En la actualidad el mundo se ha vuelto superficial y materialista quizá porque la vida ahora ha evolucionado tanto que nos olvidamos de cosas muy importantes y primordiales. Mi vida ha sido muy compleja y difícil a la vez, ¿la razón? muy simple: nunca llevé un orden. Le di más importancia las malas amistades, me dejé influenciar fácilmente por gente ajena a mi familia y el vicio me empezó a absorber sin darme cuenta. A través del tiempo y sin saber cometí estupidez tras estupidez, hasta que llegó el momento en que abandoné a mi familia. Mi esposa y mis dos hijos estaban cargando por todo lo malo que yo les daba, pero ni así medía las consecuencias y seguí adelante. Pasaron más de 20 años y todo ese sentimiento de culpabilidad, remordimiento de conciencia, jamás los pude superar. Mis noches eran eternas, mi alma no tenía momento de descanso y tranquilidad, mi vida entonces se volvió monótona, sin sentido, sin sabor, sin nada de nada. No tenía ningún sentido seguir cargando ese peso en mi espalda que no me dejaba descansar. Mi presente lo vivía con mi pasado, no podía liberarme de ese tormento. Pensaba que ese era mi castigo por haber hecho tanto daño a mi propia familia y a mi mismo, estaba arrepentido pero no sabía que hacer.
Con el tiempo logré el perdón de mi familia, pero aún así sentía que algo me faltaba, me sentía vacío por dentro. Hasta que un buen día conocí a mi amigo quien me platicó algo de su vida, no mucho, pero llegó para mí el gran día donde pude darme cuenta de las oraciones de sanación. Mi amigo Aurelio amablemente me invitó a ver un programa en la televisión local de aquí en la ciudad de Morelia, el cual tuvo una duración de una hora. Fue ahí donde me di cuenta de muchas cosas valiosas porque al ver los testimonios de los invitados me quedé profundamente sorprendido de todo lo que pudo hacer nuestro Jesús con esas personas, dándoles de nuevo esperanza y la oportunidad de seguir viviendo para amarlo. Al final del programa Aurelio hizo una oración por todo el staff y los televidentes que en ese momento lo veíamos. Tuve una sensación extraña pero al mismo tiempo agradable, fue algo sensacional. Esto fue lo que me animó a contarle parte de mi vida a él para que ha su vez tuviera un acercamiento con mi amigo Jesús a través suyo y de una vez por todas me liberara todo este tormento y carga que me ha acosado desde hace muchos años. La oración de sanación por la televisión fue el 2 de septiembre del presente año, fue una experiencia que recordaré el resto de mi vida porque por primera vez tuve un acercamiento con Jesús y le pedí con devoción y mucha fe que me quitará esa loza de cemento que había cargado por más de 20 años. Le dije todo lo que me atormentaba y no me dejaba estar en paz conmigo mismo. Mientras Aurelio oraba yo sentía de repente escalofríos en muchas partes de mi cuerpo, pero a la vez sentía que algo en mi interior estaba sucediendo sin saber lo que vendría después. Cuando tocó mi frente y mi pecho con las palmas de sus manos siguiendo con la oración de sanación sentí un calor agradable en mi espalda. En ese momento sentí haberme liberado de mi tormento. Sin darme cuenta mi vida cambió a partir de esa noche porque cuando llegó el momento de dormir lo hice con un sueño profundo que me perdí en el tiempo. Dormí como nunca lo había hecho.
Al día siguiente sentí que ya no era el Armando de hace unas horas anteriores y de toda la vida. Ahora soy un Armando renovado y nuevo. Me siento libre, me siento bien. Me da alegría de estar de nuevo en la vida, Jesús, mi Jesús con su perdón me volvió a poner en el camino, pero sin nada que arrastrar, ni obstáculos ni barreras que impidan mi felicidad y se vislumbra el acercamiento con todos esos seres que alguna vez les hice daño.
Ahora pienso que Jesús es todo y aunque a veces o casi la mayor parte del tiempo me olvidé de él, he aprendido que él siempre está conmigo para protegerme e iluminar mi camino para que viva una vida bien en todos los aspectos.
Con cariño y amor escribo este testimonio. Habrá gente incrédula o escéptica que quizá nunca crea en esto, pero lo que si puedo decir es que si no lo pruebas nunca lo corroborarás por ti mismo, ¿qué pierdes? ¡Nada!, y créeme que puedes ganar bastante. Gracias amigo por acercarme a Jesús, esto siempre estará en mi corazón y en cada oración que haga. Espero regresar a Morelia, pero ahora con mis hijos y esposa para que les suceda lo mismo que a mí. ¡Gloria a Dios!
Armando Soria Quiñónez, tengo 45 años y soy originario de la ciudad de Durango, Dgo.
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¡Alabado sea Jesucristo!
BUENAS NOTICIAS PARA ELHOMBRE DE HOY
Grupo Apostólico Nueva Evangelización
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