jueves, 3 de diciembre de 2009

Nuestros amigos los ángeles ¿Existen?

En los últimos años se ha dado poca importancia a los Ángeles y se ha llegado a negar su existencia. Muchos no quieren admitir hoy nada que no pueda comprobarse en un laboratorio. Y aún en el campo religioso se rechaza a veces lo que aparentemente no concuerda con la razón o le dice muy poco.
Ha contribuido a esta posición negativa la idea muy pobre y poco seria que se daba acerca de los Ángeles a través de las imágenes que los representaban y del papel exclusivo que se les señalaba en relación con los niños pequeños a quienes debían cuidar cuando las madres eran negligentes o estaban muy ocupadas en otros menesteres. Quienes ahora niegan la existencia de los Ángeles no están introduciendo una novedad. Ya los Saduceos lo hacían hace 2,000 años. "Porque los Saduceos niegan la Resurrección y la existencia de los Ángeles y espíritus; mientras que los fariseos profesan lo uno y lo otro". (Hech 23,8) También han negado la existencia de los Ángeles los materialistas y racionalistas de todos los tiempos.
Los racionalistas modernos, y a veces los encontramos en algunos teólogos actuales, consideran a los Ángeles como a personificaciones de atributos y acciones divinas, o ven en ellos vestigios de un politeísmo primitivo o elementos tomados de ideologías orientales.
Pero contra estas teorías que son falsas, se presenta la doctrina de la Iglesia basada en la divina Revelación, que no admite la menor duda acerca de la realidad de los Ángeles.
El Cuarto Concilio de Letrán y el Vaticano I afirman: "Simultáneamente al comienzo del tiempo Dios creó una y otra creatura, la espiritual y la corporal, es decir la angélica y el mundo".
La Sagrada Escritura da testimonio, desde el libro del Génesis hasta el Apocalipsis, de la existencia de los Ángeles y muestra los oficios que ellos desempeñan como servidores de Dios y mensajeros suyos para ayudar a los hombres.
San Pablo escribe en su carta a los colosenses: "En Cristo fueron creadas todas las cosas del cielo y de la tierra, las visibles y las invisibles, los tronos, las dominaciones, los principados, las potestades". (1,16) Estos últimos términos designan a las diversas clases de Ángeles.
El testimonio de la tradición cristiana acerca de la existencia de los Ángeles es unánime desde el principio. Escritores como San Justino presentan la existencia de los Ángeles como argumento para defender a los cristianos de la falsa acusación de ateísmo que hacían contra ellos los paganos.
La primera monografía acerca de los Ángeles la hizo el Seudo-Dionisio Areopagita hacia el año 500. San Agustín y San Gregorio Magno hicieron profundos estudios acerca de los Ángeles. Durante la edad media se dio por parte de sus grandes teólogos mucha importancia al tratado de los Ángeles. San Bernardo escribió páginas dignas de antología acerca del ministerio de los Ángeles y de la respuesta que debe darles el hombre.
La liturgia de la Iglesia es rica en testimonios acerca de los Ángeles y el Concilio Vaticano II se refiere a ellos en su Constitución sobre la Iglesia.
La razón natural no puede probar con rigor la existencia de los Ángeles, pues estos fueron creados por una libre decisión de la voluntad divina. Mas la serie en que van ascendiendo las perfecciones ontológicas de las criaturas (seres puramente materiales, seres compuestos de materia y espíritu) nos permite deducir con suma probabilidad la existencia de seres creados, puramente espirituales.
¿COMO SON LOS ÁNGELES? Los hombres tenemos cuerpo y alma. Los Ángeles tienen una naturaleza puramente espiritual, es decir, una naturaleza que carece de materia y que no está ordenada a vivir en un cuerpo. Por eso la Sagrada Escritura llama en varios pasajes a los Ángeles, espíritus: ¿No son ellos (los Ángeles) espíritus administradores, enviados para servicio en favor de los que han de heredar la salud? pregunta la Carta a los Hebreos. (1,14) Los demonios, Ángeles caídos, son llamados espíritus en el Evangelio. (Mt 8,16) San Gregorio Magno dice: "El Ángel es solamente espíritu; el hombre, en cambio, es espíritu y cuerpo".
SON POR TANTO INMORTALES. Si los Ángeles, por naturaleza, son puros espíritus carentes de materia, necesariamente son inmortales. El Señor aludió a esta inmortalidad cuando hablando de los resucitados dijo que "ya no pueden morir y son semejantes a los Ángeles". (Lc 20,36) Tanto la felicidad de los Ángeles como el castigo de los demonios son de duración eterna. "Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno que ha sido preparado para el Diablo y sus ángeles". (Mt 25,41) La inmortalidad angélica no es un don de la gracia, sino una consecuencia necesaria de su naturaleza espiritual.
¿CUANTOS SON? En la Sagrada Escritura leemos que su número es muy grande. "Vosotros os habéis allegado al monte Sión, a la Jerusalén celestial y a las miríadas de Ángeles..." dice la Carta a los Hebreos. (12,22)
"Vi y oí la voz de muchos Ángeles en rededor del trono; y era su número de miríadas de miríadas y de millares de millares", dice el Apocalipsis. (5,11) Nuestro Señor dice en el momento de su prisión: "¿Crees que no puedo rogar a mi Padre, y El pondría a mi disposición al punto más de doce legiones de Ángeles?". (Mt 26,53) Sin duda alguna estos innumerables Ángeles buenos están organizados por el Señor, aunque no sabemos nada acerca de esto que sea verdad de fe.
Desde el Seudo-Dionisio Areopagita, se suelen enumerar nueve coros u órdenes angélicos, fundándose en los nombres con que se les cita en la Sagrada Escritura; cada tres coros de Ángeles constituyen una jerarquía: serafines, querubines y tronos -dominaciones, virtudes y potestades- principados, arcángeles y Ángeles.
Algunos autores dividen a los Ángeles entre asistentes al trono divino y mensajeros de Dios para cumplir diversas misiones por encargo suyo. Algún día conoceremos la maravillosa organización que Dios ha puesto en esta multitud de seres espirituales que Él creó para su gloria y también para beneficio nuestro y de toda la creación. Cada Ángel es distinto y tiene su misión propia. Dios no se repite y confiere a cada ser espiritual y racional una misión personal propia e irremplazable.
¡Alabado sea Jesucristo!
BUENAS NOTICIAS PARA EL HOMBRE DE HOY
Grupo Apostólico Nueva Evangelización

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