viernes, 14 de mayo de 2010

Los sordos sin oído ¡escuchan!

El testimonio es una comprobación de lo que Jesús está haciendo hoy por su pueblo, por sus hermanos, por los que creen en él, por los que lo buscan, por los que piden, por los que lo necesitan. Pero en el fondo, todos tenemos el sentimiento de no ser dignos de estar en la presencia de Dios, porque todos hemos pecado, nos sentimos sucios, como si quisiéramos escondernos, nos sucede lo que pasó a Adán y Eva.
Anteriormente se decía: Sé puro, sé limpio para entrar a la presencia de Dios. Pero, hoy te digo, “así como estás, DIOS TE AMA”. ¡Ven, acércate a la presencia de tu Creador! Él tiene en sus manos una palangana con agua, ¡AGUA VIVA! y una toalla, ¡ÉL TE LIMPIA! te purifica, te santifica, te da su Espíritu, te hace nacer de nuevo con toda su fuerza para cambiar tu vida.
Nuestra hermana Celia Covarrubias de Irapuato, Gto, movida por la fuerza que da el Espíritu Santo, nos da testimonio de su sanación, que equivale al de una persona que no tiene ojo y ve, a una persona que no tiene pie y camina, porque para Dios no hay nada imposible: Después de una oración con el P. Emiliano Tardif platiqué con Pepe Prado y le dije: Pepe, quiero dar mi testimonio. ¡Sí!, aceptó él. ¿Qué te sucedió? Pepe, ayer empecé a escuchar. Para eso es la predicación, para que la gente escuche, me dijo.
Pepe, -le dije- yo no tengo oído interno ni oído medio, tenía más de quince años sin escuchar. ¿Me permites?, dijo él, y en el momento en que Pepe observó mi oído, levantó las manos, se tomaba la cabeza y repetía: ¡Gloria a Dios! Sacó una libreta y empezó a escribir mi nombre, teléfono, dirección y se fue a hablar con el P. Tardif.
Posteriormente, Pepe Prado, ante el micrófono, dijo: Hermanos: los invito a prepararnos para la santa Misa. Entonemos un canto de entrada, y de ahí vino a decirme que el P. Tardif escogió mi testimonio para que se los contara en la Misa, que el testimonio era único en el mundo. Me tomó de la mano, me llevó ante el P. Tardif a saludarlo y él me invitó a sentarme a su lado.
Aproveché para preguntar a Pepe, cómo supo el Padre que yo estaba aquí. No fue el Padre, Celia, respondió. Fue Jesús el que te encontró. Él se hace presente en todas las oraciones, y camina entre las butacas, por los pasillos. Jesús te encontró, puso su mano en tu oído y por eso escuchas. Él habla al Padre Emiliano en su corazón y le dice lo que está haciendo, y con esa Palabra de Conocimiento el Padre Tardif lo transmite al micrófono.
Cuando supe esto me asombré más. ¡Estoy sentada al lado de un santo que escucha la voz de Dios!, pensé, y al sentir el brazo del Padre Tardif rodeándome la espalda, o apretándome la mano, volvió a mí ese llanto gozoso. Pensé que cuando me llamaran no podría hablar ni dar mi testimonio ante tanta gente.
Pepe, -le dije- siento que no voy a poder hablar, no se me va a entender nada. Puso su mano sobre mi frente y al momento empecé a sentirme bien. Yo no sabía de la oración con la imposición de manos; esa fue la primera vez que la recibí. Pidió a Jesús que tomara mi garganta y que él hablara a través de mí.
Al terminar el Padre Tardif la predicación del Evangelio, me llamó para que les contara lo que había hecho el Señor Jesús en mí, un día antes.
Pude explicar mi enfermedad, la opinión de los médicos antes y después de la operación y sobre todo, les comenté que para mí no era tan importante oír, sino que lo más importante es que Jesús me encontró en medio de todos ellos y me lo hizo saber por mi oído.
¡Gloria a Dios!, gritó varias veces el Padre Emiliano, y empezaron a cantar: “Tú eres testigo del poder de Dios, por el milagro que Él ha hecho en ti. Yo estaba ciego, mas ahora veo la luz, la luz divina que me dio Jesús...” exclamaban con júbilo los ahí presentes en alabanza al Señor. Bajé del altar y emprendí el regreso a mi lugar en medio de abrazos y besos. ‘Dios te ama’, me decían, ‘Gracias por estar con nosotros’.
Antes de seguir con la profesión de fe, el Credo, anunció el Padre Emiliano: cuando nuestra hermana empezó a hablar en el micrófono, varios sordos aquí presentes empezaron a escuchar, y añadió: ¡Pónganse de pie para que den gloria a Dios!
Se pararon más de diez personas de diferentes edades y sexo. Algunos eran sordos de nacimiento, o sea sordomudos. No sabían qué estaba pasando, los llevó un familiar y ahí estaban de cuerpo presente, de repente, algo nuevo sucedía en sus oídos.
Es tremendo vivir en un silencio profundo y de pronto percibir ese ruido ensordecedor que casi los enloquece, se tapaban los oídos. A esos que son sordos de nacimiento, dijo el Padre Tardif, enséñenles a hablar como si fueran bebés, repítanles: pa, pá, ma, má. Ellos no hablan porque nunca habían oído, ahora ya escuchan. Otros tenían su aparato para sordera en la mano y lo levantaban. Dijeron que cuando empecé a hablar, ellos oyeron un ruido muy fuerte que los hizo rápidamente desconectar su aparato, y la sorpresa: ¡Escuchaban sin el aparato para sordera! Volvió el júbilo a llenar el lugar. ¡Bendito seas Señor!, gritábamos todos a coro repetidamente.
Se cumplió lo que profetizó Isaías: Entonces la lengua del mudo lanzará gritos de alegría: 35,6.
Por falta de espacio concluimos diciendo que Celia no tiene oído medio, ni oído interno y aun así escucha. En ese hueco o vacío le caben uno o dos vasos de agua. Esto que le pasó a Celia no es un milagro, sino un verdadero llamado a evangelizar con gran poder. Si tú llamas por teléfono a Irapuato al número (01462) 626 33 19 lo más probable es que te conteste con su oído renovado y te de con más fuerza testimonio de lo que Jesús hizo en ella y quiere hacer contigo. Si alguien hace contacto con ella, favor de avisar al correo electrónico: aurelio@jesusestavivo.org.mx para recibir sus últimos testimonios de sanación.
Que lo que le pasó a Celia te pase a ti también. Pedimos tu oración para que Jesús que está vivo… en Morelia, la reúna entre nosotros. Recuerda que “todo es posible para el que cree, yo te digo que si creyeres verás la gloria de Dios”.
Te invitamos mañana lunes al templo de El Carmen a la “Oración de Sanación de Recuerdos”. Muchas veces estamos tan enfermos que ni cuenta nos damos que la causa es por los recuerdos que nos tienen atados a nuestro pasado. Estamos tristes y ya es tiempo de que regrese la alegría que Jesús ganó para nosotros. Atrévete a sanar y romper con las ataduras que puedas tener incluso antes de nacer. Esta oración será grabada por Grupo Marmor y Televisa. El Lic Julio Hernández Granados nos certificó la transmisión de este evento en la televisión local.
¡Alabado sea Jesucristo!
BUENAS NOTICIAS PARA EL HOMBRE DE HOY
Grupo Apostólico Nueva Evangelización

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