sombra espesa a todos los comensales. Ya no había ni chispa de la tenue cortesía que pudo manifestarse al principio. La guerra fría se había declarado y de un momento a otro explotaría la primera bomba.
Jesús se reclinó en la mesa y tomó en sus manos una limpia copa de cristal. Mientras la observaba detenidamente, dijo en voz alta: "Lo más importante de una copa no es que esté limpia por fuera. Lo esencial es que esté limpia por dentro. Hay sepulcros blanqueados en el exterior, mas por dentro, putrefactos, despiden un asqueroso hedor de podredumbre y corrupción".
Algunos circunstantes parecieron perder el apetito por lo inapropiado del tema de conversación, pareciéndoles una gran incorrección hablar de asuntos inmundos frente a los apetitosos platos de comida.
Al darse cuenta Jesús de que las miradas condenatorias de los fariseos se clavaban en sus manos sucias, continuó con más ímpetu: "Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda hacerlo impuro. Es de dentro, del corazón humano, de donde salen las intenciones perversas, los malos pensamientos y el creerse mejor y superior a los demás. En cambio, lo que comemos con las manos sucias, después lo vamos a dejar al excusado...".
Los más escrupulosos de los fariseos, con ojos de indignación y cara de repugnancia, hicieron a un lado el alimento que tenían delante, mientras que a otros se les atoró el bocado a media garganta. No por eso Jesús fue más discreto y considerado, sino que continuó: "Para el puro, todas las cosas son puras. Para el perverso, todo está sucio, porque es su conciencia la que está contaminada. No se debe juzgar según las apariencias, sino con recto juicio".
"De pronto...". Lucas usa la forma gramatical griega "Kai idou" (de pronto) para llamar la atención. Algo sorpresivo y totalmente inesperado rompería los cánones del programa.
Sin haber sido invitada a reunión tan selecta, entró a la casa una esbelta mujer con vestido tan entallado que, más que cubrir su cuerpo, hacía resaltar su voluptuosa y provocativa belleza. Amplio escote por el frente y su espalda casi desnuda por completo. Sus labios, como sus uñas, estaban pintados con un vivo rojo carmesí, haciendo contraste con el negro brillo de su sedosa cabellera. Sus zapatos eran dorados y llevaba una pequeña bolsa plateada que cuidaba con especial esmero: era una prostituta.
Los ojos de los fariseos se abrieron con asombro y sus dientes rechinaron de rabia, por el atrevimiento de esa mujer que había entrado como a su casa. Algunos de ellos pegaron tensamente sus espaldas a los respaldos de los triclinos. Otros se encendieron de ira, lanzando miradas de fuego infernal sobre la intrusa, y no faltaron quienes disimularan sus rostros con sus largas túnicas, no tanto para no mirar a la tentadora mujer, sino para no ser reconocidos por ella...
Nadie, ni los psicólogos ni los psiquiatras, conoce tanto a los hombres, como una prostituta; porque delante de ella se dejan caer todos los mantos de dignidad y las túnicas de apariencias. Ante ella se presenta siempre el hombre desnudo, sin máscaras ni simulaciones. Ella es testigo, y a la vez víctima, del vacío del corazón humano, que pretende apagar su sed en una noche de desbordada pasión. Ella es cómplice de la infidelidad y al mismo tiempo conciencia de culpabilidad para todos aquellos que entregan su cuerpo, sin jamás dar lo más íntimo de su ser. Ella, mejor que nadie, tiene conocimiento de que todos hemos sido hechos del mismo barro, que todos somos pecadores, aunque con una leve ventaja: ella peca por la paga, mientras que ellos pagan por pecar.
Sin embargo, la prostituta, teniendo el triste conocimiento y experiencia de todo lo que no era amor, estaba más capacitada para reconocer el auténtico amor cuando éste tocara a las puertas de su vida.
Exactamente eso fue lo que le sucedió frente a Jesús. Ella había estado esa mañana perdida entre la multitud, escuchando las palabras del predicador de Galilea, el cual ni hablaba como los escribas y fariseos, ni se parecía a ninguno de los muchos hombres que ella había conocido.
Este hombre no la buscaba para servirse de su cuerpo, más bien todo lo contrario, pues afirmaba que él entregaría su cuerpo y su sangre por la salvación de los pecadores. El no había venido a ser servido, sino a servir, e invitaba a todos los que estuvieran cansados y agobiados, a depositar sus cargas en él para aliviarlos.
Especialmente la impresionó hasta lo más profundo de su ser, cuando Jesús afirmó categóricamente que él no había venido a buscar a los justos, sino a los pecadores. En esos precisos momentos ella se reconoció la más privilegiada, y tomó inmediatamente la decisión de entregar toda su vida a ese hombre que era distinto a todos los demás. El no la buscaba por la sensualidad de su cuerpo, sino para quitarle el peso que ella cargaba en todo su ser. Ese era el verdadero amor que ella nunca había tenido y que, recién encontrado, no podía dejar pasar.
Aceptó el perdón que Jesús ofrecía, y experimentó en ese momento la liberación completa. Su cambio fue instantáneo y total. Ya no era la misma. Regresó a su casa no tanto siendo buena, sino nueva, una mujer totalmente renovada por la misericordia de Dios, manifestada a través de ese predicador que no sólo amaba, sino que era la misma personificación de amor.
No le costó ningún trabajo enterarse de que Jesús se encontraba en la casa de Simón el fariseo. Tomó la determinación y fue a encontrarlo. Pensando cuál sería el mejor presente que podría ofrecer, no encontró nada tan valioso como aquel frasco blanco y bien pulido de alabastro que contenía el más fino de los perfumes.
Vendiendo su cuerpo y rematando su dignidad, había ahorrado el producto de sus ganancias para comprar una exquisita esencia a unos mercaderes de las Galias, con el fin de encantar y seducir a sus clientes. Ese perfume era como la pasión que concentraba la infidelidad de los hombres que habían despilfarrado su dinero para contribuir a su adquisición.
En los relatos análogos del Evangelio, encontramos varios datos curiosos y significativos sobre dicho presente: - Marcos nos dice que el perfume era de "nardo puro" (14,3). Ella, la impura por profesión, usaba el delicado perfume de una bella flor que simboliza la pureza. - Mateo aclara que "era de gran precio" (26,7). Había costado bastante dinero. Muchos pecados estaban concentrados en la fina esencia. Lo exquisito del perfume contrastaba con la pestilencia de los denarios de fornicación que había costado. - Juan no se refiere al precio (politelés), sino que aclara que "era de gran valor" (polítimos), (12,3). Es decir, no sólo tenía alto costo monetario, sino que especialmente tenía un valor incalculable para la dueña, ya que era una de las herramientas más importantes en su profesión. Además, era como el símbolo de su vida: la síntesis de su pasado y la mejor inversión para el porvenir.
Pero al entrar a la casa de Simón, ya era otra. Quienes la juzgaron y se escandalizaron de su presencia se equivocaron rotundamente, porque ya no era la que ellos habían conocido antes, aunque todavía en el exterior quedaran las huellas de las manos que la habían profanado.
Los que pensaban saber quién era esa mujer, aparte de estar completamente equivocados, eran perfectamente reconocidos por ella. Incluso, más de alguno de los presentes había ido a buscarla, ocultándose en las sombras de una sensualidad que se encendía, sin lograr satisfacer la necesidad más profunda del corazón humano.
Por esto, ella no encontró obstáculo para entrar como en su casa. Bien sabía que no se atreverían a echarla fuera, pues ella sería capaz de levantar su mano y señalar a algunos de los presentes diciendo: "Y tú ¿por qué me acusas, si tus manos están manchadas de infidelidad y prostitución? ...y tú que te escondes bajo el manto negro, ¿por qué te quedas callado haciéndote cómplice de mis acusadores, si también tú has estado conmigo?". Luego, con cierta ironía, podría terminar diciendo al que estaba cerca de ella: "Tú has limpiado perfectamente la túnica que se te empolvó anoche, cuando la tiraste al lado de mi cama... deberías más bien limpiar tu conciencia".
Por esta razón, ninguno de los fariseos se atrevió a echarla fuera, ni a enfrentársele cara a cara. Más ella no estaba allí por ninguno de ellos, ni mucho menos para acusarlos de sus pecados ocultos. Su motivo era muy diferente: encontrarse a ese Jesús de Nazaret que le había abierto la puerta de la esperanza, mostrándole el amor de Dios por los pecadores. Ella había experimentado ya la purificación interior y sólo venía para hacer pública la manifestación de su agradecimiento.
La mujer abrió su plateada bolsa y con delicadeza femenina tomó entre sus manos el exquisito perfume que portaba. Golpeó repetidas veces y con suavidad el cuello del frasco contra la mesa, hasta romperlo sin derramar gota alguna del preciado líquido. Luego, con maestría de experta y sin escatimar cantidad ni costo, comenzó a verterlo amorosamente en los pies de Jesús. La fragancia inundó la casa completamente.
Al romper aquel frasco sellado y dejar escapar su aroma, percibió lo efímero y transitorio que es un apasionado amor de una noche. Esa fragancia era el concentrado de su atormentador pasado. Pero en contraste, despedía ahora el olor de la más pura de las flores, porque cuando aun el más sucio y asqueroso de los pecados se pone a los pies de Jesús, ya no apesta, sino que perfuma, mientras que el pecado guardado en el frasco del corazón, es como el agua que no corre: se pudre.
Ella rompió el frasco de alabastro, porque su corazón ya estaba quebrantado. El Maestro ya la había seducido con ese amor total y desinteresado. Jesús, por su parte, se impregnó del perfume femenino, mientras que ella comenzaba a tener el más fino de los perfumes: el suave olor de Cristo. Ya no tenía necesidad del otro. Jesús cargaba con su pecado y lo transformaba.
Lucas nos describe la escena con rasgos tan vivos y elocuentes, que es como si nosotros mismos estuviéramos sentados a la mesa. No somos espectadores, sino que formamos parte del cuadro. Teníamos una invitación personal al banquete y fuimos sentados a un lado de Simón. Casi nos parece estar mirando a la mujer y ser mirados por ella; nos estremecemos al contemplar la escena, alcanzamos a escuchar el susurro del murmullo de los fariseos y el rechinido de sus dientes por el coraje. Podemos hasta disfrutar el fino perfume que aromatiza todo el ambiente.
En ocho días leeremos como su llanto fue correspondido aunque la conclusión de Simón fue que si Jesús fuera profeta conocería quién era esa mujer. El próximo sábado 3 de octubre en el templo de Fátima de llevará a cabo una conferencia sobre la relación providencial de las apariciones de la Virgen de Guadalupe y Fátima. La cita es a las 18:00 horas y el día siguiente, domingo, será la consagración de los niños a la Virgen de Fátima a las 10:00 de la mañana. Lleva a tus niños y niñas a que reciban lo que hay para ellos desde toda la eternidad. Te invitamos a ver en nuestra página web, www.jesusestavivo.org.mx la Misa del domingo de las 9 de la mañana en Catedral; la Misa del domingo de las 9 de la mañana en la Parroquia de San Pedro y en Las Rosas la Misa de Sanación.. En Blooger tenemos nuestras seis columnas diferentes publicadas en los tres principales diarios de Morelia. La dirección para encontrarlas es: jesusestavivoenmorelia.blogspot.com También nos puedes localizar en Twitter donde están nuestras columnas, pero ahí puedes hacer comentarios, críticas, sugerencias y todo lo que se le parezca. Su dirección es: twitter.com/jesusestavivo
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¿Y dónde están los otros nueve?

Diez leprosos han acudido a Jesús pidiendo la salud. Más doloroso que la propia enfermedad es el rechazo que prooduce este mal. La lepra es una maldición que da terror. Junto con carcomer al hombre, destruye sus relaciones y lo aísla... y un ser sin relaciones fácilmente pierde su misma humanidad.
Siguiendo las prescripciones de la ley, los diez enferrmos tenían que alejarse y elevar su voz para implorar piedad. El leproso era un ser condenado. Obligado a apartarse de todo otro viviente, debía anunciar su presencia pavorosa haciendo sonar un cascabel.
Aquellos pobres hombres estaban contrahechos por una lepra visible producida por el bacilo de Hansen... pero ésa era, tal vez, sólo un símbolo de otra lepra oculta, más grave, más universal y cuyo origen los hombres de este siglo no nos atrevemos a reconocer. Y algo de esa enfermeedad lo llevamos todos.
Es un hecho que entre nosotros hay mucha soledad. Los hombres nos vamos aislando, nos vamos temiendo, hiriendo y destruyendo. En los negocios, en las oficinas y hasta en la misma familia cada uno construye sus trincheeras para afrontar la competencia. De esa lepra de la que necesitamos con urgencia ser curados. Esos enfermos del relato evangélico son una muestra de nuestra pobre humanidad.
Aquellos desdichados, en situación límite y carentes de toda esperanza humana, se acordaron de Jesús y acudieron a él pidiendo ser sanados. «¡Maestro, ten compasión de nosotros!».
A esos diez leprosos que buscaban la salud, Jesús les encargó que hicieran lo que estaba mandado: que fueran a presentarse al sacerdote. Marcharon todos, llenos de curioosidad, tal vez con pena y desilusionados porque el Señor no hacía con ellos un milagro; pero de camino, sintieron que sus miembros recuperaban la vida, sus dedos retorcidos volvían a estirarse y su piel recobraba el color.
En tales circunstancias, sólo uno se acordó de Jesús y regresó a dar gracias. Eso no lo aprendió en la ley. El hombre era un samaritano, nos cuenta el Evangelio. Tal vez fue el único que de verdad sanó porque comprendió lo que es la gratitud. Su corazón reseco por la lepra interior, perdió sus costras y renació a la vida. No sintió el agradecimiento del esclavo que genera malsana dependencia; experimentó el reconocimiento humanizante del amigo que acerca y agrannda el corazón.
Sólo el sentido de lo gratuito y de la gracia rehace el mundo del espíritu. El que no ha tenido esta experiencia difícilmente podrá entender lo que es la vida humana y mucho menos podrá entender a Dios.
En un mundo de competencia, de mercado, de medidas precisas, de eficiencia, qué difícil resulta conservar el sentido del don y el valor de lo gratuito. A todo se le ha puessto hoy un precio. Hasta las obras de arte han dejado de valer por su belleza. Pero lo más importante escapa a esta necesidad de tasación. Lo gratuito por esencia no puede comprarse ni venderse: con el amor, la alegría, la esperanza y la fe no se puede transar. La felicidad más honda no está puesta a subasta. Se recibe como un don y se da como un regaalo. Supone el paso del mercader al amigo.
Debemos abrir la conciencia a todos los dones recibidos. Es normal que acudamos a Dios cuando hay problemas, pero nos falta hoy el canto agradecido. Es necesario limpiarse los ojos y reconocer lo que es regaalo: la vida, la fe, los bienes de la tierra, la amistad y tantas otras cosas. Muchos ven con claridad lo que les falta, pero no tienen perspicacia para gozar de aquello que se les ha dado en abundancia.
«¿Dónde están los otros nueve?». Ellos no sabían agradecer y difícilmente pudieron reinsertarse de manera humana en la vida social. Sólo quien transita por esta vida con un sentimiento de verdadero agradecimiento mira a los demás con ojos limpios; no se siente atacado y para triunfar no cree necesario atacar a los otros; puede sentirse verdadero hijo del Señor y considerar como su hermano a todo el que se le acerca. La inmensa mayoría, más precisamente, nueve de cada diez, se aleja sin expresar jamás su gratitud. Que el Señor nos ayude a ser como ese hombre de Samaria. Ésa es la clave del cristianismo y de la verdadera felicidad.
¡Alabado sea Jesucristo!
BUENAS NOTICIAS PARA EL HOMBRE DE HOY
Grupo Apostólico Nueva Evangelización

¿Que cosa es el Credo?

Desde el principio, la Iglesia sintió necesidad de definir su fe, para proclamarla y transmitirla. No se trataba de congelar la experiencia de fe; sino, analizando esta experiencia a la luz del Espíritu, mostrarla de manera ordenada y clara. La Iglesia no trataba de comunicar fría doctrina sino de definir lo que estaba ya viviendo. El peligro que dejando de lado toda experiencia, se comunicara sólo la doctrina.
Alguien ha dicho que el Credo y la esquematización de la doctrina aparecieron cuando se dejaron de vivir las experiencias salvíficas; y como las experiencias no son transmisibles, se comunicó sólo un conjunto de verdades abstractas. Ciertamente eso no debe suceder. Se cree lo que se vive se vive lo que se cree y se comunican ambas cosas.
El Credo que recitamos cada domingo no es propiamente una oración sino una proclamación. Por tanto, el Credo no se reza sino que es como una bandera que se levanta en alto. La fe se proclama con la boca y se confiesa con la vida; los mártires son el testimonio más preclaro.
Nuestro Credo es el resumen de nuestra fe donde se expresan las verdades fundamentales que delinean el perfil del cristiano-católico.
Este Credo recibe el nombre de "Símbolo de los Apóstoles"
Símbolo: En ciertas asociaciones o instituciones como los ejércitos no sólo se cuenta con uniformes sino con contraseñas y claves que permiten identificar a sus miembros para así evitar confusiones o traiciones.
El Credo es la contraseña (el símbolo) que nos identifica en la fe de la Iglesia y nos evita caer en manos extrañas que traicionan la fe.
Apóstoles: Este símbolo es de los apóstoles porque proviene desde los apóstoles que recibieron directamente de Jesús el depósito de la fe así como el mandato de conservarlo en su pureza original y trasmitirlo a las siguientes generaciones. Por eso. Pablo recomienda a Timoteo: Ten por norma las palabras sanas que oíste de mí en la fe y en la caridad de Cristo Jesús. Conserva el buen depósito mediante el Espíritu Santo que habita en nosotros. Y cuanto has oído en presencia de muchos testigos confíalo a hombres fieles que sean capaces a su vez de instruir a otros: 2 Tim 1.1; 2.2
He aquí las verdades fundamentales que nos han sido trasmitidas por nuestros hermanos quienes nos han precedido en el camino de la fe: Creo en un solo Dios. PADRE todopoderoso, creador del cielo y de la tierra de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, JESUCRISTO, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos. Dios de Dios, Luz de Luz Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, consubstancial al Padre; por quien todo fue hecho; que por nosotros los hombres y por nuestra salvación, bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de la Virgen María y se hizo hombre. Y por nuestra causa fue crucificado bajo el poder de Poncio Pilato, padeció y fue sepultado y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre, y de nuevo vendrá con gloria, para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.
Creo en el ESPIRITU SANTO, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas.
Creo en la IGLESIA, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo, para el perdón de los pecados.
Espero en la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.
Aunque tradicionalmente se habla de 14 artículos de la fe, nosotros, por razones pedagógicas, los sintetizamos en siete apartados.
CREO EN DIOS. Cuando el astronauta ruso, Yuri Gargarín, regresó del primer vuelo espacial, afirmó muy ufano: -Subí al cielo y no encontré a Dios.
Apenas si se elevó 300 kilómetros de la superficie de la tierra y ya se sentía con derecho de tocar al creador de los espacios infinitos. Sin embargo, hubiera bastado que le fallara algún mecanismo de su nave espacial para que se llevara la gran sorpresa de encontrarse con Él, cara a cara.
De la misma manera, hay personas, incluso que se dicen cristianos, que niegan a Dios porque no lo han encontrado en su vida, ni en las celebraciones litúrgicas o el silencio de un convento. El que no haya sido encontrado por algunos no prueba que no sea real ni verdadero.
Por otro lado, existen los que sí han encontrado a Dios. Sin embargo, ellos tienen que preguntarse a qué Dios han encontrado; el suyo fabricado por sí mismos, o el Dios verdadero.
Creer en Dios no tiene ningún mérito ni aporta nada especial a nuestra vida, pues hasta Satanás cree en El y no por eso cambia su vida. Lo importante es creerle a El como persona; es decir, confiar y depender de El.
Creerle a Dios significa: Aceptar la revelación que El hizo de sí mismo, sobre todo en la persona de Cristo Jesús y que está consignada en las Sagradas Escrituras. -Estar seguros que su plan sobre nuestra vida es infinitamente mejor que el nuestro. -Reconocer en la práctica que sus criterios y valores son los mejores y para nuestro bien. -En fin, confiar incondicionalmente.
Existe un libro cuyo título es por demás sugestivo: "El Dios en quien no creo", en el cual se muestran ciertas imágenes deformadas de nuestro Dios. Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza, pero en la práctica muchos hombres "hacen su Dios" con visiones convencionalistas o simplemente fruto de la ignorancia. He aquí algunas de estas falsas ideas sobre Dios: Un Dios juez castigador. Algunos temen tanto a Dios que en vez de buscar refugio en El buscan refugio contra El. Le tienen miedo al Único que es capaz deliberarnos de todos nuestros temores.
Sin negar que Dios sea juez, ésta no puede ser la única faceta divina que el hombre considere, ni menos la que determine nuestra relación con El.
El Dios contador- Muchos usan la expresión “rendir cuenta a Dios” porque piensan que Dios lleva cuenta de nuestras buenas y malas acciones. Para quedar bien, se afanan en cumplir una ley o hacen buenas obras para asegurar así el favor divino. Consideran que gracias a sus buenas obras se ganan el cielo, es convertir al Dios dador en Dios deudor que tiene que retribuir lo que el hombre se ha ganado por sus méritos. Con esta idea, sólo los buenos y justos; o mejor dicho, los cumplidores de la ley, merecen estar cerca de El. El Dios solitario. Hay quienes se imaginan a Dios solo, sin amigos, que se pasa la eternidad aburrido en su soledad, encerrado en una torre de marfil en la inmensidad sideral. El Dios lejano. No falta quienes sitúan a Dios en una estrella lejana, sin ningún contacto con la humanidad, ni menos con cada persona en particular; como si fuera un rey inaccesible y despreocupado de los que pasa en el mundo, siendo imposible hablar o ser atendidos por El. El Dios aspirina. Otros recurren a Dios sólo en los momentos de dolor, cuando necesitaban de El. Dios se reduce a alguien que les soluciona los problemas o ayuda a evitar el sufrimiento.
El Dios revelado a Israel por los Patriarcas y profetas era esencialmente UNO. Rechazaban todo ídolo que suplantara el papel del único y verdadero Dios. El Credo de Israel (el Shemá) así lo proclamaba: Escucha, Israel Yahvéh nuestro Dios es uno: Dt 6,4-9.
La fe en un único Dios nos lleva necesariamente a tributarle culto, adorarlo y servirlo, renunciando a cualquier criatura que trate de usurpar el papel de Dios, de manera especial el dinero, el poder, el placer y las apariencias mundanas. Existen muchos falsos ídolos pero el más grande de todos es el dinero.
Sin embargo, el Dios revelado por Cristo Jesús, sin dejar de ser UNO, es TRINO a la vez. Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Tres personas distintas que participan de la misma naturaleza divina y, es un solo Dios.
Dios, en toda la eternidad engendra al Hijo; y el Espíritu Santo procede del amor del Padre y del Hijo, como amor sempiterno de ellos. Las tres Personas divinas son eternas entre sí e iguales entre sí, que se distinguen sólo por la diferente forma como se relacionan entre ellas.
Creemos y adoramos la unidad de la Trinidad y la Trinidad en la unidad.
Ciertamente sabemos que Dios está "en el cielo, en la tierra y en todo lugar". También reconocemos en presencia real a la Eucaristía, la Palabra, y toda la creación. Sin embargo, todo esto no debe hacernos olvidar lo más importante: Dios no se encuentra lejos de cada uno de nosotros, pues en El vivimos, existimos y nos movemos. Hech 17.27-28. Si alguno me ama y guarda mi palabra, mi Padre le amará y vendremos a él, y haremos morada en él". Jn 14-23.
Cada hombre es santuario del Espíritu (1Cor 6,19). Dios permanece en su imagen y semejanza que es el hombre. El no está en un lugar de nuestro cuerpo, sino en nosotros como personas. ¡Esto es lo grandioso!
Dios está metido en nosotros, inundando todo nuestro ser, es como la vida de nuestra vida y el alma de nuestra alma. Sin El no podríamos existir ni hacer nada.
Padre me pongo en tus manos, Haz de mí lo que quieras, sea lo que sea, te doy gracias. Estoy dispuesto a todo, lo acepto todo, con tan que tu voluntad se cumpla en mí y en todas tus criaturas, No deseo más, Padre. Te confío mi alma, te la doy con todo el amor de que soy capaz, porque te amo y necesito darme a ti, ponerme en tus manos, sin limitación, sin medida, con una confianza infinita porque tú eres mi Padre.
El próximo sábado 3 de octubre en el templo de Fátima de llevará a cabo una conferencia sobre la relación providencial de las apariciones de la Virgen de Guadalupe y Fátima. La cita es a las 18:00 horas y el día siguiente, domingo, será la consagración de los niños a la Virgen de Fátima a las 10:00 de la mañana. Lleva a tus niños y niñas a que reciban lo que hay para ellos desde toda la eternidad. Te invitamos a ver en nuestra página web, www.jesusestavivo.org.mx la Misa del domingo de las 9 de la mañana en Catedral; la Misa del domingo de las 9 de la mañana en la Parroquia de San Pedro y en Las Rosas la Misa de Sanación. En Blooger tenemos nuestras seis columnas diferentes publicadas en los tres principales diarios de Morelia. La dirección para encontrarlas es: jesusestavivoenmorelia.blogspot.com También nos puedes localizar en Twitter donde están nuestras columnas, pero ahí puedes hacer comentarios, críticas, sugerencias y todo lo que se le parezca. Su dirección es: twitter.com/jesusestavivo
¡Alabado sea Jesucristo!
BUENAS NOTICIAS PARA EL HOMBRE DE HOY
Grupo Apostólico Nueva Evangelización

miércoles, 16 de septiembre de 2009

El plan de Jesús

Si con una sola frase quisiéramos resumir la misión de Cristo Jesús, sería: "ser Jesús". El nombre, para los orientales, no es sólo la forma de llamar a la persona, sino que descubre lo más profundo de su ser, su misión y su vocación. Jesús significa: "Yahveh salva". Jesús es Jesús porque en él y al través suyo se posibilita la salvación de todo el hombre y todos los hombres.
El ha venido a salvar al hombre completo. No sólo el alma, sino también el cuerpo y el espíritu, así como las estructuras sociales, políticas y económicas. Le interesa el hombre completo. Ni sólo el cuerpo y la comida, ni sólo el alma y la gracia, sino la persona íntegra y todas sus relaciones.
Su misión es salvar a los hombres de cualquier tiempo o latitud. El mismo sintetizó su misión en cinco puntos cuando, desde la tribuna de la sinagoga de Nazaret, exclamó delante de todos los que creían conocerlo: El Espíritu de Dios está sobre mí, porque me ha ungido y me ha enviado: - a anunciar la buena nueva a los pobres, - a proclamar la liberación a los cautivos, - a dar vista a los ciegos, - a dar libertad a los oprimidos - y proclamar el año de gracia del Señor: Lc 4,18-19.
Jesús tenía un objetivo bien concreto y definido: instaurar el Reino de Dios en este mundo. Por eso, el tema central de su predicación, era revelar el misterio del Reino: qué es, condiciones para entrar en él, y sobre todo, el estilo de vida de quienes le pertenecen. Mateo delinea dos veces los diferentes elementos de cómo Jesús inauguró el Reino: Recorría Galilea, proclamando la Buena Nueva de Dios, enseñando en las sinagogas el misterio del Reino y curando a los enfermos: Mt 4,23 y 9 Cuatro facetas comprendía su ministerio: recorrer, proclamar, enseñar y curar:
Recorrer: Jesús era un predicador itinerante que no tenía una academia o un templo como lugar exclusivo de predicación. El, como buen pastor, era quien tomaba la iniciativa para buscar las ovejas perdidas. No esperaba que la gente lo encontrará, sino que se invitaba a la casa de Zaqueo, recorría la ribera del Mar de Tiberíades y entraba en todo pueblo y aldea de Galilea, y hasta subía periódicamente a Jerusalén. El mismo definió su ministerio diciendo: He venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido: Lc 19,10.
Proclamar: La primera fase de la predicación de Jesús era el anuncio de una Buena noticia: La llegada del Reino de Dios. San Marcos resume el contenido de este kerygma: en cuatro puntos. Arrepiéntanse y crean en el Evangelio, porque el tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca: Mc 1,15.
Enseñar: No se trababa tanto de un cúmulo de virtudes o tesis teórica, sino de una forma de vivir y de relacionarse los unos con los otros
Curar: Otro elemento del ministerio de Jesús, era la curación de enfermos como signo de la llegada del Reino. Por eso, Pedro resume el ministerio de Jesús diciendo que pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. Hech 10,38.
Todo esto en vistas a instaurar la soberanía total de Dios sobre su pueblo, excluyendo todo sustituto que compitiera con el Señor de Yahveh delante de su pueblo.
Su método fue formar discípulos-maestros. Si Jesús tenía una misión universal, pero él estaba limitado por el tiempo y el espacio, ¿cómo podría entonces abarcar a toda la humanidad y romper las fronteras geográficas? Lo primero que hizo fue rodearse de discípulos, para de esa manera multiplicarse y prolongarse.
La tarea primordial de Jesús durante sus tres años de ministerio, no fue atender a las multitudes que lo seguían. Su preocupación principal se centró en sus discípulos, hasta que doce de ellos llegaron a ser maestros. La opción preferencial de Jesús fue formar discípulos capaces de generar nuevos discípulos.
El que en verdad aprende, no esconde su riqueza, sino que a su vez enseña a otros. El verbo aprender en modo causativo se traduce como enseñar.
Un verdadero discípulo, es un convertido es trasmisor del mensaje. En otras palabras, Jesús enseño de tal forma a los suyos que estos a su vez llegaran a ser maestros.
Generalmente nos engañamos pensando que Jesús andaba siempre rodeado de multitudes que lo arrastraban. No. Aunque a Jesús le interesaba todo el pueblo, su visión pastoral no se limitaba a repartir enseñanza a los cuatro vientos, sino a formar a los pastores que atendieran, cuidaran y sirvieran a las ovejas. La prioridad de Jesús fue terminar el proceso pedagógico en doce de sus discípulos. El quería dejar acabado el modelo, para que después todos nosotros tuviéramos un marco de referencia que nos guiara en nuestro trabajo pastoral.
"Yo por ellos me consagro", confesó en la última cena. (Jn 17,19) Jesús se consagró en cuerpo y alma a troquelar a doce que, siendo como él, pudieran continuar en el tiempo y propagar en el espacio su obra salvífica. Porque la tarea de cosechar la mies ya madura en los campos, era apremiante, supo invertir y capitalizar el poco tiempo que tenia. No le interesaba la producción en serie ni la gran cantidad de seguidores, sino la calidad. Proporcionalmente, formó sólo a cuatro en un año. ¡Un discípulo cada tres meses!
Jesús no sólo formó discípulos, sino que a éstos los capacitó para llegar a ser maestros, formadores de otros discípulos, los cuales llegaron a su vez a ser maestros también. Por eso, la comunidad primitiva se congregaba en torno a la enseñanza de los apóstoles. (Hech 2,42) Jesús, a diferencia de Juan Bautista que sólo formó discípulos, transformó a esos discípulos en maestros capaces de formar discípulos a su vez. Así pues la opción preferencial de la labor pastoral de Jesús fue la formación de discípulos. Por tanto, cualquier colaboración en instaurar y extender el Reino debe ser a base de la formación de auténticos discípulos de Jesús.
La gran comisión confiada por Jesús a los suyos fue: "Vayan y hagan discípulos a toda la gente" (Mt 28,19) Este es el testamento pastoral de Jesús: que cada uno que escucha la Buena Nueva se transforme en un verdadero discípulo del Maestro de Nazareth.
Así podríamos afirmar que la gran comisión no se reduce a la comunicación de un mensaje, sino que es una tarea de escultar: formar auténticos discípulos de Jesús.
Te invitamos a ver en nuestra página web, www.jesusestavivo.org.mx la Misa del domingo de las 9 de la mañana en Catedral; en la Parroquia de San Pedro, la Misa del domingo de las 9 de la mañana y en Las Rosas la Misa de Sanación del lunes primero de mes. En Blooger tenemos nuestras seis columnas diferentes publicadas en los tres principales diarios de Morelia. La dirección para encontrarlas es: jesusestavivoenmorelia.blogspot.com También nos puedes localizar en Twitter donde están nuestras columnas, pero ahí puedes hacer comentarios, críticas, sugerencias y todo lo que se le parezca. Su dirección es: twitter.com/jesusestavivo
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¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos?

Pocas preguntas de Jesús nos ayudan tanto como ésta a capptar el alma del evangelio. Ella nos permite comprender en profundidad los criterios que usaba el Maestro para entender al hombre. «¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos?».
Afortunadamente, esta vez conocemos la respuesta del Señor. Todos sabemos que, dentro de nosotros, llevamos mucho de nuestros padres. Ellos nos dieron la vida; nos enseñaron el lenguaje; han formado nuestros gustos y nuestro criterio moral. La sangre que llevamos en las venas y la cultura que hemos recibido en casa, nos marcan muy por dentro. Por eso es normal que deseando conocer a alguien y ubicarlo en este mundo preguntemos: «¿Quién es su madre, y quiénes son sus hermanos?».
Los que trataron con Jesús, en esto no fueron una excepción. Creían tenerlo plenamente ubicado porque sabían que era el hijo del carpintero de Nazaret. Conocían a María y podían indicar con el dedo a sus parientes. Tal vez sabían, en medio de un pueblo amante de las genealogías, que él era un brote lejano de la rama de Jesé... un descendiente de la familia del viejo rey David.
Curiosamente, con esa mirada superficial, era muy difícil que llegaran a entender de verdad el misterio de María y la raíz de su maternidad. Tampoco podían captar la hondura de Jesús.
Por eso el Señor se alejó de este modo tan tradicional y tan humano de ubicar a una persona. Hizo la pregunta: «¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos?», y la respondió de un modo diferente al que estamos habituados. Una vez más, él nos cambió las perspectivas y amplió nuesstro horizonte.
Al responder a su pregunta, él nos indica un camino novedoso para entender al hombre y nos enseña simultáneamente el centro del Evangelio: «Mi madre y mis herrmanos son quienes cumplen la voluntad de mi Padre... los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica». (cfr. Lc 8,21)
Con eso tal vez hacía la mayor alabanza de María. Si tuviésemos que definir lo más central de la vida de Jesús y de su madre, lo que los hace familiares, no podríamos señalar ni su sangre ni su pobreza ni su servicialidad ni tantas otras virtudes Tendríamos que ir a la raíz: ellos en todo momento hicieron la voluntad del Padre. Ahí estuvo su grandeza, su libertad y su más íntima unión.
Hacer la voluntad de Dios es atreverse de veras a ser uno mismo, a realizar el sueño que Dios tuvo al crearnos. Es vivir sin caretas la más radical autenticidad. Es poner el centro de la vida donde debe estar.
María fue elegida para ser madre de Cristo porque ella podía decide a Dios con toda verdad: «Hágase en mí según tu palabra». Quien vive haciendo la voluntad de Dios ordena libremente todas las cosas para servir al Señor y llega a la más total madurez; no es esclavo de nada, ni de nadie.
Uno de los problemas del hombre de hoy es que se resiste a centrar su vida en su más profunda vocación, se construuye en torno a cosas de la periferia. Se interesa sólo por su profesión, por el éxito, por el dinero, por el trabajo y fácilmente va perdiéndose a sí mismo.
¿Qué criterios empleamos para conocer a alguien? ¿ Qué pregunta hace un padre, en estos tiempos, cuando quiere conocer al pretendiente de una de sus hijas? ¿Cómo nos definimos a nosotros mismos? ¿Quiénes son mis amigos, mis hermanos?
Han cambiado los tiempos, pocos preguntan ahora por las genealogías pero nuevos criterios, tal vez más superrficiales, sirven para ubicar al hombre. ¿Qué edad tiene? ¿En qué trabaja? ¿Cuál es su nacionalidad? ¿Cuánto gana o cuál es su capital? ¿Cuáles son sus récords? Pocos se preguntan si ese hombre está centrado en aquello que debe perdurar. Vanidad de vanidades. Es hermano de Jesús sólo quien, como él, procura hacer siempre la voluntad de Dios; el que escucha su palabra y la pone en práctica. ¿Podemos de verdad llamarnos nosotros hermanos del Señor?
¡Alabado sea Jesucristo!
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Llena de Gracia

El nombre con que Dios envió a saludar a María fue "llena de Gracia" -favorecida-. No la llamó María, sino favorecida. Tenía razón la humilde virgen nazarena en turbarse por esa presencia misteriosa y ese saludo tan desacostumbrado. La Anunciación es el momento en que la Virgen María descubre que es una "favorecida" de manera especialísima por Dios. Llega a conocer por revelación de Dios que el Señor tiene un plan extraordinario para ella. Se siente impotente; se reconoce inmerecedora de ese privilegio. Se turba, y al mismo tiempo se "alegra". El ángel comienza animándola a "alegrarse", "Alégrate llena de Gracia; el Señor está contigo", Se alegra y se pone a la disposición de Dios, No encuentra otra forma para expresar su reconocimiento que ofrecerse como una "esclava" en las manos del Señor: "He aquí la esclava del Señor".
Uno de los grandes problemas de nuestra fe es aceptarnos como hijos de Dios; creer que Dios tiene confianza en nosotros, Son muchas las personas que, muy subconscientemente, se consideran hijos de Dios, pero "de segunda categoría", Cualquier cosa mala que les sucede, piensan que Dios los está castigando, que les va llevando cuenta minuciosa de todos esos males del pasado. Propiamente no aman a Dios; le tienen miedo, Cumplen la ley porque de otra forma se sentirían con "complejo de culpa". Todos necesitamos tener "una anunciación": saber que también en nosotros Dios puede "hacer maravillas".
En la anunciación, la Virgen María, al ponerse a la entera disposición de Dios, quedó llena de Espíritu Santo, En nuestro bautismo, nosotros quedamos llenos de Espíritu Santo, Fuimos adoptados por Dios como sus hijos. En su bautismo, Jesús escuchó la voz del Padre: "Este es mi Hijo amado". Encima de la pila bautismal, en nuestro bautismo, también resonó la voz de Dios: "Este es mi hijo amado", Sentirse hijo de Dios, de "segunda categoría" es no haber aceptado nuestra propia anunciación, que Dios nos ha hecho en alguna oportunidad de nuestra vida. Por el contrario, admitir que Dios tiene un plan de amor para nosotros, es haber aceptado ya que también para nosotros hubo una anunciación.
La libertad es uno de los grandes y peligrosos regalos que Dios ha puesto en nuestras manos, Dios, en todo, respeta nuestra libertad. No quiere galeotes que le sirvan por miedo a los latigazos, sino hijos que le adoren como a Padre amoroso. María ha sido elegida para la misión más grande que se pueda imaginar: ser la principal colaboradora de Jesús durante su vida mortal. Dios se acerca a María y por medio de un ángel, le pide su consentimiento. María, por un instante, queda perpleja. Luego se repone Y da su sí total a Dios para que disponga de ella en todo.
En la anunciación, María recibe la misión que Dios le encomienda. "Soy la esclava del Señor", son las palabras que María emplea para definir su actitud de entrega absoluta a Dios.
El libro del Apocalipsis dispone de una de las imágenes más sugestivas sobre el respeto que Dios tiene por nuestra libertad. Muestra a Jesús tocando una puerta y ofreciendo entrar a cenar, si le abren. (Ap 3,20) Dios se acerca y nos indica cuál es nuestra misión, el camino por el cual podemos realizarnos. Dios mismo nos ofrece su bendición, pero con la condición de que le permitamos entrar.
Moisés tuvo su anunciación. Se le pedía volver a Egipto. Moisés pensó que sería infeliz y se negó al principio. Más tarde aceptó. La Biblia lo describe como el hombre "más manso de la tierra". Un hombre realizado.
Un joven rico fue invitado por Jesús para ser uno de sus íntimos colaboradores. Aquel joven no pudo romper el cerco de sus riquezas. Dijo que no. El Evangelio, sugestivamente, lo describe alejándose con tristeza. Un individuo que no pudo realizarse porque escogió el camino distinto del que Dios le señalaba.
La turbación de María es muy explicable. La misión que se le encomendaba llevaba incluidas muchas cosas oscuras: concebir por obra del Espíritu Santo sin una relación matrimonial previa. María no tenía ningún punto de referencia en la historia acerca de algo parecido. Como joven inteligente, habrá pensado en todos los problemas que eso le traía: ¿Qué pensaría José, su novio? ¿Y sus parientes, y las personas chismosas que nunca faltan en los pueblos? Las misiones que Dios encomienda causan incertidumbre siempre. Moisés hasta llegó a pensar que era "tartamudo". El profeta Jeremías su puso a llorar y alegó que era muy joven para la misión que Dios le encargaba.
A cada uno de sus desconcertados profetas, Dios siempre repite: "No temas". "No temas, María". El Señor da una breve y oscura explicación a María. Nada más. María no entiende ¡qué iba a entender!; pero se fía de Dios. Dice sí de corazón. A todos sus enviados el Señor les sigue repitiendo: "No temas". Es una frase que cruza la Biblia como un hilo conductor. "No temas". Dios no da mayores explicaciones; solamente pide que se fíen de El.
El Señor, además, le adelanta a María que tendrá una señal: su prima Isabel, en su avanzaba ancianidad, también ha quedado embarazada; porque "para Dios nada hay imposible", dice el ángel.
Como muchacha inteligente, María, ante un panorama tan enigmático, que Dios le presenta, hace una pregunta: “¿Cómo puede ser esto, puesto que no estoy casada?”.
Son muchas las personas que se han atrevido a hacerle preguntas a Dios. Algunas de esas preguntas son expresión de humildad ante la impotencia, como María. Otras, son señal de altanería, como las que hizo Job en su exasperación. Buenos y malos, santos y pecadores, en determinados momentos de la vida, le formulamos preguntas a Dios.
Dios nunca responde concretamente. Da unas cuantas pistas nada más. Nunca indica un camino señalizado; sólo pide que confíen en El. A Abraham no le da la dirección exacta de la tierra hacia la cual debe marchar; únicamente le pide que se ponga en camino. A Job, el Señor, le responde con una avalancha de preguntas que lo hacen caer en la cuenta de que ha hablado como un "necio". Job termina hundiendo su frente en el polvo. A María, Dios no da indicaciones precisas; solamente le asegura que todo será "por obra del Espíritu Santo", que no debe temer. María tendrá que acostumbrarse a estas respuestas ambiguas de Dios. Más tarde, su hijo Jesús, en el Templo, cuando ella le pregunta: "¿Por qué nos hiciste esto?", le responderá:" ¿Por qué me buscaban; no sabían que debo ocuparme de las cosas de mi Padre? Una pregunta respondida con otra pregunta. No se trata de falta de cortesía; el lenguaje de la fe no responde a nuestra lógica.
La Biblia es la respuesta de Dios para los hombres. La Biblia no fue entregada como un mapa en donde todo está señalado; la Biblia fue donada como una "brújula": lo único que hace es indicar dónde está Jesús. Lo demás queda siempre en la oscuridad que, poco a poco, se va iluminado.
"Yo soy la esclava del Señor; hágase en mí según su Palabra". María no encontró otra expresión para manifestar su actitud ante Dios. Quiso presentarse como esclava. En la época de María, el esclavo estaba las 24 horas del día a las órdenes de su Señor. El amo tenía derecho de vida y muerte sobre su esclavo. María quiso ponerse en manos de Dios para todo lo que él dispusiera en todo momento y en toda circunstancia.
Cuando María pronunció su "hágase", que brotaba del corazón, se llevó a cabo la primera navidad. El Espíritu Santo invadió el seno de la Virgen María y ella quedó embarazada de Dios. "Hágase" es otro de los hilos conductores que se aprecian con claridad en la Biblia. Todos los grandes profetas de Dios, un día, tuvieron que pronunciar su "hágase", que, muchas veces, les costó lágrimas. El profeta Jeremías empleó una frase impresionista para referirse a su respuesta ante el llamado de Dios. El profeta escribió: "Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir; me has agarrado y me has podido". (Jr 20,7) Hay un momento en que el profeta, en su conciencia, no puede decirle que no a Dios. Viene entonces su "hágase" que va a definir su futuro ante Dios y ante los hombres.
El profeta Isaías también narra su historia. Dios se le acerca, como preocupado, porque tiene que encontrar a alguien para una misión delicada. El profeta no puede resistir la sugerencia indirecta que Dios le hace; termina diciéndole: "Envíame a mí". Es otra forma de decir: "Hágase". Y así llegamos hasta el "hágase" más trágico que se ha pronunciado en el universo: el hágase de Jesús en el Huerto de los Olivos. Jesús está ante la inminencia de su pasión. Todo lo presiente con evidencia. Le invade el pavor. Suda sangre. Llora. Se encuentra ya experimentando la soledad: ni sus amigos más íntimos han podido velar en oración junto a él. En ese trágico momento los apóstoles están durmiendo. En esas circunstancias dramáticas Jesús dice: "No se haga mi voluntad sino la tuya". Es el "hágase de Jesús" con el que acepta su pasión con todas sus consecuencias.
Cuando la Virgen María dijo: "Hágase", se inició la encarnación de la Palabra en su seno virginal. Cuando aceptamos la voluntad de Dios, le decimos sí de corazón, en lo que requiere de nosotros, en ese momento hay una nueva encarnación: la Palabra se encarna en nosotros, logra trabajarnos; Dios ya puede disponer de nosotros para proseguir su obra salvadora en el mundo.
Adán y Eva dijeron no a Dios. Dijeron sí al espíritu del mal, que les ofrecía un camino diverso del de Dios. De sobra conocemos las fatales consecuencias de aquel "no" pronunciando por los primeros seres humanos.
Conocemos también muy bien las grandes bendiciones que se derivaron para la humanidad del "sí" de la Virgen María. Hay un canto religioso "Madre de todos lo hombres enséñanos a decir amén". María, como buena mamá, nos va ayudando a deletrear nuestro "hágase" por medio de cual decimos sí a Dios y no al mundo. Cuando eso sucede, Dios puede encarnarse en nosotros y hacer maravillas también por medio de nosotros.
El cuadro de la anunciación no nos lleva a una euforia evasionista, sino nos cuestiona seriamente acerca de nuestro sí a Dios, de nuestro compromiso. La madre María se coloca a nuestro lado para animarnos a no tenerle miedo ese sí incondicional a Dios.
Visita nuestra página web: www.jesusestavivo.org.mx y vive los 108 videos de evangelización y testimonios de sanación que tenemos, estos son: Bienvenida, ¿Ciego yo?, Dieciocho años enfermo, El Espíritu de Dios me sana, El Espíritu sobre Jesús, El ministerio de Jesús, Epiléptico sanado, Jesús me sanó de diabetes, Jesús Gallina, Jesús enseña y sana, Jesús me enseña y me sana, Jesús a resucitado, Jesús tiene todo el poder, Mi Pastor me sana, Misas en la Catedral, en la Parroquia de San Pedro, en el Niño de la Salud, y de sanación en el templo de Las Rosas. Oración de sananción por Alan, Oración de sanación por Octavio y Wilfrido, Pedid y se os dará, Proclamando la Buena Nueva, ¿Qué dice Dios de la influenza?, Quiero, ¡queda sano!, Resurrección de un joven, Sanando enfermedad de nacimiento, Te doy 15 días para que me lo sanes... ¿Ustedes también quieren dejarme? Yo ciego, Zaqueo y el más grande: Bendición con el Santísimo. Entra a la página buscando en Google: aurelio prado flores Abre el nombre, te vas a INICIO y ahí están los videos evangelizadores con testimonios de sanación. Además tenemos un libro con más de 200 testimonios de sanación. Te vas a LIBROS y abres: Jesús está vivo... en Morelia y los encontrarás.
¡Alabado sea Jesucristo!
BUENAS NOTICIAS PARA EL HOMBRE DE HOY
Grupo Apostólico Nueva Evangelización

Jesús en Egipto

En el viejo Cairo se encuentra el Santuario de la Sagrada Familia, y debajo de la cripta se ven las ruinas de una iglesia antigua, sitio oscuro, húmedo y frío, en el que hasta la edad de siete años vivió Jesús con sus Padres.
Él árbol de la Virgen, en Matarieh, es muy apreciado: se cuenta que ahí descansó la Sagrada Familia y que brotó un pozo de agua en el que apagaron su sed. Todavía existe con su agua fresca y abundante.
Existe un relieve de mármol blanco en el altar con la Virgen dándole el Niño a san José.
María nos dice hoy: Con Jesús no sentía el destierro, porque con él todo era paraíso. Endulzaba con sus gracias los trabajos, penas y pobrezas que sufrimos ahí. Sus primeros pasos, su sonrisa y las primeras palabras que balbuceó formaban el gozo de nuestra vida, admirando sus virtudes.
Con fatiga trabajábamos para ganar el pan, mil veces mojado con lágrimas. Sin embargo, Jesús sonreía pensando que si a él le faltaba el pan material, a ti nunca te faltaría el eucarístico; que si él tenía hambre y sed, tú te saciarías con el divino manjar y beberías de la “fuente de agua viva que salta hasta la vida eterna”.
Si has pecado no temas, que yo lo vi dejarse acariciar, en Egipto, de los pecadores. Él a nadie rechazaba, a todos tendía sus benditas manos. "Vengan a mí los que sufren, los que son perseguidos, que Yo soy su Consolador y Salvador". Él hacía sentir en aquellas gentes, la influencia de su divinidad, y gustosamente les servía con sencillez, con trato dulce y cariñoso.
Medita, hijo mío, en su primera palabra que fue ¡Madre!
Vino del cielo a buscar dolor desde su nacimiento; y el clima, la pobreza y el destierro, todo ayudaba a padecer. Guarda todas estas cosas en tu corazón, como yo lo hacía. Mira la Eucaristía, adóralo, háblale y sé feliz con su posesión, Él quiere albergarse en tu corazón.
Madre mía, ¡cómo ardería tu corazón hecho especialmente para amar a Jesús! Me imagino la emoción de tu alma al oír por primera vez de sus labios, el dulcísimo nombre de Madre, aquella palabra que endulzaría todos tus dolores.
Soy muy pobre de virtudes María, te ruego que me des la paciencia para sufrir como tú sufriste. Enséñame tu amable trato con que llevabas los corazones a Dios y regálame el tino para no lastimar a nadie, para evitar los peligros, para salvar las almas con prudente celo y heroico sacrificio
Madre ven con Jesús a darme la mano, a sostenerme en mis luchas, a infundirme la fortaleza necesaria para llegar al fin de mi destierro, abrazado de la cruz, sin separarme de Jesús, de ti, María, y de san José bendito..
María sé la salvación mía ¡Alabado sea Jesucristo!
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Grupo Apostólico Nueva Evangelización

Imita a Jesús humilde

Tengan unos con otros las mismas disposiciones que estuvieron en Cristo Jesús: Jesús, siendo de condición divina, no se apegó a su igualdad con Dios, sino que se redujo a nada tomando la condición de servidor, y se hizo semejante en la condición humana. Filipenses 2,5-6
Mientras caminaba en el camino con sus discípulos hacia el pueblo de Caesarea, Jesús les hizo una pregunta: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?” y Pedro contestó: “Tú eres el Cristo.” Marcos 8,29. Hoy la pregunta no ha cambiado, pero podemos contestar de esta manera: “Eres el Cristo, una persona divina con dos naturalezas, una divina, otra humana.”
Pedro no le hubiera podido contestar a Jesús de esta manera, pues fue en el concilio de Calcedonia (451) cuando afirmó que Jesús Cristo es una persona con dos naturalezas, una divina y otra humana. Desde aquel tiempo, hemos podido hablar de “Cristo como humano” y “Cristo como divino.” Esto no quiere decir que hay dos Cristos, dos personas. Desde la eternidad Cristo es una persona, no empezó a ser una persona en la encarnación.
La importancia de la formula “Cristo como humano” es que nos da una manera de pensar en Cristo y de acercarnos a él en la meditación y oración. “Tengan unos con otros las mismas disposiciones que estuvieron en Cristo Jesús.” Como ser humano, su manera de vivir y sobrevivir era igual que la nuestra. Sí, nuestro Señor es divino, pero así como él no tiene un millón de años sólo porque la divinidad es eterna, ni mide miles de metros a causa de la omnipresencia divina, tampoco sabe la fecha del último día porque la divinidad es omnisciencia.
Como ser humano, ¿cuál es la brújula de Cristo? ¿Cuál es la forma de pensar que debemos imitar humildemente? Lucas nos dice que “Jesús crecía en sabiduría, en edad y en gracia, ante Dios y ante los hombres.” (2,52). ¿Cómo creció Jesús? Me imagino que como cualquier niño, hizo muchas preguntas a su mamá, María. Me imagino que no dejo de hacer preguntas como joven ni en sus veintes, ni al final de su vida. Hasta el final hizo preguntas porque su condición, su forma de pensar es igual de la nuestra: asombrarse. Ni dejó de hacer preguntas después de la resurrección. A los dos discípulos que se dirigían a Emaús les dijo: “¿De que van discutiendo por el camino?” (Lucas 24,17).
¿Cómo podríamos entender la condición de ser una persona divina y vivir la condición humana? Bueno, no podemos entenderla bien, pues es un misterio igual que la declaración en Nicea (325) que en Dios hay tres personas distintas. Sin embargo, podemos imaginar analogías.
Imagínate tener un secreto maravilloso, tan maravilloso que ni siquiera puedes expresarlo en palabras, tan maravilloso que ni lo entiendes bien, y no la puedes comunicar fácilmente en palabras, símbolos, parábolas ni acciones. Imagínate que tienes que aprender, paulatinamente, el sentido de este secreto maravilloso, luego aprender maneras adecuadas para comunicarlo a tus amigos y familiares.
De una manera analógica, esta fue la misión y condición de Cristo como humano: descubrir, por un proceso al largo de su vida, y por hacer muchas preguntas, el sentido del amor de Dios (ágape), que es un misterio, algo desproporcionado a nuestra condición humana de comprender. Además de descubrir el sentido del amor, tuvo que pensar en una manera para comunicarlo. Habría tenido que vivir con mucha curiosidad, y con mucho asombro, como viven los chiquitos. Habría tenido que buscar palabras, imágenes y parábolas para comunicar algo misterioso a sus discípulos y a las multitudes.
Para comunicar el amor misterioso de Dios, hizo algo inesperable: no triunfó sobre sus adversarios con poder, sino escogió la cruz. Igual que ninguna de sus decisiones ni acciones eran necesarias, tampoco fue necesario escoger la cruz. Fue una decisión alinear su voluntad con la voluntad de su Padre: “Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.” (Lucas 22,42) San Agustín escribe que había otras maneras en las cuales Dios hubiera podido redimir el mundo aparte de la vida, el sufrimiento y la muerte de Cristo.
¿Por qué escogió la cruz Jesús? Lo hizo por ti, por mí. Así pues nuestra imitación a Jesús es aceptar nuestra condición, vivir las preguntas como las viven los chiquitos, y escoger la cruz. “Si alguno quiere seguirme, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz de cada día y que me siga.” (Lucas 9,23). Pero vivir como los chiquitos, con un sinfín de preguntas, no una cosa, mientras cargar la cruz es otra. La imitación a Jesús es aceptar todas las condiciones de nuestro alrededor, lo que se llama: “las circunstancias” de nuestra vida, y seguir en nuestro camino preguntándonos: “¿Qué sigue? ¿Qué quieres de mí? ¿Cuál es mi vocación? ¿Cómo puedo mostrar el amor de Dios a mis propios?” Nuestra oración e imitación a Jesús debe incluir estas preguntas, pues “precisamente nosotros tenemos la forma de pensar de Cristo.” (1Corintios 2,16)
La misión de Jesús no ha terminado. Paradojamente, tal vez, nuestra imitación humilde a Jesús puede superar las obras de Jesús: “En verdad les digo, él que crea en mí hará la mismas obras que yo hago y, como ahora voy al Padre, las hará aún mayores.” (Juan 14,12) Dado que Cristo escogió hacerse semejante en la condición humana (kenôsis), no podría ser un modelo inmediato para toda la gente en toda su variedad. Por eso nos envió un Ayudante, una persona divina que no “nació de mujer ni fue sometido a la Ley” (Gálatas 4,4), que no experimentó un kenôsis, que no se vació a sí mismo “tomando la condición humana” (Filipenses 2,6). Jesús es mediador entre nosotros y el Padre; el Espíritu Santo es el mediador entre nosotros y Jesús.
Fue San Francisco que dijo: “Predica el evangelio, pero utiliza palabras sólo cuando sea necesario.” ¿Cómo sabemos cuándo y cómo es necesario utilizar palabras? ¿Cuáles palabras? A veces estamos tan ávidos por hablar que no escuchamos. A veces nos olvidamos de la misión del Espíritu Santo, una misión invisible y por eso distinta de la misión de la Palabra. Sin la misión del Espíritu Santo, la Palabra de Dios viene “a su propia casa, y los suyos no lo recibieron.” (Juan 1,11) Guíanos, Espíritu Santo, personalmente, y ayúdanos a ser imitadores de Jesús de una manera única, sin tener su personalidad, hablar su lengua materna, o tener las habilidades y competencias que él tiene, sino con mi personalidad, en mi lengua, con mis habilidades y competencias, adentro de las circunstancias de mi vida.
¡Alabado sea Jesucristo!
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Buen administrador

Potifar que era uno de los generales del faraón compró a José y lo llevó a Egipto, porque necesitaba un chico para los mandados de su casa. El mismo dejó todo lo suyo en manos de José y con él ya no se ocupó personalmente nada más que del pan que comía. Porque José era puesto en buena presencia. Cuando llegó José a la casa de Potifar lo mandó hacer las compras, y notó Potifar que desde que José hacía los mandados la cuenta del mercado estaba más chica, este José sabía hacer negocio, rebájeme esto, más barato, lo otro con descuento... que se yo. Así que poco a poco le fue dando más responsabilidad. Y cada cosa que José hacía, Dios la prosperaba, le daba más. Pronto Potifar le dio el campo, las vacas se multiplicaban más y más, al final dice la Escritura que Potifar le entregó TODAS sus riquezas en las manos de José. Lo único que él sabía es que agarraba el pan y comía... lo demás lo sabía José.
Y Dios prosperó por José la casa de Potifar. Para quien veía a José en el mercado comprando y vendiendo, pensaría que José era el dueño de todo ¿verdad?, por que el tenía todo en sus manos, pero ¿era José el dueño de todo lo que tenía? NO, el dueño era Potifar José hacía, deshacía, compraba, vendía, pero toda la ganancia iba a la cuenta, ¿a la cuenta de quien? De Potifar, no a la cuenta de José, claro él iba con el caballo al centro, al mercado, el compraba, el hacía, deshacía. La gente se preguntaba ¿Y éste quien es? ¿Quién es este ricachón? y José no era ricachón, el ricachón era Potifar, José era su mayordomo o sea su administrador, un mayordomo es uno que administra bienes ajenos, parecen de él, porque él los tiene en su mano, el firma los cheques, él hace y deshace pero no son de él, son de su patrón, José se portó muy bien con Potifar y por eso es que Dios lo promovió. La bendición de Potifar no era porque él era bueno sino por que Dios hacía prosperar a José. Como se portó tan bien José con Potifar, Dios lo prosperó, y después de ciertos problemitas José llega a ser el mayordomo ¿de quien? ¿De quien creen? Del mismísimo Faraón.
Y esto es interesante, lo leemos en Gen 41,38, Dice así: Y dijo Faraón a sus servidores: Esperen, antes de leer vamos a recordar algo: ustedes recuerdan que el Faraón tuvo un sueño de 7 vacas gordas y 7 vacas flacas y que las vacas flacas se comían a las gordas y nadie se lo podía interpretar hasta que José se lo interpretó. Porque Dios le dio la interpretación. Y José dijo: las 7 vacas gordas son 7 años de abundancia, las 7 vacas flacas son 7 años de escasez y las 7 vacas flacas se van a comer a las gordas. Así le dijo José al Faraón: «Búsquese un hombre inteligente que le administre al país en los 7 años de abundancia para que guarde para cuando haya necesidad». Entonces el Faraón dijo: ¿Acaso se encontrará otro hombre como éste que tenga el Espíritu de Dios? Y dijo el Faraón a José: Después de haberte dado a conocer Dios todo esto, no hay entendido ni sabio como tú. Tu estarás al frente de mi casa y de tu boca dependerá todo mi pueblo, escuchen hermanos «de tu boca dependerá todo mi pueblo». Tan sólo el trono dejaré por encima de ti. Dijo Faraón a José: Mira te he puesto al frente de todo el país de Egipto, el Faraón se quitó el anillo de la mano y lo puso en la mano de José, lo hizo vestir con ropa de lino fino, le puso el collar de oro en el cuello, luego le hizo montar en su segunda carroza, y ahí lo llevaba a José. Así le puso al frente de todo el país de Egipto, dijo Faraón a José: Yo soy Faraón, y sin tu permiso no levantará nadie ni el pie ni la mano en todo Egipto. Vaya que tremenda posición. Así que José en la carroza, ese que había sido vendido por sus hermanos, que fue esclavo, llega a ser el administrador de todo Egipto, en el trono el único superior a ti seré yo dijo el Faraón, le dijo aquí esta el anillo, firma los decretos en mi nombre, tu vas a gobernar, José parecía el dueño de Egipto. Pero ¿Era el dueño? NO era un esclavo que llegó a ser administrador y saben que la grandeza de José es realmente que supo guardar su lugar. El no le robó al patrón, sino que él se portó mejor, y mejor, y mejor, y el patrón era el que se beneficiaba, y por eso el patrón lo quería a José, lo ayudaba y lo protegía, José, el mejor mayordomo, José, sobre todo Egipto, Un mayordomo es casi ser dueño, porque tiene todo en su mano, pero no es, pero no es.
Amados hermanos: aquí verdaderamente empieza el mensaje. Dice Gen 1,1. En el principio Dios creó los cielos, y la tierra. Palabra de Dios. Dios lo creó. ¿De qué creó el Universo? ¿De qué? de la nada. ¿Dios le pidió prestado a alguien un material para crear el Universo? NO. No le pidió nada a nadie. Por lo tanto el Universo le pertenece a Dios. Por que El lo hizo con su plan, con su idea, con su poder, con su buen gusto, con su gloria. Él lo hizo, y por lo tanto le pertenece a Él. El Universo es de Dios porque Dios lo creó. Nosotros no hemos creado nada. Cuando aparecimos en el mundo ya estaba todo creado. El hombre usa lo que hay en el mundo, pero no lo creó, nosotros cuando nacimos ya estaba todo creado, comenzamos a trabajar con materiales ya existentes, nosotros no somos dueños, Dios es el dueño. Y atención hermanos, Dios nunca regaló ni vendió su propiedad a nadie, no hay nadie en el mundo que pueda decir: Dios me regaló o Dios me lo vendió, NO, nunca vendió ni regaló nada a nadie porque Dios tiene un Heredero para todo su Reino, su Universo, y ese Heredero es: su amado Hijo, Nuestro Señor Jesucristo. Dios nunca vendió ni regaló nada a nadie. El hecho de que Él todavía cuida el Universo nos indica que todavía Él es el dueño, no ven que todos los años Dios renueva la alfombra verde en la tierra, no ven que todos los años pone flores nuevas, frutas nuevas, vacas nuevas, personas nuevas. Dios cuida su propiedad, El la mantiene al día porque es de El, menos mal que Dios no se la vendió a nadie, ¿como harías tú para hacer vacas nuevas cada año? ¿Como harías tú para producir las semillas? Debes saber que el hombre ha hecho una semilla como el trigo, igual, una semilla idéntica con el mismo color. Con el mismo gusto, las mismas sustancias químicas, la única diferencia, que cuando lo sembraron: NO SALIÓ NADA, porque faltaba que cosa: la vida. La vida que sólo Dios la da y la crea. ¿Que haríamos para hacer llover?, que problema, mejor pidamos a Dios que nos mande el agua que tanto estamos necesitando en SU Morelia y en los campos de toda SU región. ¡Gloria a Dios!, que El nunca le regaló la propiedad a nadie, sino que es de El, El la mantiene y la cuida. Es como si tu tiene una casa y la vendes a un amigo, después de que la vendiste, ¿vienes cada año a hacer los arreglos de la casa? si está descarapelada ¿la pintas? si tira agua una llave ¿la reparas? No, que se las arregle él.
Dios nunca cedió los derechos de propiedad a nadie. Por eso es que El sigue cuidando lo que es de El, El lo sigue manteniendo, y a veces nos tiene que exhortar porque nosotros estamos ensuciamos bastante su propiedad, se la estamos contaminando, y mucho. Un día va a tener que darle una sacudidita para quitar todo lo que esta sucio, igual que cuando a nosotros se nos ensucia nuestra ropa y le quitamos el polvo que tanto nos molesta.
Jesús, yo quiero pedirte perdón por mis pecados, por las ofensas que he hecho a mis hermanos, inconsciente o conscientemente, Señor Jesús, libérame de esa atadura que me tiene alejado de ti, rómpela Señor, Tú tienes mil formas de hacerme ver tú eterno amor que me tienes Señor. Tú actúas por tu infinita misericordia y no por nuestras debilidades. Por eso Señor, te pedimos que nos liberes de estos males, de estas enfermedades, que son consecuencias del pecado. Señor, tú que resucitaste de entre los muertos para nunca más morir, tú que venciste a la muerte y al pecado con tu resurrección, tú que estás vivo entre nosotros, tú que eres el pan vivo bajado del cielo, te pedimos que nos regreses la salud física y espiritual que tanto estamos necesitando. Te estamos pidiendo como aquel ciego que te gritaba «Jesús hijo de David ten compasión de mi». El no te veía pero si sabía lo que podías hacer Señor, yo se Señor que tú puedes hacer los mismos milagros que hacías hace 2,000 años, porque tú eres el mismo ayer, tú eres el mismo hoy y tú eres el mismo siempre. Señor, el poder te ha sido dado a ti en los cielos y en la tierra, con tu poder Señor quítanos estas dolencias que padecemos, tu que sabes el origen de nuestros males Señor, quítanoslos y llévatelos lejos Señor, tu puedes hacerlo Señor, a ti nada te cuesta, tu nos quieres sanos, tu nos quieres completamente sanos en el alma, sanos en el espíritu, sanos en el cuerpo, por eso Señor yo se que tu me puedes sanar, yo reconozco que tienes todo el poder, y yo te proclamo Dios, mi Dios, mi único Dios.
Gracias Señor por que tú tenias planeado este momento de oración desde toda la eternidad, y tu nos estás regalando este momento de diálogo contigo, Te damos gracias Señor por que estás sanando a muchos que padecían por culpa del pecado, les estás dando un arrepentimiento, y los estás llamando a la conversión, gracias Señor. Señor, tu tienes todo el poder en los cielos y en la tierra y eres un Dios vivo que está liberando de varias enfermedades a los que en ti confían, te damos gracias por todo lo que estás haciendo en estas personas que por medio de estas líneas están recibiendo sanción en su espíritu y en su cuerpo, gracias Señor, bendito y alabado seas por todos los siglos Señor.
Gracias Señor porque cuando morías nos dejaste a tu Santísima madre para que orara con nosotros y por nosotros, para que intercediera ante ti por nuestras necesidades. Nunca se a sabido de alguien que haya pedido su apoyo, protección, cobijo, cuidados maternales, intercesión, y que su plegaria no sea oída.
Bendito y alabado seas por siempre Señor Jesús, gloria a ti Señor.
¡Alabado sea Jesucristo!
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miércoles, 9 de septiembre de 2009

La curación

Existen tres tipos de enfermedades y cada una requiere de una oración particular para su curación: La enfermedad corporal originada por múltiples causas y que requiere de una simple oración de curación física. La enfermedad del corazón ocasionada por una herida emocional y que precisa de una oración de curación interior. La enfermedad del espíritu debida al pecado y que Jesús sana mediante la fe y la conversión.
Solamente queremos subrayar dos puntos esenciales en esta división. La unidad del ser humano: Aunque compuesto de cuerpo, alma y espíritu, (1Tes 5,23) el ser humano es uno e indivisible. Nosotros le hemos dividido sólo por razones pedagógicas. El cuerpo, el alma y el espíritu se interrelacionan a niveles que es imposible precisar. Lo cierto es que dependen unos de los otros siempre.
Enfermedad del cuerpo y sanación física. Toda la actividad salvífica de Dios se ha manifestado de dos formas: por hechos y por palabras. San Lucas sintetiza de igual forma la vida de Jesús cuando dice: En el primer libro, oh Teófilo, te escribí todo lo que Jesús hizo y enseñó: Hech 1,1
El Concilio Vaticano II nos muestra las dos caras de la misma moneda cuando afirma: "La revelación se muestra por obras y palabras intrínsecamente conexas entre sí. Así como las obras manifiestan y confirman la doctrina, a su vez las palabras proclaman las obras y las explican". Al final concluye que Cristo Jesús, Acontecimiento y Palabra de Dios, es la plenitud de la revelación.
Hay quienes afirman que lo importante es la sanación espiritual y no la física. Otros piensan que las curaciones son accidentales; que el carisma de sanación no es esencial y que por encima de todo debe estar la caridad.
Yo creo que la distinción entre "esencial y accidental" no aparece en el Nuevo Testamento. Más que hacer separaciones debemos preguntarnos ¿Dios quiere sanar a sus hijos? Con respecto a que la caridad es el carisma por excelencia, estoy completamente de acuerdo, pero ¿quién puede negar que la curación es un maravilloso vehículo por el cual se muestra la caridad para los que sufren? La caridad no es etérea o abstracta sino tan concreta como una persona curada. El don de sanación es básicamente un don de caridad.
En los evangelios aparece 40 veces el verbo "zerapeuo" que significa "curar". Sin embargo, en más de una docena de ocasiones, el verbo "sodso" que generalmente se traduce como "salvar", se refiere a "curar". Es decir, salvar incluye la acción de curar.
- Animo, hija, tu fe te ha salvado = sanado. Y quedó sana = salva la mujer desde aquel momento. Mt 9, 22. - Y cuantos tocaron (el manto de Jesús) se salvaron = sanaron. Mt 14,36. - No temas, ten fe y se salvará = curará (tu hija) Lc 8,50. - Véase además: Mc 3,4; 5,23; 28; 6,56; 10,52; Jn 11,12; Hech 14,9.
La salvación traída por Jesús abarca al hombre completo. Jesús vino a salvar almas. Le interesa el hombre que es cuerpo y que es alma. Sería superfluo y agotador ofrecer citas bíblicas sobre el ministerio sanador de Jesús. Todo el Evangelio no es sino una interminable cadena de actos misericordiosos de Jesús que sana a todos los enfermos.
Solamente queremos presentar algunos textos que tienen una especial significación: en primer lugar, la carta de presentación del ministerio de Jesús: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor. Lc 4,18-19.
Aquí encontramos que la misión de Jesús era sanar tanto física como interiormente y liberar de toda atadura que esclaviza al hombre; especialmente del pecado. Cf. Mt 4,23-24.
Jesús dice en otra ocasión que el médico ha venido a buscar no a los sanos sino a los enfermos, no a los justos sino a los pecadores. Su misión no se discute, el problema es que nosotros nos reconozcamos necesitados de su salud. Por eso nos hace la siguiente recomendación que es una palabra llena de misericordia y de confianza: Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados que yo les aliviaré. Mt 11,28. Su nombre, Y'shúa, significa "Dios salva". Salvación integra, de todo el hombre y de todos los hombres.
Como el Padre me envió así también yo los envió. Jn 20, 21. Los Doce Apóstoles continúan en el tiempo y el espacio la obra salvífica de Jesús. Ellos son los responsables de hacer llegar hasta los confines de la tierra y por todos los siglos, los frutos de la obra redentora de Cristo Jesús. Son enviados a predicar y sanar de manera inseparable. No son sólo transmisores de una palabra sino portadores de la salvación de Jesús. La Iglesia no es principalmente la que anuncia la Buena Noticia de que fuimos salvados, sino la portadora de esa salvación, sacramento de salvación. Textos: Mt 10,5-8; Lc 9,16.
Esta misión no se reduce a los Doce sino que se amplía a “los setenta y dos discípulos”. Curen a los enfermos que encuentren y díganles: el Reino de Dios está cerca. Lc 10,9. Y al final del Evangelio de Marcos encontramos cómo esta misión se extiende no sólo a los Doce Apóstoles y a los setenta y dos discípulos, sino "a todos los que crean".
Vayan por todo el mundo y proclamen la Buena Nueva a toda la creación. Estas son las señales que acompañarán “a los que crean”: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y éstos se pondrán bien. Mc 16,15-18.
La última frase del Evangelio de Marcos no es su fin sino el principio de la expansión de la Buena Nueva que llega hasta nosotros: Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban. Mc 16,20. Una de las características que distinguen al auténtico apóstol son las señales, los prodigios y los milagros: 2Cor 12,12. Cf. Rm 15,19.
Claramente encontramos en el cuarto evangelio que Juan no habla de milagros o curaciones sino de "signos". Un signo nos lleva siempre al significado. Así como el humo nos muestra la existencia del fuego, así también, un milagro o curación nos debe expresar que Dios está allí actuando y salvando. Los milagros, pues; son signos sensibles de la acción invisible de Dios.
Las curaciones son "semáforos" (semeion-fero) que nos indican: - Que Jesús está vivo hoy y tiene el mismo poder que en Samaría y Galilea para curar a los enfermos. - Que Dios nos ama y quiere la salvación íntegra del hombre; de su cuerpo y de su alma. - Que Jesús es el Mesías. Cuando los discípulos del Bautista fueron donde Jesús para preguntarle si era el Mesías, él no contestó sino que comenzó a sanar a los enfermos.
Muchas veces no se admiten los milagros y curaciones porque esto implica aceptar también a Jesús y sus exigencias. Como aceptar los signos implica reconocer el significado, por eso hay quienes los niegan. Te invitamos a vivir “La Palabra” en la Z radio 96.3 FM y 1340 AM a las seis de la tarde hoy y todos los domingos. Cuarenta y cinco minutos de comunicación con el que todo lo puede: Jesús de Nazareth.
Te invitamos a ver en nuestra página web, www.jesusestavivo.org.mx la Misa del domingo de las 9 de la mañana en Catedral; en la Parroquia de San Pedro, la Misa del domingo de las 9 de la mañana y en Las Rosas la Misa de Sanación del lunes pasado. En Blooger tenemos nuestras seis columnas diferentes publicadas en los tres principales diarios de Morelia. La dirección para encontrarlas es: jesusestavivoenmorelia.blogspot.com También nos puedes localizar en Twitter donde están nuestras columnas, pero ahí puedes hacer comentarios, críticas, sugerencias y todo lo que se le parezca. Su dirección es: twitter.com/jesusestavivo
¡Alabado sea Jesucristo!
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Jesús está vivo

El P. Emiliano nos comenta una de sus experiencias maravilloas al predicar el Evangelio de Cristo: Durante el mes de junio de 1981, después de una jornada de evangelización por Argelia y Marruecos, Dios me concedió la gracia de visitar Tierra Santa. Al día siguiente de mi llegada me levanté muy temprano, antes de que saliera el sol, y me interné por esas viejas y torcidas calles de la siempre nueva ciudad de Jerusalén; recorriendo el mismo camino de María Magdalena el Domingo de Resurrección.
Al llegar al santo Sepulcro me encontré con un amigo mexicano que había ido a casarse a Caná con una linda portorriqueña. Al entrar en el monumento, él nos hizo notar una inscripción escrita en griego que decía:
¿POR QUÉ BUSCAN ENTRE LOS MUERTOS AL QUE ESTÁ VIVO? ¡NO ESTÁ AQUÍ! ¡RESUCITÓ!
Todavía no salgo del asombro de esa madrugada que es como el eco del Domingo de Pascua. El que murió en la cruz, abandonó el sepulcro y está vivo. De la oscuridad de esa tumba ha brotado una luz que ilumina a todos los hombres iniciando una nueva creación. Si Jesús no está en la tumba vacía de Jerusalén se encuentra en todas partes del mundo. El único lugar de esta tierra donde Jesús no se encuentra es en aquella tumba labrada en la piedra que un día le prestara su amigo José de Arimatea.
Jesús envió a sus apóstoles no a enseñar teorías ni ideas abstractas sino a testificar lo que habían visto y oído. Pero, desgraciadamente, parece que estamos más preocupados de enseñar doctrina que en comunicar vida. Para crecer en la vida de Dios antes se debe haber nacido por el poder del Espíritu Santo.
Un evangelizador es ante todo un testigo que tiene experiencia personal de la muerte y resurrección de Cristo Jesús, y que presenta, más que una doctrina, a una persona viva que comunica vida y vida en abundancia. Después, sólo después y siempre después, se debe enseñar la catequesis y la moral. A veces estamos muy preocupados en que la gente cumpla los mandamientos de Dios antes de que conozcan al Dios de los mandamientos. No debemos olvidar que los mandamientos fueron dados después de la teofanía del Sinaí.
Nadie puede ser auténtico transmisor del Evangelio si él mismo no ha experimentado la nueva vida traída por Cristo Jesús. Cuando comunicamos lo que el Señor ha hecho a partir de su resurrección entonces todo cambia. La predicación va acompañada de las señales y prodigios que Jesús prometió.
En Jánico, el párroco invitó al P. Emiliano a dar un retiro, advirtiéndoles que allí la gente era muy dura y no le gustaba ir a la iglesia. Cuando llegó la primera noche no había mucha gente. Pero había allí, postrado en el suelo, un hombre que parecía un muñeco de trapo que no podía mantenerse en pie. Además, estaba tullido también de las dos manos y no podía comer ni caminar por sí mismo. En verdad daba lástima ver aquel hombre.
En su interior el P. Emiliano pensaba: ¿para qué traen a este hombre aquí...? Como lo distraía mucho con su aspecto tan lastimoso dijo: Vamos a orar por este hombre para que luego se lo lleven.
Al iniciarse la oración, él comenzó a sudar y a temblar. Al verlo me acordé, dice el padre, que también yo había sentido un profundo calor cuando el Señor me curó. Entonces le ordené: ¡Levántate! ¡El Señor te está sanando! Luego lo tomé de la mano y le ordené: ¡camina!, hasta que llegó al sagrario. Allí dio su testimonio, de pie, diciendo que tenía 10 años sin poder dar un paso.
Yo simplemente estaba asustado y pensé en mi corazón: qué bueno que no sabía que tenía tanto tiempo inmóvil; si no, no me atrevo a decirle que se levante... Esa tarde salimos todos juntos de la iglesia, cruzamos la calle y nos sentamos en el atrio. Al sentarse añadió: Pero es que el Señor también me sanó la mano. La puedo mover. Ese tullido nos llenó el local para el día siguiente. La gente ya no cabía y estaban atrás de las persianas y de la puerta de la iglesia.
El día que comprendamos el poder que tiene el testimonio, cambiará nuestra predicación. Antes yo preparaba mucho mis homilías. Estudiaba autores clásicos y leía teólogos modernos Eran tan buenas y profundas mis lecturas que no quería que se perdiera nada de lo que les iba a decir. Entonces apuntaba todo en un papel y lo leía a la hora de predicar para aprovechar la riqueza de lo que quería transmitir. Sin embargo también en eso el Señor me ha transformado. Un domingo, delante de los apuntes bien hechos de mi homilía, el Señor me dijo: Si tú que tienes tantos estudios y has leído tanto no eres capaz de grabártelo en la memoria sólo para repetirlo, ¿cómo quieres que esta gente sencilla que no tiene la misma preparación que tú, lo grabe en su corazón para vivirlo?
Desde entonces cambié mi predicación. Ahora ya no hago otra cosa sino testificar el poder de Dios y lo que El está haciendo, y cuento las historias del amor de Dios.
He aprendido otra cosa más importante: lo esencial no es hablar bien de Jesús sino dejarlo actuar con todo el poder de su Espíritu. ¿Para qué queremos hablar maravillosamente de Jesús si podemos dejarlo actuar a través de nosotros? El Evangelio no es palabras. El Reino de Dios es poder y fuerza que vienen de lo Alto y se manifiesta entre nosotros.
En una ocasión prediqué muy largo; más de una hora. Al final se acercó un sacerdote un poco enfadado y dijo señalando su reloj: No me gustó la conferencia del padre Tardif, pues en 67 minutos que habló de milagros y milagros no hizo alusión a ninguno de los del Evangelio... Otra persona que lo oyó respondió: ¿Para qué hablar de los milagros de hace dos mil años si puede hablar de los que Jesús hizo en la semana pasada?
Lo que me pasa es que son tantas e innumerables las maravillas del Señor, que ni todo el resto de mi vida me alcanzaría para contar lo que Dios ha hecho en estos veinte años. Por eso, cuando sólo tengo una hora, debo contar lo más reciente.
He predicado ya en los cinco continentes diciendo siempre lo mismo, porque no tengo otra cosa que comunicar... Por otro lado, ¿qué es lo que he visto en todas partes? El amor misericordioso de Dios. Yo soy testigo de que Dios ama a todos los hombres de todos los pueblos y lenguas. El poder del Espíritu Santo me ha convertido en un testigo de que Cristo vive.
A veces no queda tiempo ni para comer. Después de muchas horas de viaje y cansados entramos directamente a trabajar. Pero el Señor manifiesta su fuerza a través de nuestra debilidad.
Te invitamos a ver en nuestra página web, www.jesusestavivo.org.mx la Misa del domingo de las 9 de la mañana en Catedral; en la Parroquia de San Pedro, la Misa del domingo de las 9 de la mañana y en Las Rosas la Misa de Sanación del lunes pasado. En Blooger tenemos nuestras seis columnas diferentes publicadas en los tres principales diarios de Morelia. La dirección para encontrarlas es: jesusestavivoenmorelia.blogspot.com También nos puedes localizar en Twitter donde están nuestras columnas, pero ahí puedes hacer comentarios, críticas, sugerencias y todo lo que se le parezca. Su dirección es: twitter.com/jesusestavivo
¡Alabado sea Jesucristo!
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