miércoles, 19 de mayo de 2010

Regalos del Espíritu de Dios

“El Abogado, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, él les enseñará todo y les hará entender todo lo que Yo les he dicho”. Jn 14,26 El Espíritu Santo es Dios mismo, es la tercera persona de la Santísima Trinidad. Por lo tanto es Dios, como Jesucristo y como Dios Padre. Los bautizados somos templos del Espíritu Santo, quien actúa en nosotros dándonos consejos, inteligencia para resolver problemas, fuerzas necesarias para seguir a Jesucristo.
Su acción santificadora se inicia en nuestra alma el día de nuestro bautismo, permanece en nosotros y se fortalece en nuestra alma, siempre que realizamos un acto de intensa virtud: Sacramentos, Eucaristía, comunión, confesión, oración. Para recibir los dones del Espíritu Santo debemos corresponder a la gracia purificando nuestro corazón y deseando la santidad.
El Espíritu Santo es un maestro dulce y sabio, pero también exigente, porque nos da sus dones si estamos dispuestos a pasar por la Cruz y a corresponder a su Gracia.
Nadie puede arrebatarnos al Espíritu Santo, vive dentro de nosotros, cuando lo poseemos, solo podemos alejarlo de nuestro corazón nosotros mismos por el abuso de nuestra libertad: el pecado.
El Espíritu Santo permanece para siempre en el alma del que cree y que ama a Dios, actuando sin darnos cuenta, a través de sus siete dones. Es nuestro amigo, nos aconseja y nos anima en los momentos difíciles. Su misión es ayudar al hombre en su santificación y sus frutos son: amor, alegría, paz, tolerancia, agrado, generosidad, lealtad, sencillez, dominio de sí.
Cualidades ideales en cualquier momento y circunstancia de la vida: en casa, con los padres, hermanos y hermanas; en la escuela, con los profesores y compañeros; en las fábricas y en las universidades y con todas las personas. Para dejarnos aconsejar y dirigir por el Espíritu Santo debemos desear ser por entero de Dios, sin poner límites a su acción en nosotros.
Los dones y frutos del Espíritu Santo nos ayudan a superar dificultades y somos capaces de llevar a cabo cualquier tarea y de superar cualquier dificultad. Nuestras vidas nos pertenecen, y el Espíritu actúa en cada uno de nosotros de forma diferente, de acuerdo con nuestra personalidad propia y las características heredadas de nuestros padres y adquiridas a través de la educación.
Estando tan cercano a nosotros y actuando de forma tan discreta debemos dirigirnos a El, en todas nuestras necesidades y pedirle que nos guíe y ayude.
María siempre escuchó la voz del Espíritu en su alma y no se equivocó. Imitad el ejemplo de nuestra santa Madre, modelo perfecto de fe en Dios y de generosa cooperación en su plan salvífico para toda la humanidad. Recordad su consejo a los servidores de Caná: “Haced lo que Él os diga”.
Los dones del Espíritu son siete: Don de Sabiduría. Don de Entendimiento. Don de Consejo. Don de Fortaleza. Don de Ciencia. Don de Piedad. Don de Temor de Dios. El Profeta Isaías anunció que el Santo Espíritu de Dios, traerá a quien es fiel, siete preciosos regalos o dones. (11,2) Estos dones nos fueron regalados desde el día de nuestro bautismo y se van aumentando si así lo pedimos en la oración.
Don de Sabiduría. El Espíritu Santo mediante este don, pone al alcance de almas sencillas, el conocimiento de Dios y de lo que a Él se refiere. Es un gusto especial por todo lo que se refiere a Dios o al bien de las almas. Nos hace saborear con simpatía y convicción las verdades y atributos divinos, por ejemplo: que Dios es Creador, Redentor, Santificador, etc. Hace que la persona goce con la oración y encuentre verdadero gusto en las lecturas de buenos libros especialmente en la Biblia. Hace que ya no obremos por ser admirados o por que nos agradezcan o estimen, sino solamente para que Dios quede contento. Después de saborear con este don lo que es de Dios, ya todo lo que es pecado y egoísmo material causa disgusto.
Don de Entendimiento. Mediante este don le es dado al cristiano un conocimiento más profundo de los misterios de Dios. El hombre tiene una mayor certeza de lo que cree, todo es más claro. Para llegar a este conocimiento es necesaria la luz que da el Espíritu Santo, que recibimos en la medida de la pureza de nuestro corazón y de los deseos de santidad. El también ilumina nuestro entendimiento para que comprendamos la Palabra de Dios en la Biblia.
Don de Consejo. Este don está muy relacionado con la virtud de la prudencia, y se refiere a los medios que se deben emplear en cada situación. Hace que al momento de tomar una decisión, escojamos lo que más nos conviene, inspira lo que debemos hacer y cómo se debe hacer, y lo que se debe decir cómo se debe decir. Lo que se debe evitar y lo que se debe callar. A veces por medio de una buena lectura el don de Consejo, nos ilumina qué es lo que Dios está esperando de nosotros. También ayuda a encontrar soluciones rápidas para causas urgentes, y guiar a otros para que eviten lo que no les conviene.
Don de Fortaleza. Es una fuerza especial para realizar lo que Dios quiere de nosotros y para resistir con paciencia y valor las contrariedades de la vida. Si dejamos que el Espíritu Santo tome posesión de nuestras vidas comprenderemos que el Señor escoge al débil y que no pide más que la buena voluntad para poner todo lo que está de nuestra parte, para que Él lleve a cabo maravillas. La vida es a ratos tan dura que sin el don de fortaleza, no seríamos capaces de aguantar sin desesperación. Hay tentaciones, tan violentas e inesperadas que si no fuera por la intervención del Espíritu Santo no podríamos resistir.
Don de Ciencia. Es una facilidad para distinguir entre lo verdadero y lo falso. Muchas personas creen como verdadero lo que es falso y en cambio no aceptan lo que es verdad. Mediante el don de la ciencia, el cristiano sabe distinguir con perfecta claridad lo que lleva a Dios y lo que le separa de Él, también te advierte cuando las cosas buenas y rectas pueden convertirse en malas para el hombre, y lo convence de que lo que más vale no es lo material sino lo espiritual.
Don de Piedad. Las personas que reciben este don, tienen hacia Dios un cariño como hacia un Padre amorosísimo, y todo lo que sea por su Reino les llama la atención y lo hacen con gusto Les mueve a tratar a Díos con ternura y el cariño de un buen hijo con su padre y a los demás hombres como a hermanos que pertenecen a la misma familia. Dios quiere que le tratemos con entera confianza, como hijos pequeños y necesitados, sabiendo que quiere lo mejor para cada uno de sus hijos. Este don nos mueve y nos facilita el amor filial a nuestra Madre del cielo, la devoción a los ángeles y santos.
Don de Temor de Dios. Es un temor cariñoso, que nos inspira miedo a ofender a Dios, por ser Él un Padre tan generoso y lleno de bondad hacia nosotros, y también porque sabemos que Dios no dejará ni un solo pecado sin castigar todo menos que apartarnos de nuestro Dios. Es pues un temor que nace del amor.
Pentecostés. Cincuenta días después de la Resurrección del Señor, Pascua, mientras los apóstoles estaban en oración, recibieron al Espíritu Santo y perdieron todos sus temores e ignorancia, adquiriendo una gran decisión y conocimiento para predicar la doctrina de Cristo, De esta misma manera el Espíritu Santo puede transformar nuestra vida haciéndonos apóstoles.
El Sacramento de la Confirmación es una acción especial del Espíritu Santo, por el cual una persona que ha sido bautizada lo recibe a él y a todos sus dones en plenitud. Por el Bautismo, formamos parte de la Iglesia, pero la Confirmación busca también un compromiso del cristiano que es enviado a una misión especial y con una gran responsabilidad de defender la fe, llevarla a los demás a través del apostolado y ser testigo de Jesucristo con la palabra y el ejemplo Al recibir el Sacramento de la Confirmación nos convertimos en verdaderos soldados de Cristo siempre dispuestos a luchar de palabra y obra por nuestra fe.
Ven Espíritu Santo y envía desde el cielo un rayo de tu luz. Ven, Padre de los pobres. Ven, dador de los dones. Ven, Luz de los corazones, consolador magnífico. Ven dulce huésped del alma, tregua en el arduo trabajo, brisa en las horas de fuego, consolador en el llanto. Gozo que conforta en el duelo. Entra hasta el fondo del alma, divina Luz y enriquecemos, sin tu ayuda, nada hay en el hombre, nada que sea bueno.
Mira el vacío del hombre si tu le faltas por dentro. Mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Lava lo que está sucio, riega lo que está seco, sana lo que está enfermo. Doblega lo que está rígido, calienta lo que está frío, endereza lo que está torcido. Concede a los fieles que en ti confían, tus siete sagrados dones. Dale al esfuerzo su mérito, salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Así sea.
Te invitamos a ver por la televisión en vivo nuestro programa “La Palabra” de la Z radio, 96.3 FM estéreo y 1340 AM digital. La cita es en el consultorio de sanación más grande de Morelia a las seis de la tarde. Si abres nuestra página web www.jesusestavivo.org.mx y haces clik en la imagen de televisión aparecen más de 30 vídeos que salieron en vivo y ahora forman parte de nuestro archivo que puedes ver cada ves que quieras. Algunos de nuestros nuevos vídeos que bendijo el P. Miguel Contreras son: la Hostia palpitando, Bienvenida con el P. Miguel Contreras, Oración de sanación por Rocío, Jesús da la sanación a sus ovejas, Oración de sanación en la Z radio, Oración de sanación por Minerva, Jesús enseña y sana, Misa dominical en San Pedro, Yo vi a la Virgen María, por decir algunos. Quiera Dios que el próximo vídeo de testimonio de sanación sea el tuyo. Si deseas oración de sanación por tus enfermos, manda tu petición a: lapalabra@jesusestavivo.org.mx y en todo el mundo se orará por la salud de tus enfermos.
¡Alabado sea Jesucristo!
BUENAS NOTICIAS PARA EL HOMBRE DE HOY
Grupo Apostólico Nueva Evangelización

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