Jesús es paradójico. Quien ha sido llamado Príncipe de la Paz, nos dice que ha venido a traer la división. Más precisamente, Mateo nos recuerda que su Señor vino a traer espada. Esta expresión no deja de extrañamos e invita a afiinar la reflexión. ¿No estaremos llamando paz a algo que está lejos de serIo? Lo que es paz para algunos, ¿no signiifica la muerte y el dolor para otros?
Esta pregunta desconcierta. Hemos estado acostumbraados a ver en Jesús la encarnación de la paz y en realidad creemos que sólo él puede dar la paz que el mundo no puede dar.
En un lenguaje semítico, que ama los contrastes pero obliga a ir al fondo de la verdad, Jesús nos hace una pregunta inquietante. Él está en la línea de Jeremías y Ezequiel, que acusaban a los falsos profetas que hablaban de la paz cuando todo andaba mal. (Jer 6,13-14; Ez 13,10).
¿Creen que vine a traer paz? Desde antiguo se ha dicho: Si quieres la paz prepárate para la guerra. Ármate hasta los dientes para que te teman... Ésta es la lógica del mundo. Pero esta paz no la quiere Jesús y con razón nos dice que no es ése su mensaje. «No he venido a traer paz sino espada». (Mt 10,34)
La paz fundada en la mentira y la apariencia; la componenda fácil que acumula problemas para el futuro, no es la paz de Jesús. Qué lejos están de su mensaje la paz de cosmético que sólo quiere salvar las apariencias; la paz armada; la paz que se impone por la fuerza y que a menudo cuesta más que una terrible guerra; la paz del cementerio donde nadie opina y donde nadie puede disentir. Bajo el manto de esta aparente pacificación, existen violencias escondidas y atrozmente mortales.
Cuando un pueblo está tranquilo porque está petrificaado por el temor, no está ciertamente saboreando el fruto de la paz. Los pobres y quienes carecen de las más elementaales oportunidades de vivir con dignidad pueden ser testigos de que por ahí no va la salvación del mundo. En esas circunstancias no son hijos de la paz quienes callan sino los que se atreven a denunciar el mal.
Tampoco es la paz del Evangelio aquel pasado bien sin pensar en los otros. En un mundo hedonista, un mundo que rechaza la fidelidad, que desconoce el heroísmo, se confunden los términos y la «tranquilidad», el bienestar material, la carencia de problemas, la farándula, el entretenimiento y el olvido terminan por paralizar el corazón sin dade el verrdadero reposo.
El mensaje del Señor padece violencia. El Evangelio supone una batalla interior. Vencerse a sí mismo, entregar la vida para que otros puedan vivir, rechazar la mediocridad, oponerse al compromiso espurio y a la verdad dicha a medias, ciertamente cuesta mucho. Ser radicalmente coherente con lo que se cree es una especie de guerra implacable. La verdad es dolorosa, pero sólo ella nos hace libres.
Ser libre para decir las cosas hiere muchos intereses y acarrea problemas. La propia muerte de Jesús muestra lo conflictivo del mensaje que él vino a proclamar.
Pero el cristianismo no es sólo lucha interior. Él se prooyecta sobre la sociedad y quiere transformada. Él pretende reconstruir en sus raíces las relaciones del hombre con su hermano y cambiar la lógica del mundo. Eso provoca resistencias. Es impresionante lo que molesta que alguien tenga el valor de proponer un reto, de enfrentarse a este mundo. Perturba una persona que tenga un corazón libre y diga la verdad. No es fácil que se acepte a quien opta por los más débiles y hace suyo el desamparo del mundo. A menudo se le acusa a él de delincuente. Quien es testigo del Espíritu en medio del materialismo que se nos quiere impooner, quien tiene a Dios por centro y fuente de su vida, tiene que aceptar su inexorable cuota de martirio.
Jesús no quiere una paz falsa, pero rechaza la violencia no ataca, pero recibe en sí las consecuencias de su amor y va a la muerte. Es ésta la más dolorosa realidad de su mensaje que no se puede ocultar. Jesús hizo guardar la espada porque el que mata con la espada a hierro muere. Quiso romper la espiral de la agresión. Su mensaje no es una invitación a la dulce tranquilidad, es un mensaje abrasador. El reino de los cielos padece violencia.
A lo largo de la historia del cristianismo ha corrido mucha sangre de mártires y ella ha sido la mejor semilla de la fe. El Evangelio no fue nunca un sedante. Muchos discípulos de Cristo entregaron su vida para que el mundo pudiera realmente vivir.
¡Alabado sea Jesucristo!
BUENAS NOTICIAS PARA ELHOMBRE DE HOY
Grupo Apostólico Nueva Evangelización
jueves, 31 de diciembre de 2009
Baño de Luz
Un baño de luz no es otra cosa que, con la ayuda del Señor Jesús, tratar de encontrar: - Una respuesta a algo que nos molesta y nos hace sufrir. - Una razón de aquello que nos impide ser felices. - La causa de un bloqueo o trauma. - Una luz para aquella oscuridad que produce una parálisis en la vida espiritual.
Para ilustrar mejor lo que es un baño de luz, transmitimos el caso de una religiosa que hacia treinta y dos años estaba en el convento: Durante los primeros veinte años viví muy feliz. Pero durante los últimos doce sufrí un infierno. No quería a nadie, ni nadie me quería. Pedí ayuda para remediar mi mal y me aconsejaron un baño de luz. Por la noche estando en la capilla, le dije al Señor: - Señor Jesús: ilumíname. ¿Cuál es la causa por la que he vivido tan aburrida en el convento durante estos últimos doce años?
Vi entonces que del sagrario salía el Señor Jesús e iba acercándoseme muy sonriente y muy amoroso. Me quedé mirándole y cuando ya le tuve cerca le volví a preguntar: - Señor, ¿por qué vivo tan aburrida en mi vida religiosa? ¿Por qué no tengo la alegría del principio? El Señor me contestó: - ¿Qué relación hay entre esas revistas que estas leyendo y yo? ¿por qué pasas tanto tiempo entretenida hojeándolas?
Le respondí: - Señor pero esas revistas no son pornográficas... Y el Señor me dijo: - Precisamente porque no son pornográficas las lees, pero te están llenando del mundo y de vanidades que te vacían de mi y te disipan, separándote de mí. Tú me has sacado de tu corazón. Tú ya no sientes lo que antes sentías por mi. Ni lo mío te enamora, ni te atrae. Esta es la razón por la que vives tan aburrida en la vida religiosa.
Esta religiosa hacia exactamente doce años que estaba leyendo revistas del mundo, que en vez de llevarla a enamorarse del Señor cada vez más, lo que hacían eran distraerla y separarla de su amor, y le habían arruinado su vida de oración. El baño de luz le hizo conocer el origen de su problema.
El baño de luz es para pedirle al Señor Jesús que ilumine el por qué de algún mal, su razón o causa. Una vez encontrado el origen, se pide la sanación. La sanación interior es para pedirle al Señor Jesús que sane una herida concreta. El baño de luz es para identificar la herida y su nacimiento.
La sanación interior, generalmente, necesita la ayuda y discernimiento de otra persona que ore por nosotros. El baño de luz se lo puede hacer la misma persona. Esta es la diferencia más peculiar.
En el siguiente testimonio encontramos a una persona que necesitaba luz para darse cuenta de por qué no podía hacer lo que quería: Durante el baño de luz le pregunté al Señor. - Jesús, ¿por qué me cuesta tanto trabajo dar el primer paso de reconciliación, y siempre espero que sea la otra persona quien lo haga? Porqué tú te ves a ti y no a mi. Tú siempre te juzgas bueno, que no tienes la culpa y no te fijas que yo, inocente, tomé la iniciativa para perdonar a los pecadores. Si en esos momentos en vez de señalar culpables y condenarlos, me miraras a mi y me preguntaras qué haría yo en ese caso, encontrarías la respuesta.
Algunos textos bíblicos nos iluminan maravillosamente en qué consiste el baño de luz: Cuando todas las cosas son puestas al descubierto por la luz todo queda claro, porque la luz lo descubre todo. Por eso se dice: Despiértate, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo te alumbrará: Ef 5,13-14.
El que se acerca a la luz queda iluminado, como el que se acerca al calor se calienta, o el que se acerca a la sombra se refresca.
Por las entrañas de misericordia de nuestro Dios, nos visitará la Luz que viene de lo alto para iluminar a los que habitan en tinieblas y en sombras de muerte y guiar nuestros pasos por el camino de la paz: Lc 1,78-79.
Este texto es clarísimo para ver qué es el baño de luz: ilumina una tiniebla, un problema, una dificultad y como consecuencia nos guía, nos lleva y nos da la paz.
Jesús, luz del mundo (Jn 12,46) ilumina a todo hombre (Jn 1,9) para que el que crea en él no permanezca en tinieblas (Jn 12,46) sino que tenga la luz de la vida (Jn 8,12). Quien rechaza la luz se cierra a la salvación gratuita ofrecida por Dios (Jn 3,19-21).
Así como Dios lo primero que creó fue la luz (Gen 1,3), así para recrearnos (hacernos nuevas criaturas: 2Cor 5,17), él hace brillar su luz en nuestros corazones para transformarnos en Cristo, en luz para los demás; es decir, agentes de salud y salvación. Ver: 2Cor 4,6.
No hay nada que pueda quedarse escondido a la luz de Dios. No hay secreto que no llegue a saberse (Mc 4,22). Si con fe y sobre todo con sinceridad le pedimos al Señor Jesús que nos ilumine y sane nuestros males, no hay nada que el no quiera y pueda hacer.
El siguiente testimonio nos muestran los frutos del baño de luz: Un día en un retiro, una persona dejó este mensaje sobre el altar. Me impresionó tanto que lo guardé para orar por ella. Decía así: Desde hace muchos años estoy muy enferma, debido a la traición de un médico.
De este incidente me vino insomnio y un nerviosismo que me mata todavía. Por esta causa me enferme de alta presión arterial. Para curarme me pusieron una dieta que resultó muy dañosa para mí. Por necesidad, me vi obligada a hacer limpieza en un lugar seco, sucio, lleno de lana y polvo. Eso me hizo contraer una bronquitis que desde hace un año me ha puesto tan mal que una noche la pasé casi sin respirar ya que tenía las narices tapadas. Por no recibir inmediatamente la atención adecuada del hospital sufrí un infarto.
Por esa razón padezco invalidez y ni siquiera puedo mojarme porque me hace mucho daño. Soy vieja, pero jamás sentí la vejez como ahora: enferma del corazón, bronquitis crónica y unos dolores terribles que entiendo son en las arterias del tórax, pues me dan por delante y por la espalda: son dolores matones. Además, me viene una terrible asfixia por las noches. Ahora si parezco una vieja. Me da pena estar tan fea y tan inútil, molestando a todo mundo. Me muero de miedo, siempre he sufrido miedo y vergüenza. Permanentemente tengo la nariz tapada y sufro también de otros males. Pido ayuda, de otro modo ya no estaré viva.
Poco tiempo después de ese retiro donde sugerimos el baño de luz llegó esta bellísima carta: Yo soy la persona que le envié un escrito y se lo dejó sobre el altar contándole que un médico había abusado de mí. Pues, durante el baño de luz le pregunté al Señor por qué vivía tan enferma del alma y del cuerpo. El me dijo: "Querida hija: Es cierto que tus males comienzan con la deshonestidad de ese médico, pero también debes saber que mi ley es amar y perdonar hasta a los enemigos. Así soy yo. Si se aman los unos a los otros, el mundo va a saber que ustedes son mis discípulos. Este es el único signo por el que los van a identificar como míos. Date cuenta claramente de que hay que amar y perdonar a los enemigos porque así lo hice yo, que los amé a ustedes cuando todavía eran malos y pecadores.
Aunque tú ya te has confesado del incidente con el médico, sin embargo lo odias inconscientemente en tu corazón. Perdónalo, pero ojalá se lo dijeras personalmente, diciéndole al mismo tiempo que yo lo amo con sus debilidades y pecados; que se vuelva a mi para sanarlo. Yo te amo mucho y te tengo en mi corazón. Jesús".
Quiero que sepa que fui con el médico y lo perdoné No puedo expresarle lo que sentí. Nunca antes había tenido tanta paz: todo se ha transformado: amo mucho, hasta el punto de que todo me parece lindo, hasta las personas de mi mismo sexo me parecen hermosas. Todo me gusta, todo me agrada. Bueno, estoy de luna de miel con Jesús. Pero, lo más importante era decirle que estoy sana de todos los males físicos y espirituales. Hasta la cara como que se me desarrugó. Alabado sea Jesús. Con efecto. Una agradecida con Jesús.
El baño de luz nos da una respuesta inmediata a nuestra situación. Dios responde rápidamente cuando le preguntamos y abrimos nuestro corazón para escucharle.
Si la luz recorre 300 mil kilómetros por segundo, la luz divina es todavía mas veloz para darnos vida en abundancia.
Una señora que tenia problemas por infidelidades constantes de su esposo le preguntó al Señor: Señor, ¿que debo hacer con tanta infidelidad de mi esposo? - Perdón. Pero, Señor, ya lo he perdonado una y mil veces, y no mejora. - Perdón. Lo que pasa es que perdonándolo se aprovecha de mi perdón. Ya me cansé de perdonarlo. - Cuando te digo "perdón" no me refiero a que le perdones sino a que le pidas perdón por no ser la mujer que él anda buscando fuera y no encuentra. Pídele perdón por no atenderlo como él necesita. Pídele perdón por juzgarlo y condenarlo, por no ser solicita y cariñosa como lo eres con otras personas.
Para pedir el baño de luz se necesita ante todo un lugar tranquilo que invite a la oración, al diálogo. En Mc 5,37-40 vemos cómo el Señor Jesús se quedó solo en la habitación con los padres de la niña y algunos de sus discípulos. Es decir hizo un ambiente de recogimiento para orar. Es muy importante calmar el espíritu para entrar en oración.
Se debe imaginar al Señor Jesús de una manera muy humana, algo así como se apareció a sus discípulos después de su resurrección, y aunque su cuerpo ya está glorioso, no debe verse con rayos o luces, sino sonriendo y con las llagas de sus manos, sus pies, su costado, como invitándonos a meter nuestros dedos en sus heridas, como lo hizo con su apóstol Tomás. Es necesario representarnos la persona del Señor de la manera más imaginativa y positiva posible.
La oración se desarrolla con un diálogo a solas entre dos personas: el Señor Jesús y tú. Nadie más debe venir a la escena. Los dos solos.
Es un diálogo amoroso con el Señor. El ejemplo mejor para el diálogo que se debe sostener con el Señor durante el baño de luz es el que encontramos narrado en Jn 4,1-26. Mientras Jesús habla con la Samaritana la va sanando del odio racial. El baño de luz es poner en práctica la verdad de que Cristo está en nosotros y él es la esperanza de la gloria que tendremos.
Una vez representado Jesús por la imaginación nos acercamos a él y le hacemos una pregunta cuya respuesta estamos necesitando.
Hacer silencio. Para escuchar las respuestas del Señor, es necesario guardar silencio, Muchas veces no escuchamos a Dios porque no le damos tiempo a que nos responda. Siempre estamos hablando y volvemos la oración un monólogo y no un diálogo.
Hay personas a las que no les es fácil hablar con el Señor, pero sí pueden expresarse más lúcidamente por escrito. Para esto, es buena cosa escribir las preguntas al Señor, comentándole el problema y pidiéndole respuestas a las preguntas. Mientras el Señor responde, se debe permanecer en oración y silencio. En cuanto se comience a recibir respuesta, ésta se escribe.
Si deseas las seis columnas semanales diferentes que se publican los domingos en los tres principales diarios de Morelia, localízalas en Blogger: jesusestavivoenmorelia.blogspot.com y en Twitter: twitter.com/jesusestavivo Si quieres recibirlas cada ocho días en tu correo, haz click en el cuadro naranja y automáticamente las tendrás. Hoy y todos los domingos en la Z radio, 96.3 FM y 1340 AM, “La Palabra” cuarenta y cinco minutos en comunicación con Jesús vivo que sigue sanando a los más necesitados que creen que él tiene todo el poder en los cielos y en la tierra. Visita nuestra página web: www.jesusestavivo.org.mx y vive los 145 videos de misas, evangelización y testimonios de sanación de lo que Jesús hace en su Morelia.
¡Alabado sea Jesucristo!
BUENAS NOTICIAS PARA ELHOMBRE DE HOY
Grupo Apostólico Nueva Evangelización
Para ilustrar mejor lo que es un baño de luz, transmitimos el caso de una religiosa que hacia treinta y dos años estaba en el convento: Durante los primeros veinte años viví muy feliz. Pero durante los últimos doce sufrí un infierno. No quería a nadie, ni nadie me quería. Pedí ayuda para remediar mi mal y me aconsejaron un baño de luz. Por la noche estando en la capilla, le dije al Señor: - Señor Jesús: ilumíname. ¿Cuál es la causa por la que he vivido tan aburrida en el convento durante estos últimos doce años?
Vi entonces que del sagrario salía el Señor Jesús e iba acercándoseme muy sonriente y muy amoroso. Me quedé mirándole y cuando ya le tuve cerca le volví a preguntar: - Señor, ¿por qué vivo tan aburrida en mi vida religiosa? ¿Por qué no tengo la alegría del principio? El Señor me contestó: - ¿Qué relación hay entre esas revistas que estas leyendo y yo? ¿por qué pasas tanto tiempo entretenida hojeándolas?
Le respondí: - Señor pero esas revistas no son pornográficas... Y el Señor me dijo: - Precisamente porque no son pornográficas las lees, pero te están llenando del mundo y de vanidades que te vacían de mi y te disipan, separándote de mí. Tú me has sacado de tu corazón. Tú ya no sientes lo que antes sentías por mi. Ni lo mío te enamora, ni te atrae. Esta es la razón por la que vives tan aburrida en la vida religiosa.
Esta religiosa hacia exactamente doce años que estaba leyendo revistas del mundo, que en vez de llevarla a enamorarse del Señor cada vez más, lo que hacían eran distraerla y separarla de su amor, y le habían arruinado su vida de oración. El baño de luz le hizo conocer el origen de su problema.
El baño de luz es para pedirle al Señor Jesús que ilumine el por qué de algún mal, su razón o causa. Una vez encontrado el origen, se pide la sanación. La sanación interior es para pedirle al Señor Jesús que sane una herida concreta. El baño de luz es para identificar la herida y su nacimiento.
La sanación interior, generalmente, necesita la ayuda y discernimiento de otra persona que ore por nosotros. El baño de luz se lo puede hacer la misma persona. Esta es la diferencia más peculiar.
En el siguiente testimonio encontramos a una persona que necesitaba luz para darse cuenta de por qué no podía hacer lo que quería: Durante el baño de luz le pregunté al Señor. - Jesús, ¿por qué me cuesta tanto trabajo dar el primer paso de reconciliación, y siempre espero que sea la otra persona quien lo haga? Porqué tú te ves a ti y no a mi. Tú siempre te juzgas bueno, que no tienes la culpa y no te fijas que yo, inocente, tomé la iniciativa para perdonar a los pecadores. Si en esos momentos en vez de señalar culpables y condenarlos, me miraras a mi y me preguntaras qué haría yo en ese caso, encontrarías la respuesta.
Algunos textos bíblicos nos iluminan maravillosamente en qué consiste el baño de luz: Cuando todas las cosas son puestas al descubierto por la luz todo queda claro, porque la luz lo descubre todo. Por eso se dice: Despiértate, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo te alumbrará: Ef 5,13-14.
El que se acerca a la luz queda iluminado, como el que se acerca al calor se calienta, o el que se acerca a la sombra se refresca.
Por las entrañas de misericordia de nuestro Dios, nos visitará la Luz que viene de lo alto para iluminar a los que habitan en tinieblas y en sombras de muerte y guiar nuestros pasos por el camino de la paz: Lc 1,78-79.
Este texto es clarísimo para ver qué es el baño de luz: ilumina una tiniebla, un problema, una dificultad y como consecuencia nos guía, nos lleva y nos da la paz.
Jesús, luz del mundo (Jn 12,46) ilumina a todo hombre (Jn 1,9) para que el que crea en él no permanezca en tinieblas (Jn 12,46) sino que tenga la luz de la vida (Jn 8,12). Quien rechaza la luz se cierra a la salvación gratuita ofrecida por Dios (Jn 3,19-21).
Así como Dios lo primero que creó fue la luz (Gen 1,3), así para recrearnos (hacernos nuevas criaturas: 2Cor 5,17), él hace brillar su luz en nuestros corazones para transformarnos en Cristo, en luz para los demás; es decir, agentes de salud y salvación. Ver: 2Cor 4,6.
No hay nada que pueda quedarse escondido a la luz de Dios. No hay secreto que no llegue a saberse (Mc 4,22). Si con fe y sobre todo con sinceridad le pedimos al Señor Jesús que nos ilumine y sane nuestros males, no hay nada que el no quiera y pueda hacer.
El siguiente testimonio nos muestran los frutos del baño de luz: Un día en un retiro, una persona dejó este mensaje sobre el altar. Me impresionó tanto que lo guardé para orar por ella. Decía así: Desde hace muchos años estoy muy enferma, debido a la traición de un médico.
De este incidente me vino insomnio y un nerviosismo que me mata todavía. Por esta causa me enferme de alta presión arterial. Para curarme me pusieron una dieta que resultó muy dañosa para mí. Por necesidad, me vi obligada a hacer limpieza en un lugar seco, sucio, lleno de lana y polvo. Eso me hizo contraer una bronquitis que desde hace un año me ha puesto tan mal que una noche la pasé casi sin respirar ya que tenía las narices tapadas. Por no recibir inmediatamente la atención adecuada del hospital sufrí un infarto.
Por esa razón padezco invalidez y ni siquiera puedo mojarme porque me hace mucho daño. Soy vieja, pero jamás sentí la vejez como ahora: enferma del corazón, bronquitis crónica y unos dolores terribles que entiendo son en las arterias del tórax, pues me dan por delante y por la espalda: son dolores matones. Además, me viene una terrible asfixia por las noches. Ahora si parezco una vieja. Me da pena estar tan fea y tan inútil, molestando a todo mundo. Me muero de miedo, siempre he sufrido miedo y vergüenza. Permanentemente tengo la nariz tapada y sufro también de otros males. Pido ayuda, de otro modo ya no estaré viva.
Poco tiempo después de ese retiro donde sugerimos el baño de luz llegó esta bellísima carta: Yo soy la persona que le envié un escrito y se lo dejó sobre el altar contándole que un médico había abusado de mí. Pues, durante el baño de luz le pregunté al Señor por qué vivía tan enferma del alma y del cuerpo. El me dijo: "Querida hija: Es cierto que tus males comienzan con la deshonestidad de ese médico, pero también debes saber que mi ley es amar y perdonar hasta a los enemigos. Así soy yo. Si se aman los unos a los otros, el mundo va a saber que ustedes son mis discípulos. Este es el único signo por el que los van a identificar como míos. Date cuenta claramente de que hay que amar y perdonar a los enemigos porque así lo hice yo, que los amé a ustedes cuando todavía eran malos y pecadores.
Aunque tú ya te has confesado del incidente con el médico, sin embargo lo odias inconscientemente en tu corazón. Perdónalo, pero ojalá se lo dijeras personalmente, diciéndole al mismo tiempo que yo lo amo con sus debilidades y pecados; que se vuelva a mi para sanarlo. Yo te amo mucho y te tengo en mi corazón. Jesús".
Quiero que sepa que fui con el médico y lo perdoné No puedo expresarle lo que sentí. Nunca antes había tenido tanta paz: todo se ha transformado: amo mucho, hasta el punto de que todo me parece lindo, hasta las personas de mi mismo sexo me parecen hermosas. Todo me gusta, todo me agrada. Bueno, estoy de luna de miel con Jesús. Pero, lo más importante era decirle que estoy sana de todos los males físicos y espirituales. Hasta la cara como que se me desarrugó. Alabado sea Jesús. Con efecto. Una agradecida con Jesús.
El baño de luz nos da una respuesta inmediata a nuestra situación. Dios responde rápidamente cuando le preguntamos y abrimos nuestro corazón para escucharle.
Si la luz recorre 300 mil kilómetros por segundo, la luz divina es todavía mas veloz para darnos vida en abundancia.
Una señora que tenia problemas por infidelidades constantes de su esposo le preguntó al Señor: Señor, ¿que debo hacer con tanta infidelidad de mi esposo? - Perdón. Pero, Señor, ya lo he perdonado una y mil veces, y no mejora. - Perdón. Lo que pasa es que perdonándolo se aprovecha de mi perdón. Ya me cansé de perdonarlo. - Cuando te digo "perdón" no me refiero a que le perdones sino a que le pidas perdón por no ser la mujer que él anda buscando fuera y no encuentra. Pídele perdón por no atenderlo como él necesita. Pídele perdón por juzgarlo y condenarlo, por no ser solicita y cariñosa como lo eres con otras personas.
Para pedir el baño de luz se necesita ante todo un lugar tranquilo que invite a la oración, al diálogo. En Mc 5,37-40 vemos cómo el Señor Jesús se quedó solo en la habitación con los padres de la niña y algunos de sus discípulos. Es decir hizo un ambiente de recogimiento para orar. Es muy importante calmar el espíritu para entrar en oración.
Se debe imaginar al Señor Jesús de una manera muy humana, algo así como se apareció a sus discípulos después de su resurrección, y aunque su cuerpo ya está glorioso, no debe verse con rayos o luces, sino sonriendo y con las llagas de sus manos, sus pies, su costado, como invitándonos a meter nuestros dedos en sus heridas, como lo hizo con su apóstol Tomás. Es necesario representarnos la persona del Señor de la manera más imaginativa y positiva posible.
La oración se desarrolla con un diálogo a solas entre dos personas: el Señor Jesús y tú. Nadie más debe venir a la escena. Los dos solos.
Es un diálogo amoroso con el Señor. El ejemplo mejor para el diálogo que se debe sostener con el Señor durante el baño de luz es el que encontramos narrado en Jn 4,1-26. Mientras Jesús habla con la Samaritana la va sanando del odio racial. El baño de luz es poner en práctica la verdad de que Cristo está en nosotros y él es la esperanza de la gloria que tendremos.
Una vez representado Jesús por la imaginación nos acercamos a él y le hacemos una pregunta cuya respuesta estamos necesitando.
Hacer silencio. Para escuchar las respuestas del Señor, es necesario guardar silencio, Muchas veces no escuchamos a Dios porque no le damos tiempo a que nos responda. Siempre estamos hablando y volvemos la oración un monólogo y no un diálogo.
Hay personas a las que no les es fácil hablar con el Señor, pero sí pueden expresarse más lúcidamente por escrito. Para esto, es buena cosa escribir las preguntas al Señor, comentándole el problema y pidiéndole respuestas a las preguntas. Mientras el Señor responde, se debe permanecer en oración y silencio. En cuanto se comience a recibir respuesta, ésta se escribe.
Si deseas las seis columnas semanales diferentes que se publican los domingos en los tres principales diarios de Morelia, localízalas en Blogger: jesusestavivoenmorelia.blogspot.com y en Twitter: twitter.com/jesusestavivo Si quieres recibirlas cada ocho días en tu correo, haz click en el cuadro naranja y automáticamente las tendrás. Hoy y todos los domingos en la Z radio, 96.3 FM y 1340 AM, “La Palabra” cuarenta y cinco minutos en comunicación con Jesús vivo que sigue sanando a los más necesitados que creen que él tiene todo el poder en los cielos y en la tierra. Visita nuestra página web: www.jesusestavivo.org.mx y vive los 145 videos de misas, evangelización y testimonios de sanación de lo que Jesús hace en su Morelia.
¡Alabado sea Jesucristo!
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Jesús presente en la Hostia
El elemento definitivo que identifica y concentra la esencia de un verdadero líder es su visión. En primer lugar la visión es difícil de expresar. Cuando Pablo fue arrebatado al tercer cielo y tuvo sus visiones proféticas afirma que ni el ojo vio, ni el oído oyó… Para ilustrar lo que significa la visión, podemos tomar el ejemplo cuando el marinero, desde el mástil central del barco, extendiendo su mano hacia el horizonte, conmueve el ánimo de la tripulación con un grito emocionado: ¡Tierra a la vista! Ve más allá que todos los demás.
El líder posee un radar de alta frecuencia para percibir la realidad y tiene capacidad de soñar lo inimaginable. Puede ver lo que nadie ha descubierto todavía. Esto lo coloca por encima del común denominador de la gente. Sabe descifrar causas, prever consecuencias. Distingue claramente lo esencial de lo accidental y la sustancia de la materia, de la forma. Es un tejedor de una amplia base de datos. Ha desarrollado un sistema integral de la realidad. Tiene jerarquía de valores. En una palabra pertenece a esa raza de hombres que no está emparentada con la mediocridad.
Pablo llegó a ser un experto en el mundo de la navegación. Percibía lo que otros no: Lucas cuenta que en Damasco los hombres que acompañaban a Saulo "oían la voz, pero no veían a nadie". Hech 9,7 Por su parte el mismo Saulo asegura: "Los que estaban conmigo vieron la luz, pero no oyeron la voz que me decía en lengua hebrea: Saúl, Saúl...". 22,9 y 26,14. Esto, más que una contradicción quiere reafirmar lo esencial: Solo Pablo percibe lo que otros hacen parcialmente. Ve lo que otros no ven o escucha lo que otros no escuchan.
Que el día de hoy nuestros jóvenes tengan visiones no es cosa de estos tiempos ya desde el Antiguo Testamento Joel, que desde el año 470 antes de Cristo profetizaba, nos dice en el capítulo tres la Palabra de Yahvé: "Sucederá después de esto que yo derramaré mi Espíritu en toda carne. Vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán, vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Hasta en los siervos y las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días. Y realizaré prodigios en el cielo y en la tierra…”.
Durante la oración por la salud de los enfermos de los lunes en el templo de Las Rosas nuestros hermanos Héctor y Gisela tuvieron grandes visiones que nos trataron de expresar con sus palabras y esto es lo que vieron con los ojos cerrados: Comenzare mi relato recordándote el hecho de que fue la primera vez que asistí a la asamblea de oración en el templo de Las Rosas y digo a todos aquellos que leerán estas líneas que Jesús que es Dios, es el Camino, la Verdad y la Vida.
Cuando llegué al templo y me metí en la oración, a los pocos momentos empecé a sentir que algo cimbraba mi cuerpo y cuando empezamos a levantar las manos al Señor, sentí como si una descarga eléctrica entrara por mi organismo.
Cuando subimos al altar donde está la custodia con Jesús Eucaristía cerré mis ojos y vi a Jesús vestido con una túnica blanca y en su pecho su Corazón muy resplandeciente que se fue haciendo grande, muy grande por el cual entrábamos todos, éramos no unos pocos sino miles y miles de personas que íbamos pasando a través de su Corazón y todos nos veíamos caminando hacia el interior de su Corazón, y vi como “nadie era rechazado”. Yo interpreto esto como el gran amor de Dios que todo nos perdona y no nos abandona jamás. En ese momento recordé las palabras de mi Señor Jesús y como nos la repetía Su Santidad Juan Pablo II: “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el final de los tiempos”. Que la paz de Dios nuestro Señor sea con todos. Tú hermano en Cristo Jesús: Héctor Bibian Guzmán.
Nuestra hermana Gisela ese mismo día tuvo otra visión que dice así: El día domingo leí el periódico “El Sol de Morelia” y me llamo mucho la atención la columna: Ven Señor Jesús. Ya la había leído en otras ocasiones, pero en esta me sentí muy conmovida por el testimonio que daba una persona, así que tome los datos del lugar donde se hacen las oraciones, (los lunes en el templo de Las Rosas) y desde ese momento algo en mi interior me decía que tenía que asistir. El lunes cuando me levanté tenía un fuerte dolor de cabeza, me sentía muy cansada y angustiada, ya que además de los problemas de salud hemos tenido situaciones muy fuertes en nuestra economía y todo eso me hacía sentir muy preocupada.
Cuando se acercaba la hora de salir de casa, yo seguía con el dolor de cabeza y en eso comenzó una fuerte lluvia, aun así estaba decidida en no faltar a mi cita, porque yo sentía que era eso... ¡una cita! Llegué cuando había empezado la oración. Un señor estaba orando y las personas participaban cantando y alzando las manos. Una señora que estaba a mi lado le dijo a un joven que se quedara hasta el final, ¡entendí que también me lo decía a mí!
Conforme avanzó la oración empecé a participar haciendo lo que el hermano decía, pidiendo la presencia del Espíritu Santo, para que nos ayudara a convertir nuestro cuerpo en algo limpio: ¡con huesos, carne, nervios y piel renovados!
Después pasamos uno a uno a tocar el Cuerpo de Jesús en la Hostia consagrada. El hermano seguía orando. Cuando llegó mi turno y toqué la custodia con la Hostia consagrada, sentí calor en mi dedos y como si mi cuerpo se hiciera fuerte y grande. Cuando terminó la oración ya no sentía el dolor de cabeza y una paz inmensa me invadió. Fue como si de pronto todo estuviera lleno de luz. Lloré de felicidad y arrepentimiento por no creer en todo lo que Dios me da, empezando por Jesús su hijo el cual limpia y se apropia de nuestros pecados y nos da todo su amor.
De regreso a casa caminé por el centro y todo a mí alrededor lucia maravilloso, no sentía angustia ni temor alguno porque tenía la presencia de mi Señor Jesús a mi lado.
Cuando me pidieron que escribiera mi testimonio me daba pena y les dije que no soy buena para eso, pero ahora estoy segura que con ello pueden saber las demás personas de lo que se están perdiendo. Y si de algo sirve mi testimonio estaré satisfecha pues se que es para gloria y honor de mi hermano mayor Jesús y nuestro Padre Dios. Yo solo puedo decirles que asistan a Las Rosas... "¡no se van a arrepentir!" Gisela Maldonado. ¡Gloria a Dios!
Si deseas las seis columnas semanales diferentes que se publican los domingos en los tres principales diarios de Morelia, localízalas en Blogger: jesusestavivoenmorelia.blogspot.com y en Twitter: twitter.com/jesusestavivo Si quieres recibirlas cada ocho días en tu correo, haz click en el cuadro naranja y automáticamente las tendrás. Hoy y todos los domingos en la Z radio, 96.3 FM y 1340 AM, “La Palabra” cuarenta y cinco minutos en comunicación con Jesús vivo que sigue sanando a los más necesitados que creen que él tiene todo el poder en los cielos y en la tierra. Visita nuestra página web: www.jesusestavivo.org.mx y vive los 145 videos de misas, evangelización y testimonios de sanación de lo que Jesús hace en su Morelia.
¡Alabado sea Jesucristo!
BUENAS NOTICIAS PARA ELHOMBRE DE HOY
Grupo Apostólico Nueva Evangelización
El líder posee un radar de alta frecuencia para percibir la realidad y tiene capacidad de soñar lo inimaginable. Puede ver lo que nadie ha descubierto todavía. Esto lo coloca por encima del común denominador de la gente. Sabe descifrar causas, prever consecuencias. Distingue claramente lo esencial de lo accidental y la sustancia de la materia, de la forma. Es un tejedor de una amplia base de datos. Ha desarrollado un sistema integral de la realidad. Tiene jerarquía de valores. En una palabra pertenece a esa raza de hombres que no está emparentada con la mediocridad.
Pablo llegó a ser un experto en el mundo de la navegación. Percibía lo que otros no: Lucas cuenta que en Damasco los hombres que acompañaban a Saulo "oían la voz, pero no veían a nadie". Hech 9,7 Por su parte el mismo Saulo asegura: "Los que estaban conmigo vieron la luz, pero no oyeron la voz que me decía en lengua hebrea: Saúl, Saúl...". 22,9 y 26,14. Esto, más que una contradicción quiere reafirmar lo esencial: Solo Pablo percibe lo que otros hacen parcialmente. Ve lo que otros no ven o escucha lo que otros no escuchan.
Que el día de hoy nuestros jóvenes tengan visiones no es cosa de estos tiempos ya desde el Antiguo Testamento Joel, que desde el año 470 antes de Cristo profetizaba, nos dice en el capítulo tres la Palabra de Yahvé: "Sucederá después de esto que yo derramaré mi Espíritu en toda carne. Vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán, vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Hasta en los siervos y las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días. Y realizaré prodigios en el cielo y en la tierra…”.
Durante la oración por la salud de los enfermos de los lunes en el templo de Las Rosas nuestros hermanos Héctor y Gisela tuvieron grandes visiones que nos trataron de expresar con sus palabras y esto es lo que vieron con los ojos cerrados: Comenzare mi relato recordándote el hecho de que fue la primera vez que asistí a la asamblea de oración en el templo de Las Rosas y digo a todos aquellos que leerán estas líneas que Jesús que es Dios, es el Camino, la Verdad y la Vida.
Cuando llegué al templo y me metí en la oración, a los pocos momentos empecé a sentir que algo cimbraba mi cuerpo y cuando empezamos a levantar las manos al Señor, sentí como si una descarga eléctrica entrara por mi organismo.
Cuando subimos al altar donde está la custodia con Jesús Eucaristía cerré mis ojos y vi a Jesús vestido con una túnica blanca y en su pecho su Corazón muy resplandeciente que se fue haciendo grande, muy grande por el cual entrábamos todos, éramos no unos pocos sino miles y miles de personas que íbamos pasando a través de su Corazón y todos nos veíamos caminando hacia el interior de su Corazón, y vi como “nadie era rechazado”. Yo interpreto esto como el gran amor de Dios que todo nos perdona y no nos abandona jamás. En ese momento recordé las palabras de mi Señor Jesús y como nos la repetía Su Santidad Juan Pablo II: “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el final de los tiempos”. Que la paz de Dios nuestro Señor sea con todos. Tú hermano en Cristo Jesús: Héctor Bibian Guzmán.
Nuestra hermana Gisela ese mismo día tuvo otra visión que dice así: El día domingo leí el periódico “El Sol de Morelia” y me llamo mucho la atención la columna: Ven Señor Jesús. Ya la había leído en otras ocasiones, pero en esta me sentí muy conmovida por el testimonio que daba una persona, así que tome los datos del lugar donde se hacen las oraciones, (los lunes en el templo de Las Rosas) y desde ese momento algo en mi interior me decía que tenía que asistir. El lunes cuando me levanté tenía un fuerte dolor de cabeza, me sentía muy cansada y angustiada, ya que además de los problemas de salud hemos tenido situaciones muy fuertes en nuestra economía y todo eso me hacía sentir muy preocupada.
Cuando se acercaba la hora de salir de casa, yo seguía con el dolor de cabeza y en eso comenzó una fuerte lluvia, aun así estaba decidida en no faltar a mi cita, porque yo sentía que era eso... ¡una cita! Llegué cuando había empezado la oración. Un señor estaba orando y las personas participaban cantando y alzando las manos. Una señora que estaba a mi lado le dijo a un joven que se quedara hasta el final, ¡entendí que también me lo decía a mí!
Conforme avanzó la oración empecé a participar haciendo lo que el hermano decía, pidiendo la presencia del Espíritu Santo, para que nos ayudara a convertir nuestro cuerpo en algo limpio: ¡con huesos, carne, nervios y piel renovados!
Después pasamos uno a uno a tocar el Cuerpo de Jesús en la Hostia consagrada. El hermano seguía orando. Cuando llegó mi turno y toqué la custodia con la Hostia consagrada, sentí calor en mi dedos y como si mi cuerpo se hiciera fuerte y grande. Cuando terminó la oración ya no sentía el dolor de cabeza y una paz inmensa me invadió. Fue como si de pronto todo estuviera lleno de luz. Lloré de felicidad y arrepentimiento por no creer en todo lo que Dios me da, empezando por Jesús su hijo el cual limpia y se apropia de nuestros pecados y nos da todo su amor.
De regreso a casa caminé por el centro y todo a mí alrededor lucia maravilloso, no sentía angustia ni temor alguno porque tenía la presencia de mi Señor Jesús a mi lado.
Cuando me pidieron que escribiera mi testimonio me daba pena y les dije que no soy buena para eso, pero ahora estoy segura que con ello pueden saber las demás personas de lo que se están perdiendo. Y si de algo sirve mi testimonio estaré satisfecha pues se que es para gloria y honor de mi hermano mayor Jesús y nuestro Padre Dios. Yo solo puedo decirles que asistan a Las Rosas... "¡no se van a arrepentir!" Gisela Maldonado. ¡Gloria a Dios!
Si deseas las seis columnas semanales diferentes que se publican los domingos en los tres principales diarios de Morelia, localízalas en Blogger: jesusestavivoenmorelia.blogspot.com y en Twitter: twitter.com/jesusestavivo Si quieres recibirlas cada ocho días en tu correo, haz click en el cuadro naranja y automáticamente las tendrás. Hoy y todos los domingos en la Z radio, 96.3 FM y 1340 AM, “La Palabra” cuarenta y cinco minutos en comunicación con Jesús vivo que sigue sanando a los más necesitados que creen que él tiene todo el poder en los cielos y en la tierra. Visita nuestra página web: www.jesusestavivo.org.mx y vive los 145 videos de misas, evangelización y testimonios de sanación de lo que Jesús hace en su Morelia.
¡Alabado sea Jesucristo!
BUENAS NOTICIAS PARA ELHOMBRE DE HOY
Grupo Apostólico Nueva Evangelización
En la casa de Pedro
Saliendo Jesús de la Sinagoga, entró en la casa de Simón. La suegra de Simón estaba con mucha fiebre, y le rogaron por ella. Inclinándose sobre ella, conminó a la fiebre, y la fiebre la dejó; ella levantándose al punto, se puso a servirles. Lucas 4,38-39
Jesús salió de la Sinagoga y se fue a la casa de Pedro. Esto tiene una doctrina, un símbolo muy grande.
La Sinagoga era el lugar de reunión para los del Antiguo Testamento. Los judíos ahí estudiaban la Palabra de Dios. Al dirigirse Jesús de la Sinagoga a la casa de Pedro nos da a entender que ya ha finalizado el tiempo del Antiguo Testamento, que por lo tanto la Sinagoga que queda atrás y que Jesús inaugura un nuevo lugar en donde su Palabra será escuchada. Ese nuevo lugar es la casa de Pedro, que al igual que la Barca de Pedro simboliza la Iglesia, la comunidad de fieles que sigue al Señor, bajo la sujeción de Pedro.
Nosotros ahora escuchamos la Palabra en la casa de Pedro, en la Iglesia guiada por el sucesor de Pedro, Benedicto XVI. ¡Aleluya! ¡Gloria a Dios! ¡Esto nos alegra mucho! ¡Claro que si!
Hoy, más que nunca, es importante saber en qué casa estamos, porque hay multitud de ´casitas´. Jesús entró a la de Pedro. Tú ¿a cuál? Cuando Jesús llegó a la casa de Pedro encontró diferentes tipos de personas. ¿A cuál de esos tipos correspondemos cada uno de nosotros?
LOS CAÍDOS. Al entrar, vemos inmediatamente a la suegra de Pedro, enfermo, en la cama. He ahí el primer tipo de cristianos. La suegra de Pedro representa a los hermanos que están caídos, a los que están enfermos, a los que están bajo el peso de los vicios y pecados, a los que están fuera de circulación, a los que están tocados y estacionados, que han caído, que no están activos, que están enfermos, a punto de morir, con alta fiebre.
Es muy posible que a la hora de ingresar a la Iglesia nos encontremos con este tipo de cristianos. Una persona me decía: “Yo me voy a otra Iglesia porque los católicos son borrachos”.... Le dije: No es que sean borrachos sino que algunos llegan ya borrachos y como nosotros no le impedimos la entrada a nadie...
Tal vez si tú entras en un templo católico camines entre gente sucia y desaliñada que no se baño recientemente y eso no quiere decir que en la Iglesia Católica todos sean descuidados. No somos una Iglesia cerrada y puritana; no decimos: “aquí sólo santos, aquí sólo salvos, los demás se salen”.
No nos avergoncemos de encontrar a la entrada de la casa de Pedro al que está enfermo, al que está en la cama, al que está tirado. Sí, los hay... Si tú hoy te sientes pecador, si te sientes caído, el Señor te recibe con alegría. ¡Gloria a Dios!
LOS QUE ORAN Y TRABAJAN POR QUE LOS CAÍDOS SE LEVANTEN. En la Iglesia existe otro tipo de cristianos: los que están luchando para que el enfermo se levante, los que están intercediendo, con una mano hacia Jesús y la otra hacia el enfermo, los que están trabajando para levantar a los que están caídos.
Dice Lucas que “algunos le rogaron por ella”, al Señor. ¿Eres tú de los que doblan las rodillas para implorar por los necesitados? ¿Perteneces tú a este grupo? Esa ha sido la forma de actuar en nuestra Iglesia.
Cuando Pedro estaba custodiado en la cárcel... la Iglesia oraba insistentemente por él a Dios. Hechos 12,5 Y más adelante cuando Pedro había sido ya liberado: Consciente de su situación marchó a casa de María, madre de Juan, por sobrenombre Marcos, donde se hallaban muchas reunidos en oración. Hechos 12,12
Pedro en la cárcel, representa lo mismo que su suegra en la cama. Es el hermano sujeto a prueba, atrapado, enfermo, caído, que no puede levantarse. Cuando el Señor saca a Pedro de la cárcel, éste se va al lugar donde los hermanos habían estado y aún estaban orando por él.
¿Sabes por qué hay hermanos que se alejan de un grupo apostólico y ya no regresan? ¿por qué se van de nuestra Iglesia? ¿por qué muchos esposos aunque se sientan culpables se van y ya no vuelven al hogar? ¿por qué muchos hijos ya no regresan? Porque saben que no hemos estado orando por ellos sino que hemos estado hablando mal de ellos y sienten ganas de desaparecer. Mormuramos del que ha caído en vez de orar por él; él se entera y no tiene ganas de volver.
En la case de Pedro no hay cabida para los que critican a los que están caídos; sólo hay lugar para los que imploran: “Jesús, levanta a mi hermano que se ha caído”. “Jesús, saca de la cárcel a mi hermano que está triste y desalentado”. “Jesús, dales la mano y sana a los enfermos que hay en nuestra Iglesia”.
Al inclinarse Jesús hacia la suegra de Pedro, conminó a la fiebre. Jesús le habló fuerte a la fiebre, no a la suegra. Algo semejante ocurrió con aquel endemoniado que se golpeaba en los sepulcros. Jesús reprendió al espíritu inmundo, no al joven.
¡Qué bella enseñanza! Si la practicas en tu casa, habrá gran felicidad. Si lo practicamos en la Iglesia también será así. Cristo aborrece el pecado, pero ama al pecador. Jesús conmina a Satanás y al pecado, pero al hombre le da la mano. ¿Haces tú lo mismo? Cuando tienes un problema con tu esposo, ¿le hablas fuerte a tu esposo, o al problema?
Hace poco tuve que reprender a una joven que pidió permiso de salir de su casa. Debía regresar a las diez de la npche y volvió a las cuatro de la madrugada cuando todos estaban preocupados. A mi me tocó llamarle la atención. Mira, le dije, no es tanto por lo que andes haciendo sino por los peligros a los que te expones andando en la calle de noche. Ella me replicó altiva: ¿Quiero que sepas que ya cumplí diecinueve años! Entonces le dije: Espíritu de rebeldía, que estás en el corazón de esta hija de Dios, yo te ordeno salir de este Templo del Espíritu Santo. Ella se quedó asustada, pues no sabía ni a quién le estaba hablando yo.
Jesús no nos quiere echándonos en cara nuestras fallas y limitaciones. Quiere que conminemos al mal, no al pecador. Las personas merecen nuestra atención. A quien hay que expulsar el al pecado y al espíritu del mal.
La próxima vez que quieras regañar a tu esposa porque no ha hecho bien las cosas, no la regañes; abrázale, hazle una caricia y dile: mi amor, déjame reprender a ese espíritu de pereza que te agobia: ¡espíritu de pereza, fuera!
Eso fue lo que Jesús quiso enseñar a Pedro cuando iban a tomarlo preso en el Huerto de los Olivos y le pegó al soldado Malco la oreja que Pedro le había arrancado. Lo que necesitaba no era una oreja menos sino la purificación de su corazón. ¡No más dañar al enfermo! ¡No más criticarlo ni golpearlo!
Jesús cura y ama al enfermo, mientras expulsa su pecado y su rebeldía y a él deja con nosotros. Digámosle: ¡Te queremos aquí con nosotros! ¡Echo fuera tu pecado, tu alcoholismo, tu mentira, todo! Pero tú, ¡quédate con nosotros!
Leímos en la Palabra que después de ser conminada, la fiebre la dejó y que lo enferma se levantó. La persona que estaba caída, derrotada, es curada por Jesús. Este es el tercer grupo de cristianos: Los que habían caído, pero el Señor levanta. No tengas pena de haber caído. ¿Sabes quién es el único que no cae? El que está en el suelo. Ya no pasa de ahí.
Hay quienes dices: “yo no tengo pecados” porque viven en pecado y no sienten la diferencia. Cuando sientes dolor y dices: “Señor perdóname”. Eso es una buena señal, porque significa que sabes distinguir entre lo que es estar de pie y estar caído. Sólo el que camina se puede caer. Por eso, cuando sientes que te has caído, es que estabas de pie.
Esta misma doctrina la venos cuando Pedro camina sobre las aguas. Decimos que Pedro cayó porque le faltó fe y no es así. Fue el único que tuvo fe. Si los demás no se hundieron fue porque no se atrevieron a salir de la barca, fue el único que tuvo fe para salir de la barca y... se hundió. Si él no habiera salido, no se hunde.
Hay gente que dice: “Yo no siento que está haciendo algo malo”. Eso dice porque ya se le murió el corazón. El que siente, al que le duele, el que reconoce que estuvo caído, ahora puede alabar al Señor que lo ha puesto de pie.
¿Sabes tú distinguir el tiempo en que has estado caído y cuando has permanecido de pie? ¿Notas la diferencia? Hasta la Historia se ha dividido en dos épocas: antes de Cristo y después de Cristo. Lo mismo pasa con nuestra historia personal: Puedes recordar tú tiempo antes de Cristo y también puedes testificar de la vida después de Cristo, cuando el Señor te ha levantado y te ha puesto de pie.
Este es el grupo de los que Jesús ha consolidado de nuevo y los ha puesto a caminar en su camino.
LOS VICTORIOSOS QUE YA SIRVEN. Dice Lucas que la suegra de Pedro se levantó al punto y se puso a servirles. Este último grupo de cristianos, el el que más necesitamos hoy en día. Pablo dice: “Quien siente que está de pie, cuida que no caiga”. Y, ¿cómo lograr no caer de nuevo? La suegra de Pedro no se puso a hacer promesas ni a pronunciar discursos. Se quedó serviendo en la misma casa en la que antes había estado enferma.
En esa misma casa donde te han aguantado tu mal carácter allí, donde han soportado tus deslices, tus pecados y todas tus cosas, ahí, donde te vieron caído, ahí deben verte feliz yo sirviendo.
Cuando el Señor visitó la casa de Zaqueo, todos le decían: “¡Cuidado que ése es un ladrón, cuidado con la bolsa!” A lo que Zaqueo replicó: “Señor, te prometo que ya no robo más. Devolveré cuatro veces más lo que he robado. No sólo se levanta, sino que se pone a servir, a dar...
Cuántas veces nosotros decimos al final del día: “Gracias, Señor, porque hoy no maté, no robé, no fui infiel, no dije blasfemias ni malas palabras, ni...!”
Pero, ¿qué hiciste hoy de bueno? No es suficiente evitar ser malo, es indispensable ser diferente. No basta no matar, hay que ayudar a que un muerto vuelva a la vida. No basta suprimir las malas palabras, es necesario decir una palabra de aliento y consuelo a quien lo necesita. No es suficiente evitar la infidelidad, debes llenar de felicidad a tu esposa. No basta decir: “estoy de pie”, es necesario poder decir: “estoy serviendo, sirvo de algo”.
Hay quienes mientras están en la Iglesia, en la casa de Pedro, toman, son tocaños, en nada ayudan, criticar, no leen la Biblia, para nada tienen tiempo; pero, en cuando les habla el Señor, se ponen la Biblia bajo el brazo y se van a otra Iglesia. Aquí oramos por él, soportamos todas sus faltas, y cuando quiere empezar, ¡se va!
Eso está como si la suegra de Pedro, una vez curada, se hubiera ido a trabajar a otra casa.
¡Quédate aquí y sirve a la Iglesia, a tu familia, a quienes han soportado el peor tiempo de tu vida! ¡No vayas a vivir a otra parte el mejor tiempo de tu vida! Vívelo con esa misma mujer con la que empezaste, con esos mismos hijos! ¡Vívelo con ese grupo que te acogió, que oró por ti, que te predicó la salvación, que fue testigo de que el Señor te tocó!
No vayas a decir: “Me voy a donde me den más, porque ustedes ya no dan más”. “Lo más” que te hace falta es dar gracias a Dios por lo que te ha dado, ponerte tu delantal y empezar a servir. No te hace falta buscar quien te siga alimentando.
Haz lo que dijo el hijo pródigo cuando volvió a su casa: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, no merezco llamarme hijo tuyo, trátame como a uno de tus siervos”. Este hijo estaba caído pero al regresar a la casa paterna, estaba dispuesto a ser tratado como un siervo.
Vamos a orar al Señor por todos los que estamos en la casa de Pedro, ya sea caídos, ya sea orando por los caídos, ya sea de pie, testificando o ya sea sirviendo, para que el Señor nos lleve a todos por el camino de su voluntad: Padre amado, ¡gracias por tu Palabra! Mírame, identificado con el grupo de los caídos. Señor, levanta a mis hermanos que están caídos, libera a mis hermanos encarcelados.
Ayuda, Señor, a los que están caídos en su pecado, haz que sientan que ya nadie los desprecia: hazle saber y sentir que aquí lo queremos, no por lo que es, sino por lo que tú sabes que va a llegar a ser con tu gracia.
Te alabamos, Señor, por la victoria que tú nos das, sobre nuestro pecado. ¡Gracias, Señor, bendito y alabado seas!
¡Señor, hazme útil! ¡Hazme siervo de tu Iglesia! Que no me conforme tan sólo con no llegar tomado a mi casa, ¡sino que sea amable!, ¡que no esté contento únicamente por ya no faltar mi fidelidad matrimonial, sino que sea cariñoso! ¡Que no me conforme sólo con no robar sino que ayude a los necesitados! ¡Que no me sienta satisfecho con no decir malas palabras, sino que anuncie tu Palabra!
¡Señor, si me has levantado, úsame en tu servicio! ¡Toma mi vida y hazla útil en mi familia, en mi país, en tu Iglesia!
Todo esto, Padre, te lo pedimos, en el nombre poderoso de tu hijo Jesucristo, el Señor, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
Si deseas las seis columnas semanales diferentes que se publican los domingos en los tres principales diarios de Morelia, localízalas en Blogger: jesusestavivoenmorelia.blogspot.com y en Twitter: twitter.com/jesusestavivo Si quieres recibirlas cada ocho días en tu correo, haz click en el cuadro naranja y automáticamente las tendrás. Hoy y todos los domingos en la Z radio, 96.3 FM y 1340 AM, “La Palabra” cuarenta y cinco minutos en comunicación con Jesús vivo que sigue sanando a los más necesitados que creen que él tiene todo el poder en los cielos y en la tierra. Visita nuestra página web: www.jesusestavivo.org.mx y vive los 145 videos de misas, evangelización y testimonios de sanación de lo que Jesús hace en su Morelia.
¡Alabado sea Jesucristo!
BUENAS NOTICIAS PARA ELHOMBRE DE HOY
Grupo Apostólico Nueva Evangelización
Jesús salió de la Sinagoga y se fue a la casa de Pedro. Esto tiene una doctrina, un símbolo muy grande.
La Sinagoga era el lugar de reunión para los del Antiguo Testamento. Los judíos ahí estudiaban la Palabra de Dios. Al dirigirse Jesús de la Sinagoga a la casa de Pedro nos da a entender que ya ha finalizado el tiempo del Antiguo Testamento, que por lo tanto la Sinagoga que queda atrás y que Jesús inaugura un nuevo lugar en donde su Palabra será escuchada. Ese nuevo lugar es la casa de Pedro, que al igual que la Barca de Pedro simboliza la Iglesia, la comunidad de fieles que sigue al Señor, bajo la sujeción de Pedro.
Nosotros ahora escuchamos la Palabra en la casa de Pedro, en la Iglesia guiada por el sucesor de Pedro, Benedicto XVI. ¡Aleluya! ¡Gloria a Dios! ¡Esto nos alegra mucho! ¡Claro que si!
Hoy, más que nunca, es importante saber en qué casa estamos, porque hay multitud de ´casitas´. Jesús entró a la de Pedro. Tú ¿a cuál? Cuando Jesús llegó a la casa de Pedro encontró diferentes tipos de personas. ¿A cuál de esos tipos correspondemos cada uno de nosotros?
LOS CAÍDOS. Al entrar, vemos inmediatamente a la suegra de Pedro, enfermo, en la cama. He ahí el primer tipo de cristianos. La suegra de Pedro representa a los hermanos que están caídos, a los que están enfermos, a los que están bajo el peso de los vicios y pecados, a los que están fuera de circulación, a los que están tocados y estacionados, que han caído, que no están activos, que están enfermos, a punto de morir, con alta fiebre.
Es muy posible que a la hora de ingresar a la Iglesia nos encontremos con este tipo de cristianos. Una persona me decía: “Yo me voy a otra Iglesia porque los católicos son borrachos”.... Le dije: No es que sean borrachos sino que algunos llegan ya borrachos y como nosotros no le impedimos la entrada a nadie...
Tal vez si tú entras en un templo católico camines entre gente sucia y desaliñada que no se baño recientemente y eso no quiere decir que en la Iglesia Católica todos sean descuidados. No somos una Iglesia cerrada y puritana; no decimos: “aquí sólo santos, aquí sólo salvos, los demás se salen”.
No nos avergoncemos de encontrar a la entrada de la casa de Pedro al que está enfermo, al que está en la cama, al que está tirado. Sí, los hay... Si tú hoy te sientes pecador, si te sientes caído, el Señor te recibe con alegría. ¡Gloria a Dios!
LOS QUE ORAN Y TRABAJAN POR QUE LOS CAÍDOS SE LEVANTEN. En la Iglesia existe otro tipo de cristianos: los que están luchando para que el enfermo se levante, los que están intercediendo, con una mano hacia Jesús y la otra hacia el enfermo, los que están trabajando para levantar a los que están caídos.
Dice Lucas que “algunos le rogaron por ella”, al Señor. ¿Eres tú de los que doblan las rodillas para implorar por los necesitados? ¿Perteneces tú a este grupo? Esa ha sido la forma de actuar en nuestra Iglesia.
Cuando Pedro estaba custodiado en la cárcel... la Iglesia oraba insistentemente por él a Dios. Hechos 12,5 Y más adelante cuando Pedro había sido ya liberado: Consciente de su situación marchó a casa de María, madre de Juan, por sobrenombre Marcos, donde se hallaban muchas reunidos en oración. Hechos 12,12
Pedro en la cárcel, representa lo mismo que su suegra en la cama. Es el hermano sujeto a prueba, atrapado, enfermo, caído, que no puede levantarse. Cuando el Señor saca a Pedro de la cárcel, éste se va al lugar donde los hermanos habían estado y aún estaban orando por él.
¿Sabes por qué hay hermanos que se alejan de un grupo apostólico y ya no regresan? ¿por qué se van de nuestra Iglesia? ¿por qué muchos esposos aunque se sientan culpables se van y ya no vuelven al hogar? ¿por qué muchos hijos ya no regresan? Porque saben que no hemos estado orando por ellos sino que hemos estado hablando mal de ellos y sienten ganas de desaparecer. Mormuramos del que ha caído en vez de orar por él; él se entera y no tiene ganas de volver.
En la case de Pedro no hay cabida para los que critican a los que están caídos; sólo hay lugar para los que imploran: “Jesús, levanta a mi hermano que se ha caído”. “Jesús, saca de la cárcel a mi hermano que está triste y desalentado”. “Jesús, dales la mano y sana a los enfermos que hay en nuestra Iglesia”.
Al inclinarse Jesús hacia la suegra de Pedro, conminó a la fiebre. Jesús le habló fuerte a la fiebre, no a la suegra. Algo semejante ocurrió con aquel endemoniado que se golpeaba en los sepulcros. Jesús reprendió al espíritu inmundo, no al joven.
¡Qué bella enseñanza! Si la practicas en tu casa, habrá gran felicidad. Si lo practicamos en la Iglesia también será así. Cristo aborrece el pecado, pero ama al pecador. Jesús conmina a Satanás y al pecado, pero al hombre le da la mano. ¿Haces tú lo mismo? Cuando tienes un problema con tu esposo, ¿le hablas fuerte a tu esposo, o al problema?
Hace poco tuve que reprender a una joven que pidió permiso de salir de su casa. Debía regresar a las diez de la npche y volvió a las cuatro de la madrugada cuando todos estaban preocupados. A mi me tocó llamarle la atención. Mira, le dije, no es tanto por lo que andes haciendo sino por los peligros a los que te expones andando en la calle de noche. Ella me replicó altiva: ¿Quiero que sepas que ya cumplí diecinueve años! Entonces le dije: Espíritu de rebeldía, que estás en el corazón de esta hija de Dios, yo te ordeno salir de este Templo del Espíritu Santo. Ella se quedó asustada, pues no sabía ni a quién le estaba hablando yo.
Jesús no nos quiere echándonos en cara nuestras fallas y limitaciones. Quiere que conminemos al mal, no al pecador. Las personas merecen nuestra atención. A quien hay que expulsar el al pecado y al espíritu del mal.
La próxima vez que quieras regañar a tu esposa porque no ha hecho bien las cosas, no la regañes; abrázale, hazle una caricia y dile: mi amor, déjame reprender a ese espíritu de pereza que te agobia: ¡espíritu de pereza, fuera!
Eso fue lo que Jesús quiso enseñar a Pedro cuando iban a tomarlo preso en el Huerto de los Olivos y le pegó al soldado Malco la oreja que Pedro le había arrancado. Lo que necesitaba no era una oreja menos sino la purificación de su corazón. ¡No más dañar al enfermo! ¡No más criticarlo ni golpearlo!
Jesús cura y ama al enfermo, mientras expulsa su pecado y su rebeldía y a él deja con nosotros. Digámosle: ¡Te queremos aquí con nosotros! ¡Echo fuera tu pecado, tu alcoholismo, tu mentira, todo! Pero tú, ¡quédate con nosotros!
Leímos en la Palabra que después de ser conminada, la fiebre la dejó y que lo enferma se levantó. La persona que estaba caída, derrotada, es curada por Jesús. Este es el tercer grupo de cristianos: Los que habían caído, pero el Señor levanta. No tengas pena de haber caído. ¿Sabes quién es el único que no cae? El que está en el suelo. Ya no pasa de ahí.
Hay quienes dices: “yo no tengo pecados” porque viven en pecado y no sienten la diferencia. Cuando sientes dolor y dices: “Señor perdóname”. Eso es una buena señal, porque significa que sabes distinguir entre lo que es estar de pie y estar caído. Sólo el que camina se puede caer. Por eso, cuando sientes que te has caído, es que estabas de pie.
Esta misma doctrina la venos cuando Pedro camina sobre las aguas. Decimos que Pedro cayó porque le faltó fe y no es así. Fue el único que tuvo fe. Si los demás no se hundieron fue porque no se atrevieron a salir de la barca, fue el único que tuvo fe para salir de la barca y... se hundió. Si él no habiera salido, no se hunde.
Hay gente que dice: “Yo no siento que está haciendo algo malo”. Eso dice porque ya se le murió el corazón. El que siente, al que le duele, el que reconoce que estuvo caído, ahora puede alabar al Señor que lo ha puesto de pie.
¿Sabes tú distinguir el tiempo en que has estado caído y cuando has permanecido de pie? ¿Notas la diferencia? Hasta la Historia se ha dividido en dos épocas: antes de Cristo y después de Cristo. Lo mismo pasa con nuestra historia personal: Puedes recordar tú tiempo antes de Cristo y también puedes testificar de la vida después de Cristo, cuando el Señor te ha levantado y te ha puesto de pie.
Este es el grupo de los que Jesús ha consolidado de nuevo y los ha puesto a caminar en su camino.
LOS VICTORIOSOS QUE YA SIRVEN. Dice Lucas que la suegra de Pedro se levantó al punto y se puso a servirles. Este último grupo de cristianos, el el que más necesitamos hoy en día. Pablo dice: “Quien siente que está de pie, cuida que no caiga”. Y, ¿cómo lograr no caer de nuevo? La suegra de Pedro no se puso a hacer promesas ni a pronunciar discursos. Se quedó serviendo en la misma casa en la que antes había estado enferma.
En esa misma casa donde te han aguantado tu mal carácter allí, donde han soportado tus deslices, tus pecados y todas tus cosas, ahí, donde te vieron caído, ahí deben verte feliz yo sirviendo.
Cuando el Señor visitó la casa de Zaqueo, todos le decían: “¡Cuidado que ése es un ladrón, cuidado con la bolsa!” A lo que Zaqueo replicó: “Señor, te prometo que ya no robo más. Devolveré cuatro veces más lo que he robado. No sólo se levanta, sino que se pone a servir, a dar...
Cuántas veces nosotros decimos al final del día: “Gracias, Señor, porque hoy no maté, no robé, no fui infiel, no dije blasfemias ni malas palabras, ni...!”
Pero, ¿qué hiciste hoy de bueno? No es suficiente evitar ser malo, es indispensable ser diferente. No basta no matar, hay que ayudar a que un muerto vuelva a la vida. No basta suprimir las malas palabras, es necesario decir una palabra de aliento y consuelo a quien lo necesita. No es suficiente evitar la infidelidad, debes llenar de felicidad a tu esposa. No basta decir: “estoy de pie”, es necesario poder decir: “estoy serviendo, sirvo de algo”.
Hay quienes mientras están en la Iglesia, en la casa de Pedro, toman, son tocaños, en nada ayudan, criticar, no leen la Biblia, para nada tienen tiempo; pero, en cuando les habla el Señor, se ponen la Biblia bajo el brazo y se van a otra Iglesia. Aquí oramos por él, soportamos todas sus faltas, y cuando quiere empezar, ¡se va!
Eso está como si la suegra de Pedro, una vez curada, se hubiera ido a trabajar a otra casa.
¡Quédate aquí y sirve a la Iglesia, a tu familia, a quienes han soportado el peor tiempo de tu vida! ¡No vayas a vivir a otra parte el mejor tiempo de tu vida! Vívelo con esa misma mujer con la que empezaste, con esos mismos hijos! ¡Vívelo con ese grupo que te acogió, que oró por ti, que te predicó la salvación, que fue testigo de que el Señor te tocó!
No vayas a decir: “Me voy a donde me den más, porque ustedes ya no dan más”. “Lo más” que te hace falta es dar gracias a Dios por lo que te ha dado, ponerte tu delantal y empezar a servir. No te hace falta buscar quien te siga alimentando.
Haz lo que dijo el hijo pródigo cuando volvió a su casa: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, no merezco llamarme hijo tuyo, trátame como a uno de tus siervos”. Este hijo estaba caído pero al regresar a la casa paterna, estaba dispuesto a ser tratado como un siervo.
Vamos a orar al Señor por todos los que estamos en la casa de Pedro, ya sea caídos, ya sea orando por los caídos, ya sea de pie, testificando o ya sea sirviendo, para que el Señor nos lleve a todos por el camino de su voluntad: Padre amado, ¡gracias por tu Palabra! Mírame, identificado con el grupo de los caídos. Señor, levanta a mis hermanos que están caídos, libera a mis hermanos encarcelados.
Ayuda, Señor, a los que están caídos en su pecado, haz que sientan que ya nadie los desprecia: hazle saber y sentir que aquí lo queremos, no por lo que es, sino por lo que tú sabes que va a llegar a ser con tu gracia.
Te alabamos, Señor, por la victoria que tú nos das, sobre nuestro pecado. ¡Gracias, Señor, bendito y alabado seas!
¡Señor, hazme útil! ¡Hazme siervo de tu Iglesia! Que no me conforme tan sólo con no llegar tomado a mi casa, ¡sino que sea amable!, ¡que no esté contento únicamente por ya no faltar mi fidelidad matrimonial, sino que sea cariñoso! ¡Que no me conforme sólo con no robar sino que ayude a los necesitados! ¡Que no me sienta satisfecho con no decir malas palabras, sino que anuncie tu Palabra!
¡Señor, si me has levantado, úsame en tu servicio! ¡Toma mi vida y hazla útil en mi familia, en mi país, en tu Iglesia!
Todo esto, Padre, te lo pedimos, en el nombre poderoso de tu hijo Jesucristo, el Señor, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
Si deseas las seis columnas semanales diferentes que se publican los domingos en los tres principales diarios de Morelia, localízalas en Blogger: jesusestavivoenmorelia.blogspot.com y en Twitter: twitter.com/jesusestavivo Si quieres recibirlas cada ocho días en tu correo, haz click en el cuadro naranja y automáticamente las tendrás. Hoy y todos los domingos en la Z radio, 96.3 FM y 1340 AM, “La Palabra” cuarenta y cinco minutos en comunicación con Jesús vivo que sigue sanando a los más necesitados que creen que él tiene todo el poder en los cielos y en la tierra. Visita nuestra página web: www.jesusestavivo.org.mx y vive los 145 videos de misas, evangelización y testimonios de sanación de lo que Jesús hace en su Morelia.
¡Alabado sea Jesucristo!
BUENAS NOTICIAS PARA ELHOMBRE DE HOY
Grupo Apostólico Nueva Evangelización
Los médicos lo desahuciaron
Un miércoles 17 de enero en las primeras horas de la mañana, mi hija Maurita recibió por teléfono una noticia que la hizo estremecer: su primo David tenía cáncer. Los médicos lo desahuciaron y le dieron tres meses de vida. Médicamente nada se podía hacer pues el tumor maligno estaba cerca del corazón y era inoperable. Mortal por necesidad. La noticia nos hizo cimbrar a todos.
Nunca había recibido una noticia familiar tan impactante y en ese preciso momento le pregunté a Jesús que tenía que hacer. Lo primero que se me vino al corazón fue una luz producto del amor del Santo Espíritu de Dios. ¿Qué hizo María cuando se enteró que se acabó el vino en la fiesta que fue invitada? Ella no fue a la cava a investigar que había pasado con el vino, tampoco preguntó a los organizadores por qué se había terminado el preciado líquido, menos aun dio inicio a una colecta en efectivo para ir a comprar más vino. Lo que hizo María fue correr, si correr hacia el único que le podía solucionar por siempre el problema: su amadísimo hijo Jesús.
Con la seguridad que si se siguen estos pasos el problema más difícil tiene solución, hice lo mismo que María. Corrí a ver a Jesús y le dije: “Señor Jesús, vengo de parte de tu Mamá a pedirte por la salud de David. Si quieres, ¡pásame a mí su cáncer!” En esos momentos sentí que me decía en mi corazón: “Quiero a los dos sanos”. Llamé al papá de David, y le dije: En el nombre de Jesús, ¡tu hijo va a sanar! Y contestó: ¿qué tengo que hacer? ¡ORAR Y CONVERTIRTE!, fue la respuesta.
Ese mismo miércoles dio inicio en su casa una oración para pedir por la salud de David y fue invitada toda la familia. El mensaje que nos dio el Señor fue cuando un papá lleva a su hijo epiléptico a Jesús para que lo sane. (Mt 17,15-20) Allí mismo Jesús nos dijo que el papá no había llevado al hijo con él, sino que el hijo había llevado a su papá con Jesús. Ciertamente el hijo estaba enfermo, pero el papá estaba muerto en la fe. Así las cosas, se programó la siguiente oración para el próximo miércoles.
El siguiente miércoles, 23 de enero, a Jesús se le ocurrió venir a la casa paterna para que mi papá participara de su Gloria, ¡y se lo llevó! Mi esposa me pregunto en tres ocasiones que si iría a la oración a la casa de su sobrino, le dije que esperara. Mi papá está en la funeraria y yo tengo la certeza de la promesa de Jesús: “El que cree en mí aunque muera ¡vivirá!”. En ese preciso momento le pregunté a Dimitas: papá, ¿qué hago? Tengo una oración por la salud de David que tiene cáncer… Sentí en lo más profundo de mi corazón que me respondía: “hijo mío, por mi no te preocupes, estoy viviendo una experiencia única, maravillosa, excepcional, riquísima. No hay palabras humanas para expresarla. ¡Tú, ve a llevar la Palabra de Dios a tus hermanos!”.
Mi papá toda su vida buscó a Cristo, ¡ya lo encontró!, ahora tiene toda la eternidad para poseerlo.
Mientras el cuerpo de papá está en la funeraria, mi esposa Maura, mis tres hijos: Aurelio, Maurita y Daniel, mi nieto David y yo estamos haciendo oración por la salud de David en su casa. Recuerdo que mi hijo Aurelio me dijo: papá, tú no predicaste, lo hizo Jesús por ti. El mensaje de la predicación fue: “se convierten o se convierten”. El día siguiente mi papá sigue en la funeraria y toda la familia Prado Soto vuelve a la oración por la salud de David en su casa. Ese día la oración fue conducida por mis hijos que son misioneros. Esto es sin duda un regalo que Jesús quiso que experimentáramos en familia, ya que con nuestras propias fuerzas era imposible.
Las oraciones siguieron y cada miércoles se iban dando buenas noticias para el hombre de hoy. Los médicos le dieron a David un certificado en el que lo dan de alta y le dicen que ya no tiene cáncer. David contestó: ¡ya lo sabía! Cuando el médico le dijo a mi sobrino que estaba sano, que ya no tenía cáncer, corrió a ver a Jesús y en la Biblia le dio el mismo mensaje que me dio cuando iniciamos las oraciones: el papá que lleva a su hijo epiléptico a Jesús a que lo sane. (Mt 17,15-20)
Todos nosotros sabemos que Jesús tomó el cáncer de David y lo arrojó al fondo del mar para que no haga mal a nadie. Las oraciones por la salud del ahora sano ahora las hacemos en la casa de Arturo, otro hermano que le diagnosticaron cáncer, y que al ponerlo en las manos de María también fue sanado. Este testimonio lo pondremos próximamente...
El día de la oración por la salud de David fue el 23 de enero del 2002 cuando papá estaba en la funeraria. El próximo 23 de enero papá cumple 8 años de recibir su ingreso para participar de la Gloria eterna de Jesús que es Dios. Para terminar les quiero comunicar que un día antes mi hermano Pepe vino a visitar a papá y lo acompañaba el Obispo de La Paz, Baja California, el cual lo reconcilió con Dios, le dio la absolución y la Comunión. Le impuso las manos en su cabeza y le perdonó todos sus pecados cometidos durante su vida y le impuso la Bendición Papal. Así hasta gusto da morirse, dije, y un hermano que escuchó respondió: “si quieres morir como papá, vive como vivió papá”.
Un regalo que mi Señor Jesús nos está dando es que mi hermano Pepe, somos 14 hermanos, fue invitado a proclamar la Palabra de Dios a Tarimoro, Guanajuato. Esto de verdad nos alegra a toda la familia. Pepe Ha llevado la Palabra de Dios a más de 60 países en los cinco continentes incluyendo El Vaticano al lado de S.S. Juan Pablo II, El Grande, y tiene más de 2500 escuelas de evangelización por todo el mundo y ahora Jesús lo quiere en la ciudad donde nacieron mis papás. Mamá ya se apuntó y todos los hermanos estamos y seguiremos celebrando este bendición especial que se nos está dando. Tenemos mucho gusto y más que nos está llegando por lo que Jesús hace en la familia Prado Flores. ¡Gloria a Dios!
Algo tuvo que ver Dimitas con la sanación de David. Hace ocho días, 20 de diciembre del 2009, estuvo David con su familia con nosotros en la posada que realizamos en casa. Los médicos le dijeron que no podría tener más hijos por las radiaciones que la habían dado, pero Jesús dio su última palabra y ahora gozan la presencia de otros dos niños: David y Emiliano. ¡Gloria a Dios!
En ocho días estaremos leyendo lo que sucedió cuando Jesús invitó a papá a reinar junto con él... por toda la eternidad. ¡Gloria a Dios!
Si deseas las seis columnas semanales diferentes que se publican los domingos en los tres principales diarios de Morelia, localízalas en Blogger: jesusestavivoenmorelia.blogspot.com y en Twitter: twitter.com/jesusestavivo Si quieres recibirlas cada ocho días en tu correo, haz click en el cuadro naranja y automáticamente las tendrás. Hoy y todos los domingos en la Z radio, 96.3 FM y 1340 AM, “La Palabra” cuarenta y cinco minutos en comunicación con Jesús vivo que sigue sanando a los más necesitados que creen que él tiene todo el poder en los cielos y en la tierra. Visita nuestra página web: www.jesusestavivo.org.mx y vive los 145 videos de misas, evangelización y testimonios de sanación de lo que Jesús hace en su Morelia.
¡Alabado sea Jesucristo!
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Nunca había recibido una noticia familiar tan impactante y en ese preciso momento le pregunté a Jesús que tenía que hacer. Lo primero que se me vino al corazón fue una luz producto del amor del Santo Espíritu de Dios. ¿Qué hizo María cuando se enteró que se acabó el vino en la fiesta que fue invitada? Ella no fue a la cava a investigar que había pasado con el vino, tampoco preguntó a los organizadores por qué se había terminado el preciado líquido, menos aun dio inicio a una colecta en efectivo para ir a comprar más vino. Lo que hizo María fue correr, si correr hacia el único que le podía solucionar por siempre el problema: su amadísimo hijo Jesús.
Con la seguridad que si se siguen estos pasos el problema más difícil tiene solución, hice lo mismo que María. Corrí a ver a Jesús y le dije: “Señor Jesús, vengo de parte de tu Mamá a pedirte por la salud de David. Si quieres, ¡pásame a mí su cáncer!” En esos momentos sentí que me decía en mi corazón: “Quiero a los dos sanos”. Llamé al papá de David, y le dije: En el nombre de Jesús, ¡tu hijo va a sanar! Y contestó: ¿qué tengo que hacer? ¡ORAR Y CONVERTIRTE!, fue la respuesta.
Ese mismo miércoles dio inicio en su casa una oración para pedir por la salud de David y fue invitada toda la familia. El mensaje que nos dio el Señor fue cuando un papá lleva a su hijo epiléptico a Jesús para que lo sane. (Mt 17,15-20) Allí mismo Jesús nos dijo que el papá no había llevado al hijo con él, sino que el hijo había llevado a su papá con Jesús. Ciertamente el hijo estaba enfermo, pero el papá estaba muerto en la fe. Así las cosas, se programó la siguiente oración para el próximo miércoles.
El siguiente miércoles, 23 de enero, a Jesús se le ocurrió venir a la casa paterna para que mi papá participara de su Gloria, ¡y se lo llevó! Mi esposa me pregunto en tres ocasiones que si iría a la oración a la casa de su sobrino, le dije que esperara. Mi papá está en la funeraria y yo tengo la certeza de la promesa de Jesús: “El que cree en mí aunque muera ¡vivirá!”. En ese preciso momento le pregunté a Dimitas: papá, ¿qué hago? Tengo una oración por la salud de David que tiene cáncer… Sentí en lo más profundo de mi corazón que me respondía: “hijo mío, por mi no te preocupes, estoy viviendo una experiencia única, maravillosa, excepcional, riquísima. No hay palabras humanas para expresarla. ¡Tú, ve a llevar la Palabra de Dios a tus hermanos!”.
Mi papá toda su vida buscó a Cristo, ¡ya lo encontró!, ahora tiene toda la eternidad para poseerlo.
Mientras el cuerpo de papá está en la funeraria, mi esposa Maura, mis tres hijos: Aurelio, Maurita y Daniel, mi nieto David y yo estamos haciendo oración por la salud de David en su casa. Recuerdo que mi hijo Aurelio me dijo: papá, tú no predicaste, lo hizo Jesús por ti. El mensaje de la predicación fue: “se convierten o se convierten”. El día siguiente mi papá sigue en la funeraria y toda la familia Prado Soto vuelve a la oración por la salud de David en su casa. Ese día la oración fue conducida por mis hijos que son misioneros. Esto es sin duda un regalo que Jesús quiso que experimentáramos en familia, ya que con nuestras propias fuerzas era imposible.
Las oraciones siguieron y cada miércoles se iban dando buenas noticias para el hombre de hoy. Los médicos le dieron a David un certificado en el que lo dan de alta y le dicen que ya no tiene cáncer. David contestó: ¡ya lo sabía! Cuando el médico le dijo a mi sobrino que estaba sano, que ya no tenía cáncer, corrió a ver a Jesús y en la Biblia le dio el mismo mensaje que me dio cuando iniciamos las oraciones: el papá que lleva a su hijo epiléptico a Jesús a que lo sane. (Mt 17,15-20)
Todos nosotros sabemos que Jesús tomó el cáncer de David y lo arrojó al fondo del mar para que no haga mal a nadie. Las oraciones por la salud del ahora sano ahora las hacemos en la casa de Arturo, otro hermano que le diagnosticaron cáncer, y que al ponerlo en las manos de María también fue sanado. Este testimonio lo pondremos próximamente...
El día de la oración por la salud de David fue el 23 de enero del 2002 cuando papá estaba en la funeraria. El próximo 23 de enero papá cumple 8 años de recibir su ingreso para participar de la Gloria eterna de Jesús que es Dios. Para terminar les quiero comunicar que un día antes mi hermano Pepe vino a visitar a papá y lo acompañaba el Obispo de La Paz, Baja California, el cual lo reconcilió con Dios, le dio la absolución y la Comunión. Le impuso las manos en su cabeza y le perdonó todos sus pecados cometidos durante su vida y le impuso la Bendición Papal. Así hasta gusto da morirse, dije, y un hermano que escuchó respondió: “si quieres morir como papá, vive como vivió papá”.
Un regalo que mi Señor Jesús nos está dando es que mi hermano Pepe, somos 14 hermanos, fue invitado a proclamar la Palabra de Dios a Tarimoro, Guanajuato. Esto de verdad nos alegra a toda la familia. Pepe Ha llevado la Palabra de Dios a más de 60 países en los cinco continentes incluyendo El Vaticano al lado de S.S. Juan Pablo II, El Grande, y tiene más de 2500 escuelas de evangelización por todo el mundo y ahora Jesús lo quiere en la ciudad donde nacieron mis papás. Mamá ya se apuntó y todos los hermanos estamos y seguiremos celebrando este bendición especial que se nos está dando. Tenemos mucho gusto y más que nos está llegando por lo que Jesús hace en la familia Prado Flores. ¡Gloria a Dios!
Algo tuvo que ver Dimitas con la sanación de David. Hace ocho días, 20 de diciembre del 2009, estuvo David con su familia con nosotros en la posada que realizamos en casa. Los médicos le dijeron que no podría tener más hijos por las radiaciones que la habían dado, pero Jesús dio su última palabra y ahora gozan la presencia de otros dos niños: David y Emiliano. ¡Gloria a Dios!
En ocho días estaremos leyendo lo que sucedió cuando Jesús invitó a papá a reinar junto con él... por toda la eternidad. ¡Gloria a Dios!
Si deseas las seis columnas semanales diferentes que se publican los domingos en los tres principales diarios de Morelia, localízalas en Blogger: jesusestavivoenmorelia.blogspot.com y en Twitter: twitter.com/jesusestavivo Si quieres recibirlas cada ocho días en tu correo, haz click en el cuadro naranja y automáticamente las tendrás. Hoy y todos los domingos en la Z radio, 96.3 FM y 1340 AM, “La Palabra” cuarenta y cinco minutos en comunicación con Jesús vivo que sigue sanando a los más necesitados que creen que él tiene todo el poder en los cielos y en la tierra. Visita nuestra página web: www.jesusestavivo.org.mx y vive los 145 videos de misas, evangelización y testimonios de sanación de lo que Jesús hace en su Morelia.
¡Alabado sea Jesucristo!
BUENAS NOTICIAS PARA ELHOMBRE DE HOY
Grupo Apostólico Nueva Evangelización
El mejor ginecólogo
Con un bebe de brazos, una mujer muy asustada llega al consultorio de su ginecólogo y le dice: Doctor, por favor ayúdeme, tengo un problema muy serio. Mi bebé aún no cumple un año y ya estoy de nuevo embarazada. No quiero tener hijos en tan poco tiempo, prefiero un espacio mayor entre uno y otro....
El médico le preguntó: Muy bien, ¿qué quiere que yo haga? Ella respondió: Deseo interrumpir mi embarazo y quiero contar con su ayuda. El médico se quedó pensando un poco y después de algún tiempo le dice: Creo que tengo un método mejor para solucionar el problema y es menos peligroso para usted.
La mujer sonrió, pensando que el médico aceptaría ayudarla. El siguió hablando: Vea señora, para no tener que estar con dos bebés a la vez en tan corto espacio de tiempo, vamos a matar a este niño que está en sus brazos. Así usted tendrá un periodo de descanso hasta que el otro niño nazca. Si, vamos a matar, no hay diferencia entre uno y otro de los niños. Y hasta es más fácil sacrificar éste que usted tiene entre sus brazos puesto que usted no correrá ningún riesgo.
La mujer se asustó y dijo: ¡No, doctor! ¡Que horror! ¡Matar a un niño es un crimen! También pienso lo mismo, señora, pero usted me pareció tan convencida de hacerlo, que por un momento pensé en ayudarla.
El médico sonrió y después de algunas consideraciones, vio que su lección surtía efecto. Convenció a la madre que no hay la menor diferencia entre matar un niño que ya nació y matar a uno que está por nacer, y que está vivo en el seno materno. ¡EL CRIMEN ES EXACTAMENTE EL MISMO!
-Hace tiempo nos invitaron a una oración de sanación por la mamá de una hermana de comunidad. Fuimos, la llevamos al sagrario y le tocamos a Jesús Eucaristía si tenía tiempo de atender a Lupita. Mientras la escuchaba, nosotros salimos a comprar un poster que necesitabamos para un encuentro. Cuando regresamos, la dejamos platicando con el Señor, preguntamos a Lupita que cuanto tiempo tenía sin poder escuchar, y nos contestó: “cuatro años”. ¡Ya estaba oyendo! ¡Gloria a Dios!
Jesús siempre escucha a sus hermanos y hermanas y responde a sus necesidades. Nunca deja de actuar, y siempre está atento a las enfermedades de sus hermanos pequeños que creen que verdaderamente él es Dios.
Hace dos meses Lupita hija nos visitó en la zapatería y nos comentó que tenía serios problemas con su espalda. Le dolía mucho. En días pasados fue tan fuerte el dolor que no se podía subir al auto, se quedó como paralizada sin poder hacer ningún movimiento. Pidió oración y en ese mismo momento se la entregamos a Jesús vivo. Al salir se le dijo que cuando caminara Jesús la terminaría de sanar. Existe un pequeño escalón en la zapatería que Lupita no vio y por esto algo se le “movio” en su espalda. Antes de retirarse nos dijo: yo soy de las que sanan cuando vaya en camino. Al día siguiente dos hermanas regresaron a la zapatería y nos comentaron que su tía Lupita había sanado cuando salió de la zapatería. ¡Gloria a Dios!
Pero dejemos que Lupita nos narre como sucedió: Hace mucho, bueno ya algún tiempo del milagro que en lo sencillo Jesús mi Dios, amigo, compañero y Señor realizó en mí. Sencillamente tenía un dolor de espalda (para ser más exacta en una vértebra de la columna). Este dolor me había molestado unos meses antes y la verdad ese día que regresó, empezé a preocuparme pues en aquélla ocasión no me había ido nada bien. Me había molestado muchísimo y en uno de esos días me asustó, pues no me pude ni bajar del coche por mí misma.
De tal manera que ese día y aprovechando la "visita" pedí a Aurelio que orara por mí. Sin embargo, antes de hacerlo, le dije que tenía un ligero problema; no sentía tener la fe como para que Jesús realizara en mí algo. No sé pero recordaba en esos momentos todas las ocasiones en que Jesús en el Evangelio preguntaba: ¿crees en mí? o aquéllo de : "tu fe te ha salvado"
Entonces pregunté a Aurelio si él creía necesaria la fe para que Dios actuara en uno, y él tan sencillo como siempre solo me respondió: ¿y tú crees que la falta de fe limita al Señor? En ese momento pensé y le dije que estaba segura que no.
Pues dicho y hecho, Aurelio realizó una oración por mí, debiendo decir que era tan fuerte el dolor que sentía que incluso la mano de Aurelio sobre mi hombro, me molestaba demasiado.
Al parecer no había sucedido nada fuera de lo "normal" por así decirlo, en el siguiente par de minutos me despedí de Aurelio y al estarlo haciendo, sentí como si se acomodaran mis vertebras y casi inmediatamente después el dolor desapareció.
Me he tardado bastante en escribir este testimonio, mal hecho lo sé, sin embargo, ahora lo hago porque: primero, es una deuda de agradecimiento con Jesús y no quisiera ser como esos 9 leprosos del Evangelio que no se regresaron y segundo porque quizá haya muchas personas como yo, que conociendo a Jesús desde otro carisma, llega a creer que se puede orar con Jesús, hablar con él, ser su discípulo, pero que eso de las sanaciones está un poco, o muy lejos... y eso, eso no es verdad.
Agradezco muchísimo al Señor por este hermoso detalle que estoy totalmente segura viene de él, como tantos que él obra a través de sus instrumentos.
-Preguntas y respuestas a algunos pasajes bíblicos. ¿Quién le ordenó a unos ángeles que se lavaran los pies? Lot. Gen 19,1-24 ¿Sobre qué animal cabalgó Rebeca cuando iba para su boda? Camello. Gen 24, 61.5.5. ¿Quién le envió a un rey un paquete de pistaches? Israel. Gen 43,11,6 En el libro del Exodo se encuentran los versículos más cortos. ¿Sabes cuáles son? Ex 20,13,15 ¿Sabes cómo se llamaba la esposa de Moisés? Séfora. Ex 2,2,8 ¿Sabes cómo era y a qué sabía el maná? A semilla de cilantro, blanco con sabor a torta de miel. Ex 16,31,9 ¿Sabías que hubo un hombre en Gath que sobresalía por su estatura y tenía doce dedos en las manos y doce en los pies? 2Sam 21,20,10 ¿A qué rey le trajeron monos y pavos reales? Salomón. 1Rey 10,22
-Visita a Jesús Sacramentado Hora sagrada es la de mi adoración, amadísimo Jesús, hora de cielo, hora de amor. Y, ¿qué hago aquí en estos minutos que tan velozmente pasan? Lo miro y me mira... le hablo, le cuento mis penas, y él, tomando parte en ellas, me consuela... le digo mil ternezas... empapo sus pies de lágrimas... lo lleno de besos y de caricias... lo como, lo bebo, lo aspiro y lo respiro...
¡Oh Jesús del alma mía! tú sabes lo que te pregunto, lo que me respondes... lo que te prometo... lo que me prometes. Y entonces aquí, al pie de este altar, no hay mundo para mí, ni familia, ni cariños, ni nada. El sólo es quien reina en mi alma: su pensamiento me domina... su acercamiento me enajena... su amor me arrebata... y su voluntad es la mía...
Y el considerar tu amor, mi Jesús Eucaristía, acrecienta todo esto... y mi pecho se rompe, mi tormento crece, y ambos, estrechísimamente unidos, pedimos al Eterno Padre perdón... misericordia... piedad...
Aquí me aconsejas, Jesús del alma, me reprendes y animas... me fortaleces y me perdonas... Aquí me recuerdas mis miserias y me enseñas a remediarlas... Aquí me abres tu corazón, que arde en crecido incendio...
Aquí me muestras la cruz en todas sus formas, y me gritas: ¡Adelante, hijo! no te detengas, y aun cuando tengas que pasar por una montaña de dolor, sube a ese Calvario, y espínate por mi amor...
En todas tus tribulaciones estoy muy cerca de ti aunque no me sientas, aunque no me veas... Tu vida, en su mayor parte, será de dolor, pero no importa, prosigue siendo voluntariamente esclavo y víctima sólo por agradarme.
¡Adelante en el sacrificio! y no te detengas, que por la cruz se llega a Jesús. En tus luchas, desalientos y amarguras, en tus dolorosas penas, escucha mi voz que te gritará siempre desde esta Hostia consagrada: ¡Adelante! toma aliento ante el sagrario y avergonzándote de tu debilidad, ten fe, y prosigue feliz tu camino hasta el Calvario...
Deja atrás, hijo querido, todas las glorias mundanales... todos los afectos terrenos... todas las comodidades y regalos, continuando tu vida de cruz, de vencimientos y humillaciones, de obediencia y de pureza, de propio desprecio y hambre de no ser estimado, humillándote.
¡Adelante con el peso de tus obligaciones diarias! ¡Adelante en el sacrificio por los pecadores, por tantas almas que me costaron la sangre y la vida, perdiéndolas a ellas, engañadas por Satanás! ¡Adelante en la vida de arideces y desamparos! ¡Adelante en el dolor, adelante en el amor! No te canses, hijo querido, no hagas paradas en el camino de la perfección, no vuelvas siquiera tu vista atrás.
¡Adelante entre las brumas y negras sombras de tu camino... ¡Adelante en las nubladas y obscuras noches de tu espíritu! ¡Adelante en las contrariedades, y en todo tiempo se dulce, paciente, suave y mortificado en mi honor!
Si mil martirios vienen a despedazarte... si en el silencio y la oscuridad te bebes tus lágrimas... si el cielo mismo se hace como de bronce para ti, no importa, hijo de mi alma, ¡adelante! siempre adelante con tu mirada muy lejos de la tierra, viviendo la vida de fe, en una dura, áspera, seca y amarga cruz.
Cuando Yo te me esconda, ¡adelante! Cuando te agobie la vida de abnegación y te parezca que no eres comprendido y todos por permisión divina te crucifiquen, ¡oh hijo mío! entonces se dichoso, y adelante, siempre adelante, hasta expirar por solo mi amor en la cima del Calvario, que de la cruz al cielo hay un solo paso, y allá te esperaré para coronarte, envolviéndote eternamente en mis resplandores.
¡Animo, pues, hijo muy amado de mi corazón! Si quieres ser feliz en la eternidad, sufre de muy buen grado en el tiempo: la vida es corta y mientras más dolor, más cielo, más luz, más resplandores, más Jesús, más Jesús... Aquí, al pie de mi trono Eucarístico, haz estos propósitos que te dejo indicados y sal de mi presencia valiente y esforzado a cumplirlos. La corteza de la cruz es la que amarga, pero en su fondo se encuentra el cielo.
¡Esclavo y víctima! eso serás en la tierra; por tanto ábrele los brazos con entusiasmo a todas las humillaciones, cruces, sacrificios y desprecios que puedan venirte: porque, todos los abajamientos, ¿qué son para un esclavo?... y todos los dolores ¿que valen para una víctima?
Adelante, adelante, que poco te resta por andar, y si me eres fiel, muy pronto, en un abrazo eterno tendrás un cielo.
¡Madre del alma toda Virgen poderosa y bendita! Comunícame de tu valor, de la heroicidad de tus sacrificios para aprender a sufrir como tú sufriste, y a sostenerme firme al pie de la cruz, por puro amor a tu Jesús. Así sea.
Si deseas las seis columnas semanales diferentes que se publican los domingos en los tres principales diarios de Morelia, localízalas en Blogger: jesusestavivoenmorelia.blogspot.com y en Twitter: twitter.com/jesusestavivo Si quieres recibirlas cada ocho días en tu correo, haz click en el cuadro naranja y automáticamente las tendrás. Hoy y todos los domingos en la Z radio, 96.3 FM y 1340 AM, “La Palabra” cuarenta y cinco minutos en comunicación con Jesús vivo que sigue sanando a los más necesitados que creen que él tiene todo el poder en los cielos y en la tierra. Visita nuestra página web: www.jesusestavivo.org.mx y vive los 149 videos de misas, evangelización y testimonios de sanación de lo que Jesús hace en su Morelia.
¡Alabado sea Jesucristo!
BUENAS NOTICIAS PARA ELHOMBRE DE HOY
Grupo Apostólico Nueva Evangelización
aurelio@jesusestavivo.org.mx
El médico le preguntó: Muy bien, ¿qué quiere que yo haga? Ella respondió: Deseo interrumpir mi embarazo y quiero contar con su ayuda. El médico se quedó pensando un poco y después de algún tiempo le dice: Creo que tengo un método mejor para solucionar el problema y es menos peligroso para usted.
La mujer sonrió, pensando que el médico aceptaría ayudarla. El siguió hablando: Vea señora, para no tener que estar con dos bebés a la vez en tan corto espacio de tiempo, vamos a matar a este niño que está en sus brazos. Así usted tendrá un periodo de descanso hasta que el otro niño nazca. Si, vamos a matar, no hay diferencia entre uno y otro de los niños. Y hasta es más fácil sacrificar éste que usted tiene entre sus brazos puesto que usted no correrá ningún riesgo.
La mujer se asustó y dijo: ¡No, doctor! ¡Que horror! ¡Matar a un niño es un crimen! También pienso lo mismo, señora, pero usted me pareció tan convencida de hacerlo, que por un momento pensé en ayudarla.
El médico sonrió y después de algunas consideraciones, vio que su lección surtía efecto. Convenció a la madre que no hay la menor diferencia entre matar un niño que ya nació y matar a uno que está por nacer, y que está vivo en el seno materno. ¡EL CRIMEN ES EXACTAMENTE EL MISMO!
-Hace tiempo nos invitaron a una oración de sanación por la mamá de una hermana de comunidad. Fuimos, la llevamos al sagrario y le tocamos a Jesús Eucaristía si tenía tiempo de atender a Lupita. Mientras la escuchaba, nosotros salimos a comprar un poster que necesitabamos para un encuentro. Cuando regresamos, la dejamos platicando con el Señor, preguntamos a Lupita que cuanto tiempo tenía sin poder escuchar, y nos contestó: “cuatro años”. ¡Ya estaba oyendo! ¡Gloria a Dios!
Jesús siempre escucha a sus hermanos y hermanas y responde a sus necesidades. Nunca deja de actuar, y siempre está atento a las enfermedades de sus hermanos pequeños que creen que verdaderamente él es Dios.
Hace dos meses Lupita hija nos visitó en la zapatería y nos comentó que tenía serios problemas con su espalda. Le dolía mucho. En días pasados fue tan fuerte el dolor que no se podía subir al auto, se quedó como paralizada sin poder hacer ningún movimiento. Pidió oración y en ese mismo momento se la entregamos a Jesús vivo. Al salir se le dijo que cuando caminara Jesús la terminaría de sanar. Existe un pequeño escalón en la zapatería que Lupita no vio y por esto algo se le “movio” en su espalda. Antes de retirarse nos dijo: yo soy de las que sanan cuando vaya en camino. Al día siguiente dos hermanas regresaron a la zapatería y nos comentaron que su tía Lupita había sanado cuando salió de la zapatería. ¡Gloria a Dios!
Pero dejemos que Lupita nos narre como sucedió: Hace mucho, bueno ya algún tiempo del milagro que en lo sencillo Jesús mi Dios, amigo, compañero y Señor realizó en mí. Sencillamente tenía un dolor de espalda (para ser más exacta en una vértebra de la columna). Este dolor me había molestado unos meses antes y la verdad ese día que regresó, empezé a preocuparme pues en aquélla ocasión no me había ido nada bien. Me había molestado muchísimo y en uno de esos días me asustó, pues no me pude ni bajar del coche por mí misma.
De tal manera que ese día y aprovechando la "visita" pedí a Aurelio que orara por mí. Sin embargo, antes de hacerlo, le dije que tenía un ligero problema; no sentía tener la fe como para que Jesús realizara en mí algo. No sé pero recordaba en esos momentos todas las ocasiones en que Jesús en el Evangelio preguntaba: ¿crees en mí? o aquéllo de : "tu fe te ha salvado"
Entonces pregunté a Aurelio si él creía necesaria la fe para que Dios actuara en uno, y él tan sencillo como siempre solo me respondió: ¿y tú crees que la falta de fe limita al Señor? En ese momento pensé y le dije que estaba segura que no.
Pues dicho y hecho, Aurelio realizó una oración por mí, debiendo decir que era tan fuerte el dolor que sentía que incluso la mano de Aurelio sobre mi hombro, me molestaba demasiado.
Al parecer no había sucedido nada fuera de lo "normal" por así decirlo, en el siguiente par de minutos me despedí de Aurelio y al estarlo haciendo, sentí como si se acomodaran mis vertebras y casi inmediatamente después el dolor desapareció.
Me he tardado bastante en escribir este testimonio, mal hecho lo sé, sin embargo, ahora lo hago porque: primero, es una deuda de agradecimiento con Jesús y no quisiera ser como esos 9 leprosos del Evangelio que no se regresaron y segundo porque quizá haya muchas personas como yo, que conociendo a Jesús desde otro carisma, llega a creer que se puede orar con Jesús, hablar con él, ser su discípulo, pero que eso de las sanaciones está un poco, o muy lejos... y eso, eso no es verdad.
Agradezco muchísimo al Señor por este hermoso detalle que estoy totalmente segura viene de él, como tantos que él obra a través de sus instrumentos.
-Preguntas y respuestas a algunos pasajes bíblicos. ¿Quién le ordenó a unos ángeles que se lavaran los pies? Lot. Gen 19,1-24 ¿Sobre qué animal cabalgó Rebeca cuando iba para su boda? Camello. Gen 24, 61.5.5. ¿Quién le envió a un rey un paquete de pistaches? Israel. Gen 43,11,6 En el libro del Exodo se encuentran los versículos más cortos. ¿Sabes cuáles son? Ex 20,13,15 ¿Sabes cómo se llamaba la esposa de Moisés? Séfora. Ex 2,2,8 ¿Sabes cómo era y a qué sabía el maná? A semilla de cilantro, blanco con sabor a torta de miel. Ex 16,31,9 ¿Sabías que hubo un hombre en Gath que sobresalía por su estatura y tenía doce dedos en las manos y doce en los pies? 2Sam 21,20,10 ¿A qué rey le trajeron monos y pavos reales? Salomón. 1Rey 10,22
-Visita a Jesús Sacramentado Hora sagrada es la de mi adoración, amadísimo Jesús, hora de cielo, hora de amor. Y, ¿qué hago aquí en estos minutos que tan velozmente pasan? Lo miro y me mira... le hablo, le cuento mis penas, y él, tomando parte en ellas, me consuela... le digo mil ternezas... empapo sus pies de lágrimas... lo lleno de besos y de caricias... lo como, lo bebo, lo aspiro y lo respiro...
¡Oh Jesús del alma mía! tú sabes lo que te pregunto, lo que me respondes... lo que te prometo... lo que me prometes. Y entonces aquí, al pie de este altar, no hay mundo para mí, ni familia, ni cariños, ni nada. El sólo es quien reina en mi alma: su pensamiento me domina... su acercamiento me enajena... su amor me arrebata... y su voluntad es la mía...
Y el considerar tu amor, mi Jesús Eucaristía, acrecienta todo esto... y mi pecho se rompe, mi tormento crece, y ambos, estrechísimamente unidos, pedimos al Eterno Padre perdón... misericordia... piedad...
Aquí me aconsejas, Jesús del alma, me reprendes y animas... me fortaleces y me perdonas... Aquí me recuerdas mis miserias y me enseñas a remediarlas... Aquí me abres tu corazón, que arde en crecido incendio...
Aquí me muestras la cruz en todas sus formas, y me gritas: ¡Adelante, hijo! no te detengas, y aun cuando tengas que pasar por una montaña de dolor, sube a ese Calvario, y espínate por mi amor...
En todas tus tribulaciones estoy muy cerca de ti aunque no me sientas, aunque no me veas... Tu vida, en su mayor parte, será de dolor, pero no importa, prosigue siendo voluntariamente esclavo y víctima sólo por agradarme.
¡Adelante en el sacrificio! y no te detengas, que por la cruz se llega a Jesús. En tus luchas, desalientos y amarguras, en tus dolorosas penas, escucha mi voz que te gritará siempre desde esta Hostia consagrada: ¡Adelante! toma aliento ante el sagrario y avergonzándote de tu debilidad, ten fe, y prosigue feliz tu camino hasta el Calvario...
Deja atrás, hijo querido, todas las glorias mundanales... todos los afectos terrenos... todas las comodidades y regalos, continuando tu vida de cruz, de vencimientos y humillaciones, de obediencia y de pureza, de propio desprecio y hambre de no ser estimado, humillándote.
¡Adelante con el peso de tus obligaciones diarias! ¡Adelante en el sacrificio por los pecadores, por tantas almas que me costaron la sangre y la vida, perdiéndolas a ellas, engañadas por Satanás! ¡Adelante en la vida de arideces y desamparos! ¡Adelante en el dolor, adelante en el amor! No te canses, hijo querido, no hagas paradas en el camino de la perfección, no vuelvas siquiera tu vista atrás.
¡Adelante entre las brumas y negras sombras de tu camino... ¡Adelante en las nubladas y obscuras noches de tu espíritu! ¡Adelante en las contrariedades, y en todo tiempo se dulce, paciente, suave y mortificado en mi honor!
Si mil martirios vienen a despedazarte... si en el silencio y la oscuridad te bebes tus lágrimas... si el cielo mismo se hace como de bronce para ti, no importa, hijo de mi alma, ¡adelante! siempre adelante con tu mirada muy lejos de la tierra, viviendo la vida de fe, en una dura, áspera, seca y amarga cruz.
Cuando Yo te me esconda, ¡adelante! Cuando te agobie la vida de abnegación y te parezca que no eres comprendido y todos por permisión divina te crucifiquen, ¡oh hijo mío! entonces se dichoso, y adelante, siempre adelante, hasta expirar por solo mi amor en la cima del Calvario, que de la cruz al cielo hay un solo paso, y allá te esperaré para coronarte, envolviéndote eternamente en mis resplandores.
¡Animo, pues, hijo muy amado de mi corazón! Si quieres ser feliz en la eternidad, sufre de muy buen grado en el tiempo: la vida es corta y mientras más dolor, más cielo, más luz, más resplandores, más Jesús, más Jesús... Aquí, al pie de mi trono Eucarístico, haz estos propósitos que te dejo indicados y sal de mi presencia valiente y esforzado a cumplirlos. La corteza de la cruz es la que amarga, pero en su fondo se encuentra el cielo.
¡Esclavo y víctima! eso serás en la tierra; por tanto ábrele los brazos con entusiasmo a todas las humillaciones, cruces, sacrificios y desprecios que puedan venirte: porque, todos los abajamientos, ¿qué son para un esclavo?... y todos los dolores ¿que valen para una víctima?
Adelante, adelante, que poco te resta por andar, y si me eres fiel, muy pronto, en un abrazo eterno tendrás un cielo.
¡Madre del alma toda Virgen poderosa y bendita! Comunícame de tu valor, de la heroicidad de tus sacrificios para aprender a sufrir como tú sufriste, y a sostenerme firme al pie de la cruz, por puro amor a tu Jesús. Así sea.
Si deseas las seis columnas semanales diferentes que se publican los domingos en los tres principales diarios de Morelia, localízalas en Blogger: jesusestavivoenmorelia.blogspot.com y en Twitter: twitter.com/jesusestavivo Si quieres recibirlas cada ocho días en tu correo, haz click en el cuadro naranja y automáticamente las tendrás. Hoy y todos los domingos en la Z radio, 96.3 FM y 1340 AM, “La Palabra” cuarenta y cinco minutos en comunicación con Jesús vivo que sigue sanando a los más necesitados que creen que él tiene todo el poder en los cielos y en la tierra. Visita nuestra página web: www.jesusestavivo.org.mx y vive los 149 videos de misas, evangelización y testimonios de sanación de lo que Jesús hace en su Morelia.
¡Alabado sea Jesucristo!
BUENAS NOTICIAS PARA ELHOMBRE DE HOY
Grupo Apostólico Nueva Evangelización
aurelio@jesusestavivo.org.mx
lunes, 21 de diciembre de 2009
¿Quién dice la gente que soy yo?
En el corazón de los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, Jesús formula a sus discípulos esta pregunta que es verdaaderamente medular. «¿Quién dice la gente que soy yo?». El Maestro quiere saber qué piensan de él los hombres de su tiempo. Desea también contrastar la opinión de la multitud con la de los discípulos que lo han acompañado paso a paso... «y ustedes, ¿quién dicen que soy?».
La multitud ha seguido a Jesús con entusiasmo, ha conntemplado los prodigios, le ha extendido sus llagas para que él las cure; ha escuchado sus palabras... pero ese pueblo que necesitaba la presencia del Mesías, ha sido incapaz de llegar al fondo del misterio y por eso no ha sabido reconoocer al que esperaba. Él «vino a los suyos, y los suyos no lo recibieron». (Jn 1,11)
Las ideas que tenían, los prejuicios impresos en su imaginación, impidieron a ese pueblo descubrir la novedad sobrecogedora de la presencia de Dios. Jesús fue un misterio insondable para sus contemporáneos. Lo más que podían entonces aceptar era que volviera a la vida Elías, Juan Bautista o alguno de los profetas. (cfr. Mc 8,28) No podían, sin embargo, creer, ni aceptar que Dios se hiciera parte de la historia humana; que el Mesías compartiera palmo a palmo nuestras penas y grandezas; no podían comprender que Dios se hiciese un hombre libre, humilde y manso, amigo de publicanos y pecadores. Mucho menos podían entender que el Señor marchara por el camino de la cruz y que fuera un servidor sufriente. En vano había anunciado eso la Escritura. Ese escándalo ni los discípulos podían aceptarlo. ¿Estamos hoy mejor?
La pregunta de Jesús conserva su vigencia y los cristiaanos, llamados a evangelizar el mundo, debemos también preguntamos qué piensa de Jesús la gente de estos días.
¿Quién dice la gente que soy yo? Muchos ya no se ocupan de él o acallan su llamamiennto. Para otros, es tan sólo un recuerdo del pasado; una etapa superada de la cultura. Algunos lo actualizan diciendo que es un revolucionario, un «se busca» intransigente; un maesstro de moral; o uno más de la larga lista de gurúes y maestros que jalonan la marcha del espíritu. Otros lo ven como un Dios lejano y espiritual.
¿Quién dice la gente que soy yo? ¿Qué piensan los científicos de hoy, aquellos que espeeran dominar un día los secretos de la vida y transformar el mundo? ¿ Qué piensan aquellos economistas que, seguros de su saber, ubican el progreso humano en la cantidad de dólares que producimos per cápita? ¿Qué piensan de Jesús los pragmáticos, que miran con desdén, como algo anticuado, las consideraciones éticas? ¿Qué piensan los que por razones de Estado y seguridad torturan y matan? ¿ Qué piensan de él aquellos religiosos que han hecho de su vocación sólo una profesión o un camino de promoción burocrática? ¿Qué piensan los artistas que buscan la belleza fuera de Dios? ¿Qué piensan de Jesús los deportistas que en el desarrollo físico adoran a su dios?
Como los contemporáneos de Jesús, los hombres de este tiempo han pasado a su lado sin comprender su misterio, y siguen hoy buscando un Salvador.
Puede hacemos sufrir el hecho de saber que esa respuesta insuficiente la dan también ahora muchos que se dicen cristianos... Tal vez, sin yo quererlo ni saberlo, piense lo mismo que piensa la gente.
«¿Quién dice la gente que soy yo?» Al responder a esta pregunta se puede hacer un diagnóstico de la humanidad que anda errante en busca de un pastor... y se puede abrir para mí una misión en el mundo de hoy.
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La multitud ha seguido a Jesús con entusiasmo, ha conntemplado los prodigios, le ha extendido sus llagas para que él las cure; ha escuchado sus palabras... pero ese pueblo que necesitaba la presencia del Mesías, ha sido incapaz de llegar al fondo del misterio y por eso no ha sabido reconoocer al que esperaba. Él «vino a los suyos, y los suyos no lo recibieron». (Jn 1,11)
Las ideas que tenían, los prejuicios impresos en su imaginación, impidieron a ese pueblo descubrir la novedad sobrecogedora de la presencia de Dios. Jesús fue un misterio insondable para sus contemporáneos. Lo más que podían entonces aceptar era que volviera a la vida Elías, Juan Bautista o alguno de los profetas. (cfr. Mc 8,28) No podían, sin embargo, creer, ni aceptar que Dios se hiciera parte de la historia humana; que el Mesías compartiera palmo a palmo nuestras penas y grandezas; no podían comprender que Dios se hiciese un hombre libre, humilde y manso, amigo de publicanos y pecadores. Mucho menos podían entender que el Señor marchara por el camino de la cruz y que fuera un servidor sufriente. En vano había anunciado eso la Escritura. Ese escándalo ni los discípulos podían aceptarlo. ¿Estamos hoy mejor?
La pregunta de Jesús conserva su vigencia y los cristiaanos, llamados a evangelizar el mundo, debemos también preguntamos qué piensa de Jesús la gente de estos días.
¿Quién dice la gente que soy yo? Muchos ya no se ocupan de él o acallan su llamamiennto. Para otros, es tan sólo un recuerdo del pasado; una etapa superada de la cultura. Algunos lo actualizan diciendo que es un revolucionario, un «se busca» intransigente; un maesstro de moral; o uno más de la larga lista de gurúes y maestros que jalonan la marcha del espíritu. Otros lo ven como un Dios lejano y espiritual.
¿Quién dice la gente que soy yo? ¿Qué piensan los científicos de hoy, aquellos que espeeran dominar un día los secretos de la vida y transformar el mundo? ¿ Qué piensan aquellos economistas que, seguros de su saber, ubican el progreso humano en la cantidad de dólares que producimos per cápita? ¿Qué piensan de Jesús los pragmáticos, que miran con desdén, como algo anticuado, las consideraciones éticas? ¿Qué piensan los que por razones de Estado y seguridad torturan y matan? ¿ Qué piensan de él aquellos religiosos que han hecho de su vocación sólo una profesión o un camino de promoción burocrática? ¿Qué piensan los artistas que buscan la belleza fuera de Dios? ¿Qué piensan de Jesús los deportistas que en el desarrollo físico adoran a su dios?
Como los contemporáneos de Jesús, los hombres de este tiempo han pasado a su lado sin comprender su misterio, y siguen hoy buscando un Salvador.
Puede hacemos sufrir el hecho de saber que esa respuesta insuficiente la dan también ahora muchos que se dicen cristianos... Tal vez, sin yo quererlo ni saberlo, piense lo mismo que piensa la gente.
«¿Quién dice la gente que soy yo?» Al responder a esta pregunta se puede hacer un diagnóstico de la humanidad que anda errante en busca de un pastor... y se puede abrir para mí una misión en el mundo de hoy.
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Juan Bautista
En los vados del Jordán, en el año 28 de nuestra era, había un hombre que gritaba: "Convertíos. El Reino de Dios está cerca". Era Juan el Precursor.
El vestido de Juan era un cuero de camello. Su alimento, langostas y miel sacada de las colmenas que las abejas hacían en las rocas, nunca probaba el vino ni la sidra, (Lc 1,15; 7,33) su morada normal era el desierto.
El desierto antiguamente era el lugar favorito para la experiencia de Dios: allí, en la soledad más absoluta, desasido de las preocupaciones cotidianas, el corazón del hombre percibía los ecos de la voz de Dios. Para Israel el desierto evocaba el período de su historia cuando dependía sólo de Yahvé para comer y para beber, para alabar y para vivir. Todo era incierto en esa época, menos el amor de Yahvé.
Con piedras y arena construyen los hombres sus viviendas, pero a nadie le gusta vivir rodeado de arenales, sino de árboles y de frescura. Sin embargo Juan había optado por vivir en el yermo, desde su juventud. Allí levantaba la voz para gritar que prepararan un camino al Señor, que enderezaran los senderos y que allanaran las rutas tortuosas. (Mt 3,2-3)
Al desierto no van los hombres sino de paso. Sin embargo, alrededor de Juan se congregaban muchedumbres. El le dio vida al desierto. Allí montó su cátedra, allí abrió la universidad, en donde impartía su doctrina. Allí luchó Juan: la tierra árida y rocosa, la convirtió en arena de combate, en palestra.
El desierto fue para Juan, lugar de penitencia, sitio de ayunos y de austeridades, porque para vestirse de sedas, vivir en deleites y ser endeble como una caña que doblega el viento no es buena la aridez de un erial sino los palacios de los reyes. (Lc 7,24-26)
Bordeando el desierto de Judá, lindando con las últimas dunas, pasa el río Jordán. Hasta sus orillas llegaba Juan a bautizar, en Betania o en Enón, junto a Salim. (Jn 1,28; 3,22-24) Las gentes se adentraban en el río y Juan les bañaba con agua las frentes para indicar con ello la conversión de los pecados. (Mt 3,6) Era un baño de agua, preparación del que un día recibirían los cristianos con Espíritu Santo y con fuego.
Como Juan bautizaba, la gente lo llamaba "El Bautista". Los cristianos denominaron a Juan como "El Precursor". Esta voz significa: "el que corre delante", porque la vida de Juan fue un pasar delante de Jesús, proclamando su venida: anunciado antes que Jesús, nació antes, predicó antes, bautizó antes, antes fue encarcelado y antes debió morir. El Precursor iba siempre preparando los caminos al Señor. (Mt 11,10; Lc 1,17-76; Jn 1,15) Todavía hoy, siempre que Cristo llega a cualquier lugar le precede el espíritu de su Precursor. "El es el heraldo de todas las parusías". Por eso predicó alguna vez Orígenes: "Creo que el misterio de Juan sigue renovándose en el mundo. Para que alguien crea en Cristo Jesús es necesario que antes el Espíritu y la virtud de Juan se hagan presentes en su alma, para preparar al Señor un pueblo perfecto y allanar las asperezas de los caminos del corazón y enderezar sus senderos. Este espíritu de Juan sigue precediendo todavía le llegada del Señor Salvador".
Ain Karim es un pueblito de Judea, en las montañas, unos 6 kilómetros al oeste de Jerusalén. Allí vivían Zacarías, sacerdote, y su esposa Isabel. Ambos eran justos y caminaban sin tacha en los senderos de Yahvé. En su hogar no había hijos. (Lc 1,5-7)
Un día, cuando Zacarías ejercía en Jerusalén el oficio de sacerdote, se le apareció el ángel Gabriel y le anunció que tendría un hijo, a quien llamaría Juan. El Sacerdote dudó de la visión y de las palabras del ángel. Como los sacerdotes de todos los tiempos, el no creía en visiones. Debía ser muy prudente, tener los pies puestos en tierra y no aceptar con rapidez el carisma de una visión o de una revelación. El sabía, por haberlo estudiado en los libros sagrados, que antiguamente se daban revelaciones, pero eso era antes. Por eso optó por dudar. Máxime que él y su mujer eran avanzados de edad, y no estaban ya para criar muchachitos. Prefirió pues, no creer y no proclamar las maravillas del Señor, y resultó mudo. Igual cosa ha sucedido a muchos que prefieren callar prudentemente en vez de anunciar cuanto en ellos hace Dios.
Cuando Zacarías salió del santuario, los fieles se admiraban de que no pudiese hablar. La gente como que espera siempre que quien ha estado ante el Señor pueda compartir con los demás cuál ha sido su experiencia espiritual. Similar extrañeza debió sentir Isabel, cuando su esposo regresó al hogar y sólo mediante la escritura le comunicó lo que había pasado. Pero, cuando algunos meses después se dieron cuenta de que las palabras del ángel se iban a cumplir, su admiración y su gozo debieron ser grandes.
Más de seis meses habían pasado desde aquel suceso cuando Isabel recibió una visita extraordinaria: una de sus primas, María, llegó a Ain Karim. La criaturita que se estaba gestando en las entrañas de Isabel saltó de alegría, de modo tan gozoso, que a la madre se le iluminó el corazón, y llena de Espíritu Santo proclamó las alabanzas de María, y ésta, a su vez, proclamó las maravillas del Creador. Tres meses más tarde nació un niño. El y su madre habían sido los primeros en recibir la visita de María y de Jesús. Era como si el arca de la Nueva Alianza hubiese llegado hasta la casita de Isabel.
Cuando el hijo de Zacarías y de Isabel nació, muchos querían llamarlo con el nombre de su padre, pero en una tablilla el sacerdote mudo escribió: "Juan es su nombre". Entonces recuperó el habla y se puso a bendecir al Señor con himnos proféticos, que el Espíritu Santo le regaló carismáticamente, (Lc 1,67) y todos los que vivieron estos sucesos tuvieron mucho gozo. (Lc 1,14)
El nombre de Juan significa: “Yahvé es favorable”. De veras que Dios le fue favorable a ese niño. Lo escogió como su profeta, el mayor de los profetas, el mayor de los nacidos de mujer en toda la Antigua Ley. (Mt 11,9-11) El sería el encargado, como profeta del Altísimo, de anunciar al pueblo la salvación y el perdón de los pecados, y de preparar los caminos del Señor. (Lc 1,76-77)
Juan es el primer primo de Jesús de que habla el evangelio. Aunque ligado a María, no parece que hubiera conocido a Jesús en su infancia, (a pesar de que muchos pintores representan a los dos niños jugando con corderitos) pues, mientras Jesús debió huir con sus padres a Egipto y luego radicarse en Galilea, Juan al crecer y fortificarse se adentró en el desierto de Judá. (Lc 1,80)
Así llegamos al año 28 de nuestra era, según cálculos de muchos historiadores. En Roma gobernaba el César Tiberio, en Judea la autoridad civil la ejercía Poncio Pilato, y en las provincias vecinas, llamadas "tetrarquías", estaban en el poder Herodes, Filipo y Lisanias. Los sumos sacerdotes del templo de Jerusalén eran Anás y Caifás. Fue cuando la Palabra de Dios llegó sobre Juan. Sobre él siempre había estado el poder del Señor, pero ahora venía a darle una misión especial. (Lc 1,66; 3,1-2)
Era Dios quien lo enviaba a predicar y a dar testimonio de la luz. (Jn 1,6-8) La vida de Juan habría de ser muy corta, pero ella sola llena "una edad en la historia de la salvación". Esos años son como la corona del Antiguo Testamento.
Juan comenzó a clamar. El aire del desierto le daba un acento extraño a su voz, el sol le tostaba la piel y le requemaba el cabello, y el fuego de Dios le quemaba el espíritu. Era extraño el escenario de su predicación: las rocas áridas de un lado y del otro el cauce del río. Allí Juan decía: Haced frutos de conversión. Vosotros sois raza de víboras, aunque os presentáis como hijos de Abraham. Si Dios necesitase hijos de Abraham, de las piedras del desierto los podría crear para cumplirle las promesas al patriarca. Vosotros sois como un tronco seco y estéril, bueno para que lo tumben a hachazos y lo arrojen al fuego. Si no os convertís, no huiréis del juicio, pues el juez vendrá y separará el grano de la paja, y a ésta la quemará en hoguera formidable. (Mt 3,7-12) Así le preparaba Juan los caminos a Jesús con la predicación, con el ejemplo y con el bautismo.
Ante Juan llegaban las multitudes y él les aconsejaba ser generosos con los pobres, llegaban los cobradores de impuestos y les decía que no se excedieran ni robaran, llegaban los soldados y les urgía a que no fueran violentos ni calumniadores ni codiciosos. A todos los invitaba sumergirse en el agua. Las ondas del Jordán como que limpiaban las conciencias y se llevaban los pecados de todos los hombres hasta las marismas del Mar Muerto
Juan no sabía callar. Aún al Rey Herodes le recordó un día que no le era lícito convivir con la mujer de su hermano. (Mt 14,3-4; Mc 6,18) El fuego de Yahvé consumía a Juan, le quemaba las entrañas. El no podía enmudecer sino con la muerte. El no viviría nunca la mudez de su padre, Zacarías.
Un día, ante Juan que bautizaba y clamaba en el desierto (Lc 3,4-6) llegó Jesús. Al verle, Juan exclamó "¿cómo es que tú vienes a mí, si yo soy el que necesita ser bautizado por ti?". (Mt 3,13-15) Porque Juan podía ser duro consigo y con los demás, podía blandir su voz como si fuera una correa que chasqueara contra la hipocresía de los fariseos, pero era un hombre humilde. Muchos le habían preguntado, queriendo tentar u honrarle, que es casi lo mismo: "Dinos, quién eres ¿El Mesías? ¿El Profeta Elías? ¿El que ha de venir? ¿Con que autoridad hablas y actúas?".
De los labios de Juan no salió una palabra altiva. Otros serán los que lo ensalzarían al llamarlo profeta, antorcha que ardía y alumbraba (Jn 5,35) testigo de la luz, (Jn 1,8) lleno del Espíritu y grande delante de Dios (Lc 1,15) o Maestro. El sólo decía: "Yo no soy ese que vosotros decís, yo no soy digno de desatar las sandalias del Mesías, postrándome ante él; yo apenas bautizo con agua pero vendrá quien bautice con Espíritu Santo; yo apenas soy la voz que grita, soy un murmullo, pero vendrá la Palabra después; yo, aunque comencé antes, voy a pasar después, porque quien tras de mí viene es mayor que yo; yo soy apenas una antorcha, anunciadora de la luz; yo apenas soy el novio, el paraninfo, pero me he de alegrar cuando aparezca el esposo; conviene que yo comience a menguar, para que quien venga luego, pueda crecer como si fuera un astro que camina hacia el cenit". Así fue Juan el que desengañó al pueblo de sus vanas expectativas y lo centró en el verdadero Cristo. (Lc 1,77; 3,15)
Juan era como una antorcha encendida en el sol de Dios, pero una antorcha que brillaba en el desierto sin querer subir a las cimas de la soberbia para que no la apagase el orgullo. Una antorcha que presagiaba el brillo de la nueva luz.
Juan llegó antes pero quiso pasar después, comenzó siendo maestro, pero terminó siendo discípulo, porque Maestro sólo hay uno, el Cristo.
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El desierto antiguamente era el lugar favorito para la experiencia de Dios: allí, en la soledad más absoluta, desasido de las preocupaciones cotidianas, el corazón del hombre percibía los ecos de la voz de Dios. Para Israel el desierto evocaba el período de su historia cuando dependía sólo de Yahvé para comer y para beber, para alabar y para vivir. Todo era incierto en esa época, menos el amor de Yahvé.
Con piedras y arena construyen los hombres sus viviendas, pero a nadie le gusta vivir rodeado de arenales, sino de árboles y de frescura. Sin embargo Juan había optado por vivir en el yermo, desde su juventud. Allí levantaba la voz para gritar que prepararan un camino al Señor, que enderezaran los senderos y que allanaran las rutas tortuosas. (Mt 3,2-3)
Al desierto no van los hombres sino de paso. Sin embargo, alrededor de Juan se congregaban muchedumbres. El le dio vida al desierto. Allí montó su cátedra, allí abrió la universidad, en donde impartía su doctrina. Allí luchó Juan: la tierra árida y rocosa, la convirtió en arena de combate, en palestra.
El desierto fue para Juan, lugar de penitencia, sitio de ayunos y de austeridades, porque para vestirse de sedas, vivir en deleites y ser endeble como una caña que doblega el viento no es buena la aridez de un erial sino los palacios de los reyes. (Lc 7,24-26)
Bordeando el desierto de Judá, lindando con las últimas dunas, pasa el río Jordán. Hasta sus orillas llegaba Juan a bautizar, en Betania o en Enón, junto a Salim. (Jn 1,28; 3,22-24) Las gentes se adentraban en el río y Juan les bañaba con agua las frentes para indicar con ello la conversión de los pecados. (Mt 3,6) Era un baño de agua, preparación del que un día recibirían los cristianos con Espíritu Santo y con fuego.
Como Juan bautizaba, la gente lo llamaba "El Bautista". Los cristianos denominaron a Juan como "El Precursor". Esta voz significa: "el que corre delante", porque la vida de Juan fue un pasar delante de Jesús, proclamando su venida: anunciado antes que Jesús, nació antes, predicó antes, bautizó antes, antes fue encarcelado y antes debió morir. El Precursor iba siempre preparando los caminos al Señor. (Mt 11,10; Lc 1,17-76; Jn 1,15) Todavía hoy, siempre que Cristo llega a cualquier lugar le precede el espíritu de su Precursor. "El es el heraldo de todas las parusías". Por eso predicó alguna vez Orígenes: "Creo que el misterio de Juan sigue renovándose en el mundo. Para que alguien crea en Cristo Jesús es necesario que antes el Espíritu y la virtud de Juan se hagan presentes en su alma, para preparar al Señor un pueblo perfecto y allanar las asperezas de los caminos del corazón y enderezar sus senderos. Este espíritu de Juan sigue precediendo todavía le llegada del Señor Salvador".
Ain Karim es un pueblito de Judea, en las montañas, unos 6 kilómetros al oeste de Jerusalén. Allí vivían Zacarías, sacerdote, y su esposa Isabel. Ambos eran justos y caminaban sin tacha en los senderos de Yahvé. En su hogar no había hijos. (Lc 1,5-7)
Un día, cuando Zacarías ejercía en Jerusalén el oficio de sacerdote, se le apareció el ángel Gabriel y le anunció que tendría un hijo, a quien llamaría Juan. El Sacerdote dudó de la visión y de las palabras del ángel. Como los sacerdotes de todos los tiempos, el no creía en visiones. Debía ser muy prudente, tener los pies puestos en tierra y no aceptar con rapidez el carisma de una visión o de una revelación. El sabía, por haberlo estudiado en los libros sagrados, que antiguamente se daban revelaciones, pero eso era antes. Por eso optó por dudar. Máxime que él y su mujer eran avanzados de edad, y no estaban ya para criar muchachitos. Prefirió pues, no creer y no proclamar las maravillas del Señor, y resultó mudo. Igual cosa ha sucedido a muchos que prefieren callar prudentemente en vez de anunciar cuanto en ellos hace Dios.
Cuando Zacarías salió del santuario, los fieles se admiraban de que no pudiese hablar. La gente como que espera siempre que quien ha estado ante el Señor pueda compartir con los demás cuál ha sido su experiencia espiritual. Similar extrañeza debió sentir Isabel, cuando su esposo regresó al hogar y sólo mediante la escritura le comunicó lo que había pasado. Pero, cuando algunos meses después se dieron cuenta de que las palabras del ángel se iban a cumplir, su admiración y su gozo debieron ser grandes.
Más de seis meses habían pasado desde aquel suceso cuando Isabel recibió una visita extraordinaria: una de sus primas, María, llegó a Ain Karim. La criaturita que se estaba gestando en las entrañas de Isabel saltó de alegría, de modo tan gozoso, que a la madre se le iluminó el corazón, y llena de Espíritu Santo proclamó las alabanzas de María, y ésta, a su vez, proclamó las maravillas del Creador. Tres meses más tarde nació un niño. El y su madre habían sido los primeros en recibir la visita de María y de Jesús. Era como si el arca de la Nueva Alianza hubiese llegado hasta la casita de Isabel.
Cuando el hijo de Zacarías y de Isabel nació, muchos querían llamarlo con el nombre de su padre, pero en una tablilla el sacerdote mudo escribió: "Juan es su nombre". Entonces recuperó el habla y se puso a bendecir al Señor con himnos proféticos, que el Espíritu Santo le regaló carismáticamente, (Lc 1,67) y todos los que vivieron estos sucesos tuvieron mucho gozo. (Lc 1,14)
El nombre de Juan significa: “Yahvé es favorable”. De veras que Dios le fue favorable a ese niño. Lo escogió como su profeta, el mayor de los profetas, el mayor de los nacidos de mujer en toda la Antigua Ley. (Mt 11,9-11) El sería el encargado, como profeta del Altísimo, de anunciar al pueblo la salvación y el perdón de los pecados, y de preparar los caminos del Señor. (Lc 1,76-77)
Juan es el primer primo de Jesús de que habla el evangelio. Aunque ligado a María, no parece que hubiera conocido a Jesús en su infancia, (a pesar de que muchos pintores representan a los dos niños jugando con corderitos) pues, mientras Jesús debió huir con sus padres a Egipto y luego radicarse en Galilea, Juan al crecer y fortificarse se adentró en el desierto de Judá. (Lc 1,80)
Así llegamos al año 28 de nuestra era, según cálculos de muchos historiadores. En Roma gobernaba el César Tiberio, en Judea la autoridad civil la ejercía Poncio Pilato, y en las provincias vecinas, llamadas "tetrarquías", estaban en el poder Herodes, Filipo y Lisanias. Los sumos sacerdotes del templo de Jerusalén eran Anás y Caifás. Fue cuando la Palabra de Dios llegó sobre Juan. Sobre él siempre había estado el poder del Señor, pero ahora venía a darle una misión especial. (Lc 1,66; 3,1-2)
Era Dios quien lo enviaba a predicar y a dar testimonio de la luz. (Jn 1,6-8) La vida de Juan habría de ser muy corta, pero ella sola llena "una edad en la historia de la salvación". Esos años son como la corona del Antiguo Testamento.
Juan comenzó a clamar. El aire del desierto le daba un acento extraño a su voz, el sol le tostaba la piel y le requemaba el cabello, y el fuego de Dios le quemaba el espíritu. Era extraño el escenario de su predicación: las rocas áridas de un lado y del otro el cauce del río. Allí Juan decía: Haced frutos de conversión. Vosotros sois raza de víboras, aunque os presentáis como hijos de Abraham. Si Dios necesitase hijos de Abraham, de las piedras del desierto los podría crear para cumplirle las promesas al patriarca. Vosotros sois como un tronco seco y estéril, bueno para que lo tumben a hachazos y lo arrojen al fuego. Si no os convertís, no huiréis del juicio, pues el juez vendrá y separará el grano de la paja, y a ésta la quemará en hoguera formidable. (Mt 3,7-12) Así le preparaba Juan los caminos a Jesús con la predicación, con el ejemplo y con el bautismo.
Ante Juan llegaban las multitudes y él les aconsejaba ser generosos con los pobres, llegaban los cobradores de impuestos y les decía que no se excedieran ni robaran, llegaban los soldados y les urgía a que no fueran violentos ni calumniadores ni codiciosos. A todos los invitaba sumergirse en el agua. Las ondas del Jordán como que limpiaban las conciencias y se llevaban los pecados de todos los hombres hasta las marismas del Mar Muerto
Juan no sabía callar. Aún al Rey Herodes le recordó un día que no le era lícito convivir con la mujer de su hermano. (Mt 14,3-4; Mc 6,18) El fuego de Yahvé consumía a Juan, le quemaba las entrañas. El no podía enmudecer sino con la muerte. El no viviría nunca la mudez de su padre, Zacarías.
Un día, ante Juan que bautizaba y clamaba en el desierto (Lc 3,4-6) llegó Jesús. Al verle, Juan exclamó "¿cómo es que tú vienes a mí, si yo soy el que necesita ser bautizado por ti?". (Mt 3,13-15) Porque Juan podía ser duro consigo y con los demás, podía blandir su voz como si fuera una correa que chasqueara contra la hipocresía de los fariseos, pero era un hombre humilde. Muchos le habían preguntado, queriendo tentar u honrarle, que es casi lo mismo: "Dinos, quién eres ¿El Mesías? ¿El Profeta Elías? ¿El que ha de venir? ¿Con que autoridad hablas y actúas?".
De los labios de Juan no salió una palabra altiva. Otros serán los que lo ensalzarían al llamarlo profeta, antorcha que ardía y alumbraba (Jn 5,35) testigo de la luz, (Jn 1,8) lleno del Espíritu y grande delante de Dios (Lc 1,15) o Maestro. El sólo decía: "Yo no soy ese que vosotros decís, yo no soy digno de desatar las sandalias del Mesías, postrándome ante él; yo apenas bautizo con agua pero vendrá quien bautice con Espíritu Santo; yo apenas soy la voz que grita, soy un murmullo, pero vendrá la Palabra después; yo, aunque comencé antes, voy a pasar después, porque quien tras de mí viene es mayor que yo; yo soy apenas una antorcha, anunciadora de la luz; yo apenas soy el novio, el paraninfo, pero me he de alegrar cuando aparezca el esposo; conviene que yo comience a menguar, para que quien venga luego, pueda crecer como si fuera un astro que camina hacia el cenit". Así fue Juan el que desengañó al pueblo de sus vanas expectativas y lo centró en el verdadero Cristo. (Lc 1,77; 3,15)
Juan era como una antorcha encendida en el sol de Dios, pero una antorcha que brillaba en el desierto sin querer subir a las cimas de la soberbia para que no la apagase el orgullo. Una antorcha que presagiaba el brillo de la nueva luz.
Juan llegó antes pero quiso pasar después, comenzó siendo maestro, pero terminó siendo discípulo, porque Maestro sólo hay uno, el Cristo.
Si deseas las seis columnas semanales diferentes que se publican los domingos en los tres principales diarios de Morelia, localízalas en Blogger: jesusestavivoenmorelia.blogspot.com y en Twitter: twitter.com/jesusestavivo Si quieres recibirlas cada ocho días en tu correo, haz click en el cuadro naranja y automáticamente las tendrás. Hoy y todos los domingos en la Z radio, 96.3 FM y 1340 AM, “La Palabra” cuarenta y cinco minutos en comunicación con Jesús vivo que sigue sanando a los más necesitados que creen que él tiene todo el poder en los cielos y en la tierra. Visita nuestra página web: www.jesusestavivo.org.mx y vive los 139 videos de misas, evangelización y testimonios de sanación de lo que Jesús hace en su Morelia.
¡Alabado sea Jesucristo!
BUENAS NOTICIAS PARA ELHOMBRE DE HOY
Grupo Apostólico Nueva Evangelización
Desahuciado
Nuestra hermana de comunidad, Amparo, nos da el testimonio de la sanación de su esposo: mi matrimonio fue muy tormentoso ya que había de todo, faltas de respeto, infidelidad, golpes y demás. Teníamos una hija que estábamos dañando profundamente. Mi esposo en su desesperación buscó otro tipo de trabajo fuera de la ciudad pues el nuestro era de abarrotes con venta de vino y él a diario estaba tomando. Después de varios intentos de reconciliación todo siguió igual o peor y a los ocho meses salí con embarazo de alto riesgo. Pasaba más tiempo en el hospital que en casa.
A los seis meses de embarazo tuve el peor altercado de mi vida con mi marido y le reclamé a Jesús en un crucifijo que está en la sala de mí casa diciéndole: te pedí un hombre bueno y no es tan bueno, porque me maltrata. Y a los dos días Sergio se desmayó en el baño. Lo llevamos a la Clínica y los doctores creían que era adicto a una droga pero los resultados de los estudios fueron negativos. Llamaron al neurocirujano y el resultado de la tomografía fueron dos problemas muy graves: en el parental derecho un tumor maligno grado 2 y en el parental izquierdo otro tumor similar.
Cuando me dieron la noticia de la gravedad de mi marido no lo podía asimilar ya que siempre lo he amado. Entonces volví al Cristo de la sala y le dije: Señor te dije que quería un hombre bueno y no que te lo llevaras. Jesús, ¿qué voy a hacer como estoy? Me faltan solo 22 días para tener a mi bebé. Por un lado me regalas el milagro de la vida y por otro me dejas sufrir con la enfermedad de mí marido, y me va a hacer mucha falta. Así transcurrió una semana en la Clínica y al ver que no había mejoría se tenía que trasladar con un especialista a la ciudad de Guadalajara o a León.
Mi cuñada nos dijo que le pidiéramos a Jesús por su salud y que también había que buscar soluciones de vida. Ella se llevó a mi marido para que lo diagnosticara un prestigiado neurocirujano y esto fue lo que él contestó después de auscultarlo: Sergio, solamente un milagro te puede salvar la vida puesto que este problema es muy grave.
Al salir del sanatorio y pensando en una operación a cerebro abierto, Sergio se entristeció y decidió ir primero a Cristo Rey, al Cubilete. En eso, una persona desconocida lo llama por su nombre y le dice: Sergio, no dejes que te operen. Ve con este oncólogo, él te dirá que hacer. Y le entregó una tarjeta con los datos del doctor. Se fueron a Cristo Rey sin darle mucha importancia al ofrecimiento de esta persona. Al salir de Cristo Rey se agacha Sergio y se le tira la citada tarjeta y allí precisamente decide ir a verlo. Al llegar a consulta le dijo el doctor que “alguien” había sacado su cita por teléfono, no se identificó simplemente dijo ser un amigo de Sergio.
Pasaron varios días y no se decidía que se tenía que hacer. Hubo junta de médicos y se analizó otra posibilidad de tratamiento antes de operar a cerebro abierto. Empezó una nueva esperanza y nuestra pregunta era quien había sido la persona anónima que contactó la cita médica.
El doctor dijo que ese tratamiento se llama Gama Knife y es muy caro y Sergio contestó que no tenía tanto dinero, a lo que el médico continuó diciendo: no te preocupes Sergio, vende lo que tengas porque la vida no tiene precio. Sergio se quedó mudo. Estando en Morelia solo recibía noticias porque mis días estaban por cumplirse y no me podía mover. Solo pedía y pedía a Dios por la salud de mi esposo.
Lo primero que había que hacer era abrir ocho centímetros de su cabeza para introducir un aparato llamado reservorio que era necesario para sacar el agua que producía el tumor en el cerebro y con un costo superior a los $10,000 dólares. Mi papá estaba conmigo y me dijo: hija no te preocupes, te presto lo que tengo, pero a Sergio lo atendemos. La segunda parte del tratamiento era encapsular la malformación de venas y el tumor cerebral que por cada lado costaba $25,000 dólares y de nuevo la angustia para conseguir el dinero pues cuando más se necesita, menos gente hay quien lo preste.
Sergio regresó a Morelia y nuestro encuentro fue entre lágrimas y dolor. El me decía que quizá no conocería a nuestro hijo y me pidió perdón por todo lo que había hecho. No quiero morir -dijo- pide por mí.
Lo invitaron a una oración de sanación en un templo y se fue con sus hermanos. Esta fue una verdadera experiencia de un encuentro real con Jesús vivo. A partir de allí empezó a platicar su testimonio. Su hermano mayor le preguntó si se sentía mal a lo que respondió: ¿yo mal? Que te pasa. A mi Dios ya me sanó. Cuando me avisaron lo sucedido me emocioné porque allí comenzó el milagro. El primero de febrero nació nuestro hijo y al mismo tiempo estaba siendo operado Sergio en Guadalajara. Nuestro hijo nació bien. El dinero para atendernos él y yo lo prestó un tío abuelo que tenía años de no verlo, fue una cantidad pesada. Todo esto se pudo hacer porque Dios nos ama.
Ahora mi esposo dice: bendita enfermedad que me hizo acercarme a Jesús vivo. Yo era la oveja perdida y Jesús me subió a sus hombros y me acarició como a ninguna otra oveja de su rebaño. Ahora no queremos separarnos del Camino que es Jesús. Esta fue una oportunidad que nos dio el Señor, fue dolorosa pero hermosa, escalofriantemente bella.
El doctor dijo que este fue un milagro de la ciencia. Que el caso lo va a llevar a un congreso internacional en Alemania pero yo le dije: doctor, la ciencia no hace milagros, reconozca que fue Dios quien le regresó la salud a mi esposo. La humildad del doctor se hizo patente cuando reconoció lo hecho por Jesús que está vivo.
Mi esposo es un hombre normal, no tiene ninguna discapacidad. Lo más maravilloso es que queremos servir al Señor Jesús y lucharemos por formar a nuestros dos hijos como auténticos hijos de Dios.
Quiera Dios que este testimonio ayude a ver que Jesús está vivo hoy y sigue haciendo los milagros que ha hecho desde siempre. ¡¡Dios nos ama muchísimo!! ¡Gloria a Dios!
Ahora nuestros hermanos alaban y bendicen a Dios en el templo de Las Rosas en la oración por la salud de los enfermos donde el único requisito para poder orar es creer que Jesús es el mismo de ayer, es el mismo de hoy y será el mismo por siempre. Jesús te espera a ti que estás cansado y agobiado, a ti que ya no puedes más con tu enfermedad. Jesús te quiere sanar ya que él es especialista en casos difíciles. Ha dado consulta por más de dos mil años y sus diagnósticos siempre han sido acertados. Lo que es imposible para el hombre es posible para Jesús que está vivo y presente en la Eucaristía, en la Hostia consagrada.
Si deseas las seis columnas semanales diferentes que se publican los domingos en los tres principales diarios de Morelia, localízalas en Blogger: jesusestavivoenmorelia.blogspot.com y en Twitter: twitter.com/jesusestavivo Si quieres recibirlas cada ocho días en tu correo, haz click en el cuadro naranja y automáticamente las tendrás. Hoy y todos los domingos en la Z radio, 96.3 FM y 1340 AM, “La Palabra” cuarenta y cinco minutos en comunicación con Jesús vivo que sigue sanando a los más necesitados que creen que él tiene todo el poder en los cielos y en la tierra. Visita nuestra página web: www.jesusestavivo.org.mx y vive los 139 videos de misas, evangelización y testimonios de sanación de lo que Jesús hace en su Morelia.
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A los seis meses de embarazo tuve el peor altercado de mi vida con mi marido y le reclamé a Jesús en un crucifijo que está en la sala de mí casa diciéndole: te pedí un hombre bueno y no es tan bueno, porque me maltrata. Y a los dos días Sergio se desmayó en el baño. Lo llevamos a la Clínica y los doctores creían que era adicto a una droga pero los resultados de los estudios fueron negativos. Llamaron al neurocirujano y el resultado de la tomografía fueron dos problemas muy graves: en el parental derecho un tumor maligno grado 2 y en el parental izquierdo otro tumor similar.
Cuando me dieron la noticia de la gravedad de mi marido no lo podía asimilar ya que siempre lo he amado. Entonces volví al Cristo de la sala y le dije: Señor te dije que quería un hombre bueno y no que te lo llevaras. Jesús, ¿qué voy a hacer como estoy? Me faltan solo 22 días para tener a mi bebé. Por un lado me regalas el milagro de la vida y por otro me dejas sufrir con la enfermedad de mí marido, y me va a hacer mucha falta. Así transcurrió una semana en la Clínica y al ver que no había mejoría se tenía que trasladar con un especialista a la ciudad de Guadalajara o a León.
Mi cuñada nos dijo que le pidiéramos a Jesús por su salud y que también había que buscar soluciones de vida. Ella se llevó a mi marido para que lo diagnosticara un prestigiado neurocirujano y esto fue lo que él contestó después de auscultarlo: Sergio, solamente un milagro te puede salvar la vida puesto que este problema es muy grave.
Al salir del sanatorio y pensando en una operación a cerebro abierto, Sergio se entristeció y decidió ir primero a Cristo Rey, al Cubilete. En eso, una persona desconocida lo llama por su nombre y le dice: Sergio, no dejes que te operen. Ve con este oncólogo, él te dirá que hacer. Y le entregó una tarjeta con los datos del doctor. Se fueron a Cristo Rey sin darle mucha importancia al ofrecimiento de esta persona. Al salir de Cristo Rey se agacha Sergio y se le tira la citada tarjeta y allí precisamente decide ir a verlo. Al llegar a consulta le dijo el doctor que “alguien” había sacado su cita por teléfono, no se identificó simplemente dijo ser un amigo de Sergio.
Pasaron varios días y no se decidía que se tenía que hacer. Hubo junta de médicos y se analizó otra posibilidad de tratamiento antes de operar a cerebro abierto. Empezó una nueva esperanza y nuestra pregunta era quien había sido la persona anónima que contactó la cita médica.
El doctor dijo que ese tratamiento se llama Gama Knife y es muy caro y Sergio contestó que no tenía tanto dinero, a lo que el médico continuó diciendo: no te preocupes Sergio, vende lo que tengas porque la vida no tiene precio. Sergio se quedó mudo. Estando en Morelia solo recibía noticias porque mis días estaban por cumplirse y no me podía mover. Solo pedía y pedía a Dios por la salud de mi esposo.
Lo primero que había que hacer era abrir ocho centímetros de su cabeza para introducir un aparato llamado reservorio que era necesario para sacar el agua que producía el tumor en el cerebro y con un costo superior a los $10,000 dólares. Mi papá estaba conmigo y me dijo: hija no te preocupes, te presto lo que tengo, pero a Sergio lo atendemos. La segunda parte del tratamiento era encapsular la malformación de venas y el tumor cerebral que por cada lado costaba $25,000 dólares y de nuevo la angustia para conseguir el dinero pues cuando más se necesita, menos gente hay quien lo preste.
Sergio regresó a Morelia y nuestro encuentro fue entre lágrimas y dolor. El me decía que quizá no conocería a nuestro hijo y me pidió perdón por todo lo que había hecho. No quiero morir -dijo- pide por mí.
Lo invitaron a una oración de sanación en un templo y se fue con sus hermanos. Esta fue una verdadera experiencia de un encuentro real con Jesús vivo. A partir de allí empezó a platicar su testimonio. Su hermano mayor le preguntó si se sentía mal a lo que respondió: ¿yo mal? Que te pasa. A mi Dios ya me sanó. Cuando me avisaron lo sucedido me emocioné porque allí comenzó el milagro. El primero de febrero nació nuestro hijo y al mismo tiempo estaba siendo operado Sergio en Guadalajara. Nuestro hijo nació bien. El dinero para atendernos él y yo lo prestó un tío abuelo que tenía años de no verlo, fue una cantidad pesada. Todo esto se pudo hacer porque Dios nos ama.
Ahora mi esposo dice: bendita enfermedad que me hizo acercarme a Jesús vivo. Yo era la oveja perdida y Jesús me subió a sus hombros y me acarició como a ninguna otra oveja de su rebaño. Ahora no queremos separarnos del Camino que es Jesús. Esta fue una oportunidad que nos dio el Señor, fue dolorosa pero hermosa, escalofriantemente bella.
El doctor dijo que este fue un milagro de la ciencia. Que el caso lo va a llevar a un congreso internacional en Alemania pero yo le dije: doctor, la ciencia no hace milagros, reconozca que fue Dios quien le regresó la salud a mi esposo. La humildad del doctor se hizo patente cuando reconoció lo hecho por Jesús que está vivo.
Mi esposo es un hombre normal, no tiene ninguna discapacidad. Lo más maravilloso es que queremos servir al Señor Jesús y lucharemos por formar a nuestros dos hijos como auténticos hijos de Dios.
Quiera Dios que este testimonio ayude a ver que Jesús está vivo hoy y sigue haciendo los milagros que ha hecho desde siempre. ¡¡Dios nos ama muchísimo!! ¡Gloria a Dios!
Ahora nuestros hermanos alaban y bendicen a Dios en el templo de Las Rosas en la oración por la salud de los enfermos donde el único requisito para poder orar es creer que Jesús es el mismo de ayer, es el mismo de hoy y será el mismo por siempre. Jesús te espera a ti que estás cansado y agobiado, a ti que ya no puedes más con tu enfermedad. Jesús te quiere sanar ya que él es especialista en casos difíciles. Ha dado consulta por más de dos mil años y sus diagnósticos siempre han sido acertados. Lo que es imposible para el hombre es posible para Jesús que está vivo y presente en la Eucaristía, en la Hostia consagrada.
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¿ Quién dicen ustedes que soy yo?
Es ésta la pregunta central del Evangelio. En torno a ella se organiza en los sinópticos -Mateo, Marcos y Lucas- la vida y la enseñanza de Jesús. Es bueno que también yo me pregunte por el lugar que ocupa Jesús en mi vida; por el significado que él tiene para mí.
Después de largo tiempo de formación, el Señor les preguntó a los suyos quién decía la gente que era él, y oyendo la variedad de respuestas -porque unos creían que era Juan Bautista, otros pensaban que era Elías o alguno de los profetas- se atrevió a averiguar si ellos mismos habían comprendido el fondo del misterio y si estaban aptos para escuchar el alma del mensaje: «¿Quién dicen ustedes que soy yo?».
Es importante este paso de la opinión general, de la teoría, que no compromete vitalmente, a la pregunta que penetra hasta la verdad del corazón y que no se puede eluudir: ¿y ustedes?, ¿quién dicen ustedes que soy yo?». Jesús largamente ha estado instruyendo a los suyos. Les ha ido revelando poco a poco su misterio. Les ha mostrado su amor y manifestado las ternuras insospechadas de Dios, su Padre.
Él sabía que para esos hombres sencillos que dejándolo todo lo habían seguido, no sería fácil ir más allá de las apariencias. Ellos tendrían dificultad de manifestar una opiinión diferente a la que tenía la gente de su entorno. ¡En esto eran tan parecidos a nosotros! Sin embargo, era imposible construir una Iglesia sobre unos discípulos que no hubiesen hecho penetrar el Evangelio en su propio corazón. Por eso, todo dependía de esta simple pregunta: «¿ Quién dicen usteedes que soy yo?».
Para poder contestar a esta interrogación, no basta con haber aguzado la razón. Conocer a Jesús, llegar a intuir la hondura de su ser, es un regalo. Hay que abrir el corazón como un niño para que Dios lo llene con su gracia. Por lo demás, siempre es así cuando se quiere llegar a conocer en realidad a una persona. No es la carne ni la sangre quienes permiten descubrir el misterio.
Si Jesús no es más que un hombre ejemplar, vana es nuestra fe; si es sólo un hombre, nuestro mundo se cierra y la marcha de nuestros pies se detendrá algún día sin haber llegado a parte alguna. Si el Señor es tan sólo un profeta, los que creemos en él somos los más desgraciados de los hombres.
¿Quién dicen ustedes que soy yo?... Pedro tomó la palabra en nombre de los Doce y, por qué no decido, en nombre de nosotros, y dio la respuesta que el Maestro esperaba: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo». Esa resspuesta, tomada en serio, cambió la vida de los apóstoles y también influyó hasta en la raíz de la nuestra.
Los exégetas podrán discutir sobre esa respuesta, pero la Iglesia sabiamente ha entendido siempre que ahí está la verdad última. Ahí se revela mejor que en ninguna parte lo que es Dios, la Iglesia y el hombre. Reconocer a Jesús como el Mesías es aceptar, no solamente con la cabeza, que él es quien llena todas las expectativas del hombre, pero reconocerlo como Hijo del Altísimo es afirmar que nuestro Dios fue más allá de todo lo que podíamos anhelar, porque vino a compartir nuestra propia humanidad.
Si la respuesta de Pedro expresa la verdad, la vida humana adquiere una dimensión que no era posible imaginar: el hombre es mucho más que la imagen de Dios como nos enseña el Génesis. Al asumir nuestra humanidad el Verbo se hizo uno de nosotros y nos introdujo en el misteerio mismo de Dios.
¿Quién dicen ustedes que soy yo?. Es ésta finalmennte la radical interrogante que tarde o temprano se nos presenta y que define el horizonte de nuestra existencia.
Es bueno hoy hacemos esta pregunta con toda honestidad. Si yo digo de verdad que para mí Jesús es el Hijo de Dios vivo, el Mesías largamente esperado, todo cambia.
En un momento de crisis, cuando la humanidad busca con afán un camino, cada cristiano y cada grupo de la Iglesia tienen que preguntarse, con la misma fuerza con que Jeesús preguntó a sus apóstoles, qué piensan en verdad de Jesús. ¿Quién dicen ustedes que soy yo?. Si dudamos, si no nos atrevemos a responder, recordemos que Dios oculta el misterio a los sabios de este mundo y lo revela a los niños, a los pobres y a los humildes de corazón.
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Después de largo tiempo de formación, el Señor les preguntó a los suyos quién decía la gente que era él, y oyendo la variedad de respuestas -porque unos creían que era Juan Bautista, otros pensaban que era Elías o alguno de los profetas- se atrevió a averiguar si ellos mismos habían comprendido el fondo del misterio y si estaban aptos para escuchar el alma del mensaje: «¿Quién dicen ustedes que soy yo?».
Es importante este paso de la opinión general, de la teoría, que no compromete vitalmente, a la pregunta que penetra hasta la verdad del corazón y que no se puede eluudir: ¿y ustedes?, ¿quién dicen ustedes que soy yo?». Jesús largamente ha estado instruyendo a los suyos. Les ha ido revelando poco a poco su misterio. Les ha mostrado su amor y manifestado las ternuras insospechadas de Dios, su Padre.
Él sabía que para esos hombres sencillos que dejándolo todo lo habían seguido, no sería fácil ir más allá de las apariencias. Ellos tendrían dificultad de manifestar una opiinión diferente a la que tenía la gente de su entorno. ¡En esto eran tan parecidos a nosotros! Sin embargo, era imposible construir una Iglesia sobre unos discípulos que no hubiesen hecho penetrar el Evangelio en su propio corazón. Por eso, todo dependía de esta simple pregunta: «¿ Quién dicen usteedes que soy yo?».
Para poder contestar a esta interrogación, no basta con haber aguzado la razón. Conocer a Jesús, llegar a intuir la hondura de su ser, es un regalo. Hay que abrir el corazón como un niño para que Dios lo llene con su gracia. Por lo demás, siempre es así cuando se quiere llegar a conocer en realidad a una persona. No es la carne ni la sangre quienes permiten descubrir el misterio.
Si Jesús no es más que un hombre ejemplar, vana es nuestra fe; si es sólo un hombre, nuestro mundo se cierra y la marcha de nuestros pies se detendrá algún día sin haber llegado a parte alguna. Si el Señor es tan sólo un profeta, los que creemos en él somos los más desgraciados de los hombres.
¿Quién dicen ustedes que soy yo?... Pedro tomó la palabra en nombre de los Doce y, por qué no decido, en nombre de nosotros, y dio la respuesta que el Maestro esperaba: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo». Esa resspuesta, tomada en serio, cambió la vida de los apóstoles y también influyó hasta en la raíz de la nuestra.
Los exégetas podrán discutir sobre esa respuesta, pero la Iglesia sabiamente ha entendido siempre que ahí está la verdad última. Ahí se revela mejor que en ninguna parte lo que es Dios, la Iglesia y el hombre. Reconocer a Jesús como el Mesías es aceptar, no solamente con la cabeza, que él es quien llena todas las expectativas del hombre, pero reconocerlo como Hijo del Altísimo es afirmar que nuestro Dios fue más allá de todo lo que podíamos anhelar, porque vino a compartir nuestra propia humanidad.
Si la respuesta de Pedro expresa la verdad, la vida humana adquiere una dimensión que no era posible imaginar: el hombre es mucho más que la imagen de Dios como nos enseña el Génesis. Al asumir nuestra humanidad el Verbo se hizo uno de nosotros y nos introdujo en el misteerio mismo de Dios.
¿Quién dicen ustedes que soy yo?. Es ésta finalmennte la radical interrogante que tarde o temprano se nos presenta y que define el horizonte de nuestra existencia.
Es bueno hoy hacemos esta pregunta con toda honestidad. Si yo digo de verdad que para mí Jesús es el Hijo de Dios vivo, el Mesías largamente esperado, todo cambia.
En un momento de crisis, cuando la humanidad busca con afán un camino, cada cristiano y cada grupo de la Iglesia tienen que preguntarse, con la misma fuerza con que Jeesús preguntó a sus apóstoles, qué piensan en verdad de Jesús. ¿Quién dicen ustedes que soy yo?. Si dudamos, si no nos atrevemos a responder, recordemos que Dios oculta el misterio a los sabios de este mundo y lo revela a los niños, a los pobres y a los humildes de corazón.
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Siete palabras en el Antiguo Testamento
Jesús en la Cruz pronunció siete palabras que concentran toda su vida y toda su predicación, en el Antiguo Testamento también encontramos siete palabras que sintetizan la fe y la vida del pueblo de Dios. Siete palabras que son la columna vertebral de toda su fe, su alma, su vida y la teología y su oración más sublime. En fin, son su himno y su bandera.
Estas siete palabras bastarían para tener el concentrado de lo que es Dios y de lo que es el pueblo de Israel: Por eso, hasta el día de hoy, en el muro de las lamentaciones en Jerusalén -que es el lugar más sagrado de la fe del pueblo de Israel- vemos a los judíos piadosos orando y llorando mientras meditan estas siete palabras: Shema Israel Adonai Elohe-nu Adonai ejad: Escucha, Israel, nuestro Dios es Dios uno.
Los niños judíos cuando cumplen 13 años y por vez primera van a proclamar la Palabra de Dios ante la asamblea (Bar-Mitzbá), casi siempre eligen estas palabras para hacer su profesión de fe. Sin duda que Jesús muchas veces las repitió. El evangelio así lo atestigua: Shema Israel Adonai Elohe-nu Adonai ejad: Escucha, Israel, nuestro Dios es Dios uno.
Meditemos pues en estas siete palabras, saboreemos esta Palabra de Dios, dejemos que la Palabra hable y entre hasta nuestro corazón. Son palabras dirigidas al Pueblo de Dios, a ese pueblo al que Dios dice: tú eres mi pueblo, porque Yo te adquirí, te compré, te rescaté, te elegí sin que tú hubieras hecho nada de tu parte.
En el capítulo16 del profeta Ezequiel se pinta ese Israel con caracteres de una mujer recién nacida, desvalida, pobre, desnuda, sin que nadie la quiera y Dios pasa por allí, le tiende su manto y la hace suya.
Libremente Dios ha escogido a Israel: No porque seas el más numeroso de todos los pueblos se ha ligado Yahvéh a ti y te ha elegido, pues eres el menos numeroso de todos los pueblos; sino por el amor que te tiene y por guardar el juramento hecho a tus padres, por eso te ha sacado Yahvéh con mano fuerte y te ha librado de la casa de su servidumbre, del poder del faraón, rey de Egipto: El amor de Dios es gratuito. Israel y el nuevo Israel, el Israel de Dios somos nosotros. No hicimos nada para merecer la elección de Dios. Todo es gracia de parte de Dios. Da su amor libérrimamente, porque quiere darlo.
Notemos claramente que Dios habla a un pueblo, no a un individuo aislado. Se dirige a una comunidad, a los hijos de Abraham, de Isaac y de Jacob; los hijos de la fe son ese pueblo de Dios. No se pertenece al pueblo de Dios por una credencial blanca y azul con una estrella de seis picos al centro, ni por tener la sangre de Abraham, pues Dios puede hacer de las piedras hijos de Abraham. Al pueblo de Dios se pertenece por la fe, que no es creer en algo, sino creer en Alguien, creerle a Alguien, depender de Alguien, obedecer a Alguien: a Dios. al único.
Dios habla a ese pueblo elegido que El tomó de la nada y lo hizo suyo y con él pactó una alianza. Pero si la elección fue totalmente libre de parte de Dios, la alianza depende de las dos partes: de Dios y del hombre "Yo seré tu Dios y tú serás mi pueblo".
Dios se compromete: "tú, Israel, serás mi pueblo entre todos los pueblos de la tierra y te voy a preferir y a cuidar, pero tú también tienes algo que hacer: Yo soy tu único Dios. Esa alianza desemboca en una misión, la de ser luz para todos los pueblos: Por tí serán benditas todas las naciones que hay bajo el cielo.
Y dice Dios a este Israel: Escucha, escucha. Tenemos los oídos tan embotados, tan llenos de otras cosas, de falsos profetas y de tantos otros ruidos creados por nosotros mismos, que ya no sabemos escuchar. Por eso, Dios nos dice: "Antes de que me hables tú, Yo ya sé lo que me vas a decir. Por eso escúchame a Mí, porque de mi boca saldrá una palabra viva y eficaz que será como una semilla que tiene poder para fecundar y crecer tan grande como un árbol, donde los pájaros del cielo van a hacer sus nidos.
Escucha mi Palabra que es como una espada de dos filos que entra hasta lo más profundo del alma. Escucha mi Palabra que purifica y deja que te cuestione, te interpele y vaya renovando tu mentalidad. Escucha mi Palabra que sana, que es medicina para todo el que cree en ella. cf Sab 16,12. Escucha mi Palabra que es Palabra de salvación, quien crea en ella no será defraudado. Escucha. No hables.Entra al fondo de ti mismo donde escucharás esa voz del Dios que vive en ti y que ha dejado su imagen y semejanza en tu propio ser. Deja que la semilla fecunde y dé vida y un fruto que permanezca. Escucha para que aprendas a hablar. Los que nacen sordos son incapaces de hablar porque nunca han escuchado. Si tú nunca has escuchado a Dios serás mudo para hablar de las cosas de Dios y del Dios de las cosas. La fe viene por la escucha de esta Palabra, recibida y acogida y que permanece en el corazón del creyente.
Un día Pablo predicaba en Filipos. Había allí una mujer, Lidia, vendedora de púrpura y "Dios le abrió el corazón para que se adhiriese a las palabras de Pablo" . Claro que Lidia estaba dispuesta. Dios lo hizo, más no sin ella, sin con ella y en ella. cf. Hech 16
Cuántas veces el Señor nos dice: Escucha mi Palabra. No ores con tanta palabrería. Lo más importante es lo que Yo te voy a decir, mi palabra es primero porque es la que toma la iniciativa, no la tuya. Escucha con el corazón: Cuando Salomón construyó el templo, Dios se le presenta y le dice: Salomón, pídeme lo que quieras. Salomón fue muy sabio cuando le dijo: Dame un corazón que te sepa escuchar a Ti, porque se sí escucharte, sabré escuchar a este tu pueblo y voy a saber gobernarlo como Tú quieres que lo gobierne, porque Tú eres el rey y yo tu lugarteniente. Dame, Señor, un corazón que te sepa escuchar. Pidámosle a Dios un corazón que escuche, un corazón atento a su Palabra.
El nombre de Dios es inefable. No hay palabras que puedan contener la esencia divina. Es el que es. Cuando los judíos pronunciaban la palabra "Yahvéh". Si la encontraban escrita, se tapaban la cara con las dos manos y se inclinaban con reverencia y no la pronunciaban por respeto. Tan grande era el misterio que encerraba que por referirse a El usaban circunloquios: hablaban del cielo, por ejemplo: "la victoria no viene de la fuerza de los ejércitos, sino de la fuerza que viene del cielo", es decir, que viene de Dios. Mateo, que escribe a los judíos, cuando habla del reino de Dios, dice "el reino de los cielos", porque no se atreve a pronunciar el nombre de Dios.
Tan inefable era ese Dios que se manifestó entre truenos, relámpagos y temblor en el Sinaí. Ese Dios Todo poderoso, Santo, Santo, Santo, que se reveló al profeta Isaías; ese Dios de justicia que nos pinta el profeta Amós; ese Creador que vemos en el libro del Génesis o de la Sabiduría.
Por eso el Padre Félix Rougier, cuando entraba en profunda oración le bastaba decir: "Dios, Dios, Dios" y se abismaba así en la intimidad de la divinidad. Por eso Francisco de Asís repetía extasiado: "Sólo Dios me basta. Mi Dios y mi todo". Por eso los judíos sentían "el santo temor de Dios". El temor de Dios no es tenerle miedo, sino que el hombre limitado, ante la inmensidad de Dios, reconociendo su pobreza frente a la riqueza de Dios; cuando el hombre pecador se pone frente al Dios Santo, Santo, Santo; cuando Dios Todopoderoso se revela a la criatura. Es la experiencia que el hombre tiene de la grandeza, santidad y pureza de Dios que es como un sol que al bañar con su luz a la criatura humana, la hace consciente de sus impurezas y sus manachas, mas no para sumirla en la desesperación, sino para abandonarse total y completamente en esa su llama fulgurante que lo purifica.
Ese Dios inefable es una persona. Este es el mensaje central del libro del Exodo. Dios no es como esos ídolos de los pueblos vecinos que tienen ojos pero no ven; tienen boca pero no hablan. Nuestro Dios es una persona que -usando términos humanos- siente, ve, le duele el sufrimiento de su pueblo.
Ese Dios Todopoderoso es Nuestro Dios. Ese Dios tan grande y trascendente es Nuestro Dios. Nos pertenece a nosotros. Qué atrevimiento y que oposición parece haber en esta afirmación.
Sin embargo, no nos pertenece porque lo hayamos comprado o adquirido, nos pertenece porque nosotros le pertenecemos a El y El ha querido ser nuestra herencia y heredad. Israel es la herencia y heredad de Dios, pero también Dios es la herencia y la heredad de Israel. Por eso Israel se llena de orgullo y puede decir que Dios no ha hecho cosa semejante con otra nación: Sal 147l,
Es Nuestro Dios. Qué atrevimiento y qué certeza de la fe. Es nuestro porque se ha querido dar y regalar al hombre. No se contentó con darnos todas las cosas y darnos lo que más amaba: Cristo, su Hijo único. También El mismo se nos dio y por eso el pueblo de Israel exclama: "Es nuestro Dios". No propiedad individual, sino herencia de todo un pueblo, de una comunidad.
Pero, si Dios es nuestro es porque antes nosotros fuimos suyos, El nos compró, nos adquirió, nos eligió e hizo una alianza con nosotros. Somos su propiedad y por tanto hemos de ser semejantes a El; ser como El, no podemos ser como todos los demás pueblos. Somos un pueblo "aparte" y eso significa ser un pueblo santo, consagrado a El.
El pueblo de Israel tiene conciencia de que no puede ser como los demás. Por eso, Jesús dirá: Ustedes no deben orar, vivir y actuar como los paganos. Ellos se preocupan por otras cosas, oran de diferente manera, actúan para ser vistos por los demás. Ustedes no. Ellos quieren ser los primeros, los más grandes. Ustedes no. Ustedes tienen que ser diferentes en su manera de vivir, de pensar, de actuar, porque Yo les estoy comunicando lo mío. Porque mi Palabra se va haciendo vida en ustedes. Esa Palabra va creando nuevos valores y nuevos criterios de vida para que vivan de acuerdo a mi Palabra.
El que lee, vive, medita la Palabra de Dios, tiene su pensamiento de acuerdo a la Palabra de Dios. Lo que entra por nuestros ojos, llega a nuestra cabeza y de eso hablamos. De la abundancia del corazón habla la boca. Si Dios está en ti, va a salir Dios de ti.
Dios quiere grabar estas palabras en nuestra mente, para que nosotros nos decidamos a vivir esta síntesis del credo del Antiguo Testamento: Shema Israel Adonai Elohe-nu Adonai ejad: Escucha, Israel, nuestro Dios es Dios uno. Dios quiere que estas 7 palabras no sólo estén escritas en las puertas de las casa de los judíos sino vividas en todos los hogares de cristianos.
Si deseas las seis columnas semanales diferentes que se publican los domingos en los tres principales diarios de Morelia, localízalas en Blogger: jesusestavivoenmorelia.blogspot.com y en Twitter: twitter.com/jesusestavivo Si quieres recibirlas cada ocho días en tu correo, haz click en el cuadro naranja y automáticamente las tendrás. Hoy y todos los domingos en la Z radio, 96.3 FM y 1340 AM, “La Palabra” cuarenta y cinco minutos en comunicación con Jesús vivo que sigue sanando a los más necesitados que creen que él tiene todo el poder en los cielos y en la tierra. Visita nuestra página web: www.jesusestavivo.org.mx y vive los 139 videos de misas, evangelización y testimonios de sanación de lo que Jesús hace en su Morelia.
¡Alabado sea Jesucristo!
BUENAS NOTICIAS PARA ELHOMBRE DE HOY
Grupo Apostólico Nueva Evangelización
Estas siete palabras bastarían para tener el concentrado de lo que es Dios y de lo que es el pueblo de Israel: Por eso, hasta el día de hoy, en el muro de las lamentaciones en Jerusalén -que es el lugar más sagrado de la fe del pueblo de Israel- vemos a los judíos piadosos orando y llorando mientras meditan estas siete palabras: Shema Israel Adonai Elohe-nu Adonai ejad: Escucha, Israel, nuestro Dios es Dios uno.
Los niños judíos cuando cumplen 13 años y por vez primera van a proclamar la Palabra de Dios ante la asamblea (Bar-Mitzbá), casi siempre eligen estas palabras para hacer su profesión de fe. Sin duda que Jesús muchas veces las repitió. El evangelio así lo atestigua: Shema Israel Adonai Elohe-nu Adonai ejad: Escucha, Israel, nuestro Dios es Dios uno.
Meditemos pues en estas siete palabras, saboreemos esta Palabra de Dios, dejemos que la Palabra hable y entre hasta nuestro corazón. Son palabras dirigidas al Pueblo de Dios, a ese pueblo al que Dios dice: tú eres mi pueblo, porque Yo te adquirí, te compré, te rescaté, te elegí sin que tú hubieras hecho nada de tu parte.
En el capítulo16 del profeta Ezequiel se pinta ese Israel con caracteres de una mujer recién nacida, desvalida, pobre, desnuda, sin que nadie la quiera y Dios pasa por allí, le tiende su manto y la hace suya.
Libremente Dios ha escogido a Israel: No porque seas el más numeroso de todos los pueblos se ha ligado Yahvéh a ti y te ha elegido, pues eres el menos numeroso de todos los pueblos; sino por el amor que te tiene y por guardar el juramento hecho a tus padres, por eso te ha sacado Yahvéh con mano fuerte y te ha librado de la casa de su servidumbre, del poder del faraón, rey de Egipto: El amor de Dios es gratuito. Israel y el nuevo Israel, el Israel de Dios somos nosotros. No hicimos nada para merecer la elección de Dios. Todo es gracia de parte de Dios. Da su amor libérrimamente, porque quiere darlo.
Notemos claramente que Dios habla a un pueblo, no a un individuo aislado. Se dirige a una comunidad, a los hijos de Abraham, de Isaac y de Jacob; los hijos de la fe son ese pueblo de Dios. No se pertenece al pueblo de Dios por una credencial blanca y azul con una estrella de seis picos al centro, ni por tener la sangre de Abraham, pues Dios puede hacer de las piedras hijos de Abraham. Al pueblo de Dios se pertenece por la fe, que no es creer en algo, sino creer en Alguien, creerle a Alguien, depender de Alguien, obedecer a Alguien: a Dios. al único.
Dios habla a ese pueblo elegido que El tomó de la nada y lo hizo suyo y con él pactó una alianza. Pero si la elección fue totalmente libre de parte de Dios, la alianza depende de las dos partes: de Dios y del hombre "Yo seré tu Dios y tú serás mi pueblo".
Dios se compromete: "tú, Israel, serás mi pueblo entre todos los pueblos de la tierra y te voy a preferir y a cuidar, pero tú también tienes algo que hacer: Yo soy tu único Dios. Esa alianza desemboca en una misión, la de ser luz para todos los pueblos: Por tí serán benditas todas las naciones que hay bajo el cielo.
Y dice Dios a este Israel: Escucha, escucha. Tenemos los oídos tan embotados, tan llenos de otras cosas, de falsos profetas y de tantos otros ruidos creados por nosotros mismos, que ya no sabemos escuchar. Por eso, Dios nos dice: "Antes de que me hables tú, Yo ya sé lo que me vas a decir. Por eso escúchame a Mí, porque de mi boca saldrá una palabra viva y eficaz que será como una semilla que tiene poder para fecundar y crecer tan grande como un árbol, donde los pájaros del cielo van a hacer sus nidos.
Escucha mi Palabra que es como una espada de dos filos que entra hasta lo más profundo del alma. Escucha mi Palabra que purifica y deja que te cuestione, te interpele y vaya renovando tu mentalidad. Escucha mi Palabra que sana, que es medicina para todo el que cree en ella. cf Sab 16,12. Escucha mi Palabra que es Palabra de salvación, quien crea en ella no será defraudado. Escucha. No hables.Entra al fondo de ti mismo donde escucharás esa voz del Dios que vive en ti y que ha dejado su imagen y semejanza en tu propio ser. Deja que la semilla fecunde y dé vida y un fruto que permanezca. Escucha para que aprendas a hablar. Los que nacen sordos son incapaces de hablar porque nunca han escuchado. Si tú nunca has escuchado a Dios serás mudo para hablar de las cosas de Dios y del Dios de las cosas. La fe viene por la escucha de esta Palabra, recibida y acogida y que permanece en el corazón del creyente.
Un día Pablo predicaba en Filipos. Había allí una mujer, Lidia, vendedora de púrpura y "Dios le abrió el corazón para que se adhiriese a las palabras de Pablo" . Claro que Lidia estaba dispuesta. Dios lo hizo, más no sin ella, sin con ella y en ella. cf. Hech 16
Cuántas veces el Señor nos dice: Escucha mi Palabra. No ores con tanta palabrería. Lo más importante es lo que Yo te voy a decir, mi palabra es primero porque es la que toma la iniciativa, no la tuya. Escucha con el corazón: Cuando Salomón construyó el templo, Dios se le presenta y le dice: Salomón, pídeme lo que quieras. Salomón fue muy sabio cuando le dijo: Dame un corazón que te sepa escuchar a Ti, porque se sí escucharte, sabré escuchar a este tu pueblo y voy a saber gobernarlo como Tú quieres que lo gobierne, porque Tú eres el rey y yo tu lugarteniente. Dame, Señor, un corazón que te sepa escuchar. Pidámosle a Dios un corazón que escuche, un corazón atento a su Palabra.
El nombre de Dios es inefable. No hay palabras que puedan contener la esencia divina. Es el que es. Cuando los judíos pronunciaban la palabra "Yahvéh". Si la encontraban escrita, se tapaban la cara con las dos manos y se inclinaban con reverencia y no la pronunciaban por respeto. Tan grande era el misterio que encerraba que por referirse a El usaban circunloquios: hablaban del cielo, por ejemplo: "la victoria no viene de la fuerza de los ejércitos, sino de la fuerza que viene del cielo", es decir, que viene de Dios. Mateo, que escribe a los judíos, cuando habla del reino de Dios, dice "el reino de los cielos", porque no se atreve a pronunciar el nombre de Dios.
Tan inefable era ese Dios que se manifestó entre truenos, relámpagos y temblor en el Sinaí. Ese Dios Todo poderoso, Santo, Santo, Santo, que se reveló al profeta Isaías; ese Dios de justicia que nos pinta el profeta Amós; ese Creador que vemos en el libro del Génesis o de la Sabiduría.
Por eso el Padre Félix Rougier, cuando entraba en profunda oración le bastaba decir: "Dios, Dios, Dios" y se abismaba así en la intimidad de la divinidad. Por eso Francisco de Asís repetía extasiado: "Sólo Dios me basta. Mi Dios y mi todo". Por eso los judíos sentían "el santo temor de Dios". El temor de Dios no es tenerle miedo, sino que el hombre limitado, ante la inmensidad de Dios, reconociendo su pobreza frente a la riqueza de Dios; cuando el hombre pecador se pone frente al Dios Santo, Santo, Santo; cuando Dios Todopoderoso se revela a la criatura. Es la experiencia que el hombre tiene de la grandeza, santidad y pureza de Dios que es como un sol que al bañar con su luz a la criatura humana, la hace consciente de sus impurezas y sus manachas, mas no para sumirla en la desesperación, sino para abandonarse total y completamente en esa su llama fulgurante que lo purifica.
Ese Dios inefable es una persona. Este es el mensaje central del libro del Exodo. Dios no es como esos ídolos de los pueblos vecinos que tienen ojos pero no ven; tienen boca pero no hablan. Nuestro Dios es una persona que -usando términos humanos- siente, ve, le duele el sufrimiento de su pueblo.
Ese Dios Todopoderoso es Nuestro Dios. Ese Dios tan grande y trascendente es Nuestro Dios. Nos pertenece a nosotros. Qué atrevimiento y que oposición parece haber en esta afirmación.
Sin embargo, no nos pertenece porque lo hayamos comprado o adquirido, nos pertenece porque nosotros le pertenecemos a El y El ha querido ser nuestra herencia y heredad. Israel es la herencia y heredad de Dios, pero también Dios es la herencia y la heredad de Israel. Por eso Israel se llena de orgullo y puede decir que Dios no ha hecho cosa semejante con otra nación: Sal 147l,
Es Nuestro Dios. Qué atrevimiento y qué certeza de la fe. Es nuestro porque se ha querido dar y regalar al hombre. No se contentó con darnos todas las cosas y darnos lo que más amaba: Cristo, su Hijo único. También El mismo se nos dio y por eso el pueblo de Israel exclama: "Es nuestro Dios". No propiedad individual, sino herencia de todo un pueblo, de una comunidad.
Pero, si Dios es nuestro es porque antes nosotros fuimos suyos, El nos compró, nos adquirió, nos eligió e hizo una alianza con nosotros. Somos su propiedad y por tanto hemos de ser semejantes a El; ser como El, no podemos ser como todos los demás pueblos. Somos un pueblo "aparte" y eso significa ser un pueblo santo, consagrado a El.
El pueblo de Israel tiene conciencia de que no puede ser como los demás. Por eso, Jesús dirá: Ustedes no deben orar, vivir y actuar como los paganos. Ellos se preocupan por otras cosas, oran de diferente manera, actúan para ser vistos por los demás. Ustedes no. Ellos quieren ser los primeros, los más grandes. Ustedes no. Ustedes tienen que ser diferentes en su manera de vivir, de pensar, de actuar, porque Yo les estoy comunicando lo mío. Porque mi Palabra se va haciendo vida en ustedes. Esa Palabra va creando nuevos valores y nuevos criterios de vida para que vivan de acuerdo a mi Palabra.
El que lee, vive, medita la Palabra de Dios, tiene su pensamiento de acuerdo a la Palabra de Dios. Lo que entra por nuestros ojos, llega a nuestra cabeza y de eso hablamos. De la abundancia del corazón habla la boca. Si Dios está en ti, va a salir Dios de ti.
Dios quiere grabar estas palabras en nuestra mente, para que nosotros nos decidamos a vivir esta síntesis del credo del Antiguo Testamento: Shema Israel Adonai Elohe-nu Adonai ejad: Escucha, Israel, nuestro Dios es Dios uno. Dios quiere que estas 7 palabras no sólo estén escritas en las puertas de las casa de los judíos sino vividas en todos los hogares de cristianos.
Si deseas las seis columnas semanales diferentes que se publican los domingos en los tres principales diarios de Morelia, localízalas en Blogger: jesusestavivoenmorelia.blogspot.com y en Twitter: twitter.com/jesusestavivo Si quieres recibirlas cada ocho días en tu correo, haz click en el cuadro naranja y automáticamente las tendrás. Hoy y todos los domingos en la Z radio, 96.3 FM y 1340 AM, “La Palabra” cuarenta y cinco minutos en comunicación con Jesús vivo que sigue sanando a los más necesitados que creen que él tiene todo el poder en los cielos y en la tierra. Visita nuestra página web: www.jesusestavivo.org.mx y vive los 139 videos de misas, evangelización y testimonios de sanación de lo que Jesús hace en su Morelia.
¡Alabado sea Jesucristo!
BUENAS NOTICIAS PARA ELHOMBRE DE HOY
Grupo Apostólico Nueva Evangelización
Vida nueva
En la actualidad el mundo se ha vuelto superficial y materialista quizá porque la vida ahora ha evolucionado tanto que nos olvidamos de cosas muy importantes y primordiales. Mi vida ha sido muy compleja y difícil a la vez, ¿la razón? muy simple: nunca llevé un orden. Le di más importancia las malas amistades, me dejé influenciar fácilmente por gente ajena a mi familia y el vicio me empezó a absorber sin darme cuenta. A través del tiempo y sin saber cometí estupidez tras estupidez, hasta que llegó el momento en que abandoné a mi familia. Mi esposa y mis dos hijos estaban cargando por todo lo malo que yo les daba, pero ni así medía las consecuencias y seguí adelante. Pasaron más de 20 años y todo ese sentimiento de culpabilidad, remordimiento de conciencia, jamás los pude superar. Mis noches eran eternas, mi alma no tenía momento de descanso y tranquilidad, mi vida entonces se volvió monótona, sin sentido, sin sabor, sin nada de nada. No tenía ningún sentido seguir cargando ese peso en mi espalda que no me dejaba descansar. Mi presente lo vivía con mi pasado, no podía liberarme de ese tormento. Pensaba que ese era mi castigo por haber hecho tanto daño a mi propia familia y a mi mismo, estaba arrepentido pero no sabía que hacer.
Con el tiempo logré el perdón de mi familia, pero aún así sentía que algo me faltaba, me sentía vacío por dentro. Hasta que un buen día conocí a mi amigo quien me platicó algo de su vida, no mucho, pero llegó para mí el gran día donde pude darme cuenta de las oraciones de sanación. Mi amigo Aurelio amablemente me invitó a ver un programa en la televisión local de aquí en la ciudad de Morelia, el cual tuvo una duración de una hora. Fue ahí donde me di cuenta de muchas cosas valiosas porque al ver los testimonios de los invitados me quedé profundamente sorprendido de todo lo que pudo hacer nuestro Jesús con esas personas, dándoles de nuevo esperanza y la oportunidad de seguir viviendo para amarlo. Al final del programa Aurelio hizo una oración por todo el staff y los televidentes que en ese momento lo veíamos. Tuve una sensación extraña pero al mismo tiempo agradable, fue algo sensacional. Esto fue lo que me animó a contarle parte de mi vida a él para que ha su vez tuviera un acercamiento con mi amigo Jesús a través suyo y de una vez por todas me liberara todo este tormento y carga que me ha acosado desde hace muchos años. La oración de sanación por la televisión fue el 2 de septiembre del presente año, fue una experiencia que recordaré el resto de mi vida porque por primera vez tuve un acercamiento con Jesús y le pedí con devoción y mucha fe que me quitará esa loza de cemento que había cargado por más de 20 años. Le dije todo lo que me atormentaba y no me dejaba estar en paz conmigo mismo. Mientras Aurelio oraba yo sentía de repente escalofríos en muchas partes de mi cuerpo, pero a la vez sentía que algo en mi interior estaba sucediendo sin saber lo que vendría después. Cuando tocó mi frente y mi pecho con las palmas de sus manos siguiendo con la oración de sanación sentí un calor agradable en mi espalda. En ese momento sentí haberme liberado de mi tormento. Sin darme cuenta mi vida cambió a partir de esa noche porque cuando llegó el momento de dormir lo hice con un sueño profundo que me perdí en el tiempo. Dormí como nunca lo había hecho.
Al día siguiente sentí que ya no era el Armando de hace unas horas anteriores y de toda la vida. Ahora soy un Armando renovado y nuevo. Me siento libre, me siento bien. Me da alegría de estar de nuevo en la vida, Jesús, mi Jesús con su perdón me volvió a poner en el camino, pero sin nada que arrastrar, ni obstáculos ni barreras que impidan mi felicidad y se vislumbra el acercamiento con todos esos seres que alguna vez les hice daño.
Ahora pienso que Jesús es todo y aunque a veces o casi la mayor parte del tiempo me olvidé de él, he aprendido que él siempre está conmigo para protegerme e iluminar mi camino para que viva una vida bien en todos los aspectos.
Con cariño y amor escribo este testimonio. Habrá gente incrédula o escéptica que quizá nunca crea en esto, pero lo que si puedo decir es que si no lo pruebas nunca lo corroborarás por ti mismo, ¿qué pierdes? ¡Nada!, y créeme que puedes ganar bastante. Gracias amigo por acercarme a Jesús, esto siempre estará en mi corazón y en cada oración que haga. Espero regresar a Morelia, pero ahora con mis hijos y esposa para que les suceda lo mismo que a mí. ¡Gloria a Dios!
Armando Soria Quiñónez, tengo 45 años y soy originario de la ciudad de Durango, Dgo.
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¡Alabado sea Jesucristo!
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Con el tiempo logré el perdón de mi familia, pero aún así sentía que algo me faltaba, me sentía vacío por dentro. Hasta que un buen día conocí a mi amigo quien me platicó algo de su vida, no mucho, pero llegó para mí el gran día donde pude darme cuenta de las oraciones de sanación. Mi amigo Aurelio amablemente me invitó a ver un programa en la televisión local de aquí en la ciudad de Morelia, el cual tuvo una duración de una hora. Fue ahí donde me di cuenta de muchas cosas valiosas porque al ver los testimonios de los invitados me quedé profundamente sorprendido de todo lo que pudo hacer nuestro Jesús con esas personas, dándoles de nuevo esperanza y la oportunidad de seguir viviendo para amarlo. Al final del programa Aurelio hizo una oración por todo el staff y los televidentes que en ese momento lo veíamos. Tuve una sensación extraña pero al mismo tiempo agradable, fue algo sensacional. Esto fue lo que me animó a contarle parte de mi vida a él para que ha su vez tuviera un acercamiento con mi amigo Jesús a través suyo y de una vez por todas me liberara todo este tormento y carga que me ha acosado desde hace muchos años. La oración de sanación por la televisión fue el 2 de septiembre del presente año, fue una experiencia que recordaré el resto de mi vida porque por primera vez tuve un acercamiento con Jesús y le pedí con devoción y mucha fe que me quitará esa loza de cemento que había cargado por más de 20 años. Le dije todo lo que me atormentaba y no me dejaba estar en paz conmigo mismo. Mientras Aurelio oraba yo sentía de repente escalofríos en muchas partes de mi cuerpo, pero a la vez sentía que algo en mi interior estaba sucediendo sin saber lo que vendría después. Cuando tocó mi frente y mi pecho con las palmas de sus manos siguiendo con la oración de sanación sentí un calor agradable en mi espalda. En ese momento sentí haberme liberado de mi tormento. Sin darme cuenta mi vida cambió a partir de esa noche porque cuando llegó el momento de dormir lo hice con un sueño profundo que me perdí en el tiempo. Dormí como nunca lo había hecho.
Al día siguiente sentí que ya no era el Armando de hace unas horas anteriores y de toda la vida. Ahora soy un Armando renovado y nuevo. Me siento libre, me siento bien. Me da alegría de estar de nuevo en la vida, Jesús, mi Jesús con su perdón me volvió a poner en el camino, pero sin nada que arrastrar, ni obstáculos ni barreras que impidan mi felicidad y se vislumbra el acercamiento con todos esos seres que alguna vez les hice daño.
Ahora pienso que Jesús es todo y aunque a veces o casi la mayor parte del tiempo me olvidé de él, he aprendido que él siempre está conmigo para protegerme e iluminar mi camino para que viva una vida bien en todos los aspectos.
Con cariño y amor escribo este testimonio. Habrá gente incrédula o escéptica que quizá nunca crea en esto, pero lo que si puedo decir es que si no lo pruebas nunca lo corroborarás por ti mismo, ¿qué pierdes? ¡Nada!, y créeme que puedes ganar bastante. Gracias amigo por acercarme a Jesús, esto siempre estará en mi corazón y en cada oración que haga. Espero regresar a Morelia, pero ahora con mis hijos y esposa para que les suceda lo mismo que a mí. ¡Gloria a Dios!
Armando Soria Quiñónez, tengo 45 años y soy originario de la ciudad de Durango, Dgo.
Si deseas las seis columnas semanales diferentes que se publican los domingos en los tres principales diarios de Morelia, localízalas en Blogger: jesusestavivoenmorelia.blogspot.com y en Twitter: twitter.com/jesusestavivo Si quieres recibirlas cada ocho días en tu correo, haz click en el cuadro naranja y automáticamente las tendrás. Hoy y todos los domingos en la Z radio, 96.3 FM y 1340 AM, “La Palabra” cuarenta y cinco minutos en comunicación con Jesús vivo que sigue sanando a los más necesitados que creen que él tiene todo el poder en los cielos y en la tierra. Visita nuestra página web: www.jesusestavivo.org.mx y vive los 139 videos de misas, evangelización y testimonios de sanación de lo que Jesús hace en su Morelia.
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