jueves, 31 de diciembre de 2009

Los médicos lo desahuciaron

Un miércoles 17 de enero en las primeras horas de la mañana, mi hija Maurita recibió por teléfono una noticia que la hizo estremecer: su primo David tenía cáncer. Los médicos lo desahuciaron y le dieron tres meses de vida. Médicamente nada se podía hacer pues el tumor maligno estaba cerca del corazón y era inoperable. Mortal por necesidad. La noticia nos hizo cimbrar a todos.
Nunca había recibido una noticia familiar tan impactante y en ese preciso momento le pregunté a Jesús que tenía que hacer. Lo primero que se me vino al corazón fue una luz producto del amor del Santo Espíritu de Dios. ¿Qué hizo María cuando se enteró que se acabó el vino en la fiesta que fue invitada? Ella no fue a la cava a investigar que había pasado con el vino, tampoco preguntó a los organizadores por qué se había terminado el preciado líquido, menos aun dio inicio a una colecta en efectivo para ir a comprar más vino. Lo que hizo María fue correr, si correr hacia el único que le podía solucionar por siempre el problema: su amadísimo hijo Jesús.
Con la seguridad que si se siguen estos pasos el problema más difícil tiene solución, hice lo mismo que María. Corrí a ver a Jesús y le dije: “Señor Jesús, vengo de parte de tu Mamá a pedirte por la salud de David. Si quieres, ¡pásame a mí su cáncer!” En esos momentos sentí que me decía en mi corazón: “Quiero a los dos sanos”. Llamé al papá de David, y le dije: En el nombre de Jesús, ¡tu hijo va a sanar! Y contestó: ¿qué tengo que hacer? ¡ORAR Y CONVERTIRTE!, fue la respuesta.
Ese mismo miércoles dio inicio en su casa una oración para pedir por la salud de David y fue invitada toda la familia. El mensaje que nos dio el Señor fue cuando un papá lleva a su hijo epiléptico a Jesús para que lo sane. (Mt 17,15-20) Allí mismo Jesús nos dijo que el papá no había llevado al hijo con él, sino que el hijo había llevado a su papá con Jesús. Ciertamente el hijo estaba enfermo, pero el papá estaba muerto en la fe. Así las cosas, se programó la siguiente oración para el próximo miércoles.
El siguiente miércoles, 23 de enero, a Jesús se le ocurrió venir a la casa paterna para que mi papá participara de su Gloria, ¡y se lo llevó! Mi esposa me pregunto en tres ocasiones que si iría a la oración a la casa de su sobrino, le dije que esperara. Mi papá está en la funeraria y yo tengo la certeza de la promesa de Jesús: “El que cree en mí aunque muera ¡vivirá!”. En ese preciso momento le pregunté a Dimitas: papá, ¿qué hago? Tengo una oración por la salud de David que tiene cáncer… Sentí en lo más profundo de mi corazón que me respondía: “hijo mío, por mi no te preocupes, estoy viviendo una experiencia única, maravillosa, excepcional, riquísima. No hay palabras humanas para expresarla. ¡Tú, ve a llevar la Palabra de Dios a tus hermanos!”.
Mi papá toda su vida buscó a Cristo, ¡ya lo encontró!, ahora tiene toda la eternidad para poseerlo.
Mientras el cuerpo de papá está en la funeraria, mi esposa Maura, mis tres hijos: Aurelio, Maurita y Daniel, mi nieto David y yo estamos haciendo oración por la salud de David en su casa. Recuerdo que mi hijo Aurelio me dijo: papá, tú no predicaste, lo hizo Jesús por ti. El mensaje de la predicación fue: “se convierten o se convierten”. El día siguiente mi papá sigue en la funeraria y toda la familia Prado Soto vuelve a la oración por la salud de David en su casa. Ese día la oración fue conducida por mis hijos que son misioneros. Esto es sin duda un regalo que Jesús quiso que experimentáramos en familia, ya que con nuestras propias fuerzas era imposible.
Las oraciones siguieron y cada miércoles se iban dando buenas noticias para el hombre de hoy. Los médicos le dieron a David un certificado en el que lo dan de alta y le dicen que ya no tiene cáncer. David contestó: ¡ya lo sabía! Cuando el médico le dijo a mi sobrino que estaba sano, que ya no tenía cáncer, corrió a ver a Jesús y en la Biblia le dio el mismo mensaje que me dio cuando iniciamos las oraciones: el papá que lleva a su hijo epiléptico a Jesús a que lo sane. (Mt 17,15-20)
Todos nosotros sabemos que Jesús tomó el cáncer de David y lo arrojó al fondo del mar para que no haga mal a nadie. Las oraciones por la salud del ahora sano ahora las hacemos en la casa de Arturo, otro hermano que le diagnosticaron cáncer, y que al ponerlo en las manos de María también fue sanado. Este testimonio lo pondremos próximamente...
El día de la oración por la salud de David fue el 23 de enero del 2002 cuando papá estaba en la funeraria. El próximo 23 de enero papá cumple 8 años de recibir su ingreso para participar de la Gloria eterna de Jesús que es Dios. Para terminar les quiero comunicar que un día antes mi hermano Pepe vino a visitar a papá y lo acompañaba el Obispo de La Paz, Baja California, el cual lo reconcilió con Dios, le dio la absolución y la Comunión. Le impuso las manos en su cabeza y le perdonó todos sus pecados cometidos durante su vida y le impuso la Bendición Papal. Así hasta gusto da morirse, dije, y un hermano que escuchó respondió: “si quieres morir como papá, vive como vivió papá”.
Un regalo que mi Señor Jesús nos está dando es que mi hermano Pepe, somos 14 hermanos, fue invitado a proclamar la Palabra de Dios a Tarimoro, Guanajuato. Esto de verdad nos alegra a toda la familia. Pepe Ha llevado la Palabra de Dios a más de 60 países en los cinco continentes incluyendo El Vaticano al lado de S.S. Juan Pablo II, El Grande, y tiene más de 2500 escuelas de evangelización por todo el mundo y ahora Jesús lo quiere en la ciudad donde nacieron mis papás. Mamá ya se apuntó y todos los hermanos estamos y seguiremos celebrando este bendición especial que se nos está dando. Tenemos mucho gusto y más que nos está llegando por lo que Jesús hace en la familia Prado Flores. ¡Gloria a Dios!
Algo tuvo que ver Dimitas con la sanación de David. Hace ocho días, 20 de diciembre del 2009, estuvo David con su familia con nosotros en la posada que realizamos en casa. Los médicos le dijeron que no podría tener más hijos por las radiaciones que la habían dado, pero Jesús dio su última palabra y ahora gozan la presencia de otros dos niños: David y Emiliano. ¡Gloria a Dios!
En ocho días estaremos leyendo lo que sucedió cuando Jesús invitó a papá a reinar junto con él... por toda la eternidad. ¡Gloria a Dios!
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¡Alabado sea Jesucristo!
BUENAS NOTICIAS PARA ELHOMBRE DE HOY
Grupo Apostólico Nueva Evangelización

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