miércoles, 23 de septiembre de 2009

Enfermos de esclavitud

Una enfermedad muy difundida en el mundo de hoy es la esclavitud... tan extendida y generalizada que ya hasta se acepta como la forma normal y ordinaria de vivir. Nos pasa como a los israelitas cuando salieron de la opresión egipcia. Les pareció tan alto el precio que estaban pagando por la libertad, que comenzaron a añorar las cebollas y los ajos del país de los Faraones. Se habían acostumbrado tanto a la esclavitud que no sabían ser libres.
Nuestra sociedad vive bajo la esclavitud de la mentira, encarcelada en los engaños del mundo, encadenada por los apetitos desmedidos y aprisionada en los falsos valores de poder, gloria y materialismo.
La hermosa película "Nací Libre" trata de una leona nacida en cautiverio. Sus dueños, conscientes de que esa prisión es anormal puesto que ella ha nacido para ser libre, están dispuestos a otorgarle la libertad. Sin embargo, no la sueltan de un día para otro, sino que tienen que enseñarle a bregar con los peligros de la libertad. Por fin, mientras la música toca la canción "Nací Libre” la leona se interna en la selva, mientras todos los espectadores lloran de emoción.
Nosotros, aunque hemos sido llamados a la libertad, nacimos en la esclavitud del pecado. El camino único para apropiárnosla es viviendo la verdad. El problema de nuestro mundo es que yace bajo el dominio del padre de la mentira que lo seduce de mil formas y de esa manera lo somete a sistemas de pecado y a situaciones pecaminosas. No se puede ser sano si no se es completamente libre. La sanación integral podríamos resumirla en una palabra: ser libres de toda mentira y falsedad, siendo el pecado el peor engaño de todos.
La vocación cristiana es un llamado a la libertad. Cristo Jesús nos participa de su Espíritu y donde está el Espíritu del Señor allí está la libertad: 2 Cor 3,1 7. Hemos recibido un espíritu de adopción para vivir como hijos libres de toda esclavitud; y si hijos, coherederos de todos los bienes de nuestro Padre Dios.
Jesús nos ha indicado claramente el camino que nos lleva al país de la completa y permanente libertad: Si se mantienen fieles a mi Palabra, serán verdaderamente mis discípulos; y conocerán la verdad y la verdad los hará libres: Jn 8,34. La libertad no se logra en un instante. Al pueblo de Israel le costó cuarenta años llegar a la tierra prometida. Toda una generación tuvo que peregrinar por un árido desierto, lleno de pruebas y peligros. No hay otra vía para conseguir la libertad. No hay caminos cortos ni recetas mágicas.
La liberación es un camino y una conquista. No es fácil. Se tiene que cruzar por la soledad del conocerse a sí mismo y encontrarse cara a cara con Dios. Jesús nos dice que para conseguir la libertad hemos de escuchar la Palabra de Dios, la cual nos hace discípulos suyos. El único camino para llegar a la libertad es mantenernos fieles a su Palabra, es decir, que sus criterios y valores rijan nuestra vida.
Jesús ha venido a liberarnos de nuestras esclavitudes y a romper todas las ataduras que nos aprisionan, tanto de las estructuras injustas, como de nuestros miedos y complejos. Su obra abarca tanto el aspecto interior como el exterior, las situaciones de pecado como todo pecado en singular. El Espíritu Santo está sobre él y lo ha ungido para proclamar la libertad a los cautivos y dar la libertad a los oprimidos (Lc 4,18-19).
La Iglesia, sacramento de liberación. La Iglesia, nosotros, somos sacramento de liberación, partícipes de la misma misión de nuestro Fundador, contamos con el mismo poder que Cristo tenía: poseemos el Espíritu de Cristo resucitado que es un Espíritu que nos lleva a vivir la gloriosa libertad de los hijos de Dios.
Por tanto, todos nosotros, Iglesia, somos ministros de liberación el uno para el otro; pero esta misión la realizaremos eficazmente en la medida que hayamos sido nosotros liberados de las diferentes esclavitudes que nos privan de la libertad.
Así como Moisés, antes de liberar al oprimido pueblo hebreo que yacía bajo la esclavitud de los egipcios fue él mismo liberado por Dios, así también nosotros tenemos que experimentar antes la liberación de nuestras ataduras para después ser agentes de liberación.
La Renovación Carismática ha puesto énfasis en esta oración que estaba un poco olvidada, pero me temo que no se ha llegado al equilibrio en ello. En general somos muy simplistas y superficiales en este ministerio.
Existen dos extremos en la oración de liberación: algunos que no aceptan su eficacia porque no creen en el Demonio que nos engaña y nos somete bajo sus tenores de vida. Niegan su existencia y por tanto su acción en nuestras vidas. No se dan cuenta que al no creer en el Padre de la mentira ya han caído bajo uno de sus engaños. El otro extremo es cuando se cree que la total liberación se obtendrá por una simple oración que expulse el mal que está dentro de nosotros con una imposición de manos.
Yo creo que no basta sacar demonios, sino que es necesario deshacerse de todos sus engaños que motivan nuestra conducta y rigen nuestro estilo de vida ¿De qué serviría sacar un demonio si se queda una legión de engaños en nuestra mente y en nuestro corazón? La manera eficaz de sacar diablos es liberarnos de todas sus ataduras de materialismo, sensualismo, egoísmo, orgullo, vanidad y mentira.
Existe el peligro de reducir la oración de liberación para casos de personas metidas en espiritismo, ocultismo y cosas semejantes. Sin embargo, igualmente está en las garras de Satanás el orgulloso que se hace dios a sí mismo, el codicioso que idolatra el dinero y los bienes materiales, el adúltero que no puede dejar de pecar, el deprimido que se hunde en su desesperación, el mentiroso que vive engañado y engañando; en fin todo el que permanece en una situación de pecado. La perfecta libertad implica la renuncia a Satanás y a todas sus obras y engaños con que seduce al mundo.
Pablo nos ofrece un amplio catálogo de los lazos con que el Tentador trata de mantenernos sujetos a su voluntad y de los cuales debemos ser liberados. He aquí esta lista: idolatría, hechicería, impiedad, prevaricación, perjurio, sacrilegio, egoísmo. traición, ingratitud, injusticia, avaricia, codicia, latrocinio, soberbia, orgullo, vanagloria, adulterio, fornicación, perversión sexual, lujuria, impureza, desenfreno, libertinaje, embriaguez, gula, orgía, homicidio, rivalidad, envidia, odio, discordia, celos, rencillas, cólera, ira, insolencia, detracción, engaño, mentira maledicencia, chisme, ultraje, altanería, contienda, malignidad. deslealtad, desamor, malicia, rebeldía, insensatez, perversidad, maldad, murmuración, división, disensión, desorden, acritud, temeridad, fanfarronería, enemistad, difamación y calumnia: 1Cor 5,9-10; 6,9-10; 2Cor 12,20; Gal 5,19-20; Rm 1,29-31; 13,13; Col 3,8; Ef 4,31; 1Tim 1,9-10; 2Tim 3,2-5. Todos estos eslabones forman la cadena de la esclavitud que se llama pecado.
En películas como "El exorcista" no se hablará nunca de estos dominios de Satanás, y de esa manera también logra engañarnos haciéndonos pensar que sólo actúa de la forma como se muestra allí. Sin embargo todas estas cosas enumeradas por Pablo destruyen hogares, hunden sociedades y acaban con las personas.
La forma más ordinaria como el Demonio nos esclaviza no es por medio de la posesión física, la cual es muy rara, sino a través de la mentira. (Cf. Jn 8,44)
Algunos piensan muy superficialmente cuando creen que la liberación completa se va a lograr con una simple "oración de liberación". Hay casos en que somos liberados de alguna atadura mediante una oración así, pero esto es sólo un signo del poder de Cristo para que confiemos en que él nos puede liberar de toda esclavitud.
El próximo sábado 3 de octubre en el templo de Fátima de llevará a cabo una conferencia sobre la relación providencial de las apariciones de la Virgen de Guadalupe y Fátima. La cita es a las 18:00 horas y el día siguiente, domingo, será la consagración de los niños a la Virgen de Fátima a las 10:00 de la mañana. Lleva a tus niños y niñas a que reciban lo que hay para ellos desde toda la eternidad.
¡Alabado sea Jesucristo!
BUENAS NOTICIAS PARA EL HOMBRE DE HOY
Grupo Apostólico Nueva Evangelización

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