miércoles, 26 de agosto de 2009

Descanso en el Espíritu

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Rosa de Lima, que hoy celebramos su Fiesta Patronal en el templo de Las Rosas, a la edad de cinco años se propuso jamás ofender a Dios mortalmente, hizo voto de virginidad y empezó a menospreciar las cosas del mundo. Fue virgen que, aunque tentada violentamente por el demonio, a quien llamaba “el sarnoso”, nunca le dio entrada, y para estas materias mortificó su cuerpo.
Llegada Rosa a la edad juvenil, la lucha por la santidad comenzó por donde menos debía esperarse y por donde más es de temerse. Su misma familia, y lo que sorprende más, su propia madre, fueron los que más encarnizadamente la combatieron. Las manifestaciones de la extraordinaria vida mística y ascética de su hija, doña María las achacaba a manías, ilusión o fanatismo devoto; y si recapacitaba, muy pronto la pasión y el mal humor que la dominaba volvían a cegarle, echando por tierra sus buenos propósitos.
Desde muy niña Rosa había rogado a Jesús, su divino Esposo le concediera tres favores: que sus penitencias no fuesen vistas; que las mercedes que Dios le hacía no fuesen conocidas por los hombres; y, que se mitigase el color de su rostro “porque no parecía sino una Rosa”. La santa limeña fue devotísima de la Virgen del Rosario, quien le enseñaba, consolaba y visitaba junto con su Santísimo Hijo. Su imagen, existente en la iglesia de Santo Domingo, cambiaba de rostro cada vez que le solicitaba algún favor y le significaba los sucesos futuros del reino.
Eso mismo sucede en el templo de Las Rosas, vivan las gracias que Jesús por intercesión de Santa Rosa de Lima hace en los que creemos que él es verdaderamente el Hijo de Dios: Durante la Misa después de la Asamblea de Alabanza en el templo de Las Rosas, el P. Xavier Andaluz nos dio el testimonio de un hermano que tenía SIDA. Nos comentó después de la homilía que lo invitaron a orar por un enfermo que padecía sida. Cuando llegó a su casa las personas que le atendían le informaron que no se podía levantar por el nivel máximo de enfermedad que tenía. En el lugar donde lo atendían les dijeron que se fuera a su casa a morir con los suyos, porque la ciencia no podía hacer más por él. Lo estaban deshauciando. Al visitarlo el P. Andaluz lo escuchó, después lo confesó, le dio la comunión y lo ungió con el Óleo Santo. El padre estuvo esperando varios días el informe de su estado de salud, esperaba lo llamaran para el funeral. Cuando fue a su casa para saber más de él, le informaron que el que no se podía levantar, el que estaba acostado esperando el desenlace final: ¡se levantó! Estaba ya caminando. Había sanado. ¡Gloria a Dios!
Jesús es el Dios de lo imposible. Lo que no puede el hombre, lo que no alcanza la ciencia: Jesús que es Dios... ¡lo hace! De aquí nació una luz: le pedimos al P. Xavier que nos celebrara una Misa de Sanación el primer lunes de mes y estas fueron algunas de las moniciones que hizo en la primera misa: El Dios de la vida que ha resucitado a Jesucristo rompiendo las ataduras de la muerte esté con todos ustedes.
Hermanos vamos a hacer oración especialmente por los enfermos para que Dios les conceda la salud. Jesús puso como una condición indispensabe: la fe. De tal manera, pidamos a él que es Hijo de Dios Todopoderoso. Él es el Hijo de Dios enviado al mundo para hacer el bien a los demás y que pasó por el mundo haciendo el bien. Llenos de fe vamos a pedir con mucha confianza que con ese poder y con ese amor que tiene por nosotros, conceda la salud a los enfermos, salud del cuerpo, salud del alma. Acerquémonos pues al él con un alma limpia pidiendo con humildad perdón por todos los pecados. Yo confieso ante Dios Todopoderoso...
Dios Omnipotente salvación eterna de los que en ti creen escucha las suplicas que te dirijimos por tus hijos enfermos para que recuperada la salud puedan darte gracias entre tu pueblo santo. Por Jesucristo, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos. Así sea.
Esta Misa la ofrecemos a Dios Padre ofreciendo a Cristo para pedir la salud a los que estemos enfermos, salud para el cuerpo, salud para el alma. Pidamosle pues al Señor que seamos capaces de descubrir las enfermedades físicas para orar por el remedio adecuado para conseguir la salud. Oremos para que Dios nos ayude también a descubrir nuestras enfermedades del alma y podamos sanar eficazmente. Pidamos al Señor que ayude a los enfermos que más sufren para que con paciencia y espíritu cristiano se unan a Jesucristo. Pidamos al Señor que si va a conceder por su bondad la salud a los enfermos por nuestras oraciones, consigamos la salud más pronto y más eficaz. Señor escucha también las súplicas por las intenciones de tus hijos que están leyendo estas moniciones, por Jesucristo Nuestro Señor. Así sea.
Dios nuestro cuya providencia dirige cada momento de nuestra vida, recibe las súplicas y las ofrendas con las que imploramos tu misericordia por nuestros hermanos enfermos para que la preocupación de ahora por su enfermedad se nos convierta pronto en gozo por la salud. Por Jesucristo que contigo vive y reina por los siglos de los siglos. Así sea.
Acuérdate de nuestros hermanos que se durmieron en la esperanza de la resurrección, de todos los que se han muerto en tu misericordia, admítelos a contempar la luz de tu rostro. Te pedimos Señor por los enfermos aquí presentes para que por tu bondad, por el amor que les tienes les concedas la salud el cuerpo y del espíritu. Padre eterno te ofrecemos el sacrificio de tu hijo Jesucristo, el valor infinito de ese sacrificio, para que por él concedas la salud a todos los enfermos. Ten misericordia de todos nosotros y así con María la Virgen, la Madre del Hijo de Dios, los Apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad a travez de los tiempos, merezcamos por tu hijo Jesucristo compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas. Por Cristo con él y en él, a ti Dios Padre omnipotente en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria, por los siglos de los siglos. Así sea.
Dios nuestro, auxilio inefable en nuestra enfermedad, ayuda con tu poder a estos hijos tuyos, para que aliviados por tu misericordia vuelvan a ocupar su lugar en la asamblea de tus fieles. Por Jesucristo, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos. Así sea.
A continuación el Padre Xavier ungió a los enfermos con el Santo Óleo, este aceite bendito que por medio de él hemos de pedirle a Dios que conceda la salud. Llenos de fe y llenos de confianza en ese poder vivo que Dios tiene queremos pedirle que lo utilice en favor de los enfermos. Y como lo hizo cuando pasó por el mundo, ahora también con su palabra, con su acción santificadora de la salud al cuerpo de los hermanos enfermos. Y también el Padre Amoroso conceda la salud interior, esa paz, esa generosidad para perdonar, ese espíritu lleno de bondad que nos ayude a hacer el bien a todos para pasar como él, por el mundo, haciendo el bien a los demás. Pidámosle la salud del alma para todos sus hijos aquí presentes que piden salud del cuerpo. En el nombre de Jesús, Hijo de Dios todopoderoso pedimos al Padre la salud para todos nuestros enfermos.
El domingo pasado Alfredo nos llamó a “La Zeta radio” pidiendo oración de sanación ya que tiene sida. Jesús, tu eres Dios y nunca se ha sabido de alguien que tenga su confianza en ti que halla quedado defraudado. Alfredo cree que tú estás presente en la Hostia consagrada, que es carne tu carne y sangre de tu sangre. ¡Sánalo Jesús para que el mundo se de cuenta que estás vivo... en “El Sol de Morelia”, y en Alfredo. Gracias Jesús por los que creen que tú eres el mismo de ayer, de hoy y por siempre.
Una hermana que cayó en descanso en el Espíritu el día lunes de la Misa de Sanación en el templo de Las Rosas nos da su testimonio cuando tuvo su experiencia de la presencia del Santo Espíritu de Dios cuando se le ungió con el Óleo Santo, o Unción de los Enfermos: De verdad mi alma se llena de gozo al saber que Jesus vivo esta en mi, y quiere lo mejor para mi. Mi experiencia en la Misa de Sanacion en ese día es que Dios me arropó con sus alas, y me susurro al oído que: “todo está bien y todo va a seguir bien, mi hija amada”.
Tuve la dicha de ir a la Misa de Sanacion en el templo de Las Rosas. Días antes había tenido una pena que me había lastimado y había llenado de heridas mi corazon, lo que me llevó a realizar una confesion y a poder recibir a Jesús Eucaristía. Le dije a mi Jesús y a la persona que me lastimó que este problema me iba a llevar a acercarme más a Jesús y a recibirlo. El saber que aparte de alabar a mi Señor iba a recibir el regalo de la misa de sanacion, y que en esa misa el Señor iba a derramar sobre mí y sobre todos su amor y bendiciones, me llenaba de gozo.
Al momento de formarnos para que el padre Xavier Andalúz A. nos unguiera, yo seguía en oración y pidiendole a Jesús que tomara de mi ser todo lo que no perteneciera a él, que me llenara de su fuerza, de su presencia, que ya no quería ser esa mujer vieja, que me revistiera de una mujer nueva. Cuando el padre me ungió en nombre de Cristo sentí como si me aventara hacía atras y mis pies ya no tenían la fuerza para sostenerme. Caí en descanso en el Espíritu. Sentí en ese momento una gran paz dentro de mi ser, y alrededor de mi. Sentí que Alguien me estaba acompañando. Al sentirme abrazada y amada por mi Señor, empecé a llorar, pero eran lagrimas de agradecimiento y de gozo, de ser tan pequeña y tan llena de errores y aun así poder sentir y experimentar la presencia de mi Dios. No quería salir de ese estado de paz, de amor. Ese es un estado en el que quisiera estar siempre.
Verdaderamente a sido muy bello que mi Señor a pesar de los momentos en que yo me alejé de el, de esos momentos de oscuridad, Jesús me perdona y me ama. Él ha dado su vida por mi, solo por mi derramó cada gota de su sangre, cada momento que él recibía un latigazo, una ofensa, lo hizo por mi, para ser liberada de la oscuridad en que vivía. Ahora Jesús me ha llenado de su luz, ahora puedo experimentar el inmenso sufrimiento de él y quiero que él sepa que su sufrimiento no ha sido en vano, que quiero seguirle y amarle. No quiero seguirle por sus milagros quiero seguirle por su inmenso amor, quiero seguirle como una muestra de agradecimiento de lo mucho que a hecho por mí, y no solo por mí sino tambien por mis hijos, por mi trabajo, por todo lo que me a dado. Tambien quiero que Jesús sepa, que quiero que me enseñe a hacer su voluntad en todo momento, que me enseñe a amar, para así con esa enseñanza de mi maestro Jesús, dejar que él a travez de mi sea esa fuente de luz para otros hermanos.
Siento gozo al saber que Jesús me eligió, que puso sus ojos sobre mí para que yo no continuara sola. Ahora se y reconozco que en todos los momentos de mi vida él estaba paciente y amorosamente esperando por mi, esperando que yo le dijera: Jesús vuelvo a ti, vuelvo a ti mi Señor Jesús. Te dejo que seas dueño y Señor de todo mi ser, toma posesion de esta morada que te pertenece y que te ha pertenecido siempre. Y entonces el hace su obra en mi al desposeerme de todo orgullo. Toma mi alma humillada, arrepentida, y simplemente me arropa en su misericordia. ¡Gloria a Dios! ¡Gloria a Dios!
Otra hermana nos comentó la obra que Jesús hizo en su vida después de la unción con el Óleo Santo: Estaba cerrado el templo porque no había llaves, estaban perdidas y me esperé porque tenía fe que llegaría alguien a abrirlo. Para mi fue un regalo muy grande porque no esperaba lo que sucedió, ¡SANACIÓN!
Llegué muy inquieta a la Misa pues tenía mucho tiempo que no podía dormir, tenía insomnio. Y desde ese día puedo dormir mucho mejor. Después de la unción me dieron ganas de hacer una muy buena confesión y al pedir perdón, vivo y experimento una paz que nunca había sentido. Nuestra hermana se acercó a la conversión, obra exclusiva del Santo Espíritu de Dios y después de la reconciliación con ella, con Dios y con sus hermanos el regalo fue la paz de Cristo y como consecuencia ya puede dormir como una piedra.
-Tengo mucho que agradecer a Dios. Hace tiempo me sanó del colesterol, estuve perdiendo paulatinamente la vista y la recuperé, fue cuando me acerqué al Señor aquí en el templo de Las Rosas para gloria de Dios. Tenía un hijo en Estados Unidos que no sabía de él y cuando le pedí a mi Señor que me lo trajera, él regresó por gracia y misericordia de Dios. Además me sanó de los intestinos y del estres.
-Hace ocho día el Señor me dio la confianza de encontrar aquí la sanación. Hace más de dos meses empecé a perder al vista y la perdí. Veo muy poco, el médico me dijo que era porque tengo la retina desprendida. Sentí la necesidad de venir a la oración por los enfermos a Las Rosas y se me informó que en ocho días habría Misa de Sanación. Un hermano, que hace oración en la Z radio, nos dio la bienvenida en la puerta a mi esposa y a mí. El dia de ayer, domingo, llamé a la “Z radio” para pedir oración por la salud de mi ojo y después de la oración, casi media hora, me empezó a dar comezón en el ojo. Después de esto me di cuenta que empiezo a ver algo borroso pero veo de nuevo. El ojo derecho también lo empecé a perder y después de venir a laoración empiezo a ver. Dios me está sanado por eso quiero seguir orando en Las Rosas para sentirme mejor. ¡Gloria a Dios! El médico me dijo que no podría ver porque tengo desprendimiento de retina. Nunca imaginé que me pondrían los Santos Oleos. Cuando me los ungieron sentí mucho calor y sentí la necesidad de entregar mi corazón a Jesús en forma completa y sin ninguna condición.
-Yolanda nos dijo: tengo tres hijos y uno ya fue sanado de sus oídos aquí en Las Rosas. Otro de mis hijos, José Guadalupe, cuando el P. Andalúz lo ungió con los Santos Óleos, además de pedir por su salud le dijo: que el Señor te sane de tu gastritis y de los dolores de tu estómago y desde hace ocho días: ¡está sanado! ¡Gloria a Dios!
En una ocasión Jesús sanó a diez leprosos y solo uno regresa a dar gracias por la salud que Jesús le había dado. Eso quiere decir que por cada testimonio de sanación, existen otros nueve que nos van a dar en el transcurso de la semana. ¡Gloria a Dios!
Probablemente mañana lunes se adelante la Misa de Sanación ya que hoy celebramos la fiesta patronal de Santa Rosa de Lima, que es nuestra patrona, y que oraba así: “Señor mío, Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador y Redentor mío, a mí me pesa de haberte ofendido, por ser tú quien eres y porque te amo sobre todas las cosas. Dios mío y verdadero esposo de mi alma y alegría de mi corazón, yo, te quiero amar, benignísimo Jesús, con aquel perfectísimo amor, eficacísimo amor, incontrastable amor, invencible amor, que todos los cortesanos del Cielo te aman, y más te quisiera amar, Dios de mi corazón y de mi vida. Quisiera amar, regalo mío, tanto como la Santísima Virgen te ama, y más os quisiera amar, salud y alegría mía y de mi alma. Quisiera amar tanto a ti, Dios mío, como tú me amas. Abráseme yo, consúmame yo, en fuego de divino amor, benignísimo Jesús”. Escuha más detalles en nuestro programa: “La Palabra” de hoy a las seis de la tarde por “La Zeta Radio”, 96.3 FM y 1340 AM.
¡Alabado sea Jesucristo!
BUENAS NOTICIAS PARA EL HOMBRE DE HOY
Grupo Apostólico Nueva Evangelización

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