viernes, 2 de julio de 2010

Un fornido pastor

En las catacumbas de Santa Priscila, en Roma, se encontró que los primeros cristianos habían grabado en las paredes la imagen de un fornido pastor, que llevaba una oveja sobre las espaldas. Así les gustó a los cristianos de catacumba perseguidos y marginados imaginar a Jesús. Cada uno se sentía como esa oveja. Eran llevados sobre los hombros de Jesús y por eso se sentían muy seguros. Cuando Jesús se presentó como buen pastor, quiso que lo sintiéramos así: vivo, amoroso, cercano y pastor responsable que no deja las ovejas solas en el peligro, sino que las carga sobre los hombros y las lleva a "verdes pastos y aguas tranquilas". Cuando nos lleguemos a sentir como ovejas sobre los hombros de Jesús, sabremos de veras, cómo es Dios, y nuestros temores se los llevará el viento.
Cada día, al abrir el periódico, nos encontramos con un sinnúmero de conflictos a nivel internacional. Casi podríamos decir que el tema de nuestros periódicos es quién va ganando la guerra, quién va perdiendo, quién cuenta con el arma más sofisticada y mortífera. También nos informan que agrupaciones especiales se han reunido para planificar la paz; pero en realidad, muchas veces, de esas reuniones lo único que resulta es un nuevo conflicto. Nuestro mundo es un mundo en pie de guerra. El temor de una catástrofe bélica flota en el ambiente.
Y todo esto comenzó aquel día infausto en el que el hombre quiso "pelear" con Dios. Rompió su relación con su Señor: no se contentó con lo que le había regalado, quiso competir con Él en sabiduría. Aquel día se inició la guerra: marido contra esposa. "La mujer que me diste por compañera, me dio de ese fruto, y lo comí". (Gen 3,12) Luego vino el conflicto entre los hermanos. Caín no descansó hasta que pudo golpear a su hermano Abel, y la muerte entró en el mundo con su río de sangre. Más tarde, unos hombres quisieron construir una torre, independientemente de Dios. Y resultó que ya no se entendieron entre ellos mismos: tuvieron que separarse; los que se separan es porque han tenido conflictos entre ellos.
Y así ha seguido la secuela de guerras, de enfrentamientos. Al principio fueron sólo pedernales, después vinieron las espadas, las lanzas, las pistolas, las ametralladoras y aviones, la bomba atómica, los misiles. Ahora hasta se habla de guerras bacteriológicas. Alguien escribió que en los cuatro mil años de existencia humana, solamente unos trescientos años han sido de paz. Casi se podría afirmar que el hombre nació para la guerra.
En hebreo la palabra paz, shalom, no significa ausencia de conflictos, sino todo aquello que contribuye al bienestar supremo busca "su" paz, que nadie lo moleste. Jesús se refería a los de noble corazón que luchan, se sacrifican por buscar la propia paz y la comparten con los otros.
El primer pacificador fue el mismo Jesús. La carta a los Efesios (2,14) lo llama "nuestra paz". "Jesús es nuestra paz", dice la carta a los Efesios. La paz que Jesús consiguió fue a base de su sacrificio, de su vida. "Pero ahora unidos a Cristo Jesús -dice la carta a los Efesios por la sangre que El derramó, ustedes, que antes estaban lejos, han sido acercados. Cristo es nuestra paz. El hizo de judíos y no judíos un solo pueblo". (Ef 2,14-13)
Jesús consiguió la paz con su sangre. Entregó su vida por nosotros.
Sólo tendremos paz cuando haya perfecta relación con Jesús, que es nuestra paz. El vino para traer "la paz a los hombres de buena voluntad". El día de su resurrección lo primero que les regaló a sus apóstoles fue el don de la paz: "La paz esté con ustedes". En la Ultima Cena, Jesús les dijo a sus apóstoles que les dejaba "su paz"; Judas no pudo recibirla porque su corazón estaba tapiado por el pecado, por eso se escapó apresuradamente de aquel recinto en donde se hablaba de paz.
Tampoco habrá paz en nuestra vida mientras no nos dejemos controlar y conducir por el Espíritu de Jesús: el Espíritu Santo. La mayoría de nuestros conflictos tienen su origen en nuestro egoísmo, en que nosotros escogemos "nuestro camino" y no el de Dios, que es tan diverso del nuestro. Nuestro camino se retuerce en el egoísmo, en nuestra conveniencia. El camino de Dios es recto como la verdad.
En el capítulo 11 del libro del Deuteronomio, se conserva aquel momento trascendental de la humanidad cuando el Señor entregó las tablas de la ley a su pueblo, y le dijo aquellas memorables palabras: "El día de hoy les doy a elegir entre bendición o maldición. Bendición, si obedecen los mandamientos del Señor su Dios, que hoy les he ordenado. Maldición, si, por seguir a dioses desconocidos, desobedecen los mandamientos del Señor su Dios y se apartan del camino que hoy les he ordenado". (Deut 11,26-28)

Muy claro: bendición o maldición. Paz o conflicto. Si lo consideramos desde el punto de vista positivo se encuentra aquí una promesa muy concreta y consoladora para los que van por el camino del Señor: bendición, es decir la paz de Jesús que nadie nos puede arrancar. Esta promesa fue confirmada por Jesús cuando dijo: "Busquen primero el reino de Dios y su justicia y lo demás se les dará por añadidura". (Mt 6,33)
La Misa que celebró Monseñor Rafael Chávez Ponce de León en el templo de San Pedro a las 9 de la mañana se transmitió por la televisión mundial en vivo por internet y ya está en nuestro archivo. Puedes verla las veces que quieras. En vivo, ya pasó o en repetición en nuestro sitio web: www.jesusestavivo.org.mx Haz clic en el rostro de Jesús en la imagen de la televisión y aparece todo nuestro archivo. La transmisión en vivo en la televisión mundial por internet del programa “La Palabra” es a las seis de la tarde. Escucha y “ve” 45 minutos en comunicación con Jesús que está vivo por la Z radio 96.3 FM estéreo y 1340 AM digital. Proclamación de la Palabra de Dios y oración por la salud de los enfermos con testimonios de sanación en el templo de El Carmen mañana lunes de 17 a 20 horas y también por internet en televisión en vivo a todo el mundo.
¡Alabado sea Jesucristo!
BUENAS NOTICIAS PARA EL HOMBRE DE HOY
Grupo Apostólico Nueva Evangelización

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