"Hijo queridísimo, siento la irresistible necesidad de bajar del Cielo para hacerte mis visitas maternas. Si tú me aseguras tu amor filial y tu fidelidad Yo permaneceré siempre contigo, en tu alma, para ser tu maestra, tu modelo y tu Madre ternísima. Vengo para invitarte a entrar en el reino de tu Mamá, esto es, en el Reino de la Divina Voluntad, y llamo a la puerta de tu corazón para que tú me abras. Mira, con mis manos te traigo en don estas líneas, te las ofrezco con amor materno para que tú, leyéndolo, aprendas a vivir de Cielo y ya no más de tierra.
Estas líneas son de oro, hijo mío. Ellas formarán tu fortuna espiritual y tu felicidad aún en la tierra. En ellas encontrarás la fuerza de todos los bienes. Si eres débil, adquirirás la fuente de todos los bienes. Si eres tentado, adquirirás la victoria; si caes en la culpa, encontrarás la mano misericordiosa y potente que te levantará; si te sientes afligido, encontrarás el consuelo; si te sientes frío encontrarás el medio más seguro para enfervorizarte; y si te sientes hambriento, tomarás el alimento exquisito de la Divina Voluntad.
Con esto no te faltará nada; ya no estarás más solo, porque tu Mamá te hará dulce compañía y con sus cuidados maternos se comprometerá a hacerte feliz. Yo, la Emperatriz Celestial, me encargaré de todas tus necesidades su tú accedes a vivir unido a mí.
¡Si tú conocieras mis ansias, mis suspiros ardientes y las lágrimas que derramo por mis hijos! ¡Si tú supieras cómo ardo en el deseo de que escuches mis lecciones todas de Cielo y aprendas a vivir de Voluntad Divina!
Aquí encontrarás maravillas. Encontrarás a tu Mamá que te ama tanto que sacrifica a su querido Hijo por ti, para poder así hacerte vivir de la misma vida que Ella vivió sobre la tierra. ¡Ah, no me des este dolor: no me rechaces, acepta este don de Cielo que te traigo; acoge mi visita, atiende mis lecciones!
Has de saber que Yo recorreré todo el mundo, iré a cada alma, a todas las familias, a todas las comunidades religiosas, a todas las naciones, a todos los pueblos y si se necesita, iré por siglos enteros, hasta que haya formado como Reina a mi pueblo y como Madre a mis hijos, los cuales conocerán y harán reinar por doquier la Divina Voluntad.
He aquí explicada la finalidad de todo esto. Aquellos que lo acojan con amor serán los primeros afortunados hijos que pertenecerán al Reino del Fiat Divino y Yo con caracteres de oro escribiré sus nombres en mi Corazón materno.
Mira, hijo mío, el mismo amor infinito de Dios que en la redención quiso servirse de mí para hacer descender al Verbo Eterno a la tierra, ahora me llama de nuevo y me confía la tarea, el sublime mandato de formar en la tierra a los hijos del Reino de la Divina Voluntad. Y Yo, maternalmente presurosa me pongo a la obra y te preparo el camino que te conducirá a este feliz Reino.
Y para tal fin te diré sublimes y celestiales lecciones; especialmente te enseñaré nuevas oraciones, en las cuales el cielo, el sol, la creación entera, mi misma vida y la de mi Hijo, todos los actos de los santos, queden todos incluidos a fin de que a nombre tuyo pidan el Reino adorable del querer divino.
Estas oraciones son las más potentes, porque encierran en ellas la potencia del mismo obrar divino.
Por medio de ellas Dios se sentirá desarmado y vencido por la criatura. En virtud de este auxilio, tú apresurarás la venida de su Reino felicísimo y conmigo obtendrás que la divina voluntad se haga como en el Cielo así en la tierra, según el deseo del Maestro divino. ¡Animo, hijo mío; conténtame y Yo te bendeciré!".
Reina Inmaculada, celestial Madre mía, yo vengo a tus rodillas maternas para abandonarme como tu querido hijo entre tus brazos y pedirte con los suspiros más ardientes en este mes a ti consagrado, la gracia más grande: que me admitas a vivir en el Reino de la divina voluntad. Mamá Santa, tu que eres la Reina de este Reino admíteme a vivir en él como hijo tuyo, a fin de que ya no esté desierto, sino poblado de hijos tuyos.
Soberana Reina, a ti me confío a fin de que tu guíes mis pasos en el Reino del querer divino. Teniéndome tomado con tus manos maternales guía todo mi ser para que haga vida perene en la divina voluntad. Tú me harás de Mamá y como a Mamá mía te hago entrega de mi voluntad a fin de que tú me la cambies por la voluntad divina y así pueda yo estar seguro de no salir de su reino. Te pido que me ilumines para que yo pueda comprender bien que significa voluntad de Dios.
Dios te salve Mamá, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre... Jesús. Santa Mamá, madre de Dios y madre mía, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de neustra muerte. Así sea.
En la mañana, a mediodía y en la tarde, es decir, tres veces al día, vamos a ir sobre las rodillas de nuestra Mamá Celestial y decirle: "Mamá mía, te amo; ámame tu también, da un sorbo de Voluntad de Dios a mi alma y dame tu bendición para que pueda hacer todas mis acciones bajo tu mirada materna"
Heme aquí, oh Mamá dulcísima, postrado ante ti. Hoy es el primer día que me consagro a ti, en el cual todos tus hijos quieren ofrecerte sus florecillas para testimoniarte su amor y para comprometer a tu amor a amarlos. Y yo te veo como descender de la Patria Celestial cortejada por legiones de ángeles para recibir las bellas rosas, las humildes violetas, los castos lirios de tus hijos y corresponderles con tus sonrisas de amor, con tus gracias y bendiciones y recibiendo en tu regazo materno los dones de tus hijos te los llevas al Cielo para reservarlos como prenda y corona para el momento de su muerte.
Mamá Celestial, entre todos, yo, que soy el más pequeño, el más necesitado de tus hijos, quiero ir a tu regazo materno para llevarte no solamente flores y rosas, sino un sol cada día. Pero la Mamá debe ayudar al hijo dándole sus lecciones de Cielo para enseñarle cómo formar estos soles divinos y así te daré el homenaje más bello y el amor más puro. Mamá querida, Tú sabes que cosa quiere tu hijo; quiere ser enseñado por ti a vivir de voluntad divina; y yo, transformando mis actos y todo yo mismo en la divina voluntad, según tus enseñanzas, cada día vendré a poner en tu regazo materno todos mis actos cambiados en soles.
Lección de la Reina del Cielo: hijo bendito, tu oración ha herido mi Corazón materno y atrayéndome del Cielo ya estoy junto a mi hijo para darle mis lecciones todas de Cielo.
Mira, hijo querido, miles de ángeles me rodean y reverentes están todos a la expectativa para oírme hablar de aquel Fiat divino, del cual más que todos Yo poseo su fuente, conozco sus admirables secretos, sus alegrías infinitas, su felicidad indescriptible y su valor incalculable. Y al sentirme llamar por mi hijo porque quiere mis lecciones sobre la divina voluntad es para mí la fiesta más grande, la alegría más pura y si tú escuchas mis lecciones, Yo me consideraré afortunada se ser tu Mamá.
Oh, cómo suspiro tener un hijo que quiera vivir toda de Voluntad Divina. Dime, hijo, ¿me contentarás? ¿Me darás tu corazón, tu voluntad, todo tu mismo en mis manos maternas para que Yo te prepare, te disponga, te fortifique, te vacíe de todo, de tal manera que pueda llenarte todo de luz, de Divina Voluntad para formar en ti su Vida divina? Apoya tu cabeza sobre el Corazón de tu Mamá Celestial y sé atento en escucharme para que mis sublimes lecciones te hagan decidir a no hacer jamás tu voluntad sino siempre la de Dios.
Hijo mío, escúchame, es mi Corazón materno que tanto te ama y que quiere derramarse en ti. Has de saber que te tengo escrito aquí en mi Corazón y te amo como verdadero hijo, pero siento un gran dolor porque no te veo semejante a mí. ¿Y sabes que es lo que nos hace desemejantes? Ah, es tu voluntad, la cual te quita la frescura de la gracia, la belleza que enamora a tu Creador, la fortaleza que todo vence y soporta y el amor que todo lo consume. En suma, no es aquella voluntad que anima a tu Mamá celestial.
Has de saber que Yo conocí mi voluntad humana sólo para tenerla sacrificada en homenaje a mi Creador. Mi vida fue toda Voluntad Divina: Desde el primer instante de mi Concepción fui plasmada, inflamada y puesta en su luz, la cual purificó mi germen humano con su potencia y quedé concebida sin mancha original. Así que si mi Concepción fue sin mancha y tan gloriosa que forma el honor de la Familia divina, fue solo porque el Fiat Omnipotente se vertió sobre mí germen y quedé concebida pura y santa. Si el querer divino no se hubiera derramado sobre mi germen, más que una tierna madre, para impedir los efectos del pecado original Yo habría encontrado la triste suerte de todas las demás criaturas de ser concebida con el pecado original. Por eso, la causa primaria de mi Concepción Inmaculada fue únicamente la Divina Voluntad. A Ella sea el honor, la gloria y el agradecimiento por haber sido Yo concebida sin pecado original.
Ahora, hijo de mi Corazón, escucha a tu Mamá: haz a un lado tu voluntad humana, prefiere morir antes que darle un acto de vida. Tu Mamá Celestial se habría contentado con morir mil y mil veces antes que hacer un acto solo de su propia voluntad ¿No quieres imitarme? Ah, si tu aceptas tener sacrificada tu voluntad en honor a tu Creador, el querer divino hará el primer paso en tu alma: te sentirás circundado y plasmado por un áurea celestial, purificada y enfervorizada de tal forma que sentirás aniquilados en ti los gérmenes de tus pasiones y te sentirás puesta en los primeros pasos del Reino de la Divina Voluntad.
Por eso, sé atento; si me eres fiel en escucharme, Yo te guiaré, te conduciré de la mano por los interminables caminos del Fiat divino, te tendré defendido bajo mi manto azul y tú serás mi honor, mi gloria, mi victoria y también la tuya.
Virgen Inmaculada, tómame sobre tus rodillas maternas y hazme de Mamá, con tus santas manos posesiónate de mi voluntad y unifícala, enfervorízala con el toque de tus dedos maternos y enséñame a vivir solamente de Voluntad Divina.
-Hoy, para honrarme, desde la mañana y en todas tus acciones entregarás tu voluntad en mis manos diciéndome: "Mamá mía, ofrece tu misma a mi Creador el sacrificio de mi voluntad".
Mamá mía, encierra la Divina Voluntad en mi alma a fin de que tome su lugar primero y forme en mí su trono y morada.
Te invitamos mañana lunes al templo de Las Rosas a la Misa de Sanación de las 19:00 horas. Después de la Misa del mes pasado recibimos testimonios de sanación. Algunos hermanos sanaron de resentimientos y enfermedades diversas, otros volvieron a oír y no faltaron los que perdieron los miedos, rencores y odios. Pero sin duda el más grande fue el de nuestra hermana Rocío que nos comentó que en ocasiones cuando comulga come carne viva: “!Jesús está vivo en la Eucaristía!” Esto verdaderamente nos alienta y nos motiva a seguir llevando la Buena Nueva: ¡Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo! La forma en que Jesús se manifiesta para llevar a cabo esta promesa es precisamente... la Eucaristía.
¡Alabado sea Jesucristo!
BUENAS NOTICIAS PARA EL HOMBRE DE HOY
Grupo Apostólico Nueva Evangelización
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