miércoles, 28 de octubre de 2009

¿De qué discutían?

Atravesando Galilea, medio escondido, sin detenerse, Jesús iba instruyendo a sus discípulos (cfr. Mc 9, 30). Ellos connversaban y discutían porque no entendían las palabras de su Maestro. En el primer descanso el Señor les hizo una pregunta decisiva: «¿De qué discutían por el camino?».
Es curioso, pero al menos dos veces se preocupó Jesús de lo que conversaban sus discípulos. Él, que los quería y que deseaba formarlos para el futuro ministerio, sabía que la palabra era importante. Qué se dice y cómo se dicen las cosas debía preocuparle a quien se interesaba en formar apóstoles.
Después de su resurrección, cuando ya terminaba su presencia visible entre los suyos, volvió a preguntarles de qué estaban hablando a dos que se alejaban, descorazonados, llorando la derrota. Ellos iban camino de Emaús (Lc 24,17).
Triste debió ser para el Señor constatar que, después de tanto esfuerzo pedagógico, la conversación de sus discípulos tuviese tan poca alma de Evangelio. En verdad ellos habían entendido poco. Discutían sobre quién era más importante y camino de Emaús, sin entender las Escrituras, iban mirando hacia atrás, rota toda esperanza.
Siguiendo el interés de Jesús, es bueno preguntarle al hombre de este siglo de qué habla y cómo se comunica.
Es triste constatar que en este tiempo nuestro hay mucha soledad. Por odio, por rutina, por falta de horizontes o por miedo, hay personas que han dejado de hablar. Mudas ante un televisor, hay familias enteras que han perdido la capacidad de mirarse a la cara, de conversar y de contar sus sueños.
«¿De qué discutes?». Preguntar esto equivale a interesarse por las cosas que nos apasionan, las cosas que son importantes para nosotros. Cuando tú hablas, ¿qué cosas tienen realmente valor para ti?
Muchos discuten y hablan de cosas que no valen la pena. Por desgracia, hay hombres que tienen un registro pequeño de intereses. Sólo se puede hablar con ellos de dinero, de sexo, de negocios, de futbol o de autos. La política, cuando se hace tema excluyente, puede ser también una forma de decir pocas cosas. Pero más delicado es cuando nuestra conversación, hecha para comunicarse y construir lazos, se dedica a destruir a otros.
En el hablar se manifiestan los prejuicios, las estrecheces de clase, las pasiones. También allí se manifiestan las ternuras, la grandeza, la objetividad y el respeto... " «porque de la abundancia del corazón habla la lengua» (Lc 6, 45).
El Señor quería que nuestra conversación fuese simple y directa: «Sí» o «No»; que jamás hiriera al hermano; que nos preocupáramos de las necesidades y dolores de los otros y que dijéramos en todo momento la verdad.
El hablar humano también debe ser bello, Es una pobreza grande tener un vocabulario reducido, una gramáática imperfecta o convertir el lenguaje en una grosería. La grosería a veces se usa para ofender, pero la mayor parte de las veces es muletilla que oculta una inopia atroz. Empobrecer la palabra reduce fuertemente la capacidad que tiene el hombre de ser hombre de entrar en comunión y de dominar la tierra. Dios le dio a Adán, como muestra de su señorío, el poder de irle poniendo nombre al universo.
Jesús quiso enseñar a los suyos a hablar también con Dios. Sólo en ese diálogo confiado, donde el hombre puede decirle «Padre» a Dios, la conversación, la palabra humana, adquiere toda su profundidad y su esplendor. Un hombre que nunca habla con Dios, verá que su palabra tarde o temprano perderá horizontes.
Por todo lo anterior, es bueno que hagamos hoy resonar en nosotros la pregunta de Jesús: «¿De qué discutes?».
Te invitamos a ver en nuestra página web, www.jesusestavivo.org.mx la Misa del domingo de las 9 de la mañana en Catedral; la misa en la Parroquia de San Pedro de las 9 de la mañana y en Las Rosas la Misa de Sanación. En Blooger tenemos nuestras seis columnas diferentes publicadas en los tres principales diarios de Morelia. La dirección para encontrarlas es: jesusestavivoenmorelia.blogspot.com También nos puedes localizar en Twitter donde están nuestras columnas, pero ahí puedes hacer comentarios, críticas, sugerencias y todo lo que se le parezca. Su dirección es: twitter.com/jesusestavivo
¡Alabado sea Jesucristo!
BUENAS NOTICIAS PARA EL HOMBRE DE HOY
Grupo Apostólico Nueva Evangelización

Cizaña quemada

En el escenario del trigo y la cizaña aparece un nuevo grupo de personajes a quienes se les llama "los siervos" y que por ningún motivo hay que confundir con "los hombres" dormidos del versículo 25a. Estos, sin duda, siguen dormidos. Los siervos, percatándose del grave problema existente, forman un coro que a una sola voz cuestionan al amo.
Angustiados por la aparición de la cizaña desconfían del dueño del campo a quien le hacen una pregunta que más bien parece un reclamo. Esto se acentúa con la partícula interrogativa "ouji" que se usa en griego cuando el interrogante espera una respuesta negativa.
En el fondo de su corazón sospechaban del amo, y, por tanto, lo hacen responsable del problema. Pensaban que la simiente no había sido de buena clase o que tal vez se había mezclado con alguna plaga.
Estos siervos representan a quienes culpan a Dios de la maldad existente en el mundo o por lo menos piensan que Él lo permite. Son quienes no pueden conciliar la existencia de un Dios bueno y al mismo tiempo la maldad en la sociedad. Están tan impresionados, que se angustian y buscan respuesta al grave problema de la presencia y origen del mal en el mundo. Sin embargo, su ansiedad los hace miopes, incapaces de descubrir el trigo que ya ha brotado. En su intervención nunca aluden a él.
Jesús se está enfrentando a la extendida mentalidad de los que piensan que Dios, o ha fomentado la maldad en el mundo o es cómplice pasivo con la injusticia y la mentira.
El Dios revelado por Jesús nunca ha permitido ni consentirá el mal. Él jamás se alía a las fuerzas de maldad, ni aún con el objeto de sacar bienes mayores, ya que ningún fin, por más noble y alto que parezca, justifica los medios. Si Dios permitiera el mal iría en contra de su propio ser. Lo único que Dios ha hecho es confiar el mundo a los hombres, los cuales se durmieron mientras su enemigo sembró cizaña. Su única responsabilidad fue exceso de confianza.
Pero él les contestó: "Algún enemigo-hombre ha hecho esto”. Los atribulados siervos que se habían equivocado en su diagnóstico también van a errar en la solución que proponen. Están angustiados porque la cizaña se les ha metido en su ser. La dificultad más grande está dentro de ellos mismos. Por ello, su visión es muy parcial y limitada. Están tan agobiados por la cizaña que ni siquiera se han percatado de la presencia del trigo que ya ha brotado. Lo único que buscan es extirparla con cualquier medio. Están tan atormentados por ella, que a toda prisa quieren tomar la guadaña o blandir el machete para arrancarla.
La violencia es el recurso de los que dudan de su propio valor, el único medio al alcance de los débiles y la alternativa de los desesperados. Buscan un remedio barato, pues el tiempo los apremia y el mal los angustia. Pero su plan no va a la raíz del problema sino sólo a las consecuencias.
El amo está en desacuerdo con respecto a la intervención de los siervos. Su respuesta es enfática y determinante. De ninguna manera acepta la sugerencia propuesta y se opone rotundamente a la intención de sus siervos. Luego explica el por qué: "No. No sea que al arrancar la cizaña arranquéis el trigo".
La angustia de los siervos los presionaba a arrancar el mal simbolizado en la cizaña. Por el contrario, lo que más interesa al propietario es el trigo. Son dos puntos de vista diametralmente opuestos. El amo no acepta que el trigo se exponga. No admite ni siquiera la posibilidad.
Lo más grave de esta situación es que los siervos sucumbieron en la trampa del enemigo. Aparentemente buscaban servir a su amo, pero su angustia y desesperación los convirtió en aliados de las fuerzas enemigas. Su zozobra por acabar con el mal los hizo incapaces de colaborar con la causa que parecían defender. Tratando de servir al dueño del campo en realidad estaban en su contra.
Para el amo valía tanto su trigo que por ningún motivo, por más justificable que pareciera, se podía exponer a perderse. Por eso dice: "Dejad crecer a ambos juntos hasta la siega y al tiempo de la siega diré a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, el trigo recogedlo en mis graneros".
Con esta actitud, el dueño del campo no promueve el crecimiento de la cizaña, sino simplemente admite que crezcan juntos. Es decir, lo que parecía motivo de tribulación y provocaba angustia a los siervos, lo acepta con asombrosa serenidad, porque sabiendo lo que pasó, conoce lo que se tiene que hacer. Tiene un plan.
La perspectiva del agricultor es muy distinta a la de sus siervos, ya que en primer lugar el centro de su atención y de cuidado está en el trigo, pareciendo no preocuparse o por lo menos no angustiarse, por la cizaña. Con tal que siga creciendo y madurando el trigo, no importa pagar el alto precio de su convivencia temporal con la cizaña. ¡Tanto vale el trigo! Es todo lo contrario de la urgencia de sus siervos, para quienes era tan angustiosa la presencia de la cizaña, que no evaluaron la importancia del trigo.
El amo sabe que esto es transitorio, pues llegará pronto "el tiempo" de la siega. En griego existen dos palabras para referirse al tiempo: "jronos" y "kairos". La primera, significa simplemente una medida o un plazo, y la segunda -usada en este pasaje- precisa el momento favorable y decisivo para una acción salvífica. Cuando éste llegue, entonces llamará a "los segadores" para hacer la operación definitiva de separar el mal del bien.
Al Señor no le preocupa el tiempo. Al contrario, en cuanto más avance, más se acercará el momento definitivo de la victoria del bien sobre el mal. Si para los ansiosos siervos el tiempo estaba en su contra, para el amo corre a su favor. Si los criados buscaban la solución inmediata, urgidos por la presión, el amo tiene la solución total a plazo. Él no se centra en las consecuencias del problema. El tiempo no lo angustia; por el contrario, lo afianza en su esperanza que se acerca cada vez más el momento de la victoria definitiva.
Esta es la gran diferencia entre los siervos y el amo. Para quienes desconocen la fragilidad y lo transitorio del mal y se angustian por su acción en el mundo, el tiempo es un enemigo más; tal vez más peligroso que la misma cizaña. Por el contrario, para el amo, el tiempo es su aliado, sin duda mucho más fiel y a la postre más efectivo que sus propios siervos.
Pronto, muy pronto, llegará el día de la siega. Las espigas habrán crecido. El verano indicará que se avecina la cosecha, y entonces los segadores entrarán en acción.
"Y al tiempo de la siega diré a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla".
El Señor revela el plan a sus ansiosos siervos, pero al mismo tiempo les aclara que no serán ellos -precisamente por su actitud de angustia- quienes colaboren con él en esa operación. Naturalmente tampoco serán los hombres pasivos e irresponsables que se durmieron dando ocasión al enemigo para realizar su fechoría. Serán otros totalmente diferentes a los angustiados y a los pasivos, los capacitados para obra tan importante. Serán "los segadores".
El tiempo mismo ha contribuido para poder hacer más obvia la diferencia entre ambos. Ahora ya no existe el peligro de confundirlos ni de sacrificar el bien en aras de la destrucción del mal. El mal tiene límites. Cuanto más se extienda, más cerca está su fin. Por tanto, su victoria siempre será aparente y exterior, pues es como el globo que mientras más se infla, más pronto explota y se destruye.
El texto afirma que una vez arrancada y separada la cizaña, se va a quemar. Sin embargo, casi siempre, por la prisa del desenlace, pasa inadvertida la pequeña frase que es la clave para comprender a fondo la parábola: La cizaña, antes de quemarse, se atará en gavillas.
Esta operación de atar lo que luego se va a quemar, además de inútil, parece absurda. Es un trabajo en vano, pues va a arder en la misma lumbre. Sin embargo, aquí precisamente radica el secreto de la parábola. Ciertamente se ata para que no se desparrame. Pero sobre todo para convertir la cizaña en combustible, tan escaso en Palestina, "Se usará en hornos", según expresión del mismo Jesús. Es decir, servirá para cocer el pan de trigo que sustente a los hijos del Reino.
Es la solución completa. El mal no es destruido sino convertido y transformado. Gracias a la cizaña que su enemigo plantó, el sembrador de la buena semilla cuenta ahora con un valioso elemento. En vez de acabar la cizaña con el trigo, está a su servicio, pues es combustible para cocerlo y convertirlo en pan que dé vida.
El amo ya tenía preparados sus graneros desde antes de la cosecha. La confianza de la buena semilla plantada y la certeza en que produciría abundante fruto, le hizo tomar precauciones de acuerdo a su expectativa. En estas bodegas se almacenará el trigo que un día se cocerá con el fuego de las gavillas de la cizaña que antes amenazaba con destruirlo. El bien tendrá una supervivencia sobre el mal.
Si la buena semilla fue anterior a la cizaña, el mal por su parte se acabará antes. Y lo más asombroso: Terminará sirviendo al bien.
En esta línea, Pablo ha esculpido dos frases que han escandalizado a no pocos: Sabemos, que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman: Rm 8,28. Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia: Rm 5,20. La liturgia pascual transmite la misma idea: ¡Oh bienaventurado pecado, que nos mereció tan gran Redentor!
El Dios revelado por Jesucristo no sembró el mal en el mundo, ni se desespera o angustia cuando aparece la cizaña, pues tiene un plan para reciclar todo para el bien de los que ama.
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BUENAS NOTICIAS PARA EL HOMBRE DE HOY
Grupo Apostólico Nueva Evangelización

Puedo hacerlo otra vez

“Ya lo hizo por mí, puede hacerlo por ti…”
En este canto expresamos como comunidad cristiana que los milagros de Jesús son parte esencial de su Mensaje, nos enseñan que Jesús es el Mesías, el anunciado por los Profetas de Israel, el Ungido de Dios, el Unigénito del Padre y que el tiempo de implantar el Reino de Dios en cada uno de nosotros ha llegado, haciendo visible el amor y misericordia de su Padre.
Me parece valioso invitarte a ir 2,000 años atrás para decir una palabra sobre el Jesús de Nazareth histórico.
Desde el principio de su actividad evangelizadora, Jesús comenzó a proclamar la cercanía o la presencia del Reino de Dios con “palabras de sabiduría” y con “obras de poder”.
“Proclamaba la Buena Nueva del Reino y curaba toda enfermedad y dolencia en el pueblo…” Mt 4,23.
Los milagros en la Biblia son siempre “signos de salvación”. Son realizados sin ostentación, pero con suma autoridad. No son una sobrecarga al mensaje evangélico, sino “una parte esencial del mensaje”. Es la expresión acabada de la revelación.
Hoy, a petición de mi hermano Aurelio, quiero testimoniar en la fe, que Jesús tiene poder para realizar sus obras y por ello voy a relatar mi experiencia salvífica.
Hace tiempo, la artritis reumatoide fue avanzando con rapidez y los dolores eran muy intensos. Acudí a la atención médica especializada y me pronosticaron: “Esta enfermedad es deformante, incurable, de avance rápido, usted tendrá disminución de la visión y cada seis meses requerirá modificar la graduación de los lentes. Prepárese. Esto es severo”.
Yo tomaba los medicamentos y algunas medidas: el corte de pelo en tamaño muy pequeño para facilitar que mi brazo se levantara y la mano tocara mi cabeza; modificar la alimentación; usar pantalón en lugar de vestido para menor dificultad; sostener el volante del auto con firmeza me producía mucho dolor y lágrimas; al acostarme, parecía como si las sábanas tuvieran espinas. Lloraba mucho por las noches.
Mis dos hijos me decían: Llámanos, bajamos y te ayudamos. Yo enlistaba las cosas que no podía hacer y así aprovechaba que bajaran y me apoyaran, por ejemplo abrir una lata, cerrar la puerta con llave, mover una cubeta con agua, etc. El hecho que me cortaran las uñas de manos y pies lo sentía muy humillante.
Modificamos el acomodo de los muebles, de los objetos de la cocina y todo lo que fue necesario.
Un día, el médico tratante, viendo la radiografía de la mano izquierda y que el hueso segundo metacarpiano estaba deshecho y mi dedo índice no tenía ya movimiento me colocó una férula para mantenerlo derecho, apoyado y protegido de roces o golpes.
Luego surgieron varias opciones más: Una vecina me dijo: “Caminas muy feo, acude a la acupuntura”. Desconocía totalmente ese método de curación y no mostré interés en informarme. Por otro lado, mi hermana me acompañó al Instituto Nacional de Nutrición para la primera entrevista y programaron la cita médica para dos meses después.
En ese compás de espera me dije: “Nada pierdo con ir a la acupuntura”. Así fue. El Doctor sólo me vio y dijo: “No necesita explicarme nada. Le pido que venga diariamente durante un mes y después me dice lo que quiera”. Lo hice y noté la mejoría. Continué acudiendo el segundo mes cada tercer día y a partir del tercero, una vez por semana.
Al llevar a mi hija a una rehabilitación física por su esguince de tobillo, el terapeuta extendió la mano para saludarme. Le dije: Yo saludo sin extender mi mano, porque usted me lastimaría. “Pues qué le pasa”, me preguntó. Tengo artritis reumatoide. Él dijo: “No sé nada de eso, pero voy a investigar”. Al siguiente día me dice: “Ya investigué y le propongo dos por uno. Atiendo a las dos y me paga una rehabilitación. Piénselo y me dice”. No lo pienso, contesté enseguida, lo acepto y agradezco. Entré a la sala y en ese momento inicié ejercicios de terapia física.
En una revisión del tratamiento que había iniciado primero, el especialista me propuso una cirugía. Abrir, cortar y bajar mi dedo inmóvil y dejarlo a la altura del dedo pulgar, pues “ya no tiene el hueso y no lo podrá mover nunca”, me dijo el cirujano.
No acepté la proposición y seguí con mi dedito inmóvil, con la férula y la pequeña venda que lo sostenía. Algunos días el dolor en las manos era tan fuerte, que los arropaba con una pequeña venda, para sentir un calor que me confortaba y así trabajaba en la oficina.
Los domingos, al acercarme a recibir a Jesús en la Hostia consagrada, extendía la mano izquierda y el Sacerdote o el Ministro de la Eucaristía, colocaba a Jesús en la palma de mi mano, con los dedos de la derecha, yo tomaba la Hostia y tocaba el dedo inmóvil y decía haciendo eco al ciego de Jericó que clamó sin cesar: “¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí!”.
Una mañana, estando en la oficina, trabajando en la computadora con los tres dedos de la mano izquierda y los cinco de la derecha, siento un impulso de mover mi dedo sin hueso. Sin más, me quito la férula y cuál será mi sorpresa, ¡¡¡mi dedito se mueve!!!
Esta vez lloré, pero no de dolor, sino de alegría, gratitud y alabanza. Tarde se me hacía para regresar a mi casa y contar lo sucedido, que el proyecto de Jesús había coincidido con mi súplica y mi dedo tenía de nuevo movimiento. Hubo una segunda radiografía y se ve el huesito reconstituido.
Hoy, de nuevo doy gracias a Jesús porque los milagros, fueron y son parte esencial del Mensaje de Salvación. Jesús es la Plenitud de los Tiempos, entregó la Revelación con palabras y con hechos, como signos de su doctrina.
Muchos creyeron en Jesús a causa de los milagros. Otros más afortunados creyeron en los milagros porque primero creyeron en Jesús.
Hoy te digo nuevamente: Gracias Jesús por la sanación. Gracias por este signo que me dice que los tiempos mesiánicos han llegado para mí. Gracias por tu misión salvadora para Israel y para toda la humanidad.
Y a ti, lector, lectora te digo: “Su gran poder es el mismo hoy. No cambiará, segura estoy. Si Dios ha hecho un milagro, puede hacerlo otra vez”.
Tere Prado Flores.
¡Alabado sea Jesucristo!
BUENAS NOTICIAS PARA EL HOMBRE DE HOY
Grupo Apostólico Nueva Evangelización

Consagración mundial al Espíritu Santo

Conchita Armida, fue inspirada por el Señor para fundar las Obras de la Cruz. Estas Obras tienen como finalidad la realización del Reinado del Espíritu Santo. Ella es una mujer llena del Espíritu Santo… En el Diario espiritual de Conchita encontramos muchísimos diálogos con el Señor. Aquí hablaremos sólo de una de las tantas promesas que el Señor hizo a Conchita.
Consagración del mundo al Espíritu Santo. Un día no muy lejano… al centro de mi Iglesia, en San Pedro, tendrá lugar la Consagración del Mundo al Espíritu Santo, y las gracias de este Espíritu divino se derramarán sobre el felíz Papa que la hará. Es mi deseo que el universo sea consagrado al Espíritu divino para que se difunda sobre la tierra en un “nuevo Pentecostés”.
Un día no muy lejano… en San Pedro… “tendrá lugar la consagración del mundo al Espíritu Santo…”
Un hombre lleno del Espíritu Santo… El P. Félix de Jesús Rougier, fundador de los Misioneros del Espíritu Santo, tomó en serio el deseo del Señor y en 1917 fundó el Apostolado del Espíritu Santo. Gracias a esta obra, en poco tiempo se recogieron 180,000 firmas para pedir a los Obispos de México la Consagración de la Iglesia y de la Nación mexicana al Espíritu Santo. (12 de octubre de 1924).
Hasta hoy, México es el primero y el único país consagrado al Espíritu Santo! Aparecida, Brasil. Mayo del 2007. Los Obispos latinoamericanos en su Quinta Conferencia han trabajado para que nuestros pueblos tengan vida nueva en Jesús. La Grande Misión Continental, que es el fruto de esta asamblea, quiere recomenzar desde Cristo y desde un nuevo Pentecostés.
En sus reuniones ulteriores, el Episcopado latinoamericano ha repetido que esta Misión será posible solo con el poder de una nueva efusión del Espíritu Santo en el Mundo y la Iglesia! Guadalupe, México. 20 de Abril del 2009.
El 9 de febrero la Conferencia Episcopal Mexicana ha emitido un mensaje sobre la crisis económica, política y religiosa que afecta a México y al mundo. Nuestros Obispos nos han exhortado a que todos los ciudadanos busquemos “aportar soluciones y comprometernos para mostrar con hechos que queremos hacer verdaderamente un México mejor a favor de todos.”
Han concluído su exhortación pidiendo a todos los mexicanos que nos preparemos para recibir una grandísima gracia que viene del Espíritu Santo: “Invitamos a todos los fieles a prepararse para la renovación que haremos los Obispos de México, de la consagración del País al Espíritu Santo, el pasado lunes 20 de abril.”
Una respuesta concreta. Para prepararnos espiritualmente a la Consagración de México al Espíritu Santo la ofrece hoy la Familia del Espíritu Santo. (También conocida como Apostolado del Espíritu Santo).
Este Apostolado consiste en hacer un camino de conversión que nos lleve a ser discípulos y misioneros creíbles del evangelio, pues… “para manifestar ante los hombres su fuerza de verdad y de irradiación, el mensaje de la salvación debe ser autentificado por el testimonio de vida de los cristianos…”
La Familia del Espíritu Santo, en el Bimilenario del nacimiento de Pablo, presenta: La Consagración del Mundo al Espíritu Santo. Roma, Año de San Pablo 2008-2009.
¿Cómo nos puede ayudar la Familia del Espiritu Santo a prepararnos para la Renovación de la Consagración de México al Espíritu Santo? Nos ayuda a responder… a la exhortación de nuestros pastores que nos dicen que para superar la crisis de México y del mundo son necesarias la fuerza divina y nuestra colaboración humana…
Aquí y ahora los creyentes de México y del mundo necesitamos recordarnos de nuevo que “el testimonio de vida cristiana y las obras buenas realizadas con espíritu sobrenatural son eficaces para atraer a los hombres a la fe y a Dios…”
Veamos enseguida la forma sencilla y práctica que propone el Apostolado del Espíritu Santo para dejar que el Amor divino nos consagre y nos transforme en Cristo, Pan de Vida.
El Apostolado del Espíritu Santo hoy… es una asociación de fieles que tiene como finalidad que el Espíritu Santo sea conocido y amado. Su lema es: “Amar al Espíritu Santo y hacer que sea amado”.
Vive de la Espiritualidad de la Cruz y forma parte de la grande “Familia de la Cruz”. La Cruz del Apostolado… es la síntesis gráfica del Carisma de la Espiritualidad de la Cruz.
Cada uno de sus símbolos representa un aspecto de la vida y de la misión de Jesús Sacerdote y Víctima.
Esta icona fue revelada a Conchita en 1894. Las nubes luminosas Representan la atmósfera del Amor fecundo del Padre y del Hijo que nos dá la Vida eterna. Para vivir en el agape de la Trinidad, queremos amarnos como los primeros cristianos…
Vivimos nuestro empeño en la vida cotidiana haciendo todo con amor.
La Paloma blanquísima Representa al Espíritu Santo, al Amor personal de Dios que nos convierte en hijos y hermanos. En la Familia del Espíritu Santo nos consagramos a Él y hacemos la promesa de difundir su devoción. Buscamos ser dóciles a sus inspiraciones para amar a Dios y al prójimo con todo el corazón.
La Cruz Representa las consecuencias de nuestro pecado: el dolor, la muerte, el mal… Jesús ha llevado sobre sí el pecado del mundo y lo ha hecho morir sobre su Cruz. También nosotros queremos tomar nuestra cruz con amor para consagrar nuestro mundo al amor de Dios. Nuestra cruz unida a la Cruz de Jesús, salva el mundo y crea la Civilización del Amor.
El Corazón traspasado Representa los dolores íntimos o la pasión interior de Jesús que continúa a sufrir en su Cuerpo místico y en la Eucaristía… La Cruz negra que corona su corazón traspasado… representa la ingratitud y la indiferencia de algunos de sus sacerdotes. La Familia del Espíritu Santo ora por la santificación de los Sacerdotes.
La luz del Espíritu Santo Simboliza el Nuevo Pentecostés que un día no muy lejano será irradiado sobre el universo… En la Familia del Espíritu Santo pedimos a Dios que el mundo sea consagrado a su Santo Espíritu y que llegue un Nuevo Pentecostés sobre la Iglesia y el Mundo. Basta cada día un simple acto de amor o una sencilla oración, para cumplir nuestra promesa.
Consagración al Espíritu Santo: ¡Oh Espíritu Santo! Recibe la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser. Dígnate ser en adelante, en cada instante de mi vida, y en cada una de mis acciones, mi Director, mi Luz, mi Guía y mi Fuerza. Yo me abandono sin reserva a tus operaciones divinas y quiero ser siempre dócil a tus inspiraciones.
¡Oh Espíritu Santo! Transfórmame, con María y en María, en Cristo Jesús, para gloria del Padre y salvación del mundo. Así sea.
Oremos todos con María llena del Espíritu Santo… para que venga el nuevo Pentecostés que transforme la faz de la Tierra! con la Vírgen santa, alabemos a Dios porque Él escuchará la oración de la Iglesia y hará maravillas, “como había prometido a nuestros Padres”…
¡Pongámonos en camino con María, mujer fecundada por el Espíritu Santo… y pidamos y esperemos la gestación de los Cielos nuevos y de la Tierra nueva!
En la noche, mientras surge el Sol, esperemos con confianza la luz que brillará más que el mediodía. La esperanza que no defrauda será nuestra fuerza! Un día no muy lejano… en San Pedro… tendrá lugar la consagración del mundo al Espíritu Santo…”
Para agradecer a nuestros Obispos que el día 20 de abril renovaron la Consagración de México al Espíritu Santo, renovemosla también nosotros en modo personal, en modo comunitario en nuestras parroquias, en nuestros grupos apostólicos y en nuestras familias…
Propongámonos también enviarles un mensaje de agradecimiento a través de la Secretaría General: segecem@cem.org.mx o a la oficina de prensa de la CEM: prensa@cem.org.mx.
Si deseas los tres correos con música que fueron creados por Sergio A. Prado Flores y resumidos aquí, solicítalos a aurelio@jesusestavivo.org.mx y serán enviados a tu dirección electrónica.
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miércoles, 21 de octubre de 2009

¿De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si él mismo se pierde?

¿Qué significa en realidad, perderse a sí mismo?, y ¿qué es eso de «ganarse»? ¿Qué es para nosotros ganar la apuesta de la vida?
No hay pregunta más fundamental, porque en cierto modo todo depende de ella... y son, por desgracia, muy pocos los que se la hacen. Pierde su vida el que después de caminar no llega al paradero para el cual fue creado. A reflexionar sobre este tema nos invita hoy Jesús.
Detrás de esta pregunta, miramos al trasluz todos nuestros valores. Para responder honestamente, debemos revisar nuestros criterios y descubrir qué es lo más importante en nuestra vida.
El problema no radica tanto en ponemos de acuerdo sobre nuestro ideal. En eso fácilmente podremos concordar. La dificultad está en descubrir la ruta que conduce a ese ideal; y en encontrar los medios que nos llevan al fin sin engañarnos. Es el sendero el que determina el rumbo de la marcha. Por eso el Señor, más que un fin, nos propone un camino que es, en verdad, estrecho.
Para fijar la ruta, el Evangelio nos da una extraña luz. Invirtiendo toda lógica humana nos recuerda que quien pierde su vida por el Señor, la ganará. Es un lenguaje oscuuro, paradójico y exigente. El mundo no habla así.
Hay hombres triunfadores. Y cada vez más, son ellos los que imponen su estilo. En los negocios, en la universidad, en la vida social, en el deporte y en tantos otros ámbitos imponen su presencia los que saben hablar fuerte, y los que golpean duro. Son felices porque ocupan los primeros puestos.
Pero, muchas veces, detrás de tanto brillo hay una gran pobreza: «¿De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si él mismo se pierde?».
Con frecuencia la Iglesia ha repetido esta frase del Maestro. Tal vez hoy más que nunca, vale la pena reflexioonar sobre ella cuando nos están ofreciendo tantas cosas En verdad nos ofrecen el mundo. Nos quieren hacer creer que poseyendo la tierra descubriremos las claves de la vida. La gente lucha y sufre tanto por alcanzar sus metas y se hace tantas ilusiones. ¿Vale la pena todo esto?
¡Qué dura es la competencia por triunfar, por sobresalir! Y todo esto, ¿para qué? «¿De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si él mismo se pierde?».
Muchas veces lo que sólo es un camino se ha ido connvirtiendo en un fin. Lo que sólo es un medio, se ha transformado en un ídolo. Con este simple cambio se tronchan innumerables vidas. El trabajo ha dejado de ser trabajo para convertirse en un dios, lo mismo le ha pasado al deporte, al sexo, y a tantas otras cosas. La gente gana el mundo y termina perdiéndose. Es éste uno de los rasgos más crueles de una cultura que ha entreverado todos los senderos y que, sin damos cuenta, nos ahoga.
Hay padres que dicen trabajar para sus hijos y no se dan el tiempo de conversar con ellos. Apenas alcanzan a verlos cuando ya están dormidos. Triunfan en su profesión, han sobresalido en el trabajo, pero uno se pregunta si las prioridades habrán estado bien formuladas. Al final de tanta ganancia, ¿se logró en verdad?
Hay madres a las que les duele su condición de mujer y luchan por su propia realización. Profesionales de nota agotan sus mejores energías en la oficina, y, como sus maridos, van por las tardes a arrojar su agotamiento en el seno de la familia.
Como nunca, nos encontramos con personas que han perdido su norte, que han errado el camino y dan vueltas y vueltas buscando la verdadera felicidad. «¿De qué le sirve al hombre...?».
El trabajo, los títulos, el bienestar... son caminos de realización que se nos ofrecen. En sí ellos son buenos, salvo que pierdan su condición de medios. Entonces se hacen crueles. Nos esclavizan y terminan destruyéndonos.
Estamos en la cultura de la adicción: Existen adictos no sólo a las drogas, al alcohol y al sexo; los hay también al trabajo, al deporte, al dinero, a la ciencia, al poder, a los escaparates y a tantas otras cosas. ¿Y al final, qué queda de todo eso? Es propio del adicto perder los horizontes y con ellos perder su libertad.
Por eso, hoy como nunca vale la pena repetirle al hombre y repetimos a nosotros mismos la pregunta penetrante de Jesús: «¿De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si él mismo se pierde?». La Iglesia nos invita hoy, con sencillez, a tener el coraje de jugamos la vida por algo que de verdad no nos deje vacíos.
¡Alabado sea Jesucristo!
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Grupo Apostólico Nueva Evangelización

Buena semilla

Frente a la bondad y misericordia de Dios contrasta el hecho innegable de la maldad en el mundo. ¿Cómo pueden conjugarse ambas cosas? Jesús nos ofrece la respuesta en una parábola que está preñada de rico mensaje. (Mt 13,24-30) En primer lugar, conviene corregir el título que ordinariamente se da a esta parábola. Casi todas las Biblias, así como los comentaristas y predicadores, la deforman al llamarla "parábola de la cizaña", condicionando de esta manera la lectura y su interpretación. Parece que impresiona más la cizaña que el trigo. Desgraciadamente, con todo esto se confiere a la cizaña el lugar que Jesús expresamente buscaba quitarle. Él compara el Reino de los Cielos no a la cizaña sino a un hombre que sembró buena semilla en su campo. Por tanto, el título más adecuado y acorde con la mentalidad de Jesús sería: "Parábola de la buena semilla", pero nunca empobrecerla dando a la cizaña el papel principal de la obra.
El trigo, con las diferentes denominaciones que tiene a lo largo del relato, aparece siete veces. En cambio, la cizaña seis. Numéricamente, es más importante el trigo que la cizaña. Esta es la primera y fundamental enseñanza de la parábola.
"El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo". El Reino de los Cielos es la realidad terrena en su proceso de sometimiento bajo la soberanía de Dios. Podríamos decir que es el plan que Dios ha trazado para este mundo.
El primer personaje que aparece en escena es un hombre que sin duda representa a Dios. En esta parábola, como en la realidad, Dios no tiene reparos en asemejarse a los hombres para que también ellos se puedan parecer a Él. Es más, Dios se hizo hombre en Cristo Jesús a quien frecuentemente llamaban "el Hijo del hombre".
Todo lo que Dios puso e hizo en este mundo fue bueno. Incluso, "muy bueno" como concluye el relato de la creación. (Gen 1,31) Él, siendo bondad y fuente de amor, hizo las cosas sin mezcla de mal alguno. No puso una semilla cualquiera sino la buena. (kalón) Mt 13,24 La mejor semilla que dejó caer Dios en el campo del mundo fue su propio Hijo, el amado de sus complacencias que, como toda semilla, tuvo necesidad de morir en una cruz; para una vez resucitado, ser trigo transformado en pan de vida eterna para que quien coma de él no perezca sino que tenga vida eterna.
Según la interpretación de Jesús, esta buena semilla son los hijos del Reino, es decir, quienes viven sometidos a la autoridad del Rey, que es Dios mismo.
El texto notifica la pertenencia del campo: No es de otro sino del mismo sembrador. Él no es un asalariado que trabaje para otro, sino para sí mismo. Todo agricultor ama profundamente su tierra como parte de sí mismo. Cualquier cosa que le suceda, le afecta directamente. En consecuencia, Dios ama al mundo porque es suyo, obra salida de sus manos. No pertenece a nadie sino a Él.
"Pero, mientras los hombres dormían, vino su enemigo y sobresembró cizaña en medio del trigo y se fue".
Todo estaba bien hecho... "pero" sucedió algo fuera de los planes originales: Los hombres encargados de cuidar el campo se durmieron. La Biblia de Jerusalén edición española, traduce: "mientras su gente dormía". Sin embargo, el pronombre posesivo "su" no existe en el original griego ni en la Biblia de Jerusalén edición francesa, ya que los hombres de Dios no se duermen sino que están siempre vigilando y son responsables de la misión que les fue encomendada.
Estos hombres que se duermen representan a quienes no se ocupan ni se preocupan por el mundo y lo que en él sucede. Son irresponsables. No se interesan ni advierten lo que acontece más allá de ellos mismos. Pasan dormidos por este planeta. Para ellos "la vida es un sueño", sólo que nunca van a despertar porque son cadáveres ambulantes que no tienen vida, ni menos son capaces de transmitirla. Su pasividad los alía a las fuerzas del mal. Son cómplices silenciosos, dejando campo libre a la acción del enemigo.
Aquí entra en escena un tercer personaje, misterioso e incógnito, pero real. Jesús lo identifica con el Diablo. Notemos que no tiene iniciativa propia sino que simplemente reacciona frente a la siembra. Es significativo también el notar que actúa solo. No cuenta con siervos ni con gente que le ayude. Es enemigo no tanto de los hombres o del campo, sino del dueño del terreno. Su ataque no se dirige sino al sembrador, sabiendo que cuanto perjudique al cultivo repercute en su dueño. Es curioso que el enemigo se aparezca ocasionalmente al sembradío. Vino solamente para la nefasta tarea que se había propuesto, e inmediatamente se retiró.
El texto griego es de una riqueza tal, que resulta imposible traducir el versículo 24. Cuando se habla de que el agricultor "sembró", se usa el verbo "speiro", mientras que tratándose de la acción del enemigo se coloca el prefijo "epi" al mismo verbo: "epispeiro". Este prefijo significa "encima, sobre"; dando a entender que es la parte externa de algo. Por tanto, la cizaña no fue sembrada dentro de la tierra sino sobre la tierra para dar a entender que no tiene raíces profundas. Está de manera superficial, y, por tanto, sin consistencia.
Además, la cizaña está en medio del trigo. El mal no subsiste solo, siempre está dependiendo del bien. Tan es así, que si por un imposible el bien no existiera, el mal dejaría igualmente de ser y, por tanto, de actuar. Desde el principio se nota esta subordinación. La cizaña está en el hueco que dejan las espigas. El mal es ausencia del bien.
El enemigo no estaba en el campo. Simplemente vino una vez y luego se marchó. Él no permaneció en el mundo porque allí no tenía casa. Sólo traía un propósito: Sobresembrar la cizaña. Habiéndolo hecho, desapareció furtivamente.
Pero cuando brotó la hierba e hizo fruto, apareció entonces también la cizaña.
El texto habla primeramente del proceso de la buena semilla, que al germinar y comenzar a crecer se convirtió en una hierba que luego dio su fruto. La buena semilla no podía sino fructificar. En cambio, por su parte la cizaña sólo surge cuando hay trigo. Nunca antes. No aparece sino junto al bien y siempre dependiendo de él.
La cizaña a la que se refiere el texto es seguramente el "lolium temulentum", que es toda clase de hierbas nocivas a la agricultura que ahogan el plantío y le roban el agua y el abono. Estos herbajes, en su comienzo tienen gran similitud con el trigo, por lo que no es fácil identificársele como tal, precisamente por su gran semejanza. Esto revela otra realidad más profunda.
En su comienzo el mal se parece y hasta puede confundirse con el bien. Poco a poco y hasta que la buena semilla da sus frutos es cuando la maldad se desenmascara porque ella no puede producir frutos buenos. El mal no se puede identificar sino frente a un bien. En palabras también del Evangelio, lo que distingue un árbol bueno de un árbol malo, son los frutos.
Pero los siervos del amo le dijeron: "¿Señor, acaso no sembraste buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que existe cizaña?". Aquí aparece otra vez la partícula griega "de"="pero", que expresa la idea de una situación no sólo diferente sino hasta opuesta a la anterior.
En el escenario aparece un nuevo grupo de personajes a quienes se les llama "los siervos" y que por ningún motivo hay que confundir con "los hombres" dormidos del versículo 25a. Estos, sin duda, siguen dormidos. Los siervos, percatándose del grave problema existente, forman un coro que a una sola voz cuestionan al amo.
Angustiados por la aparición de la cizaña desconfían del dueño del campo a quien le hacen una pregunta que más bien parece un reclamo. Esto se acentúa con la partícula interrogativa "ouji" que se usa en griego cuando el interrogante espera una respuesta negativa.
En el fondo de su corazón sospechaban del amo, y, por tanto, lo hacen responsable del problema. Pensaban que la simiente no había sido de buena clase o que tal vez se había mezclado con alguna plaga.
Estos siervos representan a quienes culpan a Dios de la maldad existente en el mundo o por lo menos piensan que Él lo permite. Son quienes no pueden conciliar la existencia de un Dios bueno y al mismo tiempo la maldad en la sociedad. Están tan impresionados, que se angustian y buscan respuesta al grave problema de la presencia y origen del mal en el mundo. Sin embargo, su ansiedad los hace miopes, incapaces de descubrir el trigo que ya ha brotado. En su intervención nunca aluden a él.
Jesús se está enfrentando a la extendida mentalidad de los que piensan que Dios, o ha fomentado la maldad en el mundo o es cómplice pasivo con la injusticia y la mentira.
El Dios revelado por Jesús nunca ha permitido ni consentirá el mal. Él jamás se alía a las fuerzas de maldad, ni aún con el objeto de sacar bienes mayores, ya que ningún fin, por más noble y alto que parezca, justifica los medios. Si Dios permitiera el mal iría en contra de su propio ser. Lo único que Dios ha hecho es confiar el mundo a los hombres, los cuales se durmieron mientras su enemigo sembró cizaña. Su única responsabilidad fue exceso de confianza. Pero él les contestó: "Algún enemigo-hombre ha hecho esto”.
Los atribulados siervos que se habían equivocado en su diagnóstico también van a errar en la solución que proponen. Están angustiados porque la cizaña se les ha metido en su ser. La dificultad más grande está dentro de ellos mismos. Por ello, su visión es muy parcial y limitada. Están tan agobiados por la cizaña que ni siquiera se han percatado de la presencia del trigo que ya ha brotado. Lo único que buscan es extirparla con cualquier medio. Están tan atormentados por ella, que a toda prisa quieren tomar la guadaña o blandir el machete para arrancarla.
El Amo no deja que sus siervos arranquen la cizaña: "No. No sea que al arrancar la cizaña arranquéis el trigo". En ocho días terminamos leyendo como la cizaña amarrada en gavillas, el Amo la transforma en combustible para cambiar el trigo en Pan de Vida.
Te invitamos a ver en nuestra página web, www.jesusestavivo.org.mx la Misa del domingo de las 9 de la mañana en Catedral; la misa en la Parroquia de San Pedro de las 9 de la mañana, en Las Rosas la Misa de Sanación y la Misa del Padre Miguel Contreras en Ciudad Hidalgo. En Blooger tenemos nuestras seis columnas diferentes publicadas en los tres principales diarios de Morelia. La dirección para encontrarlas es: jesusestavivoenmorelia.blogspot.com También nos puedes localizar en Twitter donde están nuestras columnas, pero ahí puedes hacer comentarios, críticas, sugerencias y todo lo que se le parezca. Su dirección es: twitter.com/jesusestavivo
¡Alabado sea Jesucristo!
BUENAS NOTICIAS PARA EL HOMBRE DE HOY
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Problemas cardíacos

Mario, hermano de comunidad, da testimonio de la sanación de su hijo: Francisco Sebastián nació el 18 de septiembre del 2003 con problemas de enfisema pulmonar, una fisura en la vena aorta y serias dificultades del corazón. Al nacer estuvo varios días en terapia intensiva. Las probabilidades de vida eran mínimas y teníamos que esperar a que muriera. Se decidió trasladarlo a la mejor clínica de Morelia con la ayuda económica del papá de mi esposa. Ahí dura 19 días en terapia intensiva en recuperación de sus pulmones, ya que de su corazón y vena aorta no había nada que hacer. Después de darlo de alta de su problema de enfisema pulmonar, en Morelia no había médico que lo operara, ni había equipo para la cirugía del corazón. Es trasladado a Guadalajara y analizan sus estudios. Permanecí en oración durante todo el viaje ida y vuelta. Llevaba el corazón contrito, despedazado, agobiado. Ya no podía con la carga, como alguna vez mi madre me entregó a Dios. Con el mismo amor de madre a hijo, yo le entregué de padre a hijo mi bebé a Dios.
Mi hijo mostraba mucha fuerza y unas ganas enormes de vivir, me decía con sus ojos: “papi, échale ganas. Yo estoy saliendo adelante. No pienses mal, nos va a ir bien, vas a ver que sí”. Las enfermeras decían: que ganas tiene de vivir este niño. Al día siguiente voy a la oración a Las Rosas, me despedazo. Voy ante el Santísimo y le pido por mi hijo. Le decía al Señor: “Tú me lo diste para unirme más a ti, para acercarme más a ti. No creo que te lo vayas a llevar. ¡Te lo entrego, ya no puedo más!”. Ese mismo día revisan los estudios y confirman la operación.
De las 5 a las 7 de la tarde permanecí en una fuerte oración de fe confiando en que el Señor me lo iba a sanar, ya que es mi más fiel amigo. Confié en él, en nadie más. El está siempre conmigo y no me pide nada a cambio. Si ya me lo había sanado de enfisema, ya no se lo iba a llevar.
Aquí en Morelia los doctores dijeron que con mi hijo no se podía hacer nada. Tuve que firmar un papel donde yo me hacía responsable de la salud de mi hijo porque los médicos no me lo querían soltar. Tenía que esperar a ver que pasaba. Todo se inclinaba a que mi hijo se iba a ir, porque aquí no había quien lo operara.
Por las enfermedades que tenía mi hijo, con el traslado y todos los estudios que le hicieron, mi pequeño estaba muy desestabilizado y bajo de peso y los médicos dijeron que tenía que subir de peso pues así no podría resistir la operación. Francisco estaba entubado por la boca, por los poros de la nariz, tenía su casquito de oxígeno. De tantas vacunas, de tantas vitaminas que le pusieron por sus venitas, a mi bebé le poncharon todas las venas. Le tocaba su piecito y lo escondía entre su pancita. Cuando estaba en la incubadora y lo tocaba para motivarlo con palabras y lo acariciaba, escondía los pies, se hacía bolita pues pensaba que lo iban a picar. Por esta causa le hicieron una fisura en el cuello para meterle un catéter directo al corazón porque el bebé ya no podía más con los piquetes. Tenía su catéter en la vena aorta para recibir el suero.
Los médicos volvieron a revisar los estudios y al bebé y determinaron que el bebé se tenía que operar porque la sangre se le está saliendo por la fisura y el corazón está recibiendo sangre nomás en la mitad. Medio corazón se le estaba inflando. Sus uñas se estaban poniendo moradas.
Al día siguiente, jueves, me llama mi esposa por teléfono y me informa que estando en la preparación para la operación, nuestro bebé ya había sanado. Me dice Mónica que la fisura de 3 milímetros se había cerrado. No había médicos que le hicieran la operación, ni medicina que lo sanara. ¿Quién fue? Mi verdadero y fiel amigo, mi Jesús de Nazaret que está vivo. El que siempre escucha la oración y responde al corazón contrito.
Los médicos dijeron que les habían cambiado al niño, ese niño no era el que se había internado días antes, era otro. Francisco estaba sonriente, lo acariciaban y se dejaba tocar. Los doctores dijeron que es el milagrito del Seguro de Guadalajara, porque de un día a otro el niño cambió sin operación.
La fisura tenía tres milímetros de abierta y cuando me lo dieron de alta tenía medio milímetro, se le cerró. Ahora mi hijo está perfectamente bien, creciendo, engordando, está muy alegre. El papá y la mamá estamos felices para gloria de Dios. Estamos creyendo cada vez más en él por lo que hizo en nuestro hijo y por lo que ha hecho en mí.
Esta sanación ha convertido a toda mi familia. Jesús me dice que así como pedí por mi hijo, así mismo pida por mi esposa. Esto nos lo dio Dios para que nos convirtamos todos a él en este tiempo que es el paso de la muerte a la vida. Dios se ha manifestado de una manera maravillosa y única.
Dentro de mí hay un agradecimiento muy fuerte hacia Dios. Quiero divulgar a todo el mundo lo que Jesús vivo hace. Pido que todos crean en Dios en sus necesidades. En cualquier situación que se les presente, no hay ser humano, no hay dinero que ayude como El. Pídanle a Dios lo que necesiten y se los dará. Además es gratis, saben, ¿cuanto cobra? Ni un centavo. En lo personal les pido que se inclinen a El y a nadie más. Lo que Jesús promete lo cumple, hay que pedir con un corazón contrito y con fe, que El quiere hacer maravillas en los cansados y abatidos.
Cuando llevamos a nuestro hijo a consulta por una tos que tenía el médico que nos atendió se quedó completamente asombrado, no podía creer que Francisco estaba realmente sano, se sumó a los médicos de Guadalajara que dijeron que él es un milagrito, fue sanado sin ser operado. Esto nos recuerda la cita que dice: “no lo sana hierba ni emplasto alguno sino tu Palabra Señor Jesús, ¡que todo lo sana!”.
El lunes siguiente en la oración de las 5 de la tarde en el templo de Las Rosas, durante la oración de invocación al Espíritu Santo, nuestro hermano recibió el don de lenguas. Ahora Mario alaba a Dios en lenguas con su hijo en brazos, bendice a Dios en lenguas y le agradece los favores recibidos en lenguas. Que lo que pasó en su familia y en él pase en tu familia y en ti que crees que Jesús es el mismo de ayer, es el mismo hoy y es el mismo siempre. ¡Jesús te quiere sano!.
¡Alabado sea Jesucristo!
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el abrazo de Dios

En su obra “Los Cuatro Amores”, Lewis, distingue el amor de ágape (“caritas”) de otros tres amores, philia, storge y eros, palabras griegas. Philia se traduce “la amistad,” es el más tranquilo y racional de los amores. Con este amor, dos amigos dan la bienvenida a un tercero, y luego las tres dan la bienvenida a un cuarto. Con este amor, “¿me amas?” significa “¿Ves el mismo mundo, sientes lo mismo, posees las mismas cosas?” Este amor es la escuela de la virtud: “El fierro aguza el fierro, uno se afina en contacto con el prójimos.” (Prov 27,17) Con el amor de storge, que puede traducirse “la afección,” hay satisfacción sólo con estar juntos. Es el amor entre una madre y su bebe; entre hermanos que comparten tantas experiencias e intereses. Puede existir entre un par improbable, por ejemplo entre una joven lista y movida y el abuelo de una amiga suya. En el amor de eros, existe una preocupación del amando por el amado. Un síntoma de eros es que el amante prefería estar con el amado y miserable, que estar sin el amado y contento. Eros no dura toda la vida, y cuando la luna de miel termina, se tiene que trabajar para mantener eros porque él no está presente.
Según Lewis, los tres amores pueden ser elevados en el amor de ágape, el amor que nos permite amar a los que parecen ser menos amables, ladrones, enemigos, locos, extraños y leprosos. Además, ágape inculca en nosotros una aceptación de nuestra condición de ser dependientes y ser necesitados, nos hace mendigos felices. Nos permite recibir el amor de otra persona cuando no creemos que lo merecemos. Ágape trasciende los otros tres amores, es el amor de dar su vida por la otra: “No hay amor más grande que éste: dar la vida por sus amigos.” (Jn 15,13). No es natural para una persona amar a otra de esa forma, y por eso los teólogos lo llaman ágape una “virtud sobrenatural.”
Dar la vida por las otras es la vocación destacada de ser padres. Cualquier padre o madre que está esforzándose para amar a sus hijos de esta manera puede dar fe de que amar de esta manera requiere algo especial, algo extraordinario. ¿Qué es esto tan especial? Pablo, en el capítulo 13 de su primera carta a los Corintios, nos da una respuesta, donde dice que el amor (ágape) “es paciente y muestra comprensión… no tiene celos, no aparenta ni se envanece, no actúa con bajeza ni busca su propio interés, no se deja llevar por la ira y olvida lo malo… no se alegra de lo injusto, sino que se goza en la verdad. Perdura a pesar de todo, lo cree todo, lo espera todo y lo soporta todo.” (1Cor 13,4-7) Aquí vemos una descripción clara del extra que ágape nos pide.
Perdurar a pesar de todo, creer todo, esperar todo y soportar todo no es nada fácil, porque vivimos en una cultura opuesta al amar de esta manera, una cultura del hedonismo, un actitud de “todo vale”, “qué más da,” una cultura indiferente y con un gran vacío.
Cuando amamos con el amor de ágape estamos no solo reflejando sino también participando en el amor de Dios. El Espíritu Santo, que procede del Padre y del Hijo, es el amor por lo cual el Padre y el Hijo aman todo lo que Dios ama. El Espíritu Santo no habla de sí mismo ni habla solo, sino abarca lo que dice el Hablante (Padre) en la Palabra (Hijo). “Pero cuando venga él, el Espíritu de la Verdad, los introducirá a la verdad total. El no vendrá con un mensaje propio sino que les dirá lo que ha escuchado, y le anunciará las cosas futuras.” Jn 16,13.
Podemos decir, de una manera metafórica, que el Espíritu Santo es el gran abrazo en Dios y de Dios. Es el Espíritu Santo que extiende a alcanzar cada uno de nosotros: “Pues el amor de Dios ya fue derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se no dio.” (Rom 5,5) Quiere llevarnos a abrazar la Palabra eterna encarnada, para que todos descansemos en una de las muchas mansiones que están en la casa del Padre. También quiere llevarnos a abrazar a nuestros hermanos y prójimos, pues sin abrazar a ellos, ¿cómo podemos abrazar a Dios? “¿Cómo puede amar a Dios a quien no ve, si no ama a su hermano, a quien ve?”. (1Jn, 4,20)
El amor de Dios es un amor que une, y cuando amamos con el amor de ágape estamos reflejando y participando en la unión divina. En la cita 17,21 del evangelio de Juan, Jesús hace una oración que todos nosotros seamos uno como él y su padre son uno. ¿Cómo podemos lograr ser más unidos, y así reflejar y participar en el amor de Dios? En la Suma Contra Gentiles libro 4, capítulo 24, “El Espíritu Santo procede del Hijo”, Santo Tomás escribe: “El amor procede de una Palabra, por cuanto no podemos amar a nada a menos que lo concibamos en una palabra del corazón.” Así como el Espíritu procede de la Palabra divina, de una manera analógica el amor humano procede de una palabra engendrada internamente. En este caso la procesión de una palabra del corazón significa una “chispa,” o un acto de entender, y para llegar a esto se necesita estar dispuesto a recibir, escuchar a y pensar en el amado.
Existen dos maneras diferentes de pensar en un amigo. Puedo pensar en él o ella levemente, de vez en cuando, y sin mucho esfuerzo. Sé su nombre, donde nació, en donde estudia o trabaja, como se ve, tal vez algunos de sus gustos. Cuando alguien me pregunta: “¿la conoces a ella?” puedo contestar: “Sí, se llama Lupita, vive en tal calle, tiene tantos años, le gusta ir al cine, y tiene tres hermanos.” La segunda manera de pensar en nuestros amigos es otra cosa. Después de meses, quizás años, de pensar en Lupita levemente, todavía sé que no la conozco. Todavía no sé bien su historia, ni su manera única de pensar y sentir, ni la miríada de actividades y experiencias que ella disfruta, tampoco sus sueños y expectativas del futuro. Lo obvio de su nombre y los otros datos esconden el misterio de quien es ella. Si quiero conocerla y amarla profundamente, necesito pensar “de los pies a la cabeza,” es decir, paciente, sin celos, esperando y soportando todo. El amante no queda satisfecho con una comprensión superficial del amado, sino se esfuerza por lograr un conocimiento íntimo de todo de lo que pertenece al amado, para penetrar su alma. Por eso se escribe que el Espíritu Santo, quien es el amor de Dios, “escudriña todo, hasta la vida misteriosa de Dios”. (1Cor 2,10)
“Ahora tenemos la fe, la esperanza y el amor, los tres. Pero el mayor de los tres es el amor.” (1Cor 13,13) En esta vida, en la cual “vemos como en un mal espejo y en forma confusa,” vivimos en la fe y la esperanza, pero ellas no son suficientes. “Si tuviera tanta fe para trasladar los montes, pero me faltara el amor, nada soy.” (1Cor 13,2) En esta vida nuestro amar es un proceso paulatino, por actos múltiples y a menudo con motivos mixtos. En cualquier caso, no somos capaces de amar sin abrazar, es decir sin escuchar bien a, pensar en y engendrar una palabra interna del amado. Espíritu Santo, abrázame y enséñame a abrazar. Enséñame a escuchar con paciencia y comprensión a mis amigos, a mis familiares, a mis prójimos, también a mí mismo, para que el deseo del Jesús, que seamos uno como él y su Padre son uno, sea cada día más una realidad.
Visita nuestra página web: www.jesusestavivo.org.mx y vive los 119 videos de misas, evangelización y testimonios de sanación que tenemos, estos son algunos: Bienvenida, ¿Ciego yo?, Dieciocho años enfermo, El Espíritu de Dios me sana, El Espíritu sobre Jesús, El ministerio de Jesús, Epiléptico sanado, Jesús me sanó de diabetes, Jesús Gallina, Jesús enseña y sana, Jesús me enseña y me sana, Jesús a resucitado, Jesús tiene todo el poder, Mi Pastor me sana, Misas en la Catedral, en la Parroquia de San Pedro, en el Niño de la Salud, y de sanación en el templo de Las Rosas. Oración de sananción por Alan, Oración de sanación por Octavio y Wilfrido, Pedid y se os dará, Proclamando la Buena Nueva, ¿Qué dice Dios de la influenza?, Quiero, ¡queda sano!, Resurrección de un joven, Sanando enfermedad de nacimiento, Te doy 15 días para que me lo sanes... ¿Ustedes también quieren dejarme? Yo ciego, Zaqueo y el más grande: Bendición con el Santísimo. Mañana subiremos las misas de sanación que celebra el P. Miguel Contreras en Ciudad Hidalgo. Entra a la página buscando en Google: aurelio prado flores Abre el nombre, te vas a INICIO y ahí están las misas, los videos evangelizadores con testimonios de sanación. Además tenemos un libro con más de 200 testimonios de sanación. Te vas a LIBROS y abres: Jesús está vivo... en Morelia y los encontrarás.
¡Alabado sea Jesucristo!
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Halloween

El halloween, es una tradición muy antigua que empezó hace más de mil años, con los celtas, gentes que vivían en lo que es ahora la Gran Bretaña, Irlanda y el norte de Francia. Los celtas viven allí desde hace más de 2 mil años.
Lo celtas celebraban su Año Nuevo el primero de noviembre y su festejo iniciaba desde la noche anterior. Esta celebración marcaba el comienzo de una estación del tiempo, esta era la estación del frío, de oscuridad y deterioro la cual estaba asociada a la muerte humana.
Los celtas adoraban al ídolo Samhain dios de la muerte, y creían que éste permitía que las almas de los muertos visitaran sus hogares solamente esa noche.
En la noche del festival, los sacerdotes y maestros celtas, llamados drúidas, ordenaban a las gentes que apagaran las fogatas de sus casas y que hicieran una gran fogata comunitaria con troncos de roble, que era considerado un árbol sagrado. Y se ofrecían, en honor del ídolo, animales, cosechas y muy probablemente sacrificios humanos, al amanecer, todos prendían las fogatas en sus casas, tomando el fuego nuevo de la gran fogata, en señal del Año Nuevo. Para solemnizar la fiesta se vestían con pieles y cabezas de animales.
Los romanos conquistaron la Gran Bretaña en el año 43 d.C. Donde reinaron por algunos años combinando sus propios festivales con las celebraciones célticas.
En el año 800 a.C. En nuestra Iglesia se estableció el día de todos los Santos, el primero de noviembre, y acogiendo las costumbres paganas para cristianizarlas, establecieron el dos de noviembre para honrar a los fieles difuntos. Tiempo después de haberse establecido el día de todos los santos, los celtas inconformes con los cristianos y sus costumbres, comenzaron a hacer, el 31 de octubre, una farsa de lo que celebraban los cristianos: haciendo misas negras y disfrazándose de diablos y monstruos horribles.
Los celtas de la Gran Bretaña hacían sus celebraciones en Stonchenge, donde todavía se ven drúidas haciendo en ese lugar sus ceremonias.
Es muy triste el que se celebre con tanto gusto algo tan diabólico, como es el Halloween, por no conocer los origen de estas fiestas paganas. También las calaveras son de origen celta, ellos le daban culto a la cabeza humana, porque creían que el alma residía en la cabeza y pensaban que si tenían una cabeza humana en su casa esta cuidaba de "un mal puesto" y que a la vez, les traía buena suerte. Y mucho mejor si la cabeza era de alguien que hubiera muerto decapitado.
Muchos años después vino la calabaza, a la que llaman Jack-o-Lantern (linterna de Jack). La leyenda irlandesa dice que Jack fue un hombre muy malvado, que al morir, no fue aceptado ni en el cielo, ni en el infierno, por haber engañado al diablo. Fue condenado a cargar una linterna hecha de un enorme rábano al cual se le había sacado lo de adentro y a la cáscara le habían abierto unas ventanitas de luz, y ponían en el hueco brasas sacadas del suelo del infierno. Con el tiempo, en lugar de un rábano gigante, se le puso una calabaza.
Veamos ahora lo actual. Se han visto cosas tan feas y macabras que muchas veces no se han puesto en las noticias. El 31 de octubre, los cultos satánicos invocan al demonio para aumentar sus poderes personales.
Todas las decoraciones que se venden para esa fecha son símbolo de muerte, de maldad. No todo mundo celebra inocentemente el halloween, para los satánicos es una cortina de humo para hacer sus fechorías.
Al este de Los Ángeles se descubrió un lugar donde se celebran misas negras, con cruces volteadas, huesos, dagas, cálices y tristemente pañales de bebe recién nacidos. Esto poco después del halloween.
Las noticias de Tucson, Arizona, dijeron que en las perreras municipales y en las tiendas de animales no se venderían ni regalarían gatos ni perros negros unas semanas antes y unas semanas después del halloween, porque en el año de 1992 muchos de los animales que se encontraron mutilados, eran de color negro.
En nuestro México, en Matamoros, hubo un horrible crimen muy sonado: los narco-satánicos.
Estamos en un resurgir muy fuerte de la brujería y satanismo. La práctica del satanismo esta conectada con los asesinatos en serie, reportes de animales mutilados, de jovencitas preñadas con el solo fin de sacrificar al bebé, en cuanto nazca. Y todo sucede en el día 31 de octubre.
Pensemos: "¿de veras podemos seguir cerrando los ojos ante esto? ¿Qué podernos hacer como comunidad católica?" De veras es tan inocente el TRICK OR TREAT cuando nos hemos dado cuenta de que los McDonals están revisando los dulces con rayos X?
¿Creemos que a nuestros hijos con su disfraz de diablo, o de calavera, o de bruja los vamos a divertir "inocentemente"? ¿Queremos que vivan en una sociedad cada vez más perversa, solapando estas fiestas?
Tengamos conciencia del mal. ¡Digamos NO al Halloween! Porque amo a Jesús digo ¡NO al Halloween!
¡Alabado sea Jesucristo!
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sábado, 17 de octubre de 2009

Resurrección anticipada

Mario, hermano de comunidad, da testimonio de la sanación de su hijo: Francisco Sebastián nació el 18 de septiembre del 2003 con problemas de enfisema pulmonar, una fisura en la vena aorta y serias dificultades del corazón. Al nacer estuvo varios días en terapia intensiva. Las probabilidades de vida eran mínimas y teníamos que esperar a que muriera. Se decidió trasladarlo a la mejor clínica de Morelia con la ayuda económica del papá de mi esposa. Ahí dura 19 días en terapia intensiva en recuperación de sus pulmones, ya que de su corazón y vena aorta no había nada que hacer. Después de darlo de alta de su problema de enfisema pulmonar, en Morelia no había médico que lo operara, ni había equipo para la cirugía del corazón. Es trasladado a Guadalajara y analizan sus estudios. Permanecí en oración durante todo el viaje ida y vuelta. Llevaba el corazón contrito, despedazado, agobiado. Ya no podía con la carga, como alguna vez mi madre me entregó a Dios. Con el mismo amor de madre a hijo, yo le entregué de padre a hijo mi bebé a Dios.
Mi hijo mostraba mucha fuerza y unas ganas enormes de vivir, me decía con sus ojos: “papi, échale ganas. Yo estoy saliendo adelante. No pienses mal, nos va a ir bien, vas a ver que sí”. Las enfermeras decían: que ganas tiene de vivir este niño. Al día siguiente voy a la oración a Las Rosas, me despedazo. Voy ante el Santísimo y le pido por mi hijo. Le decía al Señor: “Tú me lo diste para unirme más a ti, para acercarme más a ti. No creo que te lo vayas a llevar. ¡Te lo entrego, ya no puedo más!”. Ese mismo día revisan los estudios y confirman la operación.
De las 5 a las 7 de la tarde permanecí en una fuerte oración de fe confiando en que el Señor me lo iba a sanar, ya que es mi más fiel amigo. Confié en él, en nadie más. El está siempre conmigo y no me pide nada a cambio. Si ya me lo había sanado de enfisema, ya no se lo iba a llevar.
Aquí en Morelia los doctores dijeron que con mi hijo no se podía hacer nada. Tuve que firmar un papel donde yo me hacía responsable de la salud de mi hijo porque los médicos no me lo querían soltar. Tenía que esperar a ver que pasaba. Todo se inclinaba a que mi hijo se iba a ir, porque aquí no había quien lo operara.
Por las enfermedades que tenía mi hijo, con el traslado y todos los estudios que le hicieron, mi pequeño estaba muy desestabilizado y bajo de peso y los médicos dijeron que tenía que subir de peso pues así no podría resistir la operación. Francisco estaba entubado por la boca, por los poros de la nariz, tenía su casquito de oxígeno. De tantas vacunas, de tantas vitaminas que le pusieron por sus venitas, a mi bebé le poncharon todas las venas. Le tocaba su piecito y lo escondía entre su pancita. Cuando estaba en la incubadora y lo tocaba para motivarlo con palabras y lo acariciaba, escondía los pies, se hacía bolita pues pensaba que lo iban a picar. Por esta causa le hicieron una fisura en el cuello para meterle un catéter directo al corazón porque el bebé ya no podía más con los piquetes. Tenía su catéter en la vena aorta para recibir el suero.
Los médicos volvieron a revisar los estudios y al bebé y determinaron que el bebé se tenía que operar porque la sangre se le está saliendo por la fisura y el corazón está recibiendo sangre nomás en la mitad. Medio corazón se le estaba inflando. Sus uñas se estaban poniendo moradas.
Al día siguiente, jueves, me llama mi esposa por teléfono y me informa que estando en la preparación para la operación, nuestro bebé ya había sanado. Me dice Mónica que la fisura de 3 milímetros se había cerrado. No había médicos que le hicieran la operación, ni medicina que lo sanara. ¿Quién fue? Mi verdadero y fiel amigo, mi Jesús de Nazaret que está vivo. El que siempre escucha la oración y responde al corazón contrito.
Los médicos dijeron que les habían cambiado al niño, ese niño no era el que se había internado días antes, era otro. Francisco estaba sonriente, lo acariciaban y se dejaba tocar. Los doctores dijeron que es el milagrito del Seguro de Guadalajara, porque de un día a otro el niño cambió sin operación.
La fisura tenía tres milímetros de abierta y cuando me lo dieron de alta tenía medio milímetro, se le cerró. Ahora mi hijo está perfectamente bien, creciendo, engordando, está muy alegre. El papá y la mamá estamos felices para gloria de Dios. Estamos creyendo cada vez más en él por lo que hizo en nuestro hijo y por lo que ha hecho en mí.
Esta sanación ha convertido a toda mi familia. Jesús me dice que así como pedí por mi hijo, así mismo pida por mi esposa. Esto nos lo dio Dios para que nos convirtamos todos a él en este tiempo que es el paso de la muerte a la vida. Dios se ha manifestado de una manera maravillosa y única.
Dentro de mí hay un agradecimiento muy fuerte hacia Dios. Quiero divulgar a todo el mundo lo que Jesús vivo hace. Pido que todos crean en Dios en sus necesidades. En cualquier situación que se les presente, no hay ser humano, no hay dinero que ayude como El. Pídanle a Dios lo que necesiten y se los dará. Además es gratis, saben, ¿cuanto cobra? Ni un centavo. En lo personal les pido que se inclinen a El y a nadie más. Lo que Jesús promete lo cumple, hay que pedir con un corazón contrito y con fe, que El quiere hacer maravillas en los cansados y abatidos.
Cuando llevamos a nuestro hijo a consulta por una tos que tenía el médico que nos atendió se quedó completamente asombrado, no podía creer que Francisco estaba realmente sano, se sumó a los médicos de Guadalajara que dijeron que él es un milagrito, fue sanado sin ser operado. Esto nos recuerda la cita que dice: “no lo sana hierba ni emplasto alguno sino tu Palabra Señor Jesús, ¡que todo lo sana!”.
El lunes siguiente en la oración de las 5 de la tarde en el templo de Las Rosas, durante la oración de invocación al Espíritu Santo, nuestro hermano recibió el don de lenguas. Ahora Mario alaba a Dios en lenguas con su hijo en brazos, bendice a Dios en lenguas y le agradece los favores recibidos en lenguas. Que lo que pasó en su familia y en él pase en tu familia y en ti que crees que Jesús es el mismo de ayer, es el mismo hoy y es el mismo siempre. ¡Jesús te quiere sano!
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¡Alabado sea Jesucristo!
BUENAS NOTICIAS PARA EL HOMBRE DE HOY
Grupo Apostólico Nueva Evangelización

viernes, 16 de octubre de 2009

¡Traigo la cura para cualquier enfermedad!

El hombre no sólo es un cuerpo sano o enfermo. El hombre también es alma, espíritu.
¡Aquí está! ¡Traigo la cura para cualquier enfermedad! Para todo tengo remedio: para ardor de estómago, dolor de rodillas, malestar de cabeza... ¡Vengan por el remedio que han estado esperando! Gritaba el brujo del Imperio, subido sobre un amplio tronco, poblado de retoños verdes, desde donde la multitud podía verle con facilidad. Una horda de aldeanos se apiñaba a su alrededor. Un vasallo, que paseaba por allí, permaneció observando la escena, por un breve espacio de tiempo.
¡Pidan lo que necesiten! ¿Qué enfermedad les achaca? ¡Pidan, pidan! Una mujer alzó la voz: Tengo dos años con un dolor de huesos espantoso. No hay día que no me duelan. Nada me ha podido curar...
¡Señora! -exclamó el brujo- Aquí traigo lo que usted necesita. Tome. Hierva estas hojas y tómese dos tazas cada hora. Verá: en tres días, adiós dolores...
La gente permanecía sorprendida. Otra voz sonó: Llevo treinta días sin dormir. Cuando trato de cerrar los ojos, un ardor de estómago me hace pasar la noche en vela. Tengo hijos que mantener y en el trabajo no rindo, porque llego muy cansado... Pero, caballero... ¡Por qué no acudió conmigo antes! Lo que usted necesita es un masaje diario con este aceite de flor silvestre. Únteselo antes de acostarse y verá que en cinco escasos días dormirá más profundo que una piedra.
Parecía que el brujo tenía cura para todo y para todos, pues cientos de manos se alzaban y, en cuestión de minutos quedaban saciadas. El vasallo sintió deseos de acercarse también, para pedirle a aquel hombrecillo feo y encorvado algún remedio para su dolor de pies. Y así, de entre la gente aglutinada alrededor del brujo, cuando éste seguía con sus entregas de mercancía, un joven apuesto alzó la mano. Elevando la voz, dijo: Si eres capaz de curarlo todo, dame algo para este mal que traigo...
El brujo fijó sus ojos en el joven y los aldeanos guardaron silencio. ¿Qué cosa te duele? preguntó el brujo y el joven contestó: El alma. ¿El alma? Pero, jovencito, si yo no puedo curar esas cosas... Entonces -agregó el joven-, ¿por qué pregonas que eres capaz de curarlo todo cuando no tienes remedio para sanar lo más importante?
Y tan grande fue el enfado de aquel joven, que a punto estuvo de derribar de un puñetazo el cajón y los frascos que el viejo brujo exhibía. Una mano se lo impidió. Una mano suave que se posó sobre su hombro.
¿Te duele el alma? Una chica de mirada pura y apacible posó su mano sobre el joven, que, al verla, respondió ruborizado: Sí. Llevo muchos años así y no he podido encontrar quién me cure.
Los aldeanos se quedaron sin habla y sin respirar. El brujo fruncía el ceño, en signo de disconformidad. Aquel chico le había dejado muy mal delante de la gente. La chica le miró a los ojos.
¿Sufres soledad, no es así? Y como el joven asintiera con la cabeza, ella afirmó: Lo que necesitas es orar. El brujo se burló. Y ¿qué es orar?- preguntó el joven. Es saber que Alguien te escucha y te comprende. Es dialogar con Alguien a quien le interesas más que cualquier otra cosa. Es sentirte querido.
Y el joven, con el rostro iluminado y una leve sonrisa trazada sobre los labios, exclamaba: ¡Eso es justamente lo que anduve buscando durante años: que alguien me hiciese caso y se preocupara por mi. El joven se alejó pegando brincos sobre su propia sombra, mientras que el brujo, delante de la atenta mirada de la multitud, recogía su tinglado para desaparecer de allí.
El hombre no sólo es un cuerpo sano o enfermo. El hombre también es alma, espíritu. Hay dolores que ni la medicina ni las terapias, ni los exhaustos tratamientos pueden aniquilar. Dolores del alma, que conocemos con el nombre de soledad o tristeza. Orar, orar mucho. No hay cura más fiable que la oración.
¡Alabado sea Jesucristo!
BUENAS NOTICIAS PARA EL HOMBRE DE HOY
Grupo Apostólico Nueva Evangelización

Desnudez, libertad, alegría

El Hermano de Asís era el hombre más libre del mundo. Ninguna atadura lo vinculaaba a nada. Nada podía perder porque nada tenía. ¿A qué temer? ¿Por qué turbarse? ¿Acaso no es turbación un ejército de combate para la defensa de las propiedades amenazadas? Al que nada tiene y nada quiere tener, ¿qué le puede turbar? El hermaano no tenía ropa, comida, techo. No tenía padre, madre, hermaanos. No tenía prestigio, estima ciudadana, amigos, vecindario. Y ahí, en la tierra despojada y desnuda nace y crece, alto, el árbol florido de la libertad.
El Pobre de Asís, por no tener nada, ni tenía proyectos o ideas claras sobre su futuro, ni siquiera ideales. Aquí está la grandeza y el drama del profeta. Es un pobre hombre lanzado por una fuerza superior a un camino que nadie ha recorrido todavía, sin tener seguridad de éxito final y sin saber qué riesgos le esperan en la próxima encrucijada.
Por no saber nada, ni siquiera sabe de qué manera ser fiel a Dios al día siguiente. Le basta con ser fiel minuto a minuto. Abrir un camino, paso a paso, golpe a golpe, sin saber cuál seerá el paso siguiente a dar; acostarse hoy bajo las estrellas con la amapola de la fidelidad en la mano sin saber qué amapola cortará mañana; abrir los ojos cada mañana y ponerse solitariamente en camino para seguir abriendo la ruta desconocida...
Cuando fallan todas las seguridades, cuando todos los apoyos humanos se han derrumbado y han desaparecido los atavíos y las vestiduras, el hombre, desnudo y libre, casi sin pretenderlo, se encuentra en las manos de Dios. Un hombre desnudo es un hombre entregado, como esas aves desplumadas que se sienten gozosas en las manos cálidas del Padre. Cuando no se tiene nada, Dios se transforma en todo.
Dios está siempre en el centro, cuando todos los revestimientos caen, aparece Dios. Cuando desaparecen los amigos, traicionan los confidentes, el prestigio social recibe hachazos, la salud le abandona, aparece Dios. Cuando todas las esperanzas sucumben, Dios levanta el brazo de la esperanza. Al hunndirse los andamios, Dios se transforma en soporte y seguridad. Sólo los pobres poseerán a Dios.
Al desaparecer la madre, el Señor acogió al Hermano, apreetó contra el pecho su cabeza y le dio más calor y ternura que la misma madonna Pica.
Al despuntar el día, todavía en el regazo de la «Madre» Dios, el Hermano escuchaba las palpitaciones del mundo, abría los ojos y miraba a los ojos de las criaturas y, como en el primer día de la creación, se sumergía en la virginidad del mundo. Y, al faltarle los hermanos de sangre, todas las criaturas le eran dadas como hermanas. Y no hubo en la tierra hombre que fueera tan «hermano», tan fraternalmente acompañado por las criaturas, tan acogedor y acogido por ellas. Nadie disfrutó tanto el calor del sol y del fuego del frescor de la sombra y de las fuentes, del resplandor de las estrellas y de las alegrías primaverales ... Al faltarle la familia, la creación entera fue su familia y fueron su techo el cielo azul y la bóveda estrellada.
Al tener a Dios lo tuvo todo, pero para tener a Dios tuvo que despojarse de todo.
El Hermano, al no tener nada, entra experimentalmente en la profunda corriente de la Gratuidad: lo recibe todo. No merece nada. Todo es Gracia: el vestido, la comida la mirada, el cariño, el consuelo.
El que recibe todo, no se siente con derecho a nada. Nada reclama. Nada exige. Al contrario, todo lo agradece. La gratitud es el primer fruto de la pobreza.
El Hermano fue como el almendro: siempre abierto al sol, del cual recibe, gozoso y agradecido, la vida y el calor. Pero si el sol se oculta, no se queja. No hay violencia. Este es el segundo fruto de la pobreza: la paz, fruta con sabor a dulzura.
Al no sentirse con derecho a nada, el Hermano se coloca a los pies de todos, como el más pequeñito de todos. Para el Hermano la humildad no consiste en despreciarse a sí mismo, sino en considerar a los demás como «señores», para ser servidor de ellos, para echarse a sus pies, lavárselos, servirles en la mesa...
En lugar de dirigirse hacia Foligno, el Hermano tomó la ruta que conduce hacia Gubbio y comenzó a escalar los primeros contrafuertes del Subasio. Era todavía invierno, pero ya se insinuaban tímidamente los primeros avances de la primavera. El mundo estaba como Francisco: desnudo, puro, lavado, virgen. Un duro invierno había soplado como ráfaga despiadada sobre la plataforma de la Creación, y había desmelenado bosques y rastrillado lo mas, transformando los jardines en cementerios.
Las altas crestas del Apenino Central estaban todavía coronadas de nieve. Quedaba también nieve acumulada en algunas gargantas agrestes. Hace bien el invierno, pensaba el Hermano. Fortalece y purifica. El invierno es la cuna de la primavera. Son valientes estos abetos, se decía a sí mismo; se atreven a escalar tan alto y sin miedo porque cuando eran pequeños fueron duramente castigados y, para no caer, se afirmaron en las profundidades de la tierra. Bendita sea la pobreza, y la desnudez, y la incomprensión que nos hacen afirmarnos en Dios.
El Hermano estaba alegre como nunca. La primavera estallaba en sus venas. Era como si por primera vez su alma se asomara al universo. Todo le parecía nuevo. Nunca había saboreado tannto, y agradecido tanto el tibio calor del sol; le sabía a caricia de Dios.
Acababa de librar la batalla decisiva. El Señor, en su miseriicordia, le había asistido y le había dado la victoria. Fue obra del Señor. Por su parte, el hombre es miedo e incoherencia, pensaba. Tenía la impresión de estar sumergido y braceando en el seno de la armonía universal; su alma se había identificado con el alma del mundo. Una ignota felicidad se la había prendido a todo el ser y sentía unas ganas locas de cantar y, sobre todo, de agradecer. Simplemente, estaba embriagado.
Seguía caminando. De pronto, pudo distinguir en el suelo un ciempiés que atravesaba despacito el sendero. Le nació al instante una profunda y desconocida ternura. Se agachó, puso delicadamente su dedo por donde tenía que pasar el miriápodo. El gusanito comenzó a escalar lentamente su dedo. Francisco lo miró y admiró largamente observando con atención sus mecanismos de movimiento. Luego, se aproximó a un arbusto y con suma delicadeza y paciencia depositó el ciempiés en la hoja del arbusto, acordándose de que la Escritura compara al Crucificado con un gusano.
Por todas partes estaban brotando pequeñas flores amariillas cuyo nombre no recordaba Francisco. Tuvo sumo cuidado de no pisar ninguna de ellas a lo largo del día en el subir y bajar las montañas.
Cosa curiosa: ese día sentía un cariño inmenso hacia Dios, pero también la necesidad de canalizar ese cariño hacia las criaturas del Señor, sobre todo las más insignificantes.
Dios se asoma, pensaba el Hermano, por los ojos de las criaturas, preferentemente las más frágiles. Pero las criaturas en que más a gusto habita el Señor son, sin lugar a dudas, los mendigos y leprosos. Estos son sus favoritos.
Sentía que su pecho estallaba por el peso de la felicidad y, no aguantando más, rompió a cantar. Lo hacía en francés. Cantaba canciones provenzales de caballería que había aprendido en otro tiempo. Más tarde comenzó a improvisar letra y melodía dedicadas al Señor. Al principio encontraba extraño todo aquello porque la voz rebotaba en los altozanos y el eco regresaba con cierta tardanza.
Cuando se habituó a estos efectos acústicos, entrado completamente en trance de exultación, intercalaba gritos de gloria y gratitud al Señor Dios. Era el hombre más feliz del mundo.
Mediaba la tarde cuando alcanzó la profunda y áspera garganta que desemboca en el pueblecito de Caprignone, a medio camino entre Asís y Gubbio. De pronto, surgiendo nadie sabe de dónde, cayó sobre él una banda de salteadores intimándole: ¡Alto! ¡Esto es un asalto! ¡Identifícate! Sin perder la alegría, el Hermano respondió: Muchachos, soy la trompeta del emperador que va anunciando su llegada.
Los salteadores, que siempre buscan suculento botín, cuanndo lo vieron estrafalariamente vestido, medio desnudo, con aquel ridículo tabardo, pero al mismo tiempo sin atemorizarse y con aquel desplante tan osado, dijeron: ¡Este está loco! Y descargaron su decepción sobre sus espaldas, lo zarandearon de un lado a otro y le quitaron el tabardo. Vieron a pocos metros un foso profundo, cubierto todavía de nieve, y, empujándolo, lo arrojaron allá diciéndole: Quédate ahí, afónica trompeta imperial.
En este episodio tragicómico, el Hermano en ningún instante perdió la paz. No resistió, no perdió la sonrisa. Lo cual confirmo a aquellos forajidos que efectivamente había perdido la cabeza. Cuando se vio allá abajo hundido en la nieve, el Hermano se dijo a sí mismo: Esto mismo les sucedía a los antiguos caballeros que luchaban a favor del rey Arturo. Bienaventurado escogido el Gran Emperador para sufrir estas pequeñas aventuras por su Gloria.
Se levantó. Vio que la zanja era muy profunda y la salida muy difícil. Comenzó a trepar. Se caía. Hizo varios intentos. Se agarraba con las uñas a la piedras. De nuevo se caía. Después de muchos intentos consiguió salir. Se sacudió la nieve y el barro y miró en todas las direcciones para cerciorarse si todavía estaban los ladrones. No vio a nadie.
Estos muchachos, pensó el Hermano, asaltan y roban porque les falta pan y cariño. También ellos habrán de ser los favoritos de mi corazón. Primero los leprosos, luego los mendigos, después los asaltadores; en una palabra, los marginados de esta sociedad.
Pensando estas cosas, y sintiéndose feliz por haber sido encontrado digno de sufrir por el nombre Jesús, reinició el camino. Pronto se olvidó de la aventura y siguió cantando alegremente las glorias del Señor en francés. Pensaba que gracias a la misericordia del Señor, ni las mismas fuerzas del Averno seerían capaces, en este momento, de atemorizarlo.
Todo es piedad en Dios, añadió en alta voz. Caía la tarde. Tenía hambre, pues no había comido durante el día. Tenía frío, pues los salteadores se habían llevado su capote, dejándolo semidesnudo.
Allá, a cierta distancia, había un monasterio de benedictiinos. Se llamaba San Verecondo, y pertenecía al distrito de Vallingegno. Allá dirigió sus pasos el Hermano, no sabiendo exactamente si pasaría varios días o solamente la noche. Llegó allí, golpeó la puerta, salió un monje.
Soy un pobre de Dios que desea servir al Señor, dijo huuildemente Francisco. He quedado sin casa y sin vestido. Desearía que, en nombre del amor, me dieran la gracia de trabajar y ganarme el pan de cada día y, si fuera posible, alguna ropa.
Allí paso varios días. Los monjes lo pusieron a trabajar en la cocina. Como el Hermano no daba explicación alguna de su identidad, los monjes acabaron por considerarlo como un tipo raro pero no peligroso. Le dieron una celda retirada para dormir, con pocas mantas. Casi toda la noche la pasaba con el Señor, como en luna de miel. Apenas dormía y era inmensamente feliz.
Durante el día trabajaba entre las ollas de la cocina, particiipando de la comida común; pero no le dieron ropa para cubrir su semidesnudez. Al parecer, los monjes lo trataron en todo tiempo como a un pobre hombre, conforme a su apariencia.
Decidió, pues, buscar otras vías para procurarse alguna prenda de vestir. Un día el Hermano se cruzó en el claustro con el prior. Se arrodilló con reverencia ante él y le dijo: Mi señor, te doy rendidas gracias por haberme dado traabajo y alimento durante estos días. Pido a mi Dios que todas las manos te bendigan para que te cubra con sus alas. Pido tu bendición para retirarme y el Hermano se fue, semidesnudo como había llegado.
Dicen los narradores que este mismo prior, a los pocos años, cuando Francisco ya era famoso, fue a pedir disculpas al Herrmano por haberlo tratado con tal desconsideración en esa oportunidad. Y para gran sorpresa suya, Francisco le respondió que pocas veces en su vida había pasado días tan felices como en San Verecondo.
Al salir del monasterio, el Hermano recordó el nombre de su gran amigo Federico Spadalunga, residente en Gubbio, el cual podría proporcionarle alguna vestimenta. Hacia allá dirigió, pues, sus pasos. En el camino fue desgranando reflexiones sobre los días transcurridos en el monasterio.
Sí, pensaba el Hermano; es bueno hacerse pobre y carecer de identidad. En este mundo sólo se hacen respetar los atavíos vistosos, los títulos nobiliarios y, en nuestros días, los acaudalados comerciantes. Los pobres sólo reciben desdén y, en el mejor de los casos, desconocimiento. Pero el Señor se hizo pobre, añadió en voz alta.
Durante el camino muchas veces sintió tentación de murmurar interiormente contra los monjes de San Verecondo. Pero al instante ahogaba en vivo la tentación diciéndose en alta voz: Los pobres no tienen derechos; sólo agradecen, no reclaman. ¿Cuándo llegará el día, siguió pensando, en que sienta la perfecta alegría de sufrir tribulación? Llegó, pues, a Gubbio, ciudad noble y de empaque aristocráático. Al pasar por las calles, las gentes se reían de su extraña catadura. Pero el Hermano no se molestaba por eso. Es normal que se rían de mi figura, pensaba. Dirigió sus pasos hacia la hidalga familia de los Spadalunga.
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Si la sal pierde su sabor...

Al hombre le gusta contemplar el fuego y el mar en movimiento. Allí no cabe la rutina; siempre hay novedad. A nadie se le oculta que con el tiempo, los más altos ideales, los mayores amores, los más fuertes entusiasmos corren el riesgo de perder su vigor. Sin darnos cuenta, empiezan a morirse en nosotros, y con ellos, poco a poco, somos nosotros mismos los que morimos. Curiosamente, nuestro ocaso interior no es sólo cosa nuestra. La pérdida puede afectar a otros. La sal va perdiendo su sabor... «y si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la salará?».
Detrás de esta sencilla pregunta de Jesús, está en juego la calidad de nuestra vida y el valor de nuestro testimonio... por eso vale la pena preguntamos si no vamos perdiendo el sabor.
El testimonio cristiano no es sólo una cuestión de palabras; muestra su verdad con el ejemplo de la vida. No es extraño que Jesús, queriendo precisar nuestra misión en el mundo, haya comparado nuestra tarea con el oficio humilde de la sal. En el cristianismo, la calidad de la vida está muy ligada a la misión que hemos de desempeñar para hacer felices a los demás.
Es ésta la ocasión de preguntarnos, con mucha sencillez y honestidad, cómo estamos viviendo el sermón de la montaña, porque es ahí donde se habla de la fuerza de la sal.
En el sermón de la montaña se resumen las más radicaales exigencias del cristianismo y frente a ellas podemos calibrar nuestro sabor. Allí se le pide al seguidor de Cristo que con su vida y con su palabra sazone la existencia humana. Su modo de vivir no es algo encerrado y debe ser tan sabroso que pueda empapar de sabor la vida de los demás. Allí se nos enseña a perdonar, a amar al enemigo, a tener una justicia que sea más exigente que la de este mundo, porque no se contenta con la letra sino que va al fondo de la verdad; allí se nos enseña a ser radicales en la pureza, a limpiar nuestros ojos de toda mirada torva; a no juzgar al prójimo; a reconciliarnos con el hermano antes de acercarrnos al altar; a no vivir para amontonar tesoros que la polilla se come; a no transformar el dinero en un dios; se nos enseña también a no ostentar tratando de ser vistos y aprobados por los hombres, y sobre todo a confiar en la Providencia y a orar al Padre con la confianza y el amor que sólo un hijo puede tener.
El sermón de la montaña nos ofrece criterios muy distintos a los criterios de este mundo. Para Jesús son felices los pobres, los que tienen hambre de justicia, los que rechazan la violencia, los que trabajan por la paz y los misericordiosos.
El cristianismo no consiste sólo en creer en Dios. Supone tratar de vivir el sermón del monte en la realidad de cada día. La sal no es para sí. Ella desaparece pero es la calidad de su sabor la que transforma el todo. Impregnando con su presencia la masa, el todo adquiere gusto. Ella no le arrebaata su sabor a la comida. Por el contrario, lo realza.
Es bueno verificar la actualidad de nuestro compromiiso con el Evangelio. Inconscientemente podemos ir llevando una existencia desabrida.
A la luz de la pregunta de Jesús vale la pena preguntarrnos: ¿Qué cristianismo vivimos? ¿Cuál es el mensaje que irradiamos? ¿A qué sabe nuestra vida? Un cristianismo insípido, sin mordiente, sólo sirve para «ser tirado» fuera.
Es posible que la vida haya agostado el entusiasmo de nuestra fe primera y que vivamos un ateísmo práctico. ¿Qué podemos hacer? Si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la salará? A Dios gracias, el Señor nunca le cierra al hombre todas las puertas y él nos recuerda que lo que es imposible para el hombre es posible para Dios. El cristiano, por gracia del Señor, puede volver a nacer (cfr. Jn 3) y la sal puede volver a ser sal.
¡Alabado sea Jesucristo!
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María, Arca de la Alianza

El Arca de la Alianza, para los judíos, era objeto de veneración; allí se manifestaba Dios; sobre ella se posaba una nube como señal de la presencia del Señor. Josué y los ancianos del pueblo se postraron un día ante el Arca de la Alianza y lloraron por los pecados del pueblo. (Jos 7,6) El arca de la Alianza, según órdenes de Dios había sido fabricada con maderas preciosas e incorruptibles. María es el Arca de la Alianza en el Nuevo Testamento; contiene lo más precioso y santo que nos podamos imaginar: contiene a Dios. En ella se manifiesta Dios a nosotros. María, como el Arca de la Alianza, fue creada "inmaculada" y "llena de Gracia", porque Dios la escogió para ser el Arca del Nuevo Testamento en donde se guardaría al Santo de los Santos, Jesús.
El arca de la Alianza se quedó durante tres meses en casa de Obed-Edom; el Señor lo bendijo a él y a toda su familia. (2Sam 6,11) Cuando David lo supo, quiso llevar el Arca a la Ciudad de David. La Biblia lo describe danzando frenéticamente ante el Arca de la Alianza. David dijo: "¿Cómo el Arca del Señor va a venir a mí?". Esto nos hace recordar las palabras de Santa Isabel, cuando recibió la visita de María. Isabel pronunció casi idénticas palabras a las de David: ¿De dónde a mí que la madre del Señor venga a visitarme?" Como para Obed-Edom y para David el Arca fue portadora de bendición, así también para Isabel la presencia de María fue una rica bendición en su hogar. María, la nueva arca de la Alianza, le llevó al Señor. Gran sabiduría la de David: cuando vio que el Arca de la Alianza había llevado bendición a Obed-Edom, no quiso quedarse privado de ese privilegio, y se llevó el Arca a su Ciudad. Así sucedió también a los primeros cristianos.
Al principio, quedaron deslumbrados por la luz de Jesús. Centraron toda su atención en darse una respuesta acerca de la personalidad del Señor. Luego descubrieron la personalidad de María.
Al entrar en una sala de cine, cuando ya ha comenzado la función, quedamos deslumbrados por la luz de la pantalla. Sólo vemos la película; todo a nuestro alrededor se presenta oscuro. Más tarde, se va el deslumbramiento y comenzamos a reparar en las personas que están a nuestro lado. Una vez que las primeras comunidades cristianas se dieron razón acerca de la personalidad de Jesús, comenzaron a ver la persona que aparecía siempre a la par de Jesús en los momentos clave de su vida: así descubrieron a María. Como los pastores y los Magos de Oriente, se encontraron con una Señora Santa que les hablaba acerca de Jesús, que se los mostraba, que les contaba lo que "había visto y oído" acerca de su hijo.
Para las primeras comunidades la Virgen María fue una Evangelizadora excepcional. Fue el modelo de fe, y de lo que debe ser el auténtico seguidor de Jesús. Fue la ejemplar orante y la fiel servidora de la comunidad.
Los primeros cristianos, quisieron llevar a sus vidas, a la nueva Arca de la Alianza. Como Josué se había postrado ante el Arca porque contenía lo más santo que ellos tenían; como David había danzado frenéticamente ante el Arca, así los primeros cristianos comenzaron a venerar esa Arca del Nuevo Testamento, que tantas bendiciones traía a la Iglesia.
La auténtica devoción a María, a nivel personal, también debe seguir el mismo proceso. Primero debe haber un deslumbramiento ante la luz de Jesús. Hay que encontrarse personalmente con Jesús. Luego nos encontraremos con la que está junto a Jesús: María está siempre a su lado. Como Isabel, nos alegramos también nosotros al acercarnos a la madre del Señor. Sabemos que su presencia en nuestra vida, en nuestra casa, trae la bendición de Dios. Como David, danzamos con gozo ante esa nueva Arca de la Alianza; no por ella misma, sino por el FRUTO BENDITO DE TU VIENTRE. Porque ella nos entrega a Jesús. Como lo fue para Isabel y para Juan, así para infinidad de cristianos la devoción a la Virgen María ha sido fuente de bendiciones. También nosotros, la llevamos a nuestras vidas, como precioso regalo que Jesús entregó a su Iglesia.
En los últimos instantes, antes de su muerte, Jesús entregó a su Iglesia varios regalos. En la Ultima Cena entregó a su Padre a los apóstoles. Los encomendó a El; rogó para que fueran uno y para que, a pesar de permanecer en el mundo, no fueran tocados por el maligno. Junto a la cruz, entregó a María como madre de la Iglesia. En el Monte Tabor, el Padre les dice a los dirigentes de la Iglesia: "Este es mi Hijo Amado; éste es mi Elegido; a él lo deben escuchar". (Mt 17,5) En las bodas de Caná, María da una indicación muy precisa: "Hagan lo que él les diga".
Una religión auténtica consiste en escuchar a Jesús; en hacer lo que él indique. La auténtica devoción a María se realiza cuando se obedece a la Madre que nos sigue repitiendo: "Hagan lo que él les diga".
La "Anunciación" de la Virgen María, es la historia de su vocación: un día Dios le manifestó que la había escogido para ocupar un lugar destacadísimo en la obra de la salvación de los hombres, junto al Emmanuel.
A muchos pintores les ha gustado representar a María, en la anunciación, hincada en un reclinatorio. ¿Por qué no lavando ropa en la pila? ¿Por qué no barriendo o sacudiendo los sencillos muebles de su casa? Los pintores han querido hacer resaltar la actitud contemplativa de María. Pero la contemplación de María no se reducía a los momentos en que se encontraba hincada rezando. María tuvo que estar, ciertamente en un momento de mucho recogimiento cuando experimentó la presencia de un ángel en su vida. Ese momento muy bien pudo verificarse cuando lavaba, cuando cocinaba, cuando barría su casa.
Para meterse dentro de ese instante de suma espiritualidad de María, habría que comenzar por quitar al ángel las plumas: nada de efectos musicales y de tramoya teatral. Un momento de intimidad con Dios como los que nosotros también, a veces, tenemos. Dios es Espíritu y se comunica espiritualmente con nosotros.
"Angelos", en griego, significa mensajero. Dios dispone de infinidad de mensajeros para acercarse a nosotros. Puede ser la persona que nos cae muy mal: nuestro enemigo. Lo que interesa no es el mensajero, sino el mensaje de Dios. La persona que en medio de sus faenas diarias, como María, sabe ser una contemplativa, estar en la presencia de Dios, sabrá descubrir a los "ángeles", los mensajeros que Dios le enviará todos los días. No importa si está en el autobús, en la oficina, en el parque o en el cine, la persona que vive en la presencia de Dios, estará siempre alerta a los mensajeros que el Señor le enviará todos los días. Sí; todos los días: las anunciaciones no están reservadas sólo para las fechas clave del calendario.
El nombre con que Dios envió a saludar a María fue "llena de Gracia" -favorecida-. No la llamó María, sino favorecida. Tenía razón la humilde virgen nazarena en turbarse por esa presencia misteriosa y ese saludo tan desacostumbrado.
La Anunciación es el momento en que la Virgen María descubre que es una "favorecida" de manera especialísima por Dios. Llega a conocer por revelación de Dios que el Señor tiene un plan extraordinario para ella. Se siente impotente; se reconoce inmerecedora de ese privilegio. Se turba Al mismo tiempo se "alegra". El ángel comienza animándola a "alegrarse", "Alégrate llena de Gracia; el Señor está contigo", Se alegra y se pone a la disposición de Dios, No encuentra otra forma para expresar su reconocimiento que ofrecerse como una "esclava" en las manos del Señor: "He aquí la esclava del Señor",
Uno de los grandes problemas de nuestra fe es aceptarnos como hijos de Dios; creer que Dios tiene confianza en nosotros, Son muchas las personas que, muy subconscientemente, se consideran hijos de Dios, pero "de segunda categoría", Cualquier cosa mala que les sucede, piensan que Dios los está castigando, que les va llevando cuenta minuciosa de todos esos males del pasado. Propiamente no aman a Dios; le tienen miedo, Cumplen la ley porque de otra forma se sentirían con "complejo de culpa". Todos necesitamos tener "una anunciación": saber que también en nosotros Dios puede "hacer maravillas",
En la anunciación, la Virgen María, al ponerse a la entera disposición de Dios, quedó llena de Espíritu Santo, En nuestro bautismo, nosotros quedamos llenos de Espíritu Santo, Fuimos adoptados por Dios como sus hijos, En su bautismo, Jesús escuchó la voz del Padre: "Este es mi Hijo amado", Encima de la pila bautismal, en nuestro bautismo, también resonó la voz de Dios: "Este es mi hijo amado", Sentirse hijo de Dios, de "segunda categoría" es no haber aceptado nuestra propia anunciación, que Dios nos ha hecho en alguna oportunidad de nuestra vida. Por el contrario, admitir que Dios tiene un plan de amor para nosotros, es haber aceptado ya que también para nosotros hubo una anunciación.
La turbación de María es muy explicable. La misión que se le encomendaba llevaba incluidas muchas cosas oscuras: concebir por obra del Espíritu Santo sin una relación matrimonial previa. María no tenía ningún punto de referencia en la historia acerca de algo parecido. Como joven inteligente, habrá pensado en todos los problemas que eso le traía: ¿Qué pensaría José, su novio? ¿Y sus parientes, y las personas chismosas que nunca faltan en los pueblos? Las misiones que Dios encomienda causan incertidumbre siempre. Moisés hasta llegó a pensar que era "tartamudo". El profeta Jeremías su puso a llorar y alegó que era muy joven para la misión que Dios le encargaba. A cada uno de sus desconcertados profetas, Dios siempre repite: "No temas". "No temas, María". El Señor da una breve y oscura explicación a María. Nada más. María no entiende ¡qué iba a entender!; pero se fía de Dios. Dice sí de corazón. A todos sus enviados el Señor les sigue repitiendo: "No temas". Es una frase que cruza la Biblia como un hilo conductor. "No temas". Dios no da mayores explicaciones; solamente pide que se fíen de El.
El Señor, además, le adelanta a María que tendrá una señal: su prima Isabel, en su avanzaba ancianidad, también ha quedado embarazada; porque "para Dios nada hay imposible", dice el ángel...
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