jueves, 3 de diciembre de 2009

Mi pesca milagrosa

En su Palabra el Señor tiene para nosotros un mensaje que es de mucha importancia en nuestra vida cristiana hoy en día. Dice la Palabra de Dios que el Señor fue por la orilla del lago y encontró a unos pescadores que estaban lavando las redes. Esa actitud de lavar las redes indicaba el final de un trabajo y como después Pedro lo va a declarar, es un trabajo estéril: Señor, no hemos pescado nada. El Señor empieza por pedirle a Pedro mover la barca de la orilla un poco mar adentro, y empieza por dejarse escuchar por los discípulos, de los que están allí, luego que ha terminado su predicación invita a Pedro a llevar la barca a la parte más honda y tirar de nuevo la red para pescar. Pedro le dice que allí no hay peces, que allí han estado tirando la red y allí no hay nada.
La experiencia que Pedro tenía como pescador era mucho más grande que la que Jesús podía tener humanamente, pero el Señor estaba preparando no una pesca sino una gran enseñanza para todos los hombres de todos los tiempos. No es en la orilla donde se pesca, no es tampoco lavando las redes como se va a pescar, porque lavar las redes es signo de estar ya cansados, es remando a la parte más honda, es tirando de nuevo las redes, es emprendiendo una nueva búsqueda de Dios, pero no en la orilla de la fe, sino en lo más profundo.
Cuantos de nosotros estamos también ya cansados, cansados de oír, cansados de esperar, cansados incluso hermanos, déjenme decirles de orar, pero es que hasta este momento posiblemente hemos estado en la orilla tirando quizá allí nuestra red o incluso lavándola, pero el Señor se sube a la barca y nos dice: llévala a la parte más honda y tírala de nuevo la red para pescar. El mandato del Señor es "A remar de nuevo y a la parte más honda". Empezar otra vez, volver a confiar en el Señor, enderezar nuestros pasos hacía esa vida cristiana más llena del Espíritu para iniciar una nueva pesca en el nombre del Señor. Señor, en este mismo lugar hemos tirado la red dijo Pedro, pero ahora la tiraré en tu nombre, una nueva oportunidad.
Puede ser hermano que tu ya no llegues a la Iglesia, puede ser que tu pensamiento sobre la Iglesia sea contrario, la experiencia de tu vida: años sin pescar NADA. Pero ahora el Señor invita a llevar a la parte más honda y tirar de nuevo la red y experimentar esa vida victoriosa que el Señor quiere darnos en el Espíritu Santo y fueron y tiraron la red y dice la Palabra que pescaron gran cantidad de peces que la barca amenazaba hundirse y las redes romperse, entonces hicieron señas a los compañeros que se habían quedado cerca de la orilla. Ese es nuestro trabajo: tirar la red y hacer señas a los hermanos que se han quedado en la orilla para que entren con nosotros a la parte más honda y tiren la red para pecar.
Es así hermanos como vamos a pescar de nuevo, es así como el Señor quiere ver a su Iglesia, remando a las profundidades de Dios, tirando las redes confiando que Dios pondrá en nuestras redes los peces necesarios. El Señor sabe de nuestro esfuerzo, sabe de nuestra lucha, pero no es hora para abandonar la lucha, no es hora para lavar las redes de nuestra vida, este es el momento de remar mar adentro, es el momento de tirar en el nombre del Señor de nuevo las redes y de esperar un gran milagro, una nueva pesca, no debemos hermano quedarnos en la orilla de nuestra decepción, no podemos quedarnos en la orilla de nuestro cansancio, no podemos quedarnos en la orilla de nuestra amarga experiencia pasada, debemos emprender una nueva búsqueda de Dios, debemos permitirle al Señor que nos lleve a la parte más honda y hasta hoy hemos estado en la orilla, en la orilla de nuestras costumbres, en la orilla de nuestra indiferencia, en la orilla de nuestro cansancio, y Él nos está invitando a la parte más honda, a las profundidades, al lugar donde realmente se puede pescar esa pesca que estamos necesitando. Ninguno que se vaya decepcionado, ninguno que se aleje de Dios, ninguno que haya perdido el entusiasmo va a poder sentir que sus redes se revientan, sólo aquellos que vuelven de nuevo a escuchar la Palabra y se deciden a remar a la parte más honda van a poder hacer señales a los demás diciéndoles aquí si hay peces, aquí si está el poder de Dios, porque en el nombre de Jesús estamos tirando de nuevo la red. La invitación que el Señor nos está haciendo es para comenzar con nuevo entusiasmo, es para remar de nuevo a la parte mas honda en lugar de la orilla, es para tirar la red de nuevo en lugar de lavarla, es para pescar en lugar de regresar a nuestros hogares con las redes vacías, el Señor no permitirá que ninguno de sus hijos que está esperando en El se retire sin llevar las redes llenas de lo que necesita. Cada día encontramos personas más decepcionadas, cada día hay personas que se salen, cada día hay personas que en su hogar abandonan la lucha, cada día hay personas que con sus hijos abandonan la lucha, cada día hay personas que en su matrimonio abandonan la lucha y quieren lavar las redes. El Señor no invitó a los discípulos diciéndoles: Ven ese lago, ven ese mar, allí no hay peces, vamos a buscar otro lago, otro mar, para tirar allá las redes, en el mismo mar, en el mismo lago, pero ahora en la parte más honda y en el nombre de Jesús es como se iba a pescar. Es así como se debe pescar.
Cuantos hermanos piensan: si cambiara de pueblo, si cambiara de esposo, si cambiara de hijos, si cambiara de esposa, si cambiara de Iglesia, si cambiara de grupo. NO hermanos, el Señor no dijo: vamonos a otro lago, dijo: rema a la parte más honda de este mismo lago, en el cual crees que ya no se puede pescar, con ese mismo esposo, con el que crees que ya no se puede amar, con esos mismos hijos con los que crees que ya no te pueden comprender, con esa misma esposa con la que crees que ya no puedes convivir, en esa misma Iglesia en la que crees que ya no te puedes encontrar. Tira la red de nuevo en la parte más honda, remar de nuevo significa, haz un nuevo esfuerzo, tira las redes y tu pondrás tu esfuerzo y tu pondrás tu ilusión, y tu pondrás la obediencia a la Palabra de Dios como Pedro: En tu Nombre Señor, sólo en tu nombre tiraré de nuevo la red, porque humanamente se que ya no puedo hacer nada en mi hogar, humanamente se que en mi negocio ya no puedo hacer nada, humanamente se que en mi cuerpo enfermo ya no puedo lograr nada, humanamente se Señor que con mis hijos nada puede pasar más. Lo he intentado todo, he estado toda la noche trabajando por pescar y no he encontrado nada pero como tu lo dices, y aunque mi mente me diga que ya no se puede, aunque mi mente me diga que en mi matrimonio ya no se puede, que con esos hijos ya no se puede, que en esa familia ya no se puede, que en esa Iglesia, que en ese grupo no se puede, es en tu nombre Señor que voy a tirar las redes.
Y el Señor pondrá los peces necesarios para el hombre que rema, el Señor pondrá los peces necesarios para el hombre que tira la red, si aquella tarde o aquel amanecer los discípulos se hubiesen ido sin obedecer a Jesús hubieran llegado a su casa con las redes lavadas, vacías. Si aquella tarde en lugar de escuchar a Jesús que decía remen y tiren la red hubiesen escuchado sus razones humanas que decían: ya no se puede hacer nada, tenían que haber tenido que llegar a sus hogares vacíos, sin llevar lo que ellos querían y lo que esperaban los que estaban allá en su casa.
El Señor les concedió escuchar su Palabra, recobrar de nuevo el entusiasmo, recobrar las fuerzas perdidas, tomar los remos, tomar la red, remar hacía adentro y lanzarla de nuevo.
Hermano el Señor verá el esfuerzo que tu haces, el Señor verá el deseo que tu tienes de no claudicar, de no desanimarte en la lucha. Tira la red de nuevo para pescar y hallarás de nuevo el amor que necesitas, tira la red de nuevo con tus hijos, tira la red de nuevo con tu esposo, tira la red de nuevo con tu cuerpo enfermo, vuelve a confiar en la Palabra de Dios, tira la red en tu Iglesia, acércate ahora mismo, dobla tus rodillas y dile al Señor:
Padre Santo te pido en este día de bendiciones que tu Palabra a llegado a mi corazón, que no me dejes regresar sin llevar lo que estoy esperando, que en este día Padre me hagas remar de nuevo y me hagas tirar la red y me hagas confiar de nuevo en tu Palabra para recibir aquello que más necesito. Señor Padre Santo, por el cuerpo que está enfermo, por el negocio que está en quiebra, por la familia que está a punto de romperse, por ese lago que ya no se puede pescar nada, en tu nombre Señor tiro la red de nuevo y dame la pesca que ahora estoy necesitando. Bendito seas Padre, gracias, en nombre de tu hijo Jesucristo que vive y reina por los siglos de los siglos.
Bendito y alabado sea el nombre de mi poderoso Señor.
En el evangelio según Lucas en el capítulo 7 del versículo 11 al 17 recoge un acontecimiento que el Señor ha permitido que sea dejado en su Palabra para encontrar nosotros en él la enseñanza fundamental para nuestra vida cristiana. En esta Palabra hay un mensaje que es de mucha esperanza para los que estamos siguiendo a Jesús. Vamos a distinguir lo que la Palabra de Dios aquí nos dice. Se trata de Jesús en una caravana con sus discípulos, dice el versículo 11: Y sucedió a continuación, ¿a continuación de qué? de haber sanado al siervo del Centurión como dice en el capítulo 7 que estamos leyendo. Los discípulos van con Jesús, están viendo los milagros del Señor, a continuación de ver esa manifestación del poder del amor de Jesucristo, van siguiéndolo. Piensa hermano como irías tu en esa caravana de los que van siguiendo a Jesús. ¿Cómo sería tu rostro? ¿cómo sería el rostro de todas las personas que van siguiendo a Jesús? El dueño de la vida, el Señor del amor y del poder, el que viene de sanar precisamente a un enfermo, tiene poder. Y yo voy siguiéndolo y tú vas siguiéndole con gozo en tu corazón. ¿Cómo iría el rostro de los apóstoles en ese momento? Lleno de gozo, lleno de paz, lleno de alegría.
El contraste se hace en la puerta de la ciudad cuando el Señor va entrando se encuentra una caravana que viene saliendo. ¿Cómo viene la gente?, ¿qué es lo que traen adelante? Un muerto. ¿cómo vienen sus rostros? Dice la Palabra que la mujer viene llorando, desesperada, ha perdido a su hijo único y es viuda, no hay palabras más trágica para explicar la situación de esa mujer. Es viuda y ahora se queda sola en el mundo porque perdió a su hijo único, esa mujer es la humanidad, eres TÚ cuando has perdido toda ilusión en tu vida, cuando estás completamente solo, pero pensemos un momento ¿como viene esa caravana que lleva por delante ese joven muerto? y está joven el muerto, porque no era tiempo de morir todavía, no era tiempo de perder la ilusión, pero esa gente viene triste esa gente viene amargada, esa gente viene llorando desesperadamente, pero llega el momento crucial, el momento del encuentro, dos caravanas, una llevando a Jesús por delante o otra llevando un muerto por delante. Los que van con Jesús van con gozo, los que van con el Señor van con alegría, los que van con el muerto van en medio de lamentos. Una sola pregunta hermanos: ¿Dónde te encuentras tu en este momento? cuál es tu caravana? ¿quién va al frente de tu vida? ¿a quién están viendo tus ojos? al joven muerto, a las esperanzas muertas, o estás viendo a Jesús al eterno Señor resucitado, al dueño de la vida. No se en cual de las caravanas te encuentres en este momento hermano. Pero si se donde el Señor quiere hacerte caminar de ahora en adelante. El Señor dice la Palabra Detuvo la caravana de la tristeza, detuvo la caravana de la muerte, ¿esa caravana que iba a dónde? hermano, al cementerio. El cementerio es el lugar en donde están los muertos. El cementerio es símbolo de terminación de toda vida en esta tierra, de toda vida presente, de toda ilusión presente.
Jesús se para en la puerta, que maravilla el Señor se pone en la puerta y detiene esa caravana y dice: un momento, consolando a la mujer le dice: no llores, porque siente en su corazón profunda compasión, el Señor siente profunda compasión de nuestras lágrimas, siente profunda compasión de ver nuestro caminar hacia el cementerio, de ver nuestros ojos con visiones de muerto. Nos detiene para hablarnos de vida, de esperanza, de resurrección. Se dirige a los que llevaban el féretro y les dice: ALTO, no caminen más, no es tiempo de morir para un joven, y le grita, joven, a ti te lo digo, levántate. Quita en este momento el nombre de joven y pon el tuyo hermano. Señor, señora, hermano, hermana, Juan, Pedro, Aurelio, como te llames, María, Antonieta, Maura, como sea, a ti te lo dice el Señor: “LEVANTATE, NO ES TIEMPO DE IRSE AL CEMENTERIO TODAVIA” estás muy joven, hay mucho por delante en la vida, es tiempo para dejar esa caravana de tristeza. Y en ese momento desapareció el que encabezaba la caravana de los que iban llorando y Jesús dice: ¿para dónde iban ustedes? para el cementerio, ahora ya no hay procesión al cementerio, ya no hay muerto, ahora nomás hay Uno tras el cual se va a ir, y su nombre es Jesús. El es el dueño de la vida, y nos pone atrás de El para seguirlo y entrar a la ciudad. La ciudad donde se continúa la vida, la ciudad donde todavía se trabaja, la ciudad donde todavía se ama, donde todavía se espera, ya no hay dos procesiones, ya no hay dos caravanas, se terminó la procesión de los que van llevando al muerto y ahora sólo hay una procesión: los que llevan al Cristo, los que llevan al eterno Señor resucitado.
Todos los alumnos de un colegio estaban listos para empezar una marcha, estaban ensayando su desfile, el que iba dirigiendo la marcha se fijó que uno de los que iban marchando llevaba otro paso, cuando todos bajaban la mano él la subía, cuando todos bajaban el pie él lo subía, se acercó entones al joven para ver por qué él no llevaba el ritmo que llevaba el tambor de la procesión del desfile. Cuando le preguntó advirtió que este joven llevaba en sus oídos uns auriculares, porque tenía colocado un aparato estéreo y él iba marchando con la música que escuchaba en su oído, no podía escuchar la música de los demás y él marchaba con su propia música. Este ejemplo tan sencillo hermanos es lo que el Señor quiere enseñarnos con este mensaje que acabamos de meditar.
El mundo sigue su caminar con su instrumento, sigue su caminar con su tambor, el mundo sigue su caminar de muerto, sigue su caminar de desesperación. Cuántos hay que por su situación económica están caminando al cementerio. ¿Cuántos hay que por los problemas del hogar van caminando al cementerio? ¿Cuántos hay que por los problemas del mundo, de la situación actual van dejándose llevar por ese ritmo? por ese tambor. El cristiano no es aquel que tiene otra música, que tiene otro tambor, que tiene otro señor frente a sí a quien sigue. El cristiano es el que va escuchando al Señor que le dice: levántate, anda. El Señor está a nuestro lado en este momento. El Señor victorioso frente a nosotros. ALELUYA. El nos está conduciendo, no nos dejemos llevar por este mundo, no nos dejemos llevar por la desesperación de este mundo hacia la muerte, no nos dejemos llevar por las dudas de este mundo hacia el fracaso, escuchemos al Señor que se pone al frente de nosotros y nos dice: a la ciudad. donde todavía hay esperanza.
Inclina tu rostro hermano, vamos a orar. Padre de la gloria, míranos en nuestro caminar, tu sabes profundamente porque conoces nuestra vida y en que lugar estamos, tu sabes si hasta ahora hemos caminado en la caravana de los que van hacia la muerte, tu sabes Señor si en nuestros rostros ya están figurados la tristeza y la desesperación, tu sabes Señor en este momento donde vamos caminando y hacia dónde caminamos, te pedimos Señor que detengas nuestro caminar cansado. Señor si yo soy esa mujer sola, si yo soy esa mujer viuda, si yo soy el que ha perdido todo en el mundo y por eso voy triste, ponte tú al frente de mi vida para que yo recupere el entusiasmo de vivir, para que ya no vaya al cementerio sino a la ciudad. Padre, y si soy yo quien va encabezando esa caravana de muerte, si soy yo ese muerto que hace llorar a los demás, si soy yo ese padre de familia que hace llorar a los hijos, si soy yo ese hijo rebelde que hace llorar a la madre, si soy yo esa madre que abandona el hogar, si soy yo ese esposo que hace llorar a la esposa, si soy yo Señor el muerto que hace encabezar esa caravana de dolor y tristeza, te pido que detengas mi entierro, que detengas mi féretro y me grites fuerte: A ti te lo digo: Levántate. Jesús, ya no quiero encabezar yo más caravanas de dolor. Permítenos Señor a todos los que creemos en ti dejar nuestras lágrimas y cambiarlas en gozo, permítenos dejar ese caminar hacia la muerte para caminar con el dueño de la vida hacia la ciudad de los vivos. Alabado sea tu nombre. Gracias Padre porque todo lo que te pedimos nos lo concedes, pues lo pedimos en el nombre poderoso de tu hijo Jesucristo Nuestro Señor que vive y reina por los siglos de los siglos.
¡Alabado sea Jesucristo!
BUENAS NOTICIAS PARA EL HOMBRE DE HOY
Grupo Apostólico Nueva Evangelización

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